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La Iglesia paraguaya afirma que el presidente electo sigue siendo obispo

La Iglesia paraguaya afirma que el presidente electo sigue siendo obispo

LA VICTORIA DEL RELIGIOSO EN LOS COMICIOS DEL DOMINGO

El Episcopado aclaró que Fernando Lugo está suspendido por el Vaticano pero que no perdió su jerarquía religiosa. Se convierte así en el primer obispo en llegar a jefe de Estado. Se espera una definición de la Santa Sede.

Foto: SONRIENTE. FERNANDO LUGO RIE, AYER, DURANTE UNA RUEDA DE PRENSA EN LA SEDE DE SU PARTIDO, EN ASUNCION.

Paraguay está escribiendo una historia nueva. Y no sólo porque el domingo perdió en las urnas el histórico y omnipresente Partido Colorado. Sino porque el presidente electo, Fernando Lugo, es un sacerdote. Y aunque está suspendido en su oficio pastoral desde que se lanzó a la política, hace un año y medio, todavía es obispo. Lo reiteró ayer la cúpula de la Iglesia paraguaya, mientras espera una definición de la Santa Sede ante este caso tan particular.

"La situación de monseñor Lugo continúa siendo la misma, sigue siendo obispo de acuerdo al derecho canónico, y lo seguirá siendo siempre", afirmó a Clarín el arzobispo de Asunción, monseñor Pastor Cuquejo. Fue una clara respuesta a quienes aquí se preguntan sobre el complejo estatus de este sacerdote de 56 años que dejó los hábitos a pedido de miles de personas que vieron en su carisma y en su trayectoria de trabajo con los sectores más pobres la capacidad de convertirse en presidente y encarar el cambio que la mayoría de los paraguayos reclama casi con desesperación.

"Ciertamente las elecciones dieron este resultado, y la Santa Sede tendrá que aclarar finalmente la situación de monseñor Lugo", agregó Cuquejo, frunciendo sus cejas tupidas, en su oficina del Arzobispado, una gran casona de estilo colonial similar a la Catedral, justo enfrente. "La sensatez dice que debería ser antes de que asuma su cargo, en agosto", remarcó.

Mientras el presidente electo de Paraguay mantenía ayer innumerables reuniones con sus colaboradores para empezar a poner en marcha el proceso de transición y encarar el desafío del cambio, tras 60 años de gobierno colorado, las autoridades de la Iglesia analizaban esta situación inédita.

"Es la primera vez en el mundo que ocurre algo así, y va a establecer seguramente una jurisprudencia en la Iglesia Católica", interpretó Cuquejo. Pero afirmó que "la Iglesia tiene que tomar esto con mucha serenidad".

Tras casi 30 años de sacerdocio, entre ellos 12 como obispo de San Pedro, una de las zonas más pobres de Paraguay, Lugo impulsó a comienzos de 2006 una organización de Resistencia Ciudadana, que agrupó a los principales partidos políticos y una cantidad de organizaciones sociales contra el gobierno del presidente Nicanor Duarte Frutos. Fue la semilla de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC) con la que llegó a la Presidencia.

En diciembre de 2006, decidido a dedicarse de lleno a la política, Lugo presentó su renuncia al ministerio sacerdotal. Pero su pedido de volver al estado laico fue rechazado por el Vaticano, que en cambio lo suspendió "a divinis". Esto es: sigue siendo obispo, pero no puede ejercer su oficio pastoral.

En una carta enviada a Lugo en enero de 2007, la Santa Sede argumentó que "la candidatura política de un obispo sería un motivo de confusión y de división entre los fieles". Y le recordó que "el episcopado es un servicio elegido libremente y para siempre".

"Usted sabe bien que la sagrada ordenación una vez recibida válidamente no puede ser nunca anulada y no puede ser ni siquiera suspendida ’ad tempos’, en cuanto al Sacramento del Orden imprime un carácter indeleble y permanente", agregó el texto firmado por el cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación para los obispos.

¿Cómo será la relación de la Iglesia en Paraguay con este particular presidente, una vez que asuma su mandato? Es la pregunta que se hacen en estos momentos analistas, políticos y ciudadanos en Paraguay. ¿Volverá a ponerse la sotana cuando finalice su mandato de cinco años?, especulan otros. "Es una situación extraña para nosotros. Pero es un obispo que no actúa como obispo sino como presidente de la República. Entonces nuestro relacionamiento de obispos con él estará basado en la Constitución nacional, en el respeto a las autonomías de ambas instituciones pero en una colaboración mutua", señaló Cuquejo.

El propio Lugo sabe que su decisión resulta incómoda para algunos sectores de la Iglesia. "Si mi actitud y mi desobediencia a las leyes canónicas causaron dolor, pido sinceramente perdón a los miembros de la Iglesia", declaró el lunes, en sus primeras horas como presidente electo.

Días antes de la elección, en una entrevista con Clarín, Lugo, confiado en que ganaría afirmó: "Estaré a disposición del Vaticano y respetaré su decisión. Seguiré llevando mi vida de cristiano, pero como presidente".

 

 

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