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La Democracia Cristiana (nunca) apoyó el golpe de Estado

Enviado por: "Germán F. Westphal" westphal@umbc.edu   gfwestphal

Lun, 18 de Dic, 2006 6:56 am (PST)

 
CARTA ABIERTA A LA SENADORA PRESIDENTA DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA, DOÑA SOLEDAD ALVEAR. <salvear@senado. cl>

Domingo, 17 de diciembre del 2006

Estimada Senadora:

Según "La Tercera" de hoy, Ud. habría afirmado que la Democracia Cristiana nunca apoyó el golpe de Estado de 1973.

Al respecto, me permito incluirle a continuación un breve video en el cual Patricio Aylwin hace una apología del golpe y en otra oportunidad se desdice. Esto demuestra que Aylwin es una persona moral y políticamente deshonesta que carece de toda credibilidad.

http://www.youtube. com/watch? v=csjBGLfK27c& NR

A mayor abundamiento, también le incluyo al final de este mensaje un breve artículo que escribí con Juan E. Albornoz sobre el tema. El articulo fue publicado por www.PiensaChile.com/ y otros medios hace poco más de tres años.

Por último, me permito mencionarle una conversación que sostuve con el ex Diputado Eduardo Koenig Carrillo poco antes de que falleciera.
Eduardo había sido mi Profesor de Historia de Chile en el Liceo de Hombres de Valdivia a principios de los 60 y, aunque manteníamos posiciones políticas distintas, a partir de esa relación de maestro- estudiante surgió una muy entrañable amistad. Años después del golpe
y de mi salida al exilio, en un viaje que hice a Chile lo busqué para invitarlo a almorzar. Fuimos a la Confitería "Torres" y allí conversamos sobre lo ocurrido en septiembre de 1973. Durante esa conversación me dijo que él nunca había apoyado el golpe, a lo cual repliqué que yo le creía que de buena fe pensara de esa manera, pero que tenía que recordarle que él, como Diputado Demócrata Cristiano, había votado favorablemente aquella declaración que afirmaba que el Gobierno de Salvador Allende había caído en la inconstitucionalida de la cual había pavimentado el camino hacia el golpe. Eduardo me miro fíjamente y, en un último esfuerzo por defender su posición, me dijo que ésa no había sido la intención de tal declaración, a lo cual contesté con algo como "Sí, don Lalo, le creo en cuanto a Ud. se refiere, pero el hecho es que todo político tiene que saber medir las posibles consecuencias de sus actos y, bajo las circunstancias en que se votó tal declaración, una consecuencia obvia es que era una abierta invitación al golpe como de hecho ocurrió cuando fue invocada por los golpistas". Eduardo me tomo la mano izquierda con fuerza y con los ojos húmedos me dijo: "Germán, me has ayudado a descargar un peso que he llevado en el alma todos estos años". Fue la última vez que lo vi.

A Eduardo Koening Carrillo siempre le guardé un profundo aprecio y siempre recordaré esa última conversación que tuvimos. Hoy he decidido compartirla con Ud. y hacerla pública porque muestra la faceta humana de un disciplinado diputado demócrata cristiano que votó según las órdenes de su partido, pero que como persona escencialmente humanista tuvo que vivir el resto de sus días con el tremendo peso moral de haber obedecido tales órdenes.

Saluda cordialmente a Ud.,
Germán F. Westphal

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