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Chile: Apuntes acerca del álgebra de la revolución

Magnífica fórmula: ¡¡ ‘No sólo lo universal abstracto, sino un universal que encierra la riqueza de lo particular, de lo individual y de lo singular’ (¡toda la riqueza de lo particular y singular!)!! Trés bien!” (Lenin, “Hegel: Ciencia de la lógica”, Obras Completas Tomo XXXVIII, Editorial Cartago, Buenos Aires 1960,   pág. 85).

El machete dialéctico

Me pregunto ¿por qué Lenin lee a Hegel entre 1914 y 1916? Lenin se encuentra exiliado en Ginebra, son años en que se agudizan las contradicciones del capitalismo, la II Internacional entra en bancarrota y con ella la concepción evolutiva y pacífica del desarrollo social. Maduran las condiciones objetivas para un salto revolucionario. Frente al movimiento real en intempestivos entuertos se interesa por la dialéctica como método de conocimiento. Ello no es casualidad, es un acto de plena conciencia. No bastando explicar la realidad, sino con el objetivo de producir las transformaciones radicales del sistema capitalista, me parece coincidir a la distancia con el director de la primera gran sinfonía de obreros y campesinos: la cuestión se trata de método.

No cabe duda que la sociedad actual atraviesa una grave crisis. Las determinaciones inmediatas hacen referencia a una crisis del sistema capitalista mundial que no siendo “terminal”  sí está en juego, dentro del escenario del movimiento cíclico de consenso y fuerza, creando las condiciones del parto del nuevo Príncipe del Siglo XXI. Pero así como algunos vemos que avanza objetivamente una época de cambios, nada garantiza que por su propio movimiento estas crisis se resuelvan a favor de las clases subalternas. Es más, siguiendo la lógica del propio movimiento del capital, la salida posible es la administración por años de la crisis o un salto transformador dirigido por las mismas clases dirigentes, representación del capital financiero que se nos presenta como el capital por excelencia, resumiendo todo el conjunto del capital.

Es a partir del desarrollo actual de las fuerzas productivas de la humanidad que tenemos que afilar el machete. La dialéctica es el instrumento más poderoso que las clases subalternas y subsumidas por el capital, el proletariado,  puede utilizar para desbrozar el camino para su emancipación y transformarse, a través de un complejo acto político, en el sujeto histórico de las transformaciones y dejar atrás la estela de sacrificios que ha significado ser objeto de la dominación y  explotación. La superación del capitalismo contiene una doble carga titánica para las grandes mayorías de la población: superar las actuales condiciones capitalistas de dominación, explotación y despojo, teniendo en cuenta de que es la forma más desarrollada de la sociedad dividida en clases. Y sin embargo, los puntos de apoyo para la aplicación de la palanca transformadora sólo pueden encontrarse en los propios cimientos de la sociedad real, Lo nuevo siempre tiene los gérmenes de su existencia en lo viejo.

Dejaré por ahora así de general el concepto de proletariado, para luego determinarlo histórica y socialmente como es el camino de la dialéctica que se erige sobre una matriz materialista e histórica de análisis para las transformaciones revolucionarias en la época actual. Proletariado (trabajo socialmente necesario personificado en los trabajadores), sin entrar a especificar la compleja malla del movimiento real de las clases, será pues, por ahora, el opuesto de burguesía (capital por excelencia, personificación del valor que se valoriza), con el solo objetivo de contener la unidad contradictoria en sus formas más generales, abstractas, y así poder analizar la unidad en su movimiento, sin perdernos en el bosque de las múltiples y variadas determinaciones que la práctica política concreta releva con mayor riqueza.

La realidad es una cebolla donde en el centro tractor se encuentra la contradicción capital/trabajo que da sentido a la conceptualización de la sociedad actual, sistema mundial de dominación, el capitalismo en su fase de elevado grado de madurez; el imperialismo financiero.

Dadas estas premisas es que se puede afirmar que el estudio de la dialéctica aplicada en la matriz analítica de Marx tiene su momento más desarrollado en las investigaciones del modo de producción concreto, específicamente capitalista, y da como resultado (inconcluso) en su obra El Capital. El primer capítulo del primer tomo empieza con el análisis de la mercancía para terminar en el último capítulo del último tomo en el incompleto capítulo sobre las clases. Pasando por el momento del capítulo XXIV donde el capital que rinde interés es la forma más externa y fetichizada del capital, que siempre es uno solo. Así, se unen las dos puntas ‘capital mercancía’ y ‘capital dinero’, mediante los ejes mercancía, salario, lucha de clases.

Marx, según sus propias declaraciones, parte analizando la mercancía. Ya la investigación está prácticamente realizada, pues ya existe el estudio de la experiencia científica al momento del análisis. Algo que sin duda es muy complejo de comprender a la primera lectura (“Aquello de que los primeros pasos son siempre difíciles, vale para todas las ciencias”, prólogo de Marx a la primera edición) y por ello hay que redactar una y otra vez, textos asociados a la cuestión, pues aún no logramos que nuestros militantes tengan el tiempo suficiente y la disposición a leer su obra, en la cual están depositados los instrumentos teóricos para la emancipación del género humano que trascendiendo su propias condiciones alcanzadas logre pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad.

Las rebeliones en el reino de la necesidad

Las rebeliones frente al hambre y/o su amenaza real, son una prueba rotunda de que el mundo de la necesidad todavía persiste. A pesar de que el grado de desarrollo de las fuerzas productivas tiene contenida la potencia de producir  todas las riquezas que se necesitan para satisfacer las necesidades más apremiantes, lograr el ocio necesario y realización del ser humano en plenitud como auténticamente humano. A pesar de los pesares, existen las condiciones materiales para avanzar en la construcción del reino de la libertad. Las trabas se encuentran en el hecho objetivo de que las clases dominantes son dominantes además porque imponen su lenguaje al conjunto de la sociedad, subsumiéndola en su propio movimiento, haciendo aparecer la producción de las riquezas de las naciones como su obra, como movimiento del capital y ocultan ex profeso que en realidad es el movimiento del trabajo el verdadero productor de ellas.

Si esto no fuera así, ¿cómo se explica entonces que las rebeliones transmitidas por la cadena oficial de la aldea global siempre relevan la superficie de los conflictos? Las rebeliones en Egipto son estudiantes, profesionales, es decir, “gente como nosotros”. Para qué hablar de la organización de los trabajadores y sus huelgas basales, condiciones sine qua non. Yo me entero de que esta fuerza de trabajo está en movimiento cuando veo la fuerza militar en la calle, esa es su contracara. Y la violencia con que la fuerza militar embiste al movimiento rebelde es proporcional a la fuerza que oponen los trabajadores. No es por desmerecer, pero para simples rebeldías bastan las fuerzas policiales ¿para qué calentar el conflicto si aún no es necesario?

Lo que verdaderamente temen las clases dominantes es perder el poder, pues lo necesita para ‘joder’

Esta realidad no ha podido ser modificada por más influencia académica y mediática que ha tenido lo que conocemos como postmodernismo. El círculo de círculos que es el desarrollo histórico de la sociedad humana, vuelve en todo momento crítico al problema fundamental, necesidad o libertad. No habiéndose resuelto las necesidades socialmente hablando, entonces aún no se puede hablar más que de libertades parciales, y los indicadores no pueden ser sino atributos parciales favorables a las clases dominantes, como es el caso de los indicadores de libertad económica, que juegan a pesar de sus pretensiones científicas. Sólo un acto político da afirmación de la lucha de clases, tanto en su expresión nacional como en su expresión internacional en base a las relaciones mercantiles y la reproducción capitalista de la sociedad burguesa en la que seguimos sobreviviendo en el siglo XXI.

El análisis  dialéctico de la mercancía es el machete, entonces somos macheteros

La mercancía encierra toda la riqueza de las relaciones sociales de producción y reproducción de la vida en la sociedad capitalista moderna. Pero Marx ya había empezado la investigación concreta de la realidad concreta y vale la pena volver a revisar la explicación, el momento propiamente dialéctico.

La mercancía es valor de uso y valor de cambio al mismo tiempo, es un ser con dos almas. El producto, en tanto valor de uso, encierra las propiedades que son naturales al producto para el mercado capitalista. El valor de cambio no refleja ya nada inmanente: es el conjunto de relaciones sociales que de su carácter de mercancía (productos producidos para el mercado) emana como cantidad y cualidad.  El mercado y el dinero existen ya antes de la conformación de la sociedad capitalista, y sus orígenes en la colonización ya se han realizado. Es habiéndose desarrollado las formas específicamente capitalistas que la mercancía encierra en su existencia la separación más abierta y evidente entre los individuos y la naturaleza en su conjunto, y entre los individuos y el resto de la sociedad, la cual queda dividida en la forma más avanzada entre sociedad civil (burguesa) y el Estado.

Desde este punto de vista de los macheteros incorregibles, es que los estudios de Lenin acerca de la dialéctica no son casuales. Corresponden al proceso necesario de apropiación del álgebra de lo que se conoce como Estado y Revolución. Esa apropiación inicial en la cabeza de los revolucionarios es lo que el pueblo trabajador expresará efectivamente en su momento correspondiente como expropiación de los expropiadores, único camino posible para la erradicación del trabajo asalariado.

Hasta este punto es justo el reclamo  de quien, suspirando, dice “demasiada filosofía”. Suspiro del hombre práctico que no alcanza más que en el deseo o sobre la base de cierta arrogancia, superar el momento de la rebeldía juvenil para convertirse en maduro revolucionario. Esto no quita que hay jóvenes revolucionarios hoy, y también que muchos de los jóvenes revolucionarios de ayer hoy son liberales más o menos decepcionados. La decepción viene como factura por poner la voluntad sobre las arenas movedizas del discurso dominante. Sin teoría revolucionaria la decepción está garantizada.

El momento de la unidad de lo múltiple

¿Y cómo funciona esto de la unidad de lo múltiple en su mayor riqueza? Bien, parto de un hecho real sobre el cual todo el mundo, tanto de derecha o izquierda hoy parece coincidir. Seguramente porque la mala conciencia cepalina nos sigue penando a pesar del ladrillo que los chicago boys le regalaron al general y no se ha dejado de imponer hasta nuestros días, con gobiernos de Derecha y gobiernos de la Concertación mediante. A través de la fuerza y del consenso se impone en la lucha de clases el proyecto de clases, esta vez desde lado de las clases dominantes. Sólo es posible una contra-revolución cuando la propia revolución es posible. Ambas son hijas de las mismas condiciones materiales, de la misma crisis sistémica.

Este proceso no lo hemos podido revertir pese a que nuestros “modelos” sean más o menos justos, sino porque no hemos logrado hasta ahora unir una mayoría activa sobre la base del arma de la crítica y por tanto, a pesar de los grandes esfuerzos por avanzar en la crítica de las armas, esta se ha impuesto pero desde el lado más elevado de la cima del poder. Es una contradicción muy clara el hecho de que en nuestro país las burguesías han sido más leninistas que las organizaciones políticas que nos habían representado hasta el momento de las derrotas famosas y conocidas por todos y todas.

Todo punto de partida tiene un hilo conductor, una regularidad que puede ser extraída y esto únicamente es factible por medio del momento analítico, parte consustancial a todo momento de reflexión. Es decir,  lo teórico.

Partamos, por ejemplo, desde el discurso de la pobreza. La derecha política lucha contra la pobreza y también nuestras izquierdas. Es más, si miramos al lado, nuestros compañeros estarán todos dispuestos a luchar contra la pobreza. Los únicos ausentes parecen ser los propios pobres, pues hasta ahora, por el consenso alcanzado en el discurso de la pobreza, no tiene prácticamente sentido  que exista alguien que pueda calificarse como tal. Pero los brujos no existen Garay, y sin embargo, pobres hay.

Es que la pobreza no existe sin su contraparte, la riqueza. Riqueza y pobreza son dos términos de una misma realidad. Los ricos son aquellos que se enriquecen y los pobres son los que no se enriquecen y son empobrecidos.

Si todos podemos enriquecernos, ¿entonces por qué algunos “eligen” ser pobres? No creo que haga falta una encuesta de opinión para saber que en este punto no hay elección posible. No puede ser que exista la libertad de elegir lo uno o lo otro, pues no son cosas distintas, sino una misma realidad. El punto es que el discurso de la pobreza, es la pobreza de los discursos. Y seguimos machacando con el prejuicio cepalino y no hemos logrado consensuar un modelo de desarrollo como Dios manda, potente, pero potente de verdad.

Entonces si riqueza y pobreza son la misma realidad, ¿en que se basa su existencia?

No puede ser una idea, pues ya hemos visto que la idea de pobreza no existe  como algo a elegir en un simple me gusta mucho, poquito o nada. Existe el empobrecimiento y el enriquecimiento, entonces existe la idea de pobres y ricos. Debe haber algo anterior, desde el punto de vista lógico, que permite el surgimiento de la idea. Pues bien, no voy a dar pruebas y que cada cual haga su investigación. Sólo afirmaré que esto existe sobre la base de la apropiación y esta apropiación real se refrenda en una ley, en una constitución: la propiedad privada. Pero no una propiedad privada en general, como propiedad privada es el computador en el que escribo. Se trata de la propiedad privada capitalista cuya contraparte sería la propiedad social. No la mera propiedad estatal, que sólo es una forma transitoria y, por supuesto, llena de peligrosas emboscadas si el sujeto histórico de las transformaciones sociales se vuelve nuevamente fantasma para recorrer el mundo, penando sin gloria y sin poder real y efectivo.

El viejo topo contra la propiedad privada capitalista

Es la propiedad privada capitalista la fuente de la existencia de la riqueza y la pobreza. Esa es la unidad de lo múltiple que habría que anular para cerrarle el chorro de agua a la canilla. ¿Pero puede ser esto posible dentro de los marcos de la propiedad privada, esto es, ésta históricamente determinada? El sentido común nos dice que no. Sí, ese mismo sentido común que es muy poco común y que nos enseña que si estamos sentados en una silla no podemos levantarnos de ella tirándonos de los pelos. Vaya no es tan complejo esto rudimentariamente dialéctico ¿no? Pero es rudimentario, tan rudimentario como los manuales en que estábamos mal aprendiendo la cuestión y pensábamos que el “álgebra de la revolución” eran 4 o más “leyes” que aprender para recitar y nunca aplicar, no fuera a ser cosa que nos volviéramos revolucionarios y desbancáramos al comité central y comisión política de un golpe. Es que éramos tan muchachos y tan rebeldes que si aprendíamos algo más, algo sencillo pero con la intención de aplicarlo se acababa la diversión, digo, la dirección.

Avanzando a un resumen para no desguazar la paciencia

En resumidas cuentas, para que el pueblo trabajador mande tiene que apropiarse de todo, incluyendo de la dialéctica, pues constituye un arma poderosa que no deja prejuicio parado, ni mono que lo sostenga. Y esta es justamente la parte más compleja de nuestra labor, la plaza donde se prueba que en realidad el proceso de emancipación de la humanidad, que es su propia obra, no es en realidad nada que se parezca a calco o copia, sino su propia construcción siempre heroica, incluyendo sus momentos más pedestres.

Y no se hace teoría sino a partir de la práctica y no se hace práctica sin el necesario momento de la reflexión, que es lo propiamente dialéctico. La cuestión es avanzar hacia el paro general anticapitalista, comprendiendo y reflexionando en cada recodo. Probando las consignas como sondas para anclar el proyecto transformador en lo más profundo del sentir cotidiano de las grandes mayorías. Es sobre las perforaciones en el socavón del pueblo trabajador desde donde se construirá la plataforma programática donde se levantará el podio de la nueva democracia directa y el propio pueblo trabajador nos ha de informar la derogación del trabajo asalariado. No hay otro podio posible.

Amador Ibañez

Febrero de 2011

 

 

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