Tiempo de vals
Florcita Motuda a dos décadas de "La fiesta del No", su disco-voto
Por Marcos Moraga L. / La Nación
Entre las creaciones que dejó el plebiscito del ’88, el músico de la jardinera de goma se despachó un disco militante, que cuenta con una de "las 50 canciones que hicieron cambiar al mundo", según una publicación francesa. Motuda recuerda hoy la factura de un disco perdido al final del arco iris.
Entre el ritmo en tres cuartos, un relator irrumpe: "Transcurrían los años 1814, por los salones imperiales corrían aires de libertad. Y el célebre cantautor Johan Forestain, preparaba esta canción". La que podría ser una descripción de diccionario para una escena empolvada de salones victorianos, en manos de Raúl Alarcón se transformó en otra alegoría de época. Motuda publicó un casete: "La fiesta del No", y la primera canción, "El vals imperial del No" se inscribió más tarde como una de las 50 canciones que hicieron cambiar el mundo, según la revista francesa Actualle.
"Quedé para adentro", dice Florcita Motuda, a 20 años del gol, "si en esa lista estaban también los Rolling Stones, The Beatles, Jimi Hendrix, todos mis ídolos de la canción". Alto vuelo para una canción que nació, precisamente, de la libre asociación espontánea. Seguidor de Silo y luego militante humanista cuando el partido se oficializó, Florcita Motuda fue invitado a la primera concentración del humanismo en 1988. A falta de una canción contingente, el músico comenzó a jugar con el "No", hasta que llegó al famoso vals.
Era música de matrimonio que invitaba al voto y guardarse el miedo. Y la primera prueba en vivo fue un despelote de gente coreando. "Era tan fácil plegarse", recuerda, "y al otro día me llaman de La Segunda y dicen: ‘Se rumorea que está haciendo las canciones del No’. ‘Ahh, sí’, les dije yo, y empecé a inventar sobre la marcha. ‘También tengo una canción que dice Nadie lo puede ver, nadie lo quiere recibir, y esa que dice ¿Qué pasó con las bicicletas?’, y así, mintiendo como loco. Al otro día salió el diario con las letras de las canciones y tuve que ir a comprarlo para empezar a escribir los temas. Todavía tengo el diario. Todo salió de una patada".
Sábados mágicos
La primera provocación había sido en 1987, cuando Flor Motuda se subió al Festival de Viña ataviado de una franja presidencial. Lo echaron. Y por ahí, Alarcón también recuerda cuando los detectives entraron a su casa buscando un militar raptado, y él los hizo pasar, les mostró su casa, y nos los quería dejar irse. "Te faltó ese rincón, ¡Ahí puede estar escondido!", les gritaba. El objetivo del Partido Humanista era que la gente perdiera el miedo a los de verde. Esa era prueba pasada para Motuda: "En Curicó, yo vivía a una cuadra del regimiento. Mi papá había sido carabinero hasta que murió cuando yo tenía 12 años. Todos los días pasaba el regimiento marchando y con los cabros chicos salíamos saltando detrás. Estaba en todo mi ámbito con los uniformados. En el fondo bien en lo profundo- yo no creía que los compadres eran asesinos".
Fueron otras las autoridades las que lo enervaron. "El vals del No" era un hit. Hasta el director Fernando Rosas una vez lo paró "muerto de la risa", rememora Motuda- y le contó que a la Orquesta Sinfónica le tenían prohibido tocar "El Danubio Azul", porque el público comenzó a tararear "no-no-no-no". Y comenzaron las giras. "La primera fecha fue en Talca. Toda la gallada con banderas. Después de mi turno entra Ricardo Lagos y lo primero que dice es: ‘¡Esto no es un circo! Se le arrancó el autoritario por la boca. Negó todo lo que había hecho con el dedo", dice Alarcón. La "gesta heroica" por la democracia era todo lo que quería evitar Florcita Motuda.
"En ningún caso fue valentía", precisa, "yo no sentía peligro; estaba hueviando. Cuando grabamos el video de ‘Nadie lo puede ver, nadie lo quiere recibir’ fuimos a Mundo Mágico. Yo les digo a los tipos: ‘oiga, ¿y Don Francisco no ha llegado?’. ‘No’, me dicen. ‘Ah, es que venimos a grabar unas cosas, vamos a instalar las cámaras para adelantarnos’. Puras chivas mías. Empezamos a filmar en La Moneda chica esa, y después nos querían dejar encerrados. Así, peluseando salían las cosas".
Pero la fiesta se acabó. Aunque el mundo se encargó de legitimar la música de Motuda y hasta José Alfredo Fuentes sacó un tercer lugar en un festival de Australia con "Es conveniente que lo sepas"-, tras la vuelta a la democracia, Motuda postuló a diputado y lo mandaron a pelear al distrito 52. "Me sepultaron, me mandaron a Pucón, Villarrica, allá donde mandan puros fachos", cuenta. "Y con eso de ‘democracia en la medida de lo posible’, se me cayeron los pelos".
-¿Y qué canción habría que hacer hoy para cambiar el mundo?
-Los políticos han cumplido con su plan: se encargaron de demostrarle al mundo que la política era asquerosa, para que la gente de buena voluntad, los jóvenes, se restaran. Hoy, contra lo que hay que cantar es contra los instrumentos financieros de destrucción masiva. Hay ríos en Chile que no son de Chile. La plata de las pensiones está afuera, en otros países. Total en la Luna el oro va a valer callampa, lo que va a valer es el agua.
Exige tu casete
Es imposible conseguir "La fiesta del No" en disquerías. Fue la Democracia Cristiana la que se encargó de distribuirlo en casete con apoyo de Gabriel Valdés y Jorge Burgos- y a Motuda le llegaron algunas copias "y un par de lucas cagonas". Así que la única forma de llegar al disco es a través de la ilegalidad generosa de internet, hasta que el músico reedite esa música, para lo cual ya está trabajando, según cuenta. Acá, un extracto de "Añoranzas nostálgicas por el plebiscito del 80" : "(...) El voto era voto era transparente / los votos en blanco, se sumaba / ¿A quién se sumaban, señor Ministro? / Dígame / ¿A quién se sumaban, señor Fernández? / ¿A quién se sumaban? Por supuesto que no era al No. / Pero hubo un hecho excepcional / votaron todos los enfermos / ¿Sí? / votaron todos los ausentes / ¡No! / ¿O creció la población? / ¿Qué pasó? (...)"
Los Prisioneros, vox populi
Claudio Pereda Madrid
Para el año del plebiscito, la fama y el éxito del trío de San Miguel era absoluto. A su haber ya contaban con tres discos notables. Habían ganado espacios en las radios, sus LP eran discos de oro antes de que llegaran a tiendas, visitaban las regiones frecuentemente y comenzaban también a internacionalizarse con visitas a Perú y una destacada participación en el concierto de Amnesty International en Mendoza.
A pesar de todos sus palmares, sin embargo, el grupo era casi innombrable en TV. Salvo excepciones muy marcadas (como esa aparición de culto en el programa infantil "Patio Plum" o algunas rápidas pasadas de sus videos en programas como "Más Música" de Canal 13, conducido por una juvenil Andrea Tessa), el decir sólo Los Prisioneros por las pantallas del Chile de los 80 producía escozor en los conspicuos rostros de la época.
La aparición de un documental sobre el grupo en la Franja del No fue una locura total. Por primera vez salían hablando por la tele sobre sus orígenes, recorrían su colegio y llamaban a una urgente postura crítica, en un muy buen trabajo documental del director Cristián Galaz. La mirada irreverente e iconoclasta del trío, especialmente de su líder Jorge González, no era fácil de aceptar ni para militares ni para políticos. Cuando hablaba con su particular ventilador eran pocos los que quedaban bien parados, pero la presencia del grupo en la franja fue decidor para el voto juvenil. En especial ese que pensaba que daba lo mismo hacer una raya o un dibujo obsceno como crítica.
El grupo participó activamente desde el comienzo. Primero en el movimiento Cruzada Cívica que en junio de 1988 llamó a los jóvenes a inscribirse. Por las radios, especialmente la Chilena y la Cooperativa obviamente, Jorge González decía en los spots "que no se nos pase esta oportunidad de decidir nuestro destino como país". Luego el trío participó también activamente en las concentraciones más importantes, como el cierre de la Marcha de la Alegría, que fue la última actividad pública del Comando por el No.
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