2010, El verdadero escenario
Por Roberto Tello (Argentina)
Un nuevo triunfo de la concertación, parece ser el único resultado que arroje el nuevo proceso electoral de fines de 2009. La poderosa maquinaria que domina el escenario político chileno desde hace 20 años, se encuentra nuevamente sin rivales que le disputen su hegemónico reinado. La triunfal aparición de Marco Enriques Ominami, como parte de la entente concertacionista, refuerza aun más la certeza sobre el resultado de la elección, solo dos cosas quedan por dilucidar a este respecto; la primera es, si Enriques Ominami será capaz de mantenerse sobre su ego y continuar la farsa que le han montado, al colocarlo como la tercera opción; es decir, como el manto con el que la derecha, toda, pretende tapar la participación, del resto de los candidatos de izquierda, que juntos pueden llegar a sumar hasta un 15% de adhesiones o mas, dependiendo claro esta, de factores diversos que gravitan sobre este proceso electoral y sus resultados.
El corsé institucional, funciona con un 100% de eficacia, y su mayor fortaleza radica en el consecuente accionar de sus componentes; la fidelidad a los postulados de la superestructura institucional, garantizan su estabilidad a pesar de la podredumbre que existe en su interior, que motoriza un desgaste tentador para ser explotado políticamente. Otro factor de jerarquía que posibilita este éxito, lo constituye la ralentización de los factores que enfrentan al modelo con la perspectiva de destruirlo y que constituyen la única posibilidad cierta de ponerle fin al reinado de la época mas infame que azota a Chile, desde la caída del gobierno democrático de Salvador Allende. Esta misma realidad, deja al descubierto la incipiente construcción por izquierda de una alternativa que supere a la concertacion; izquierda que a aceptado el desafió de jugar dentro del marco de este corsé, con una visión corto placista, sin importar que todo el esfuerzo puesto en esta participación, sea capitalizado por las derechas concertadas, quienes han levantado un montaje escénico contra la denunciada exclusión, mostrando una primera fase de la campaña electoral con casi una docena de candidatos a la presidencia; hasta la ciudadana Pamela Jiles se animo a los intentos por capitalizar la descomposición concertacionista, aunque esta, ni siquiera tuviera partido con que competir.
Tanto los dos partidos de la derecha, como los cuatro concertados, tienen claro que no existe una oposición al modelo que ellos regentean desde hace 20 años, que ponga en peligro, su hasta ahora, hegemónico reinado. Incluso se han visto artilugios estratégicos que apuntan a desgastar desde lo psicológico a los ya, testimoniales candidatos de la paupérrima oposición política. No existe una construcción política anterior al periodo electoral, por parte de los candidatos de la izquierda electoral, que tuviera como objetivo presentarse a esta elección a disputar con cierto decoro los espacios de poder que ofrece el desgastado stablishment político. El repentino auge por candidatearse, proviene de aquellos numerosos defectos que la crítica observa como vehículos de la debacle concertacionista, sumados al descalabro de la economía mundial que los oráculos de la economía tanto criolla como internacional vaticinaban como la catástrofe que pondría fin al modelo neoliberal chileno; para muchos, el cambio se daría casi como por decantación.
Sin negar la crisis y su potencialidad, lo que queda claro es que sin construcción política los cambios revolucionarios que Chile necesita han de esperar por lo menos otra elección más. La creación de una corriente política que elabore un programa de cambios estructurales en chile, cuenta hoy con todas las posibilidades de constituirse si quienes se lo proponen se animan a mirar hacia los sectores populares que históricamente han actuado como el motor de los cambios sociales; los trabajadores chilenos, y con esta fuerza organizada, darle los primeros empellones a los concertados, que puede significar la huida, de unos cuantos impostores que nutren su valentía precisamente con la debilidad de los sectores populares desorganizados. La situación del PS chileno es demostrativa del inicio de un proceso que refuerzan las posibilidades de concretar un encuentro entre aquellos cuadros que salieron de la estructura partidaria con el claro propósito de enfrentar al modelo sin tranzar con los viejos mecanismos de la política copular o elitista, que propone curar al enfermo con placevos, cuando este requiere de cirugía. El PS chileno, tiene medio comité central fuera de la estructura y otra parte importante de este, oteando el desarrollo de la crisis interna y esperando el resultado del candidato que curiosamente representa a los excluidos por contagio, además de tener un número importante de seguidores - que todavía no se contagian - y mantienen todo su cuerpo en la estructura que dicen van a combatir
Cualquiera sea el ritmo de la crisis internacional y sus repercusiones al interior de Chile, el descontento ira en aumento, por mas bonos solidarios que el gobierno eché a rodar para captar las simpatías de los sectores mas atrasados de la sociedad chilena, cautivos perpetuos del sistema capitalista. Frente a la demagogia de esta política del oficialismo, la izquierda responde con más organización, que incluye a estos sectores mas rezagados y mas expuestos a las trampas electorales de la burguesía nativa. La creación de nuevos espacios de participación ciudadana que alientan la perspectiva del CAMBIO y colocan a este en el orden del día de las necesidades del pueblo chileno, por fuera de los intereses electoralistas, obligando incluso a la presidenta a reorientar el significado que a tomado esta consigna de CAMBIO, usada por casi todos los candidatos y que ella prefiere -con mucha razón- denominar "continuidad" demostrando que es la única persona de la corporación política que tiene verdadero sentido de sobrevivencia
Mientras se resuelve la "Operación Omíname" con el que las derechas, pretenden tapar al resto de los contendientes, contener el voto castigo y de paso instalar el icono convencional que reencante nuevamente a los jóvenes y los haga participar del nuevo show electoral. Freí, con el apoyo de la iglesia católica, ha dado el primer paso para explotar esta veta que hasta ahora se encuentraba inexplorada y a la que Marcos Omínami le pone su mejor cara y como buen revolucionario, espera a que papito le convenza a los gerontes concertacionistas de que el, es el mejor candidato para dirigir la renovación del desvencijado cachivache en el que se convirtió su espacio político. Mientras el show electoral sigue su curso y los medios periodísticos fogonean el espectáculo, mostrando la felicidad de Piñera que da por descontado el triunfo de la derecha, que se viene orquestando sin muchos tapujos, por las propias huestes de Michelle Bachelet. Las fuerzas populares marchan lenta, pero inexorablemente, hacia el terreno propuesto por la burguesía chilena para dirimir la tensión social existente. La avanzada diplomática encabezada por la izquierda electoral, que se nutre de este mismo campo popular, será solo una presencia testimonial y no abrirá ninguna alameda, si no cuenta con la fuerza, de los verdaderos excluidos, los trabajadores chilenos.
Como en los personajes de la novela de shakespeare "La tempestad" concluidas las elecciones; Caliban, el monstruo de mil cabezas y aliento fétido, ira por el trono de prospero; la pregunta es ¿que carajos planea Ariel?
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