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EL ESTADO DE CHILE NO SE LA PUEDE

EL ESTADO DE CHILE NO SE LA PUEDE

Gonzalo Vial hace un recuento de las actividades estatales que han terminado en fracaso. Y critica a la oposición su falta de coherencia con la libertad que proclama.

            Nunca nos detenemos ---y sería útil que lo hiciéramos- a recordar y recontar el inmenso número de actividades en las cuales el Estado de Chile demuestra una inepcia desoladora, una incapacidad de gestión escalofriante.

            Rememoremos las más próximas.

            Un SENAME que estrena su modernísimo sistema para readaptar y reinsertar jóvenes delincuentes, permitiendo que de los quince internados en un establecimiento ‘‘rehabilitador'', diez mueran asfixiados y cinco sufran quemaduras, sin que nadie les tienda una mano.

            Un TRANSANTIAGO que rebaja la dignidad de todos los pobres capitalinos, movilizándolos (cuando lo logran) con mayor tiempo de espera, más lento y más incómodamente que sus nada brillantes predecesoras, las ‘‘micros amarillas''. Y que encima, este año y el siguiente, botará a la calle arriba de 400 millones de dólares... suma astronómica, superior a todo el aumento acordado a la enseñanza gratuita para 2008.

            Y luego... Ferrocarriles del Estado, EFE, la empresa fiscal más antigua de Chile, cuyo plan de desarrollo ha significado robos lisos y llanos por mínimo 229 millones de pesos (El Mercurio, 1º de noviembre), y pérdidas astronómicas que han paralizado los servicios de pasajeros.

            Y después CHILEDEPORTES, agencia electoral de un partido gobernante, donde se inventaban programa y beneficiarios y se sustraía todo... dinero, camisetas, pendones, pelotas de fútbol, mesas de ping-pong y juegos de taca-taca, etc., etc.

            Esto, sólo lo de hoy y ayer. Anteayer... ya se nos olvidó: no existe memoria suficiente. ¿Recuerdan Uds. la ‘‘custodia'' de dibujo animado que hacía CORFO de los documentos bancarios representativos de sus inversiones de dinero? ¿La ‘‘custodia'' que permitió le robaran 100 millones de dólares en esos documentos (affair Inverlink)... sin que se diera cuenta hasta que el fiscal de un banco privado cruzó la calle para avisarle? ¿Y se acuerdan del MOP-GATE, del dinero de gastos reservados repartido en sobres, de las generosas empresas contratistas del Ministerio de Obras Públicas, que facturaban servicios imaginarios para obtener dinero con qué pagar a empleados públicos por trabajos igualmente imaginarios?

            Interesa, más que hacer escándalo, preguntarnos POR QUÉ sucede todo esto, cada día en mayor escala. Una respuesta simple (y tentadora) sería atribuirlo a la combinación política que gobierna, a que habría en ella más personas incapaces o deshonestas que lo común y tolerable. Pero esta explicación me parece demasiado sencilla. Creo que la verdadera es otra, a saber que, hablando vulgarmente, el Estado de Chile ‘‘no se la puede'' con el cúmulo de funciones y actividades que pretendemos imponerle. Esta fe conmovedora pero falsa en el Estado es explicable en la mentalidad socialista (propia de la Concertación). Pero se esperaría que no existiera en la Alianza, donde supuestamente la palabra clave es ‘‘libertad'', que decora sus discursos, proclamas, institutos, etc. Veamos, sin embargo, cómo aliancistas y concertacionistas, los últimos tiempos, son uña y carne para asignarle al Estado las funciones más delicadas y complejas:

            1. Cuando se produjo la unión sagrada para aprobar la inverosímil ley de divorcio que nos rige, muchos hicieron ver a los dos conglomerados políticos que las disoluciones de vínculos irían aumentando vertiginosamente, una realidad fatal e inexorable de todos los países y épocas divorcistas. Y que pagarían los platos rotos, como siempre, las mujeres abandonadas, y ahora ‘‘divorciadas por repudio y sin causa'', como en el Antiguo Testamento. Ya es difícil cobrarles alguna pensión alimentaria a los maridos olvidadizos, SIN divorcio ---se advirtió al Congreso---. ¿Cuánto más será CON divorcio, multiplicados por diez o veinte los juicios de fijación o cobro de alimentos?

            ¡No importa! ---fue la respuesta---. Habrá TRIBUNALES DE FAMILIA, rápidos y expeditos, sin tramitación ni papeles. ¡El Estado se encarga! Bien sabemos la realidad: los Tribunales de Familia manifiestamente inútiles y recargados, ya por años, que colapsan... salvo aquel que dio el divorcio en diez días a su propio juez.

            2. En seguida, se decidió sacar de la circulación a los niños delincuentes, diciendo que hoy están ‘‘más maduros'' que antes (¿Por qué razón esta presunta mayor madurez? ¿Por la enseñanza pública recibida, la droga, el alcohol, el abandono familiar, la corrupción ambiente?), y que en consecuencia saben que han hecho mal, y que deben ser encerrados para ‘‘rehabilitarlos''.

            ¡Pero es tan arduo y delicado esto de ‘‘rehabilitar''! ¿Quién lo va a hacer? ¡Qué pregunta más tonta! ¡El Estado, por supuesto! Y tuvimos Ley de Responsabilidad Penal Juvenil, y el ‘‘nuevo'' SENAME, sus ex cárceles, hoy Centros de Detención de nombres optimistas y poéticos, y los éxitos que conocemos.

            3. Leo, entre los primeros acuerdos educacionales Alianza/Concertación, que el ministerio del ramo tendrá DOS organismos más, a falta de uno: la Superintendencia y la Comisión Nacional de Aseguramiento de Calidad (El Mercurio, 2 de noviembre). Se agregarán al ministerio mismo, y al Consejo Nacional de Educación. Éste, según es vox populi, no sirve para absolutamente nada. El ministerio, de su parte, no presta el menor servicio a la enseñanza. Si Ud. es profesor , tiene un problema técnico en su ramo y curso escolar y llama al ministerio para que lo ayude a resolverlo, lo único que oirá será el ataque de risa del funcionario que lo atienda, ante su ingenuidad. Y ahora gozaremos, adicionalmente, de una Superintendencia para pedir todavía más papeles... ¡y una ‘‘comisión'' que ‘‘ASEGURE la calidad''! ¿Cómo la va a ‘‘asegurar''? ¿Qué castigo tendrá, si no la ‘‘asegura''? ¿Por qué podría ella hacerlo, y no lo ha intentado siquiera el ministerio en diecisiete años? Ya se está viendo la inutilidad y liviandad de la acreditación de la enseñanza superior por sus ‘‘comisiones'' (esta columna, 23 de octubre), y vamos creando otra para los estudios básicos y medios.

            Lo curioso es semejante explosión de estatismo entre los apóstoles de la libertad económica. ¿Es más importante ésta que la educacional? ¿Admitirían una superintendencia de fábricas de zapatos, o una comisión nacional para asegurar la calidad de los restoranes?

            Basten los ejemplos anteriores de la monumental ineficacia del Estado de Chile, y veamos sus causas:

            A) La primera, la misma inmensa cantidad y heterogénea variedad de las tareas que se entregan al Estado.

            B) La segunda causa, la pésima, politizada y mal remunerada organización de nuestro Estado. Los ministerios y servicios tienen estructuras envejecidas o duplicadas, fruto de sucesivas improvisaciones y hasta de fantasías. Las plantas de funcionarios son lo de menos, el grueso lo constituyen hordas de personas ‘‘a contrata''. La generalidad de la planta y gran parte de las contratas corresponden a ‘‘pegas'' insuficientemente remuneradas, donde se cumple a cabalidad el sabio principio: ‘‘Yo hago como que trabajo, tú haces como que me pagas''. Pero hay contratas bien pagadas, o aun excelentemente pagadas, a veces (pocas) por méritos, a veces (muchas) por ‘‘ pitutos'' políticos. En ocasiones los apitutados literalmente no hacen nada sino cobrar el cheque del mes. Recordemos los altos funcionarios de Justicia a quienes pagaban por emitir informes para Gendarmería, informes que Gendarmería nunca vio.

            C) La tercera causa, relacionada con la segunda, consiste en que se encargan al Estado funciones muy finas, para las cuales carece de personal calificado.

            Ejemplo a la vista, una vez más, el de los ‘‘tíos (!) educadores'' de los centros de detención del SENAME, como el portomontino ‘‘Tiempo de crecer'', hoy trágicamente famoso. Son personas a cargo de muchachos dificilísimos, que han delinquido, que generalmente arrastran una vida de abandono y violencia, y de vicios y corrupciones. Reeducarlos exige una serie de virtudes humanas: equilibrio emocional, estabilidad de carácter, perseverancia, don de mando, penetración psicológica, habilidades para convencer, encantar y arrastrar. También exige una preparación técnica, especializada, y elementos de trabajo. Todos estos datos deberíamos tenerlos respecto a los ‘‘tíos'' de Puerto Montt. No para molestarlos (son también víctimas de los hechos), ni siquiera se requiere individualizarlos... pero sí conocer sus aptitudes naturales y adquiridas para hacer lo que el Estado les exige. ¿Las tienen? ¿No las tienen? Sepámoslo.

            D) Por último, pero quizás lo más grave, muchas de las funciones que se quiere entregar o ya se han atribuido al Estado, simplemente no las ejercerá bien, NUNCA, porque no le son propias y en ellas sólo coloca y siempre colocará ‘‘parches'' insuficientes.

Ejemplo claro: los mismos Tribunales de Familia. ¿Qué familia? La matrimonial, ‘‘con libreta'', y los matrimonios mismos, van desapareciendo; y en aumento vertiginoso: a) las convivencias; b) las abandonadas ‘‘jefas del hogar'', que para sobrevivir necesitan trabajar ---el explotado ‘‘trabajo femenino'', fetiche sacrosanto, también, de algunos economistas---, dejando solos a sus hijos; c) los ex ilegítimos, muy mejorado su futuro ahora que son ‘‘nacidos fuera de la filiación matrimonial'', etc. El Estado, impasible, si es que no fomenta esos males, voluntariamente, o por desidia. ¿Resultados, especialmente en los sectores populares? Niños sin padres, desprotegidos, que abandonan la escuela, víctimas de la droga, el alcohol y la prostitución, delincuentes pequeños hoy y grandes mañana. ‘‘Hogares'' sin autoridad masculina, o en los cuales el hombre no es el padre biológico, sino un extraño de paso, almácigos de violencia y abuso sexual. Pero al Estado le cargamos estas CONSECUENCIAS mediante los Tribunales de Familia, y dejamos que desatienda las CAUSAS, a menudo culpa suya... una tarea imposible

Gonzalo Vial Correa / "La Segunda"

 

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