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Hay una paranoia en la elite terrateniente

Hay una paranoia en la elite terrateniente

Viernes 11 de julio de 2008   

 Por Sergio Benavides T. 

Gonzalo Peralta, historiador y asesor del culebrón nocturno de TVN

¿Piel sensible, lecturas bajo el agua? El fenómeno de la Querencia no ha dejado indiferente a diversos organismos sociales. Políticos, hacendados y ejecutivos de los canales se debaten airosos sobre la ficción, la realidad y el horror que provoca un personaje con rasgos sicopáticos en 1920. Raro. Aquí, la mirada histórica de uno que lanza una nueva hipótesis: "Hay paranoia, el empresariado extrapola y se siente afectado".

 En un país donde han existido torturadores, asesinos, violadores y pedófilos a la orden del día parece extraño que, por una serie que quiere mostrar un hacendado abusador con rasgos de sicópata, la sociedad se levante a debatir el tema.

Pero las imágenes de "El señor de la Querencia" han hecho que incluso el ministro secretario general de la Presidencia José Antonio Viera-Gallo se espante con las escenas y otras organizaciones gubernamentales estén alertas de los contenidos. En el canal dicen que estamos detrás de una historia de ficción que abre debate. Otros empresarios indican que los hacendados jamás se han comportado de malas maneras, que los abusos no existieron, etc.

Para encontrar una mirada más real y académica del tema, conversamos con Gonzalo Peralta, historiador de la Universidad Católica, quien fue el asesor de época para la realización de la serie.

-¿En qué consistió tu trabajo exactamente?
-Lo que yo hice fue un trabajo previo a que se realizara la teleserie. La idea era situar la época. Como era un fundo en 1920, ver sus características, sus elementos. Entregué información de cómo era la vida en los fundos, de cómo era la relación entre patrón e inquilinos. Elementos de modernidad, costumbres y tecnología, literatura de la época. Y a partir de eso, los guionistas desarrollaron el proyecto. Lo mío fue dar las condiciones estructurales de esa sociedad.

-No hablamos, claramente, de una serie histórica.
-Es una ficción con elementos históricos. Con respecto a ese debate, la verdad es que me parece un poco absurdo, es como si se debatiera la existencia de Madame Bovary. (Ríe).

-Pero existía esa relación de subordinación hacendado-inquilino.
-Relación de subordinación existía. Lo que pasa es que había patrones de fundo de todas las calañas. Unos buenos, que podríamos llamar "progresistas", y otros que eran tiranos. Precisamente lo que permitía ese trato era que la relación de subordinación la dejaban al patrón. Generalmente los fundos más pobres, más atrasados y más lejanos a las grandes ciudades tenían peor comportamiento. Es lo que sucede hoy entre empleados y empleadores de las empresas. Hay buenos y malos. Lo que pasa es que en esa época las condiciones estaban dadas para que si existía un tipo sicópata, no había control de la ley que pudiera intervenir esas conductas.

-¿Te parece bien logrado el producto final?
-Creo que lo que ahí hay es una obra de ficción y dentro de eso el trabajo está muy bien hecho. Se extremó a los personajes por motivos dramáticos. Está bien logrado, le ha ido bien, me parece correcto. Y desde el punto de vista histórico, hay una exageración, pero corresponde a la ficción de un personaje sicopático que podía funcionar en una sociedad que permitía abusos Ahora claramente no es histórica, pero se basa en elementos históricos. Y las polémicas son como si un senador republicano se quejara por como fueron abordadas la relación de las plantaciones en "Lo que el viento se llevó". Absurdo.

-¿Qué es lo que provoca estas polémicas?
-Me parece que hay una situación paranoica en la elite terrateniente. Me extraña tanto espanto, tanta sensibilidad con respecto al tema. Puede que sea una extrapolación que se hace al empresariado y eso lo hace sentirse afectado. Creo que aquí más que un problema histórico hay uno siquiátrico, que evidencia estas reacciones tan exageradas.

 La Nación

 

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