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El bombadeo de Valparaíso el 30 de abril de 1866: sesquicentenario

El bombadeo de Valparaíso el 30 de abril de 1866: sesquicentenario

SESQUICENTENARIO DEL BOMBARDEO DE VALPARAISO POR LA ARMADA DE ESPAÑA EL 31 DE MARZO DE 1866

Sebastiano Milesi Sebàstian.

Académico, Miembro Correspondiente        

                                                           Miércoles 30 de marzo del 2016

ACÁPITE INICIAL.-

  Los conferencistas de la Academia de Historia Naval y Marítima de Chile tenemos el desafío de engarzar, con obstinado raciocinio, los sucesos que presentamos: el auditorio y el lector persigue la conexión admisible y natural de ellos. Mañana, jueves 31, se conmemora el sesquicentenario del bombardeo de Valparaíso producto de un conflicto armado entre el reino de España y  cuatro repúblicas sudamericanas del océano Pacífico y, aunque el tema ha sidopcomentado en muchas publicaciones y paneles de expertos, esas no han sido suficientes para tratar este conflicto que se desarrolló entre los años 1864 y 1866 donde el puerto de Valparaíso fue el chivo expiatorio de un triste episodio, ocurrido en la mañana de un día sábado santo…motivo de esta exposición. 

I.- INTRODUCCIÓN.-             

Durante el reinado de Isabel II de Borbón soberana del reino de las Españas, hija del rey Fernando VII, su gobierno buscó recuperar el prestigio militar y marítimo que había perdido durante los años de la primera mitad del siglo XIX ( la pérdida de las colonias americanas, las guerras internas carlistas y la pugna entre facciones conservadoras y liberales), armando una poderosa flota de guerra naval compuesta por seis fragatas blindadas, once fragatas de hélice y doce corbetas de propulsión a vapor, además de transportes y navíos menores de apoyo logístico. En el mes de agosto del año 1862, la soberana hispana ordenó el zarpe de una expedición científica ultramar con el fin de realizar diversos estudios geográficos y biológicos e incrementar el prestigio de España a bordo del vapor “San Carlos”, escoltada por las fragatas gemelas a hélice “Nuestra Señora del Triunfo” y “Resolución” (buque insignia) flotilla al mando del vicealmirante Luis Hernández- Pinzón Álvarez. Tras pasar por Tenerife, Cabo Verde y Bahía, las naves recalaron en Montevideo donde se les unió la goleta tornillo y cañonera “Virgen de la Covadonga” puerto desde donde algunos científicos siguieron viaje por tierra hacia Valparaíso mientras que los buques singlaron hacia las Islas Fakland y desde allí pusieron proa al Cabo de Hornos navegando hasta Valparaíso donde fondearon el día 5 de mayo de 1863. Tanto los tripulantes como los científicos fueron agasajados por las autoridades chilenas y por la comunidad hispánica del puerto con un banquete en el Teatro de la Victoria; los investigadores, después de un descanso, prosiguieron -unos por tierra y otros por mar- hacia los puertos chilenos de Coquimbo, Huasco y Caldera, al puerto boliviano de Cobija y a los puertos peruanos de Arica y Callao. Las naves expedicionarias continuaron hacia Ecuador, Panamá, Méjico  y California.                                       

Hay que señalar que en esos años las noveles repúblicas sudamericanas mantenían incordios contra España por su ansia imperialista en la isla de Santo Domingo (1) y en Méjico. Durante la estadía en el puerto de Valparaíso, sucedió una acalorada discusión entre el sacerdote jesuita chileno Onofre Palma y el capellán de la fragata “Resolución”, José López Andrade, ocasión en que el religioso chileno expuso razones para independizar el clero nacional y sudamericano de la gobernación religiosa romana, proponiendo crear un papado iberoamericano, idea que fue firmemente rechazada por el capellán de la fragata española.

Interin sucedieron hostilidades entre terratenientes peruanos y colonos vasco-españoles residentes en la granja Talambo, próxima a Pacasmayo y cerca de Lima, donde el 2 de agosto de 1863, producto de  una refriega, los emigrantes fueron atacados, vejados y heridos con resultado de muerte de uno de los hispanos en Lambayeque. Cuando el vicealmirante Luis Hernández Pinzón fue informado de estos sucesos emproò sus naves desde California hacia el Perú con el fin de exigir explicaciones e indemnizaciones y, paralelamente, el gobierno de España pidió reivindicaciones económicas originadas por la guerra de la independencia y envió a un comisionado real para tratar esa situación con el ministro de asuntos exteriores del Perú sin lograr acuerdo alguno. Entonces, los navíos españoles singlaron hacia las islas Chincha y Blanca (ambas fuente de importantes ingresos por la explotación y venta de guano) con objeto de subyugar a la menuda guarnición peruana  que estaba al mando del gobernador don Ramón Valle Riestra - que fue arrestado y puesto bajo custodia a bordo de la “Resolución”- y, al mismo tiempo, Hernández Pinzón ordenó bloquear el puerto El Callao y apresar la goleta peruana “Iquique”. La situación de los científicos civiles hispanos, que hacían sus trabajos en el Perú, se volvió incómoda y tensa teniendo que regresar a Valparaíso donde hospedaron  en la hacienda Los Nogales de Quillota produciéndose una ruptura de acuerdos entre estos investigadores y el vicealmirante Hernández- Pinzón quien argumentó que debido a la situación delicada se le hacía imposible mantener a bordo a civiles y les pidió que retirasen todo su equipaje y elementos de trabajo de la fragata “ Nuestra Señora del Triunfo” y embarcarse en un vapor de carrera hacia España, orden que los científicos no obedecieron y continuaron su expedición por tierra hacia el río Amazonas.

El gobierno español desaprobó la actitud del vicealmirante Hernández Pinzón y tras ordenar el zarpe de otras unidades de combate (2) para reforzar aquéllas que se encontraban en aguas del Pacífico, se le relevó de la jefatura de la escuadra quedando ésta bajo el mando del Vicealmirante José Manuel Pareja y Rodríguez Septièn(3).        

 La fragata española “Nuestra Señora del Triunfo” resultó destruida por un incendio accidental frente a la costera localidad de Pisco, perdiéndose por completo. A su arribo al Perú, el vicealmirante Pareja dio comienzo a intensas negociaciones diplomáticas con el representante del presidente peruano Juan Antonio Pezet, el general Manuel Ignacio de Vivanco. El día 5 de febrero de 1865 dotaciones de la flota naval hispana desembarcaron en El Callao quienes fueron recibidos hostilmente por parte de civiles peruanos, resultando muerto un tripulante de la fragata “Resolución” y muriendo también cuatro peruanos durante la reyerta.

A mediados del mes de agosto de 1865 la flota española, fondeada en El Callao recibió suministros del vapor “Marqués de la Victoria”; la goleta “Virgen de la Covadonga” navegó a los puertos de Cobija  y Valparaíso mientras que en el puerto de Lota se negó el abastecimiento de carbón y de pertrechos a la corbeta “Vencedora”.

El 2 de septiembre de 1865 estando en Valparaíso, a bordo de su buque insignia, el “Villa de Madrid”, el vicealmirante Pareja declaró en forma mordaz “… los americanos nos deben todo y no nos tienen respeto; son unos ingratos…” El marino español, deseaba la guerra de la cual podía sacar provecho personal, honores y ascenso y acusó de inoperante y carente de valor al encargado de negocios de España en Santiago, denunciándolo como traidor a la Corona.

El gobierno de Chile mantenía neutralidad frente a la tirantez diplomática entre hispanos y peruanos; sin embargo, España acusó al gobierno chileno de actos ignominiosos y de una serie de agravios contra el reino peninsular: la venta de caballos al país del norte, la actitud del presidente José Joaquín Pérez de impedir a la corbeta española “ Vencedora” de aprovisionarse de carbón para sus calderas en el puerto de Lota, el zarpe de dos vapores peruanos cargados de armamentos y de voluntarios chilenos que deseaban apoyar la causa peruana contra España, hechos que el reino peninsular no lo consideró como prueba de neutralidad del gobierno chileno. El 17 de septiembre el vicealmirante Pareja, ab irata, exigió a las autoridades chilenas una expiación coaccionándolas a saludar con veintiuna salvas de cañón al pabellón español intimidando con bloquear y destruir con su artillería naval los principales terminales portuarios del país si no se cumplía esta petición.

El gobierno chileno, a través de su Ministro de Guerra y de  Marina don José Manuel Pinto Arias, se negó rendir los honores exigidos por Pareja y a pesar que las órdenes recibidas desde España mandaban al vicealmirante español el no continuar con actos amenazantes debido que la escuadra realista no disponía de combustibles ni pertrechos y, menos, suficiente tropas de desembarco, Pareja ordenó bloquear los puertos chilenos desde Caldera hasta Talcahuano. Previendo esta orden, las naves chilenas corbeta “Esmeralda” y vapor “Maipú” abandonaron el puerto de Valparaíso. La respuesta de una multitud abigarrada de mujeres en el muelle fiscal de Valparaíso fue demostrar antipatía contra los españoles.  La “Blanca” fue destinada bloquear el puerto de Caldera, la “Berenguela” al puerto de Coquimbo, la “Resolución” al puerto de Talcahuano y la “Villa de Madrid”, junto a la “Vencedora” y la “Virgen de Covadonga”, al puerto de Valparaíso. Durante este bloqueo la escuadra española logró apresar un gran número de buques mercantes chilenos entre los que cabe mencionar el ocurrido el día 2 de octubre cuando la “Berenguela” apresó al vapor “Matías Cousiño (4) que navegaba frente a la costa de Lota Alto transportando barras de cobre.

El bloqueo al puerto de Valparaíso provocó las protestas  de las fuerzas navales de Inglaterra y de los Estados Unidos de Norte América. El día 24 de septiembre, el gobierno chileno declaró la guerra a España.

 II.- ACCIONES BÉLICAS EN LAS COSTAS DE CHILE.-

El 21 de octubre la corbeta “Esmeralda” y el vapor “Maipú” llegaron a las islas Chinchas para unirse a la escuadra peruana. Al no estar presente esta última, la “Esmeralda” puso proa hacia el puerto de Chilca mientras que el “Maipú” lo hizo rumbo a  Pisco. En Chilca la “Esmeralda” encontró a la fragata “Amazonas” y a las corbetas “Unión” y “América” que, de momento, no se le unieron debido a que tenían pendientes órdenes superiores mientras no se resolvieran los acontecimientos políticos de dirigencia en el gobierno del Perú.

Hacia final de mes de octubre, en Valparaíso, se produjo un incidente entre marineros españoles que, embarcados en botes de la corbeta “Vencedora”, tuvieron refriegas con artilleros navales chilenos; durante la primera semana de noviembre se produjo otro incidente en la localidad de Dichato cuando fuerzas chilenas impidieron a marinos españoles de la fragata “Resolución” aprovisionarse de vituallas y pertrechos y, a mediados de ese mismo mes, los tripulantes del  remolcador penquista “Independencia” capturaron a la dotación marinera de una lancha de la “Resolución” en Talcahuano.

El día 24 de noviembre de 1865 la corbeta chilena “Esmeralda” recaló en la bahía de Tongoy y su comandante, capitán de fragata Juan Williams Rebolledo, tomó noticias del relevo del bloqueo del puerto de Coquimbo por la fragata “Blanca” en reemplazo de la goleta “Virgen de la Covadonga”, al mando del teniente de navío Luis Fery y Torres Vildòsola, con la orden de bloquear el puerto de San Antonio.

Dos días después, la cañonera “Virgen de la Covadonga” se cruzó con la corbeta “Esmeralda” a la cuadra de Papudo y, mediante un ardid (5), el comandante chileno logró abarloar la nave española para provocar el combate naval. Cuando la cañonera española tenía varias bajas el teniente Fery decidió rendirse no sin antes ordenar la apertura de las válvulas de fondo de su nave por los marinos chilenos, orden que no fue cumplida por los tripulantes a cargo de esta maniobra lo que permitió el abordaje a cargo del segundo comandante de la “Esmeralda” Manuel Thompson Porto Mariño. Se contaron entre las bajas de la tripulación española a dos fallecidos y catorce heridos; el resto, compuesta por siete oficiales y ciento diez gente de mar, fueron enviados a Santiago en calidad de prisioneros y la cañonera española, una vez reparada, pasó a formar parte de la escuadra chilena.

El 27 de noviembre se produjo un incidente en la bahía de Caldera cuando los españoles apresaron el vapor “María Luisa” armado con un torpedo. Tropas chilenas bajo el mando del jefe de la guarnición del puerto, abrieron fuego desde tierra siendo contestado desde las lanchas españolas y la fragata “Berenguela”, que había reemplazado a la “Blanca”, abrió fuego con sus cañones sin mayores consecuencias adversas a la guarnición de defensa.

La noticia de estos sorpresivos hechos el primero perpetrado por un buque chileno en Papudo, país que prácticamente carecía de fuerza naval, y la suposición de que hubiera corrido la misma suerte la corbeta “Vencedora”, la pérdida de la fragata “Nuestra Señora del Triunfo” frente a la localidad costera de Pisco y sumada la actitud de la República de Chile contraria a los intereses de España deprimieron profundamente al vicealmirante español quien, sintiéndose fracasado y cogitabundo y después de vestir su uniforme de gala, optó por suicidarse con un tiro de pistola en su cámara. Tras la muerte de vicealmirante Pareja, asumió interinamente el mando el comandante de la “Berenguela”, capitán de navío Manuel de la Pezuela y Lobo en espera del nombramiento definitivo del recién ascendido  a brigadier y vicealmirante don Casto Secundino María Méndez Núñez.

El recién asumido presidente del Perú, general Mariano Prado, al enterarse de la captura de la goleta cañonera española “Virgen de la Covadonga”, decidió coadyuvar la causa chilena y el 13 de diciembre rompió relaciones con España declarándole, también, la guerra y ordenó fortificar El Callao con nuevas piezas de artillería enviadas desde Europa por el coronel Bolognesi; la escuadra peruana contaba con la fragata “Amazonas” y las goletas “Loa”, “Tumbes” y “Apurímac” división naval que fue reforzaba con el arribo de las corbetas “América” y “Unión” mientras se apresuraba el zarpe desde Inglaterra de la fragata “Independencia” y del acorazado “Huáscar”. Chile, en cambio, contaba tan solo con la corbeta “Esmeralda”, el vapor “Maipú” y la recién capturada “Virgen de la Covadonga” escuadra que debería ser reforzada con el arribo desde Inglaterra de las corbetas “Chacabuco” y “O Higgins”, ambas unidades retenidas porque el Reino Unido se declaró neutral frente al conflicto recién iniciado contra España. Perú donó a Chile el viejo vapor “General Lerzundi” que fue rebautizado con el nombre “Lautaro” Los buques peruanos zarparon para unirse a las naves chilenas: la escuadra aliada quedó al mando del vencedor de Papudo, el recién ascendido al grado de capitán de navío, don Juan Williams Rebolledo.                                                                                                                      

Posteriormente, Ecuador y Bolivia, solidarizaron con Chile y Perú.

A mediados del mes de enero de 1866 el brigadier Casto Méndez ordenó el zarpe de la “Villa de Madrid” al mando del comandante Alvar González y de la “Blanca” al mando del comandante Juan Bautista Topete y Carballo rumbo a la isla grande de Chiloé en busca de la escuadra aliada chileno- peruana, quedando en Valparaíso las fragatas “Numancia”, “Resolución” y “Berenguela”, la goleta “Vencedora” y de los vapores mercantes capturados “Venecia”, “Clara Rosalía”, “Graviña” y “Eduardo Martínez”. A fines del mes de enero los españoles capturaron el buque inglés “Dolphin” por contrabandear carbón chileno.

Una vez en Chiloé, las dos naves españolas exploraron cirigalladamente sus costas occidentales e informados por los aborígenes veliches de la presencia de buques aliados singlaron hacia la isla Tabón y, desde allí, hacia Abtao donde –citevior- habían fondeado la cañonera “Covadonga”, y el vapor “Antonio Varas” por parte de Chile y la fragata “Amazonas”, las corbetas “América” y “Unión” por parte del Perú; el vapor chileno “Lautaro” había quedado inutilizado por el estallido de su caldera cuando se disponía zarpar para procurar carbón y abastecer a las dos corbetas peruanas y, el 5 de febrero, el comandante de las escuadras aliadas, C.N. Juan Williams decidió llevar a la “Esmeralda” al puerto de Ancud para cargar carbón requerido por las naves aliadas, dejando al mando de las naves al capitán de navío peruano don Manuel Villar.

El 7 de febrero se produjo el combate de Abtao donde ninguno de los dos bandos beligerantes causó daños importantes a sus naves enemigas y el hecho de que la escuadra aliada se refugiase en aguas del archipiélago de Chiloé le costó el naufragio de la fragata peruana “Amazonas” al encallar en los bajos fondos rocosos y arenosos.

Estando en Valparaíso, Casto Méndez decidió dirigir personalmente las acciones y zarpó al sur comandando  la “Numancia” y se encontró con la escuadra enemiga en Calbuco a la altura del estero Huito donde cruzó algunos disparos de artillería con algunas naves aliadas y como el almirante español desconocía los veriles para navegar sin apremios resolvió regresar a Valparaíso apresando durante su retorno al militarizado vapor de palas “Paquete del Maule” a la cuadra de Arauco, nave que transportaba una unidad de artilleros rumbo a Chiloé. También, capturaron a la barca de bandera italiana “Due Sorelle” y a la barca prusiana “Unión”; ambas transportaban más de mil toneladas de carbón piedra.

Perú había comprado dos nuevos poderosos buques a Inglaterra (el acorazado “Huáscar” y la fragata blindada “Independencia”) y que al navegar rumbo al océano Atlántico tenían la intención de atacar el puerto de Cádiz y hostilizar los buques mercantes españoles. Para prevenir cualquier ataque de las dos naves peruanas, el reino de España ordeñó el zarpe de la fragata “Gerona” que, a la cuadra de Madeira capturó a una corbeta que había sido comprada a escote entre los aliados y otorgada a Chile que navegaba -en secreto- bajo el nombre “Cantón”. Los españoles la bautizaron con el nombre de “Tornado”. Esta captura fue en represalia por el apresamiento de la “Virgen de la Covadonga”.

Durante su navegación las dos unidades de guerra peruanas, acompañadas por el vapor británico “Thames”, interceptaron en aguas brasileras a dos bergantines españoles: el “Dorotea” (que fue hundido) y el “Paco” (que logró huir). Mientras tanto, la Marina de Chile había ordenado el zarpe del vapor “Maipú” con el fin de interceptar la navegación de  los transportes españoles "Odessa" y "Vascongada" en el estrecho de Magallanes.

Resultaba impensable que el almirante español, al mando de una escuadra de guerra y sin posibilidades de abastecerse de carbón desde Guayaquil hasta el Cabo de Hornos, sin apoyo logístico  en toda la costa durante todo el largo tiempo que duraba su aventura mantuviera su empecinamiento de dar un correctivo a las naciones de la ribera occidental de América del Sur y,  presionado por su gobierno español al no ser capaz de eliminar la flota aliada resolvió la retirada, sino antes, bombardear la ciudad y puerto de Valparaíso. 

III.- HECHOS PREVIOS AL BOMBARDEO.-

El día 18 de marzo un fuerte y prolongado sismo se sintió alrededor de las 09:00 hrs. en Valparaíso lo que causó bastante confusión en los citadinos del puerto, aunque el temor a un posible bombardeo era superior en ellos, a pesar que las autoridades señalaban carecer noticias al respecto y que la amenaza de cañoneo carecía de justificación dado que Valparaíso no era puerto militar sino una plaza comercial.

La abstrusa notificación del gallego Almirante Méndez Núñez fue publicada en el Mercurio de Valparaíso en que noticiaba que el día sábado 31 de marzo se realizaría el bombardeo solicitando que tanto niños, mujeres y ancianos buscaran refugio y que los hospitales, iglesias e instituciones de caridad enarbolaran una bandera  blanca con el fin de evitar ser cañoneados. El Intendente de la provincia de Valparaíso, don Juan José Ramón Lira Calvo solicitó a los setenta y cinco mil habitantes soportar con entereza el ataque, a pesar de la carencia de elementos de defensa. La población se embarcó aborregadamente en los trenes para trasladarse hacia el interior, especialmente Quilpué, Limache y Quillota, otros a la capital; los carruajes terrestres se destinaron a transportar equipajes y mercaderías.  En Santiago, gran parte de la población se reunió en la Plaza de Armas y el Presidente de la República don José Joaquín Pérez dispuso la salida de los batallones cívicos al puerto y llamó a los jóvenes acudir en defensa de la ciudad en caso de desembarco de las fuerzas navales españolas. El Comandante General de Marina, don Vicente Villalón, convocó una junta de guerra con el fin de planificar la defensa y el resguardo del orden civil dividiendo el puerto en tres sectores protegidos por batallones de Artillería de Marina y de la Artillería Cívica y de Montaña, por compañías del Batallón Buin y del Batallón Nro. 10 de Línea, Cazadores de Caballería del castillo San Antonio, quedando el gobierno civil bajo la autoridad del Intendente de Valparaíso don José Ramón Lira.

La sectorización de la ciudad se distribuyó de la siguiente manera:

SECTORES

     Al mando del……..

           Área

        I

Coronel Justo Arteaga

Desde Playa Ancha hasta Plaza del Orden. Comprendía los Almacenes Fiscales(7), plazuela de la parroquia de Nuestra Señora de Puerto Claro(8), las quebradas de San Agustín y Elías(9)

       II

Coronel Víctor Borgoño

Desde la Plaza del Orden (10)  hasta el estero de Jaime (11). Comprendía la plaza de la Victoria(12), la calle de la Independencia, el puente de Francisco de Jaime(13) y la calle de la Victoria

      III

Coronel Erasmo Escala, secundado por el Coronel Manuel Rengifo

Desde la caleta de Jaime hasta la puntilla de las Ánimas(14) con un punto estratégico de defensa: la estación de ferrocarril de El Barón

 

 

 

 

                                      Cuadro 1 confeccionado por el autor

El único fuerte operativo de defensa era el Bueras emplazado cerca de los almacenes fiscales, armado con siete piezas de artillería que recibió orden de no oponer resistencia para demostrar ante el mundo la canallesca orden del vicealmirante español.

Irónicamente, el periódico El Mercurio de Valparaíso publicó en su edición del día jueves 29 de marzo la siguiente frase: “Si hay neblina en Valparaíso… ¿hay bombardeo?”.

El cuartel de Artillería de Marina izó un majestuoso pabellón nacional en un alto mástil ubicado en una explanada donde actualmente se levanta el edificio blanco del Museo Marítimo Nacional, en el cerro Artillería; siguiendo la costumbre de Semana Santa en el mástil del Castillo de San Antonio se izó un pabellón nacional a media asta. Los tres barrios del puerto – El Puerto, San Juan de Dios y El Almendral amanecieron empavesados con banderas chilenas. Los diez principales hoteles Colón, Aubry, L’Union, Dimener, Cochrane, Lafayette. Estrella, de Paris, English y Exchange quedaron – prácticamente- sin pasajeros; los cafés Guinalda, Americano y Bolsa permanecieron cerrados y vacíos; los carros urbanos tirados por caballos y que se deslizaban sobre rieles y cuyo terminal se levantaba al final de la Alameda de las Delicias ( actual avenida Argentina) junto a la estación ferroviaria de El Barón dejaron de circular y el movimiento de trenes fue suspendido en la noche del día viernes 30; tanto los voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso como los llegados desde Santiago quedaron al mando del Comandante General de Bomberos de Valparaíso, don James Aquinas Ried(15) quien, de acuerdo con las autoridades militares y civiles, ordenó el acuartelamiento de sus dirigidos en las bodegas Budge, para distribuirlos – en seguida- en tres grupos armados para la defensa en caso de desembarco del enemigo:

 

 

Grupo Nro.

Ubicación

Compañías de Valparaíso

Compañías de Santiago

         I

Plazuela San Francisco

1ª y 2ª de aguas

1ª de hachas, ganchos y escaleras

2ª de aguas

        II

Quebrada de Elías, detrás del cementerio

5ª de aguas (Pompe France), 6ª de aguas ( Pompa Italia) y la 2ª de hachas, ganchos y escaleras (Le sapeurs françaises )

1ª de aguas (con el carro “Ponka”)

       III

El Hospicio

3ª y 4ª de aguas

3ª de hachas, ganchos y escaleras

                                 Cuadro 2 confeccionado por el autor

Resultaba extraño contemplar a los bomberos portando fusiles y mochilas de combate. En el amplio edificio de la Bolsa de Comercio (16) se instalaron los comandantes bomberiles de Valparaíso y de Santiago, señores Aquinas Ried y Máximo Argüelles, respectivamente.

Los defensores  de la Artillería de Marina y de la Artillería Cívica Naval junto a los batallones del Ejército se atrincheraron detrás de los edificios de las calles centrales del Puerto.

El arzobispo don Rafael Valenti habilitó confesionarios para la población y comunicó que la misa de “domingo de resurrección” se celebraría aunque fuese a la intemperie. La Municipalidad de Valparaíso suspendió la apertura de la Recova, mas permitió que los abaceros se ubicaran en otros lugares sin limitación de hora de atención a los compradores.

Uno de los dos diques flotantes(17), el “Santiago”, izó la bandera de Prusia, estrategia que no aseguraba impunidad alguna frente al ataque dado que el Almirante Casto Méndez había advertido el no respetar bandera alguna de país neutral; sólo aceptaría el izamiento de banderas blancas. Felizmente los dos diques no recibieron daños durante la acción.

Mientras tanto, el almirante Casto Méndez soportaba la presión de los comandantes de las naves francesas, estadounidenses e inglesas que se encontraban en el puerto, cuyos comandantes intentaron negociar para persuadirlo de la idea del bombardeo: el comodoro estadounidense John Rodgers que comandaba una flota de cinco buques y el almirante inglés lord Denman amenazaron atacar a las naves españolas si bombardeaba el puerto a los que el terco almirante Casto Méndez respondió “… Ustedes son dueños de hacer lo que les parezca: yo no tengo otro amo que mi gobierno…” y ante una maniobra amedrentadora de las naves anglo - estadounidenses de apuntar con sus baterías a las naves españolas, éstas también se aprontaron a repeler con sus baterías de a bordo cualquier intento de ataque, que no se produjo, hecho que dio lugar a la célebre frase del almirante Méndez de que prefería “…honra sin barcos, a barcos sin honra

 Jóvenes estadounidenses de paso por Valparaíso estuvieron dispuestos a prestar ayuda a los porteños ante el anuncio de ataque al puerto: entre ellos se encontraba un treinta añero artista-pintor, James McNeill Whistler, que alojaba en el British Hotel y que desde el balcón de su residencia ilustró con sus pinceles un nocturno y un crepúsculo con el muelle y las naves surtas en la bahía.

A la hora vespertina de viernes 30 de marzo, las naves inglesas y estadounidenses decretaron neutralidad decidiendo abandonar a su suerte al puerto y a su población y el cónsul inglés intentó obtener permiso para que los comerciantes de su nacionalidad pudieran retirar mercaderías de los almacenes fiscales, petición que fue negada por el intendente don José Ramón Lira.

IV.- EL BOMBARDEO DEL DÍA SÁBADO 31 DE MARZO DE 1866.-

Una brisa àbrega comenzó a despejar la abromada bahía de Valparaíso del día 31 de marzo de 1866 y, aunque era sábado de gloria de semana santa, el puerto parecía celebrar Fiestas Patrias: todos los balcones corridos y mástiles de edificios públicos y de casas civiles lucían banderas chilenas.

A tempranas horas las guarniciones navales y militares se ubicaron en sus puestos, la población, que no quiso viajar hacia las localidades del interior, se ubicò en las explanadas de los cerros de El Almendral, principalmente en el Alegre y en el Concepción, protegidos por sacos de arena.

A las 07:30 horas las naves de guerra inglesas y estadounidenses y otras naves mercantes abandonaron la rada dejando a las unidades navales de la división española el suficiente espacio  para maniobrar y tomar ubicación en los puntos desde donde dirigirían sus disparos: la “Blanca” con sus cañones apuntando a la Aduana y a los Almacenes Fiscales; la “Vencedora”, frente a los edificios de la Bolsa de Comercio, de la Intendencia y el barrio El Almendral y la “Resolución” frente a la estación de ferrocarril en el sector El Barón; la “Numancia” se posicionó al centro de la bahía para dirigir el combate y la “Berenguela” se trasladó un poco más al norte, frente a la actual plaza Carmela Carvajal de Prat (en la subida Yolanda). Pasados pocos minutos de las 08:00 horas la fragata “Numancia” disparó dos tiros de salva y se ubicó a retaguardia, a la altura del cerro El Barón sin tomar parte del bombardeo previendo alguna intervención de las naves británicas y estadounidenses y, cuarenta y cinco minutos después, se tocó zafarrancho de combate y cinco navíos españoles comenzaron a evolucionar en la bahía.

Cuando a las 09:00 horas el zafarrancho de combate resonó en los cinco buques hispanos seguidos por los toques de generala y calacuerda (18) sucedió un silencio que fue sólo interrumpido por el ruido de las hélices, hasta que la fragata “Blanca (19) rompió fuego con dos cañonazos que fue seguida por la “Villa de Madrid” a la vez que las tropas y habitantes chilenos contestaron entonando el himno nacional y con gritos de ¡Viva Chile! El fuego de artillería de los hispanos se dirigió, principalmente, a la calle de La Planchada y al sector de la plaza Municipal (20) donde el centro comercial quedó convertido en una inmensa hoguera; otras naves españolas dirigieron sus tiros a los Almacenes Fiscales, a la Aduana, a los edificios de la Intendencia (en que uno de los impactos dio a su reloj de frontis y detuvo sus manecillas a las 09:20 horas), al de la Bolsa de Comercio y a la estación de ferrocarriles. Algunos templos religiosos también recibieron disparos: el ábside de la parroquia de Nuestra Señora de Puerto Claro recibió tres tiros que destrozaron el presbiterio; el templo de San Francisco recibió dos impactos en su torre de ladrillos. La mala puntería de los artilleros de la “Resolución” impidió la destrucción de la estación de ferrocarril, aunque su capellán, el cura José López Andrade disparó cinco cañonazos contra el sector donde se ubicaba la iglesia San Ignacio de Loyola de la Compañía de Jesús con el fin de vengarse del sacerdote jesuita Onofre Palma con quien había tenido la discusión señalada anteriormente. Al notar la ineficacia de los disparos de la “Resolución”, el almirante Casto Núñez  ordenó a su comandante apoyar el ataque a los almacenes fiscales.

Un voluntario de bomberos (Pedro Nolasco Gómez de la 1ª de aguas de Santiago), que estaba trepado en los muros del cementerio, se bajó los pantalones y mostrando su glúteo a los buques españoles vociferó ¡Apunten aquí!

Alrededor de la diez de la mañana una gran columna de humo comenzó a cubrir el plan de la ciudad producto de incendios en los edificios y casas del puerto. Los defensores del puerto respondieron el ataque desde el Castillo San Antonio con tiros de metralla que lograron cortar jarcias, ladear el asta y provocar un agujero en la bandera de la “Villa de Madrid”.

La calle de la Planchada (actual calle Serrano) fue el centro de una serie de incendios en las propiedades de la familia Gallo (cinco casas y dos almacenes) ubicadas al pie del cerro Cordillera, en las casas y edificios de propiedad de don Gregorio Ossa y Cerda, y en el hotel L’Uniôn  , en las viviendas ubicadas a los pies de los cerros Artillería, Arrayán, Toro, Santo Domingo, Cordillera y El Barón que recibieron impacto de balas y en la casa del Cónsul General de Argentina que también recibió tiros de granada. La capilla del hospicio sufrió daños menores por balas. El edificio de la Intendencia recibió sesenta y un impactos de bala y la Bolsa de Comercio, diecinueve.

Las llamas se extendieron por las calles Cochrane, Clave y Blanco Encalada. La botica (droguería o farmacia)  y la casa de James Aquinas Ried fueron consumidas por un incendio con la pérdida irreparable de la biblioteca privada del médico. La casa de la familia Ferreira y Aguilar fue atravesada por un tiro de cañón que se incrustó en uno de los espejos del salón y que se conservó con una leyenda que versaba “Recuerdo del 31 de marzo de 1866”. Cuando el incendio comenzó a devorar al edificio del Hotel  L’Union acudieron los bomberos quienes fueron impedidos de realizar su labor de extinción debido a la continua metralla enemiga produciendo y las llamas se extendieron sobre los edificios vecinos destruyéndolos en forma considerable: desde el hotel Lafayette hasta la acera norte de la plaza de la Municipalidad (actual plaza Echaurren), desde las casas de Agustín Edwards Ossandòn, en las calles Blanco, Cochrane y La Planchada hasta las de la familia Subercaseaux. Las llamas se extendieron por la calle Clave (dos viviendas grandes), ambas aceras de calle Cochrane y acera sur de calle Blanco Encalada (dos viviendas) y una casa en la subida del cerro Cordillera.

La bandera izada en el Cuartel de Artillería de Marina del cerro Artillería fue blanco de los disparos del “Villa de Madrid” dejando su asta inclinada aunque el pabellón nacional siguió flameando entre metralla, fuego y humo.

El telégrafo no se detenía y sus despachos indicaban que “… militares, navales, bomberos y demás se pasean despreciando las balas de los miserables…” y mientras los bomberos trabajaban en la extinción de los incendios y de su propagación, las calles comenzaron a llenarse de civiles buscando las balas, aún con temperatura, para chutearlas o guardarlas para venderlas como recuerdos históricos del ataque.

La guarnición militar se apostó en las calles y el Intendente, don Juan José Ramón Lira, dio comienzo a un recorrido por las calles del plan con el fin de tomar conocimiento de la seguridad pública.

El Boletín de Noticias Nro. 3 de la Guerra contra España publicado el lunes 2 de abril en Santiago dio a conocer las primeras cifras consecuencia del bombardeo:”… cuatro soldados que, producto de desprendimientos de piedras de los cerros ocasionados por el bombardeo, han resultado heridos leves; dos voluntarios de nacionalidad italiana y dos hombres que llevaban pan al hospital han resultado muertos... (21). Los daños materiales indicaban que “…la primera y segunda sección de los Almacenes Fiscales han sufrido daños menores y la tercera y la cuarta secciones han quedado totalmente destruidas por los incendios: los edificios de la Intendencia y de la Bolsa de Comercio sufrieron muchos impactos de balas y el reloj del edificio gubernamental se detuvo a las 09:20 hrs. al impactar una bala en sus manillas; la parroquia de Nuestra Señora de Puerto Claro recibió tres tiros que destrozaron el ábside, la iglesia de los Jesuitas recibió cuatro tiros y la torre de ladrillos de la iglesia de San Francisco recibió dos impactos de tiro de cañón...

Valparaíso recibió el impacto de unos dos mil quinientos proyectiles durante dos horas y media de ataque quedando muchas familias sin sus viviendas. El puerto principal de Chile había recibido un agravio, mas no una afrenta.

Luego de este escarmiento, los citadinos porteños reaccionaron con un general sentimiento anti-español que se manifestó con  algunos saqueos y ataques a residentes españoles en el puerto, en localidades vecinas e, incluso, en Santiago sucedieron actos hostiles contra los afincados españoles.

El bombardeo de Valparaíso fue ampliamente celebrado por la prensa y parte de la sociedad de Lima quienes miraron con desaire y reticencia la destrucción del puerto chileno, aunque la Marina del Perú tuvo una actitud de agradecimiento por la ayuda chilena recibida contra la escuadra española; también en La Paz y en Buenos Aires se publicaron crónicas irónicas referidas a la debilidad defensiva del puerto bombardeado.

V.- INCIDENTES POSTERIORES.-

El día 3 de abril, el Cuerpo de Bomberos Armados de Santiago regresó a la capital y, aunque con sentimientos de acedia, dejaron un recuerdo imborrable entre sus pares del puerto. El jueves 5 de abril Valparaíso recibió el día con salvas de cañón y enteramente embanderado: se conmemoraba un nuevo aniversario de la derrota a los españoles por las fuerzas terrestres conjuntas de Chile y Argentina en los llanos del Maipo durante la guerra de la Independencia; los tripulantes de la escuadra de bloqueo sólo observaron desde las cubiertas estas celebraciones. El 8 de abril fondeó en la bahía de Valparaíso la fragata “Almansa” tripulada con trescientos refuerzos y armada con cincuenta cañones y, cinco días después, el almirante Casto Méndez ordenó el zarpe de la escuadra hacia el norte presentándose frente al puerto El Callao el día 27 de abril donde entregó un manifiesto en que anunciaba el bombardeo a ese puerto el día 2 de mayo. El 30 de abril el presidente peruano redactó una proclama que, en parte, anunciaba “…hagamos sentir a los incendiarios de Valparaíso, la virilidad de un pueblo que prefiere la honra a la vida...nuestra causa es la causa de toda la América, defenderemos el honor de todo un continente  Durante el ataque al Callao, que se prolongó durante ocho horas, los españoles sufrieron la baja de cinco oficiales y ciento ochenta y nueve marineros muertos y/o heridos (entre los heridos se contó al vicealmirante Casto Méndez); dos de las seis fragatas resultaron seriamente averiadas y las otras cuatro sufrieron daños menores; los peruanos sufrieron ciento cincuenta bajas incluyendo veintitrés oficiales y veinticinco civiles, entre ellos a su ministro de guerra, don José Gálvez. Los hispanos dieron sepultura a sus víctimas en la isla San Lorenzo donde, también, procedieron a reparar los daños en sus naves.

Tras este inútil bombardeo la flota española zarpó el 10 de mayo, dividida en dos divisiones: la “Numancia” y cuatro fragatas (las más dañadas) se dirigieron hacia Filipinas y la otra división, al mando del vicealmirante Casto Núñez a bordo de la “Resolución”, singlaron hacia el océano Atlántico con la esperanza de recibir refuerzos de otras unidades de combate desde la península hispánica y que al tomar derrotero por el Cabo de Hornos no se cruzó con la división blindada del Perú que lo hizo por el estrecho de Magallanes, impidiéndose un combate naval entre ambas divisiones navales enemigas.

Muchos extranjeros ofrecieron al gobierno de Chile construir toda clase de torpedos, minas de defensa de puertos. El ingeniero alemán Gustav Heyermann Franke ideó un submarino llamado “Invisible” para anular la superioridad de la escuadra española y poder acercarse con sigilo y efectuar un ataque sorpresa y que fue transportado a Quintero, mientras las naves españolas aún  bloqueaban Valparaíso, y el 20 de abril Heyermann realizó las pruebas de inmersión sin lograr éxito. El presidente, don José Joaquín Pérez acogió el proyecto presentado por el ingeniero alemán Karl August Flach para construir un sumergible tripulado que sería capaz de acercarse a las naves enemigas y bombardearlas.

Las piezas de hierro fueron fundidas por Henderson y Cía. y transportadas por tren a Valparaíso donde se terminó de construir y, luego de varias pruebas exitosas que despertaron el interés de las autoridades navales y militares, fueron designados como jefes de este proyecto el comandante de los arsenales de marina capitán de corbeta don José Galvarino Riveros Cárdenas (que – también - tenía el cargo de ayudante del Comandante General de Marina) y el gobernador del puerto, coronel Erasmo Escala; desgraciadamente, después de efectuar varias pruebas de inmersión el sumergible tripulado por el ingeniero Flach, su hijo adolescente y diez hombres más, se hundió al costado de uno de los diques de Valparaíso el día 3 de mayo sin que fuera posible rescatarlo a pesar de los intentos de reflotarlo con la intervención de dos remolcadores y el trabajo del buzo John Wallace de la fragata británica “HMS Leander”. El Perú también proyectó la construcción de un submarino: el “Toro”, diseñado por el ingeniero Federico Blume Othon, pero la guerra contra España finalizó antes de que pudiera ser puesto en operación.

Habiendo la flota española abandonado las costas del Pacífico sudamericanas en el mes de abril asumió el mando de la flota aliada chileno-peruana el vicealmirante Manuel Blanco Encalada (22). El Perú recibió como refuerzo a las poderosas naves “Huáscar” e “Independencia”, país que propuso una ofensiva en las propias costas de España, posición contraria a la del gobierno chileno que era partidario de un combate contra el enemigo en las costas sudamericanas del océano Atlántico. El gobierno peruano contrató al ex oficial confederado estadounidense John Randolph Tucker quien recibió el grado de contraalmirante  y comandante en jefe de la división peruana quedando bajo las órdenes del vicealmirante Blanco Encalada. Al presentar la renuncia el jefe naval chileno, el almirante Tucker ordenó izar su insignia de mando en el blindado “Independencia” que fue rechazado por la oficialidad peruana, incluyendo al capitán de fragata don Miguel Grau Seminario que estaba al mando de la corbeta “Unión” y que fue relevado por el capitán de corbeta Emilio Carrillo

 El comandante de la goleta “Covadonga” capitán de corbeta Manuel Tomás Thompson fue comisionado para dominar una sublevación de los tripulantes de la corbeta peruana “Unión” y para ello envió dos botes  al mando de los tenientes Juan José Latorre Benavente, en uno, y Agustín Arturo Prat Chacón, en el otro, a quienes - al apresar al cabecilla de la insubordinación - los amotinados se entregaron dando término a la insurrección.

 El plan que tenía el almirante Tucker consistía en atacar con los blindados peruanos a la división española liderada por la “Numancia” en Filipinas y los buques chilenos apoyados por algunas unidades peruanas tendrían que interceptar los vapores españoles de apoyo logístico   que navegaran en aguas del océano Atlántico para apoyar a la división española de esas aguas y, en seguida, asaltar las posiciones españolas de Cuba y de Puerto Rico, apoyados por artilleros navales de desembarco con el objetivo de lograr la independencia de las dos colonias insulares hispanas del Caribe. Este plan no se logró llevar a cabo porque el almirante Tucker fue presionado a renunciar como jefe máximo naval tras ser acusado, por la Armada de los Estados Unidos de N.A., como criminal confederado al servicio de Chile y de Perú.

Los blindados “Cochrane” y “Blanco Encalada”, encargados y comprados por Chile a Inglaterra, fueron incorporados como unidades navales después que la escuadra española se había alejado de la costa sudamericana. En Valparaíso el Ejército construyó y artilló diecinueve fuertes y baterías desde el fuerte Rancagua (que se ubicaba en el actual mirador El Faro) hasta el fuerte Reñaca (actual Jardín del Mar).

VI.- CONSECUENCIAS Y CONCLUSIONES.-

El bombardeo al puerto de Valparaíso, abstruso y sin justificación, puso en jaque a la diplomacia, a los gobiernos  y a la actividad mercantil que provocó la repulsa de la prensa europea y americana. Económicamente y financieramente, las bombas y granadas disparadas causaron daños que fueron evaluados en $ 14.733.700 de la época (equivalente a 200 millones de dólares de los Estados Unidos o semejante a  3,6 veces del costo total de la Expedición Libertadora del Perú durante el gobierno de O Higgins), distribuidos de la siguiente manera:

                       Partida

  $ de la época

Equivalente a USD actuales (2016)

Edificios Particulares

    633.000

     8.600.000

Edificios Fiscales

    550.700

     7.480.000

Muebles-Mercancías Particulares

 1.500.000

    20.370.000

Muebles-Mercancías Particulares (chilenos) en Almacenes Fiscales

 3.700.000

    50.220.000

Muebles-Mercaderías Particulares (extranjeros) en Almacenes Fiscales

 8.300.000

   112.650.000

Otros Daños

      50.000

          680.000

Total

14.733.700

    200.000.000

                  Cuadro 3  Fuente: "Historia de Chile", F. A. Encina con equivalencias calculadas por el autor

Las pérdidas totales de la guerra tuvo para Chile la cifra estratosférica de 32 millones de pesos de la época, equivalente a más de 430 millones de dólares de los EE.UU. de N.A. de la actualidad (marzo 2016). Esta guerra significó  el menoscabo de la flota mercante y de la hegemonía comercial chilena en el océano Pacífico del sur este; al retirarse la escuadra española de las costas chilenas había apresado  diecinueve buques mercantes, conservando cuatro al retirarse de las costas nacionales, quemando quince buques por imposibilidad de hacerlas navegar. Por esta nefasta experiencia, los armadores chilenos optaron por cambiar la bandera de sus barcos, adoptando las de algunos países neutrales, ya fuere para burlar el bloqueo o para evitar represalias. Cuando se anunció el bombardeo no quedó ninguna nave con bandera chilena, a excepción de los buques de la Marina de Chile. En Valparaíso doce buques mercantes enarbolaron bandera italiana, un número no especificado izó bandera británica. Desgraciadamente, al finalizar la guerra, no todos los buques volvieron a la flota mercante chilena.

Aunque los intentos de buscar préstamos desde la banca internacional no tuvieron los resultados esperados durante el desarrollo del conflicto, una vez finalizada la amenaza hispana, la banca extranjera otorgó préstamos al gobierno chileno que se dio cuenta que la seguridad nacional debía manifestarse manteniendo un ejército cuya sola presencia debería servir como elemento disuasivo a potenciales enemigos y mantener un poder naval consecuente con su condición geográfica – esencialmente marítima- . En Valparaíso se dio comienzo a la construcción y habilitación de fuertes y baterías de defensa que comenzaron a quedar operativos desde el año 1867 El rearme llevó a Chile el ostentar una superioridad naval y militar en la Sudamérica del océano Pacífico durante el último tercio del siglo XIX.

Para el Perú, significó la consolidación de su independencia y la recuperación de las islas Chinchas, país que se endeudó considerablemente y que le fue necesario acudir a reformas económicas contrarias a los intereses populares que provocaron rebeliones indígenas como la de Juan Bustamante, al que se le conoció bajo el apodo Túpac Amaru III.

La marina española aunque fue capaz de mantener las hostilidades en costas enemigas a más de cinco mil millas náuticas de sus bases, quedó muy mal parada  que se reflejó en el gran repudio de la prensa mundial que los calificó de incendiarios tras atacar un puerto comercial indefenso. El único medio británico que apoyó la acción española, fue el "Times" de Londres cuyas publicaciones causaron un escándalo en el parlamento británico originando reclamos por la pasividad de las naves del Reino Unido presentes durante el bombardeo, causando el desprestigio de connotados personajes ingleses de esa época. Además de la pérdida de importantes cosechas durante el año 1866 tras unas graves inundaciones, el reino de España sufrió una severa crisis económica que fue el inicio de una revolución interna que se consolidó el año 1868 con la abdicación de su reina Isabel II en su hijo Alfonso XII: la soberana falleció en exilio, París, el año 1904. El almirante Casto Méndez regresó como héroe y fue honrado como vicepresidente del almirantazgo español  y, tras fallecer en 1869, se le erigió una estatua en la plaza de Compostela (Vigo, España) en el año 1890 en cuya base se lee el lema que lo hizo famoso: “mas quiero honra sin barcos, que barcos sin honra”.

En 1871 se firmó, en Washington, un convenio de armisticio por tiempo indefinido entre España, Chile, Perú, Bolivia y Ecuador. En febrero de 1883 fondeó en Valparaíso la fragata española de hélice de primera clase “Navas de Tolosa” cuyo jefe superior traía la orden de reanudar relaciones diplomáticas con Chile y que culminó con la firma de un tratado de paz y amistad entre ambos países, suscrito en Lima el 12 de junio de 1883, mientras se finalizaba la guerra del Pacífico de Chile contra Perú y Bolivia.

ESCOLIOS.-

(1)   Actual República Dominicana

(2)   Fragata blindada “Numancia” unidad de primera clase que por sus marineras condiciones  y porte militar era la nave de guerra más poderosa del mundo, al mando del capitán de navío Casto Secundino María Méndez Núñez, el transporte de guerra “Marqués de la Victoria” que servía  de buque abastecedor de carbón, las fragatas “Villa de Madrid”, “Reina Blanca”, “Berenguela” y “Almansa” y la corbeta “Vencedora”.

(3)   Ex ministro de Marina del Reino de España, nacido en Lima, Perú; hijo del Brigadier  y Almirante realista don Antonio Pareja, fallecido de tifus durante el sitio de Chillán impuesto por el General José Miguel Carrera el año 1813, durante el período histórico conocido como Patria Vieja. Por esta triste fatalidad de su padre, el vicealmirante José Manuel Pareja sentía una personal animadversión hacia los chilenos.

(4)   Al capturado vapor Matías Cousiño, los españoles le instalaron un cañón y lo destinaron a reforzar el bloqueo del puerto de Coquimbo. Esta nave fue testigo, posteriormente, del bombardeo de Valparaíso y tras ser abandonado en una isla frente al Callao, sus propietarios lo recuperaron.

(5)   Este ardid consistió en que la Esmeralda, al izar bandera neutral inglesa, engañó al comandante de la cañonera española quien no ordenó zafarrancho de combate por confundirla con una de las corbetas inglesas  "Shearwater", "Colombina" o "Mutine", las tres muy parecidas entre sí, hasta que el comandante chileno ordenó arriarla e izar el pabellón nacional.

(6)   En el Ecuador, el vapor “Chile”, de la compañía Pacific Steam Navigation, que servía de pontón en la ría de Guayaquil fue intencionalmente echado a pique  en 1865 para impedir el paso de la escuadra de España. Bolivia mantenía controversias limítrofes con Chile por soberanía territorial entre los paralelos 23 y 25; sin embargo, el gobernante altiplánico solicitó al gobierno de Chile enviar una guarnición de soldados para defender al indefenso puerto de Cobija contra cualquier acción de guerra por parte de los españoles, traslado de tropas que el gobierno chileno no  concretó.

(7)   Los almacenes fiscales para la Aduana, obra iniciada por el ingeniero francés Auguste Charme en el 1848 sobre un terreno de relleno artificial a la orilla del mar: la primera hilera de almacenes se inauguró en 1851, una segunda en 1852 y la tercera en 1854.

(8)   La parroquia de Nuestra Señora de Puerto Claro desde el año 1872 lleva el nombre de Iglesia Matriz del Salvador del Mundo.

(9)   La quebrada de San Agustín es la actual subida José Tomás Ramos y la de Elías es la actual calle Ricardo Cumming.

(10) La Plaza del Orden es conocida, actualmente, como plazuela Aníbal Pinto.

(11) Estero Jaime bajaba desde la quebrada entre los cerros la Cruz y las Monjas hacia la playa: actual avenida Francia

(12) En plaza de la Victoria se resguardaron muchos residentes extranjeros, sobre todo, franceses.

(13)El puente de Francisco de Jaime se ubicaba a la altura de la intersección de la actual calle Victoria con avenida Francia.

(14) Formación natural a los pies del cerro Barón donde, actualmente, se inicia la avenida España.

(15)Nació  en Escocia de apellido original Reid, médico y boticario en Valparaíso, ciudad donde falleció el 17 de mayo de 1869.

(16)Este edificio se levantaba en el lugar que en el presente ocupa el monumento a la Armada de Chile con la cripta a los héroes de Iquique; la Bolsa fue edificada por don Santiago Arcos con material de caña y recubierto de albañilería de madera. Contaba con un telescopio instalado en un atril de bronce que permitía la observación de la bahía.

(17) Valparaíso contaba con dos diques de madera flotantes (el “Valparaíso” y el “Santiago”) construidos en el astillero que dirigía el ingeniero Jean Duprat. Ambos diques se ubicaban en el lugar donde actualmente se encuentra el espigón construido durante las obras que se realizaron en el puerto durante las tres primeras décadas del siglo XX por la empresa inglesa S. Pearson & Son Ltd.

(18)Toque militar con la que se ordenaba aprontar los cañones para iniciar el ataque.

(19) A esta fragata se le apodó “la fugitiva de Abtao”

(20) Desde el año 1876 se le conoce como plaza Francisco Echaurren. Se la denominó plaza de Armas. plaza Mayor y plaza de la Municipalidad en 1838; aledaña al  barrio donde los portuarios, estibadores, fleteros, marinos mercantes  y jubilados eran la fuente de la que se nutría el comercio circundante de cocinerías populares, carnicerías,  almacenes de abastos, albergues. bares y lupanares.

(21)Dato bajo debate, dado que publicaciones de la época indicaron: unos, un solo fallecido y otros, ninguno. Según bitácoras bomberiles que se tuvieron a la vista, el primer mártir de bomberos italianos de Valparaíso fue Vicenzo Forno (6ta compañía) en un siniestro en el cerro Cordillera en 1881 y el primer mártir de bomberos italianos de Santiago fue Germán Tenderini(6ta compañía) durante el incendio del Teatro Municipal de la capital en 1870.

(22) Vicealmirante y uno de los forjadores  de la Marina de Chile. Primer Presidente de Chile. De padre español y de madre chilena y aunque  nació en Buenos Aires siempre se consideró chileno. En el año 1822, después de la liberación del Perú, se encargó de la formación de la escuadra peruana como el primer vicealmirante de esa nación.

(*) Las imágenes y cuadros de este documento fueron expuestos a los asistentes durante esta conferencia.

 

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