Blogia
Centros Chilenos en el Exterior

La parada del Ejército después de la muerte de Pinochet

La parada del Ejército después de la muerte de Pinochet

Las miradas se posan en cada paso del Ejército, la rama que carga con la mayor herencia del ex dictador. Aunque las opiniones son discrepantes frente a los cambios que se vienen para la institución, analistas y políticos especialistas en defensa coinciden en que las cartas están sobre la mesa y derrotan al pinochetismo.

Angélica Meneses
lanacion.cl

“Por la boca muere el pez” reza el viejo adagio que tan bien les calza a los dos ex altos uniformados -Ricardo Hargreaves y Augusto Pinochet Molina- que cayeron esta semana desde los grados de general y capitán, respectivamente, luego de hablar de más acerca de las bondades que –a su juicio- revestía la figura del fallecido ex dictador Augusto Pinochet.

Los actos de deliberación de ambos oficiales fueron rápidamente sancionados por el comandante en jefe, general Oscar Izurieta Ferrer, para contener la posible amenaza de que Pinochet se convierta en una verdadera alma en pena para la institución castrense.

Sin embargo, para el analista político Ricardo Israel, los impasses sólo fueron “hechos aislados”, ya que considera que no existe pinochetismo al interior de la rama castrense. Similar opinión tiene Raúl Sohr, quien sostiene que los cambios y la vuelta a la doctrina anterior a la dictadura se vienen desarrollando hace mucho, aun cuando reconoce que con la muerte de Pinochet se cierra el ciclo.

El presidente de la comisión de Defensa del Senado, Jaime Gazmuri (PS), felicita el accionar oportuno del comandante en jefe, y para su símil de la Cámara de Diputados, Patricio Hales (PPD), falta aún que la institución desarrolle el sentido del honor y orgullo de ser obedientes al pueblo representado por la autoridad de gobierno electa en las urnas.

Parlamentarios

Gazmuri sostuvo que la muerte de Pinochet “cierra un largo ciclo” desde el golpe de Estado y la intervención de los militares en la política, asegurando en todo caso que la baja del capitán y nieto del ex dictador y el llamado a retiro del jefe de la Quinta División “demuestra cuánto ha avanzado el Ejército en recuperar su doctrina histórica propia de un estado democrático, dado que el Ejército es una institución nacional, que sirve al conjunto de la nación y que por tanto no debe participar en la contingencia política”.

Planteó que la institución fue desviada de la ruta “por Pinochet hace ya más de 30 años, ya que fue el comandante en jefe de más larga estada en el cargo y al mismo tiempo un caudillo político y un jefe de Estado, e hizo que durante mucho tiempo se confundiera su figura y su gobierno con el Ejército y ese ciclo termina de manera definitiva ahora”.

Por ello dice que después de la muerte de Augusto Pinochet, “el Ejército vuelve a ocupar el lugar que nunca debió haber perdido y el mando de Izurieta en ese sentido ha hecho afirmaciones muy fuertes respecto a que la doctrina de la no intervención política es en serio y que ahora se cumple. Esto le hace muy bien al Ejército”.

Para el diputado Patricio Hales, los cambios están en ebullición y aún hay cuestiones que deben ocurrir para garantizar la profesionalización absoluta de las Fuerzas Armadas. “La imagen de Pinochet y lo que hizo debiera servir de profunda reflexión a las FFAA para comprender el honor que constituye obedecer a la autoridad democráticamente electa”, subraya.

Añade que “todavía no pareciera desarrollarse en profundidad el orgullo militar de estar bajo el mando del soberano, que es el pueblo y que representado por las autoridades que ese pueblo elige. Hacer esta reflexión hace inevitable desprenderse de la herencia pinochetista y repudiar por lo tanto a todos estos sectores derechistas que quieren tener un Ejército al servicio de sus ideas, sin entender que el Ejército está al servicio de la patria en su conjunto y no de uno de los bandos del debate político”.

Sentencia que la actitud firme del general Izurieta “confirma efectivamente la voluntad de construir hacia el futuro, conduciendo el mando del Ejército en la línea de la constitución y el orgullo de respetar la voluntad popular y obedecer a la autoridad democráticamente electa, desarrollando un mando para el servicio que la patria le encomienda a la institución”.

Analistas

El analista político, Raúl Sohr, dice que no se vislumbran modificaciones notorias en el Ejército después de la muerte del ex dictador, ya que “los cambios ya se estaban produciendo”. Sin embargo reconoce que “la desaparición de Pinochet va a ayudar a culminar el ciclo de conclusión del militarismo que fue tan fuerte durante su comandancia en jefe, militarismo entendido como el sentimiento de superioridad de los militares sobre los civiles”.

Para Sohr, “Pinochet fue un freno al desarrollo profesional del Ejército, impuso una cultura de militarismo y caudillismo que estaba reñido con las tradiciones republicanas del Ejército”, por lo que su ausencia definitiva establece una buena nueva para el desarrollo profesional de la institución.

Apunta que la salida de las filas de un general y un capitán amerita además el cobro de otras responsabilidades: las de quienes hicieron posible sus intervenciones, vale decir los encargados del protocolo y otros que no han dado cuenta del rol que jugaron en la situación.

Afirmó que “la trasgresión del nieto fue tan violenta, que en realidad pone en cuestión hasta cierto punto al Ejército en su conjunto, o sea cómo es posible que en un ejército, en una institución ordenada y jerárquica, puedan ocurrir cosas así, es decir que va mucho más allá de ellos como personas, por lo que uno esperaría que la sanción recaiga más allá, pues en esto tiene que haber muchos otros responsables que estuvieron vinculados al tema del protocolo y que permitieron que esto ocurriera”.

También el analista Ricardo Israel entregó su visión, señalando que ambos casos de desobediencia son sólo hechos aislados y que “lo fundamental está reflejado en la doctrina institucional y en las ordenanzas que fueron firmadas por primera vez en 1925 y que quedaron firmadas por el entonces Presidente Ricardo Lagos como decreto supremo de Chile, donde hay un compromiso institucional con la democracia y los derechos humanos”.

Con ello se logró, según Israel, un doble ejercicio: “Por una parte el regreso a lo que era antes en doctrina el Ejército y -desde el punto de vista operativo- una gran modernización, sobre todo en armamentos”, destacando que “no tenemos que confundirnos con las palabras del general o del nieto, sino que lo esencial es que ya había un cambio fundamental en el Ejército y eso ya no tiene vuelta”.

Israel también otorgó dosis de responsabilidad a los gobiernos de la Concertación, los que –dijo- deben ser capaces de entregar líneas precisas y claras para las actuaciones de los militares.

“Lo que falta ahora es lo que no ha hecho la Concertación, falta tomar decisiones y decirle claramente desde el punto de vista del gobierno y de la autoridad cual es la misión que se le concede a la institución y como se espera que actúe, creo que no correspondía juzgarla porque lo que debió pasar era que desde La Moneda se le dijera exactamente qué esperaba de la institución en algo que todos sabían que venía y que era la muerte del general. Sólo ahí se puede evaluar el comportamiento de la institución, pero ha habido un problema de todos los gobiernos de la concertación y lo que corresponde ahora es que el liderazgo político le diga a la institución que se espera de ella”, sentenció el analista.

0 comentarios