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El discurso de Bachelet en La Moneda

El discurso de Bachelet en La Moneda

Enviado por Ana Lagos

Queridos familiares, amigos y colaboradores del Presidente Allende, señoras y señores Ministros de Estado, honorables parlamentarios, presidentes y representantes  de partidos políticos, representantes de organizaciones  de derechos humanos, amigas y amigos:

Una vez más, las puertas de La Moneda se abren para recibir a tantos amigos, a tantos compañeros y camaradas, a tantos demócratas, y sobre todo -por qué no decirlo-para recibir a tantos valientes, en conmemoración de un día muy especial para nuestro país, como es el 11 de septiembre.

Recibimos esta mañana a la familia  del Presidente Allende, a sus hijas, a sus nietos y sobrinos, claro que nos falta una gran valiente esta mañana, nuestra querida Tencha.

Falta Tencha Allende, para quien pido un cariñoso aplauso.

Sé Isabel  y Carmen Paz que el 11 de septiembre es siempre un momento muy duro, pero mucho más duro es sin Tencha.

Recibimos también a los amigos más queridos del Presidente Allende a quienes fueran sus leales colaboradores.

Recibimos a los familiares de los que aquí cayeron y de los aquí fueron hechos desaparecer.

Todos ellos, quienes están con nosotros hoy y quienes ya no están, gente valerosa, gente esforzada, gente que sufrió mucho. Pero todos también, ellos o sus familiares, ingresaron a La Moneda con la frente en alto, con el orgullo del que no claudicó, el orgullo del patriota, el orgullo del hombre y la mujer  leal.

Como Presidenta de la República les digo a ustedes, hombres y mujeres de tanto valor que están aquí, familiares de aquellos mártires de la democracia, que la historia les guardará  un espacio muy especial en sus páginas, porque es el espacio de la consecuencia, el espacio del compromiso, el espacio de  la lucha inclaudicable por la justicia social  y por la libertad.

Estuvimos temprano con los familiares  de todos aquellos jóvenes que colaboraban en la seguridad del Presidente. Acabamos también de recorrer junto a Isabel, Carmen Paz y su familia todos los lugares donde conmemoramos el 11 de septiembre y a quienes cayeron y también el Salón Blanco del Presidente Allende.

Ha sido un momento emotivo sin duda, pero también de satisfacción, porque  como le decía a Isabel, es motivo de gran orgullo para mí ver que este salón, hoy se ha convertido en un lugar de encuentro, en lugar de reflexión y en un lugar verdaderamente histórico que conmueve a todo quien lo visita.

Muchos recordarán que inauguramos el Salón Blanco el año pasado, en esta misma fecha, y durante el año que lleva inaugurado el Salón Blanco Presidente Allende han pasado por él decenas de jefes de Estado, primeros ministros, las más altas personalidades, autoridades e intelectuales de decenas de países y todos ellos se han conmovido en este espacio, más aún, todo ellos me dicen que recuerdan el 11 de septiembre chileno como uno de aquellos momentos que marcaron su existencia, todos ellos me dicen que recuerdan el momento exacto donde se enteraron de la muerte del Presidente Allende, en su escuela, en su universidad, en su lugar de trabajo.

Y eso da nota del ejemplo universal que encarna el Presidente Allende y del símbolo mundial en que se ha transformado La Moneda, ejemplo de consecuencia,  símbolo de un pueblo que no renuncia a su libertad. Qué pequeñas se ven hoy las críticas que se hicieron a la reconstrucción del Salón Blanco. Qué pequeñas se ven hoy las murallas que se levantaron pretendiendo ocultar ese espacio por tanto tiempo.

Pero esta mañana no es sólo una mañana de recuerdos. Porque lo que aquí ocurrió no fue sólo una gesta histórica, ha sido también un ejemplo y de ese ejemplo se levantó una lucha heroica contra la dictadura. De ese ejemplo se produjo un ejemplo virtuoso entre los progresistas de Chile, entre laicos y cristianos. De ese ejemplo nace la construcción de un proyecto histórico de democracia, de desarrollo y justicia social para Chile, proyecto que ha brindado dignidad y creciente bienestar a chilenos y chilenas.

¿Y por qué no decirlo?

A partir de ese ejemplo hoy, 36 años más tarde, los chilenos hemos fundado un reencuentro mucho más genuino, un reencuentro mucho más verdadero, que se construye a partir del ‘nunca más', pasando por la justicia, hasta arribar a la convicción de todos los sectores hacia la democracia y el respeto hacia los derechos humanos.

Existe un pasado que aún genera controversia entre los chilenos. Pero ejemplos como el del Presidente Allende colaboran a este reencuentro porque la consecuencia, la moral, los valores democráticos, son hoy base de nuestra convivencia y eran los valores que defendió el Presidente Allende hasta el último día.

Como Presidenta de la República represento a todos los chilenos y sé que interpreto a la gran mayoría cuando digo que ese Salón Blanco que acabamos de visitar será por siempre un lugar de encuentro, de reflexión y de aprendizaje para las futuras generaciones. Un lugar que dirá con elocuencia que la libertad y la dignidad del ciudadano nunca más se perderá en Chile. Ese es el ejemplo del Presidente Allende y de sus colaboradores, el ejemplo que muy especialmente nos dejara con sus últimas palabras. Esas palabras no se han vuelto a escuchar aquí en La Moneda desde 1973 y hoy queremos recordarlas: ¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!

 

 

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