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Arte, juego y educación

Arte, juego y educación

Viernes 13 de noviembre de 2009

Margarita Schultz (Desde Chile. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

Estimados lectores, con este texto concluyo el ciclo dedicado a los procesos de reflexión sobre educación orientados a ser un aporte a los debates sobre el tema en Chile. La intención adjunta, en estos seis breves ensayos, ha sido tratar de mostrar que la actividad de la práctica artística en los contextos educativos, además de tener su propio valor incorporado, deja un excelente sedimento en niños y jóvenes, me refiero al efecto instrumental.

Aquí el propósito es relacionar arte y juego en cuanto a educación. No con la mera intención de mostrar cómo un niño que juega en su infancia puede comprender el fenómeno del juego en su adultez. La incorporación del tercer elemento, el arte, -o según lo vengo denominando aquí: las prácticas y experiencias de intención artística-, tiene un objetivo más específico. Comunicar la idea de que el arte y el juego se vinculan de muchos modos posibles entre sí y tejen, de ese modo, una trama potente y eficaz en la formación de la persona humana.

Johann Huizinga, filósofo holandés, escribió en 1938 una obra reconocida como matriz para pensar el tema: Homo Ludens. El ser humano, es ante todo Homo Ludens, el hombre que juega, escribió Huizinga. No propuso una perspectiva utilitarista del juego (el juego es ‘para'...), al contrario, lo caracterizó como una actividad valiosa en sí misma y por sí misma. No intento, por cierto, dar un giro utilitarista a esta relación productiva entre arte y juego en la educación. Sólo me interesa describir los efectos potenciales contenidos en ese enlace entre arte y juego, en el marco de las acciones educativas.

Me apoyo para eso en uno de los conceptos expresados por Roger Caillois, quien reflexionó finamente sobre el tema del juego. No se puede pretender que cada forma de juego corresponda a una actividad determinada futura para la cual constituya en cierto modo el aprendizaje presente. Los juegos no enseñan oficios, más bien desarrollan aptitudes.

Me permito parafrasear la idea de Caillois de este modo: las actividades y prácticas de intención artística en los espacios educacionales no enseñan artes, desarrollan aptitudes. Pero no sólo desarrollan aptitudes artísticas, sino las de un amplio espectro de otras actividades ligado con lo que se llama ‘economía de la vida'.

El filósofo Roger Caillois, nacido en Reims, Francia, estimado como el discípulo conceptual más destacado de Huizinga, publicó en 1958 su Teoría de los Juegos un clásico insoslayable en el tema. Enumera y caracteriza allí cuatro modos básicos o principales del juego que abordo más abajo. Me parece válido preguntar cuál de ellos está más próximo a esas actividades artísticas; más aún, preguntar cuánto hay en cada uno que pueda estar ligado a las prácticas artísticas.

La comparación entre arte y juego, tiene sus riesgos, sobre todo en lo relativo a los valores del arte. El principal peligro es, curiosamente, el tomar al arte como una actividad exclusivamente lúdica. Por eso, explorar la incorporación del factor educación es un modo de abrir esa falsa causalidad conceptual que conduce a tomar el arte como un mero juego. Por otra parte, y sin ánimo de paradojas, ambos teóricos sostuvieron que el juego es una actividad profundamente seria para el ser humano.

Me parece de rigor, ahora, exponer resumidamente la tipología de los juegos, desarrollada por Roger Caillois. Existen 4 tipos de juegos, nombrados por Caillois con términos griegos. Son ellos: el primero, agon, relativo a los juegos de competencia, de antagonistas lúdicos, el segundo, alea, el de juegos basados en el azar, donde la voluntad del jugador es puesta a un lado. Luego, mimicry, juegos donde predominan la mímesis, la imitación, la simulación de otros mundos. El cuarto tipo de juego se denomina ilinx, se trata de juegos donde se persigue el vértigo, a través de un desvanecer transitoriamente la estabilidad. Un efecto buscado es ‘el mareo voluptuoso', por ejemplo, en parques de diversiones, o en esas sencillas ruedas horizontales, que los niños hacen girar mediante un volante manual, en plazas y parques. Es el más directamente sensorial de los cuatro.

Esos cuatro tipos de experiencias (la competencia, la simulación, el reto al azar, el vértigo voluptuoso), pueden entrar en un ejercicio singular precisamente en las mentadas actividades y prácticas de intención artística. Me he referido en otro de los textos de este ciclo a la competencia (agon) que entabla el artista con su obra, para vencerla en el logro de la idea. Apenas es necesario mentar la sensorialidad (ilinx) que acompaña a todas las artes, menos notorio pero actuante es la intervención del azar (alea) en los procesos de creación, un azar que los maestros de la creación artística han aprovechado siempre. Pero, sin dejar de ser juego, sin perder su carácter de práctica de tipo artística, la principal categoría que aparece en la búsqueda es la segunda en la serie, la llamada mímesis (mimicry).

Pensemos en lo siguiente, desde un recorrido imaginario por todas las disciplinas participantes en la gran esfera de intereses del arte, al menos en Occidente: en todas ellas, más cerca o más lejos del fenómeno que se toma por modelo, está la imitación, la simulación, la mímesis. La mímesis no está presente sólo en un retrato, ni meramente en un filme del neorrealismo italiano, o en una novela, o en la fantasía de animación en 3D realizada por medios digitales... También en la música y la arquitectura, artes abstractas por naturaleza, hay vestigios de mímesis, mímesis de nociones abstractas, claro.

Retorno a las ideas en proceso: mímesis, es sustrato de las artes, mímicry, es uno de los juegos más tempranos en los niños. Por ejemplo, desde que participan del juego de aparecer y desaparecer (que se ve tan distante del arte), al esconderse tras una sábana de su cuna. ¿No es eso, acaso, una imitación del ‘no estar'? Y se prolonga en una diversidad asombrosa de simulaciones a distintas edades, con los temas más diversos.

¿Quiere decir esto que la aptitud humana que se desarrolla es ‘la simulación'? ¿Que el arte y el juego se parecen en eso? Se parecen, sí, pero la simulación no es entendida aquí como deshonestidad, mentira, hipocresía...vicios que nos molestan en la ‘vida real'. Muy de otro modo, la simulación se comprende en el arte como configuración de otra realidad, no como reemplazo tramposo de esta realidad que vivimos cotidianamente. La simulación artística, el juego de la mímesis, se comprende como construcción creativa, como fértil elaboración de la fantasía.

Arte, juego, educación se configuran como un enlace positivo donde la experiencia se educa en la mímesis creativa, discierne las diferencias entre mundos a la vez que los enlaza con fines productivos. Es lo que mueve y es movido por la imaginación.

Publicado por ARGENPRESS

 

 

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