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Centros Chilenos en el Exterior

Fiestas Patrias

TEJO PARA RAYUELA. Chile campeón de América

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contacto: Pedro Aguilar C.

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Teléfonos: 56-2-27610792; 56-2 94305020

 

 

 

 


TEJO PARA RAYUELA

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Felices Fiestas Patrias. Feliz Bicentenario

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Una historia que no te puedes perder‏

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Salitre y cobre, Neruda y Mistral

Salitre y cobre, Neruda y Mistral

CATIA ROJAS TORO*

crojas@cwpanama.net

Chile, es copihue y cóndor; salitre y cobre; cielo azulado y brisas puras que lo cruzan; mar y desierto. Es la Araucana de Ercilla —poema épico que relata el espíritu indomable de Caupolicán, Galvarino y Lautaro frente al dominio español—; es la tierra de Bernardo O’higgins, Manuel Rodríguez y del Ejército Libertador; del minero, del pescador, del obrero, del huaso y su chinita; tierra al Norte árida y al Sur bendecida por los lagos y el mar. Es la tierra de la cordillera nevada, las leyendas, del buen vino, de la mujer trabajadora, adusta a punta de vivir la dureza de la vida y bella a la vez. Como la Violeta Parra. Es composición rica de historia y geografía reunidas de forma armónica y trágica en un solo nombre.

No se encuentra un significado único de la palabra Chile. Son diversos los vocablos con los que distinguieron su nombre y que estuvieron relacionados con los primeros habitantes del territorio. Para la lengua quechúa, Chilli—Chilli significa la flor y nata de la tierra y hace alusión a un territorio desconocido, que se extendía hacia el sur del mundo mientras que en la lengua aimara —norteña al igual que la quechua— Chile, derivaría del vocablo ch’iwi, que quiere decir helado; y con este vocablo se haría referencia al país del frío. En otra acepción aimara, es Chilli, que significa donde termina la tierra. En mapudungún, —la lengua de los mapuches— Chile tendría raíces fonéticas en la expresión chëlle, término con el que se nombra a la gaviota.

Aparte de esta controversia, Chile, es la musa de grandes de la letra como Neruda y Mistral, pero también de Francisco Coloane, Nicanor Parra, Vicente Uidobro, Marcela Paz, José Donoso, Isabel Allende y de literatos que encontraron en la caracola, en la sal, en el pan y la cebolla, en el corazón del roto —campesino— y su espíritu solidario las odas poéticas, los cuentos y las narraciones de la vida del chileno.

Es la hora del once —té de las 5 de la tarde—, que vamos a tomarnos al tiro —inmediatamente— y de cachar —entender, un chilenismo derivado del verbo en inglés to catch— que estamos celebrando el bicentenario con una empanada, un vaso de vino tinto y bailando al ritmo de una cueca, acariciados por el solcito de la primavera.

El Chilenismo es rico en ingenio y sabiduría popular y evoca una sociedad conservadora, que es descifrada en forma burlona con un particular sentido del humor. Se han mantenido acepciones muy antiguas, a pesar de la velocidad con que se adoptan los chat y la BlackBerry.

Ni chicha, ni limoná —connota ambigüedad—; morir en la rueda —ser leal y alude a la rueda usada para torturar durante la inquisición—; irse a la cochiguagua —vivir sin el menor esfuerzo y guagua en mapudungún es bebé, por lo tanto significa ir en el coche del bebé—; darse vuelta la chaqueta— cuando se cambia de opinión de súbito y manera oportunista, es un dicho que se remonta a la Guerra Civil y hace referencia a que los derrotados se cambiaban el uniforme—.

Es la tierra de las leyendas, no solo la de los vinos Concha y Toro, sino la del Caleuche, el barco que navega los mares chilotes y del Sur solo de noche en medio de una niebla que él produce. No hay que mirarlo, porque entonces el embrujo de sus tripulantes, que permanecerán por siempre en el mar, hará que el osado se tuerza. La Tirana, La Pincoya, Juan Soldado y hasta El Cuco son las leyendas con las que todo niño chileno crece y que pasan a formar parte, no solo de la cultura nacional, sino de la idiosincrasia.

Un país creyente en Dios y el Diablo también. Que luchó por alcanzar su independencia, evento cristalizado un 18 de setiembre de 1810. Un país que entiende el perdón, pero que se niega a olvidar el golpe traidor que cercenó su institucionalidad.

En la conmemoración del bicentenario de la independencia de Chile del yugo español, el homenaje nace desde la chilenidad que no se pierde, de la patria materna, la que acuna al nacer, en la que se crece y de la que se está alejado por la distancia, pero que no se desprende del corazón, del que sale a voz viva: ¡Viva Chile, mierda!

*PERIODISTA.

 

 

 

 

COSTUMBRES DE LA ZONA CENTRO DE CHILE (II)

COSTUMBRES DE LA ZONA CENTRO DE CHILE (II)

Los instrumentos musicales

Un instrumento musical es un objeto compuesto por la combinación de uno o más sistemas resonantes, construido con el propósito de producir sonido en uno o más tonos que puedan ser combinados por un intérprete para producir música.

Los instrumentos más destacados

Los instrumentos en la música son el vehículo entre el compositor, los intérpretes y el público auditor. Existe una gran cantidad de instrumentos, de diferentes procedencias y tipos, que nos ocuparía muchas páginas describirlos. Sin embargo, dentro de los tipos y estilos musicales que conocemos hay varios interesantes de destacar.

La orquesta sinfónica (orquesta habitual del siglo XIX y XX), recibe su nombre porque es capaz de tocar sinfonías (trozo de música para ser tocado por varios instrumentos). Su agrupación habitual es la siguiente: tres flautas, tres oboes, tres clarinetes, tres fagotes, cuatro cornos, tres trompetas, tres trombones, una tuba, tres timbales, un tambor pequeño, un tambor bajo, platillos, gong, triángulo, xilófono, etc. Dos arpas, un piano, catorce primeros violines, catorce segundos violines, doce violas, diez violoncelos y ocho contrabajos.

En la música popular, como el rock y el jazz, llama la atención la batería. Los componentes de este instrumento son: bombo, el sonido más grave (tocado con el pie a través de un pedal), caja (tambor pequeño de gran resonancia y ritmo), hi-hat (dos platillos que se abren y se cierran por el mecanismo de un pedal tocado con el pie), toms (tambores de gran vibración ubicados en el frente de la batería), timbal de piso (gran tambor de resonancia grave) y los platillos, diferenciados en crash (sonido de gran fuerza), ride (platillo de acompañamiento), el china (parecido al gong), etcétera. Naturalmente que algunos bateristas agregan otros elementos, pero esta descripción es lo que se denomina una batería básica.

Clasificación de los instrumentos musicales

En 1914 apareció un completo aunque complicado sistema conocido como el "sistema Hornbostel-Sachs". En él se delimitan las familias instrumentales según lo que vibra y produce el sonido. Estas familias se denominaron: "idiófonos "(autorresonadores, sobre todo objetos sólidos);  "membranófonos" (resonadores de membrana o parche); "aerófonos" (resonadores de aire) y "cordófonos" (resonadores de cuerda). Una quinta familia se ha añadido en los últimos años, los "electrófonos" (circuitos osciladores electrónicos).

De acuerdo a sus materiales de construcción los podemos agrupar en:

Instrumentos de cuerda:

- Instrumentos de cuerda frotada: violín, viola, violoncello y contrabajo.

- Instrumentos de cuerda pulsada: arpa y clavicémbalo (mecanismo de teclado).

- Instrumentos de cuerda percutida: piano.

 Instrumentos de viento:

- De madera: flauta traversa y piccolo o flautín (de lengüeta), oboe, corno inglés, clarinete y fagot.

- De metal: trompa o corno francés, trompeta, trombón y tuba.

Instrumentos de percusión:

- Timbales, caja, pandereta, platillos y triángulo.

Las orquestas y agrupaciones instrumentales nacen de la necesidad del hombre de ampliar los recursos expresivos, haciendo que cada instrumento cumpla una función dentro de la obra, la cual esta determinada por las posibilidades sonoras del instrumento (melodia, armonia o rítmo) y del significado que tengan las características de cada uno de ellos en una determinada composición según la sensibilidad y objetivo del autor.

La composición de la orquesta varía de acuerdo al criterio del director, pero existe una plantilla con las siguientes secciones: treinta violines (primeros y segundos violines), diez violas, diez violoncellos y de cuatro a ocho contrabajos. Dos flautas (una de ellas flautín), dos oboes, dos clarinetes y dos fagot. Dos trompetas, de dos a cuatro trompas, tres trombones y una tuba. Los de percusión, tantos como sean necesarios.

En la música folclórica

Los instrumentos adquieren las características de cada cultura. Por lo tanto, son muy diversos e interesantes. En nuestro país destaca la quena, instrumento hecho de caña usado en la música andina, con seis orificios en la parte superior y uno en la inferior.

Su sonido es de gran fuerza y dramatismo, y su ejecución muy compleja. Otro importante es el rabel, utilizado en la música chilota. Es una especie de violín de tres cuerdas y con un sonido melódico que le da gran fuerza a la música.

Como ves, la variedad de instrumentos musicales es enorme. La condición que caracteriza a todos ellos es que producen hermosos sonidos que llegan a nuestros oídos para agradarnos y hacernos más felices. Tú también puedes tocar un instrumento. Se requiere interés, perseverancia y ganas de tocar música.

La guitarra

Es también un instrumento con varias formas. Existe la guitarra acústica, la de madera, que es la más común. Luego está la electroacústica, que mantiene las mismas características que la anterior, pero tiene una cápsula por donde el sonido va a dar a un amplificador que aumenta su sonido. Finalmente, la guitarra eléctrica, con una forma diferente en su construcción, cuerdas más delgadas, dos o más cápsulas, que la hacen tener un timbre (sonido) muy particular. Entre los grandes intérpretes de este instrumento destaca Jimmy Hendrix, quien con su calidad musical supo explotar todos o la mayoría de los recursos del instrumento.

 

 

Declaración de la Independencia de Chile

Declaración de la Independencia de Chile

12 de Febrero de 1818

"La fuerza ha sido la razón suprema que por más de trescientos años ha mantenido al nuevo mundo en la necesidad de venerar como un dogma la usurpación de sus derechos y de buscar en ella misma el origen de sus más grandes deberes.

Era preciso que algún día llegase el término de esta violenta sumisión: pero entretanto era imposible anticiparla: la resistencia del débil contra el fuerte imprime un carácter sacrílego a sus pretensiones, y no hace más que desacreditar la justicia en que se fundan. Estaba reservado al siglo 19 el oír a la América reclamar sus derechos sin ser delincuente y mostrar que el período de su sufrimiento no podía durar más que el de su debilidad.

La revolución del 18 de Septiembre de 1810 fue el primer esfuerzo que hizo Chile para cumplir esos altos destinos a que lo llamaba el tiempo y la naturaleza: sus habitantes han probado desde entonces la energía y firmeza de su voluntad, arrostrando las vicisitudes de una gran guerra en que el gobierno español ha querido hacer ver que su política con respecto a la América sobrevivirá al transtorno de todos los abusos. Este último desengaño les ha inspirado naturalmente la resolución de separarse para siempre de la Monarquía Española., y proclamar su INDEPENDENCIA a la faz del mundo.

Mas no permitiendo las actuales circunstancias de la guerra la convocación de un Congreso Nacional que sanciones el voto público, hemos mandado abrir un gran registro en que todos los Ciudadanos del Estado sufraguen por sí mismos libre y espontáneamente por la necesidad urgente de que el gobierno declare en el día la Independencia o por la dilación o negativa: y habiendo resultado que la universalidad de los Ciudadanos está irrevocablemente decidida por la afirmativa de aquella proposición, hemos tenido a bien en ejercicio del poder extraordinario con que para esta caso particular nos han autorizado los Pueblos, declarar solemnemente a nombre de ellos en presencia del Altísimo, y hacer saber a la gran confederación del género humano que el territorio continental de Chile y sus Islas adyacentes forman de hecho y por derecho un Estado libre Independiente y Soberano, y quedan para siempre separados de la Monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de gobierno que más convenga a sus intereses.

Y para que esta declaración tenga toda la fuerza y solidez que debe caracterizar la primera Acta de un Pueblo libre, la afianzamos con el honor, la vida, las fortunas y todas las relaciones sociales de los habitantes de este nuevo Estado: comprometemos nuestra palabra, la dignidad de nuestro empleo, y el decoro de las armas de la PATRIA; y mandamos que con los libros del gran registro se deposite la Acta original en el archivo de la Municipalidad de Santiago, y se circule a todos los Pueblos, Ejércitos y Corporaciones para que inmediatamente se jure y quede sellada para siempre la emancipación de Chile. Dada en el Palacio Directorial de Concepción a 1 de Enero de 1818, firmada de nuestra mano, signada con el de la Nación y refrendada por nuestros Ministros y Secretarios de Estado, en los Departamentos de Gobierno, Hacienda y Guerra".

Bernardo O'Higgins, Miguel Zañartu ,Hipolito de Villegas, José Ignacio Zenteno.

Obtenido de:

http://es.wikisource.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_la_independencia_de_Chile

                           

P.D.

El Acta de Independencia de Chile es el documento mediante el cual Chile declaró solemnemente su independencia de la monarquía española. Fue redactada en enero de 1818 y aprobada por el Director Supremo Bernardo O'Higgins el 2 de febrero del mismo año, en la ciudad de Talca, aunque fue datada en Concepción a 1 de enero de 1818. La ceremomia de jura de la independencia se realizó el 12 de febrero del mismo año, fecha del primer aniversario de la Batalla de Chacabuco.

El acta original, que tenía unas frases manuscritas agregadas por O'Higgins, se habría dañado en el Palacio de la Independencia. En 1832, bajo el gobierno del presidente José Joaquín Prieto, se sacó una copia esmerada y se envió al Perú para que fuera firmada por O'Higgins, y luego por sus ministros de Estado de entonces, Miguel Zañartu, Hipólito Villegas y José Ignacio Zenteno, que aún vivían en Chile.

Esta última acta se conservaba en el Palacio de La Moneda hasta el Golpe de Estado de 1973, durante el cual se habría quemado o, según la versión más difundida, habría sido destruida por un soldado.

 

 

La ondulante historia de la primera bandera chilena

La ondulante historia de la primera bandera chilena

Por H. Guzmán / P. Lazcano / J. Olivares/ La Nación

En 1818, O’Higgins juró a sus pies. En 1980, el MIR la sacó del Museo Histórico Nacional desafiando a la dictadura, y en 2003, dos madres de detenidos desaparecidos la devolvieron. Hoy, después de 191 años y tras una acuciosa restauración, el emblema vuelve a flamear y con él, buena parte de la historia de Chile, incluidos los capítulos que nadie quisiera revivir.

Jueves 17 de septiembre de 2009

Foto: La Presidenta Michelle Bachelet, durante la ceremonia en que la bandera comenzó nuevamente a exhibirse al público en el Museo Histórico Nacional. La Presidenta calificó el hecho como uno de los hitos más relevantes del bicentenario.
Foto: Mario Ruiz 

El 30 de marzo de 1980, al menos tres rebeldes antidictatoriales ingresaron al Museo Histórico Nacional -en ese tiempo ubicado en la calle Miraflores con Alameda- y en una acción tan rápida como certera sustrajeron la bandera en la que O’Higgins había jurado la Independencia de Chile, el 12 de febrero de 1818.

Ese día, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) no sólo efectuaba una "acción de propaganda armada", sino que también bautizaba sus recién creadas Milicias de Resistencia Popular (MRP) y estrenaba su Agencia Informativa de la Resistencia (AIR) que difundió la información con detalles de la operación "de recuperación" de la bandera chilena.

El ataque no fue improvisado. Días antes de la sustracción, una anciana visitó el museo y localizó el emblema en una urna de cristal. Descubrió que no había alarmas y que los vigilantes eran pocos, todos en una actitud pasiva.

Un par de días después de estudiar el lugar, decidieron materializar la acción. La idea era propinar un golpe político y comunicacional a la dictadura.

La acción la efectuó el Comando Javiera Carrera de las MRP. Sacaron la bandera aprovechando un hueco en el vidrio donde estaba, colocaron el emblema nacional en un bolso, y tras una rápida acción, los resistentes lograron salir sin problemas a la calle.

La reliquia fue entregada "a la dirección" del MIR, organización que propagó la noticia, aunque la información fue minimizada por la prensa uniformada de la época.

Algunos dirigentes miristas denunciaron que la bandera "estaba en mal estado, no la cuidaban debidamente" por lo que tiempo después se decidió trasladarla a Cuba, donde se guardó en un lugar con la temperatura y condiciones adecuadas de preservación.

Así, la bandera permaneció en la clandestinidad por 23 años, hasta que en democracia, el MIR resolvió devolverla.

EL DÍA QUE VOLVIÓ AL MUSEO

“Lo hicimos por nuestros hijos”, rememora Edita Salvadores. Ella, junto a su nieta, Valentina Rodríguez y Luz Encina fueron encomendadas por el MIR para devolver el emblema patrio, en diciembre de 2003.

"No sé por qué me eligieron a mí", se pregunta todavía Edita, que junto a Luz comparten el calvario de ser madres de detenidos desaparecidos. Sus hijos militaron en el MIR.

La devolución del histórico emblema era un gesto que buscaba saber el destino de 400 de sus militantes ejecutados por la DINA, y que ni el Informe Rettig ni ninguna mesa de diálogo habían logrado esclarecer.

"Fue muy emocionante. Nos llevaron a un parque en Ñuñoa, donde nos entregaron la bandera. No recuerdo ni lo que me dijeron al pasármela ni lo que dije, sólo que el paquete era muy pesado", dice Edita. Fue sólo el inicio de una jornada de emociones, de la que casi no tiene recuerdos verbales, sino sólo emocionales.

"Volvimos al museo con la bandera, donde había mucha gente esperándonos. Al bajarme del auto sentí que las piernas me temblaban. Dije unas palabras, pero tampoco me acuerdo, sólo que después nos llevaron al segundo piso del recinto donde estaba la bandera extendida".

Y entonces apunta a la memoria de su hija, Cecilia Castro, detenida en 1974 junto a su marido Juan Carlos Rodríguez.

"Lo hicimos para reivindicar su memoria... sólo eran estudiantes tras sus ideales. Llevamos más de 30 años con el calvario de no saber qué pasó con ellos, por eso, esto lo hicimos por ellos".

NUEVAMENTE EN EXHIBICIÓN

Ayer, y tras un proceso de restauración que duró un año (ver recuadro), la Presidenta Michelle Bachelet, encabezó la ceremonia en la que el emblema fue nuevamente fue puesto en exhibición al público.

"Acabamos de ser testigos de un momento histórico", dijo la Presidenta.

Acompañada de la ministra de Cultura, Paulina Urrutia; del titular de Interior, Edmundo Pérez Yoma, y de los presidentes del Senado, Jovino Novoa, y la Cámara de Diputados, Rodrigo Álvarez, la Mandataria asistió a la entrega del emblema patrio en el Museo Histórico Nacional.

"Me parece uno de los hitos más relevantes tal vez en estas celebraciones del bicentenario que comienzan, porque hemos recibido aquí la bandera ante la cual se juró nuestra Independencia”, aseguró Bachelet.

“Quisiera agradecer muy especialmente al equipo que estuvo a cargo de este trabajo, porque permitió recuperar un emblema tan entrañable, testigo de un momento fundacional de nuestra patria", añadió.

La bandera comenzará su exhibición al público este domingo, lo que según la Mandataria permite que la bandera "vuelva a ser propiedad de todos los chilenos".

Lea aquí la historia off the record de cómo el emblema de la Independencia retornó al Museo Histórico Nacional tras 23 años en manos del MIR

 

EL REGRESO

El 12 de febrero de 1818, Bernardo O’Higgins juraba la Independencia del país ante un emblema recién diseñado.

La bandera chilena, tal como la conocemos hoy, permaneció por varios años en la Municipalidad de Santiago, hasta que en 1925, pasó a engrosar la colección del Museo Histórico Nacional.

En 1980, la bandera fue sustraída por el MIR, como protesta a la dictadura de Augusto Pinochet.

El emblema permaneció varios años en la clandestinidad -incluida Cuba- donde fue resguardada para evitar su deterioro.

En 2003, un grupo de madres de detenidos desaparecidos del MIR de la dictadura fueron encomendadas para devolver el símbolo patrio al Museo Histórico Nacional.

En 2008, comienzan los trabajos de restauración del emblema y ayer, la Presidenta Michelle Bachelet asistió al acto en que la bandera nuevamente fue puesta en exhibición en el museo.

 

OTROS EMBLEMAS PERDIDOS

 

El sable de O’Higgins

Estaba bajo custodia de los curadores de La Moneda cuando se produjo el golpe de Estado de 1973, desde entonces se pensaba que el MHN la tenía y de hecho lo exhibía a mediados de los años noventa cuando uno de los visitantes, cuya familia había recibido la espada, aseguró que era falsa.

Tras los análisis de expertos se confirmó que la espada que el MHN había conservado era una réplica, la verdadera estaba nada menos que en manos de Augusto Pinochet, como se anunció en 2006.

Un año antes ya se sospechaba que el ex dictador se había apoderado de piezas de especial valor, como algunos cuadros del palacio de gobierno y la piocha de O’Higgins, una estrella de cinco puntas con engarces de oro que se entrega al presidente al asumir el mando. Según sostienen en el MHN aún no logran recuperarla.

Acta Primera Junta de Gobierno

Aunque hay una copia de ella en el Archivo Nacional, nadie sabe con certeza por qué en el museo de Santa Cruz, propiedad del empresario Carlos Cardoen, se exhibe un Acta de Instalación y Elección de la Primera Junta de Gobierno de Chile, con fecha 18 de septiembre de 1810.

El documento, que debería ser propiedad de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), fue encontrado dentro de un añoso libro empastado en cuero de vaca, comprado por el historiador Claudio López Silva, a nombre del empresario en un remate.

Al hojear el libro, López se dio cuenta de que en su interior se encontraba el acta que consignaba la creación de la Primera Junta de Gobierno, el 18 de septiembre de 1810. El documento es legítimo y de la época, pero nunca se ha cuestionado devolverlo.

El diario de batalla de Carrera

Redactado en las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1815, el texto contiene el relato de José Miguel Carrera sobre personajes, batallas, decisiones políticas y militares, además de críticas y opiniones del autor.

Donado en 1974 al MHN tras la muerte de la tataranieta de Carrera, Luz Fierro de Toro, fue entregado al Ministerio de Tierras y Colonización, actual Vivienda y Bienes Nacionales, de donde salió -antes de 1984- para ser entregado a la Presidencia.

Desde entonces permaneció en manos del ex dictador, quien aseguraba que lo tenía en su velador, como uno de sus “libros de referencia”.

Tras una serie de peticiones de historiadores y de la directora del museo, el diario fue devuelto en 2005 al comandante Juan Emilio Cheyre, quien lo traspasó al MHN para su restauración.