Por José Salvador Este 10 de diciembre comenzó temprano, a las 10:00 horas un grupo de compañer@s se juntan en el Memorial del Ejecutado Político en el Cementerio General a participar de un recordatorio a 20 años de la muerte en enfrentamiento de José Modesto Amigo Latorre y Luis Alberto Barra García, dos combatientes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria que resistieron la Dictadura Militar. Por la noche se recordaría el Dia Internacional de los DDHH en la Villa Grimaldi, ex centro de Tortura, desde donde fueron vistos por última vez muchos de nuestros detenidos desaparecidos. A las 14:15 horas, de este mismo Día Internacional de los DDHH moría el dictador chileno. Tantos años deseando Verdad y Justicia, deseando que reconozca y pague sus culpas, la muerte le ganaba a la Justicia. La incredulidad daba paso a la alegría, no logramos ponerlo entre rejas, pero esta será la primera navidad sin el Dictador, después de 33 años de desearlo.
El mandato intuitivo era llegar a la Plaza Italia, lugar donde nos hemos acostumbrado a celebrar nuestros triunfos políticos y deportivos.Subirnos al metro y llegar a la Plaza Italia fue todo uno, gitos, cantos y algarabía general: “Adios carnaval, Adios Criminal, no puedo creer en la cosa que veo, por las calles de Santiago veo” así reza un canto popular. Se destaparon una, dos muchas botellas de champagne, globos, challas, banderas chilenas, cubanas, venezolanas, aymarás, mapuche, rojas comunistas, rojas socialistas, de la izquierda cristiana, con imágenes del Ché, era una vez más el pueblo en las calles. Nos abrazabamos entre todos, cantamos al son de la barra de Los de Abajo, de la Garra Blanca, y de la FUNA. “olé olé, olé olé, celebraremos cuando muera Pinochet” y llegó ese día y celebramos, gritamos y cantamos. A las 18:30 horas debía partir la Marcha desde la Plaza Italia hasta el Palacio de La Moneda. Encabezaron la marcha quienes más merecen la celebración: las agrupaciones de DDHH, la Agrupación de Ejecutados Políticos, la Comisión Funa, el Colectivo de los 119, etc. Y era una fiesta, más que una marcha, nos autoconvocábamos para celebrar, hombres y mujeres de todas las edades, ancianos y niños, muchos niños… la fuerzas policiales no se veían… y no las estrañábamos porque no la necesitábamos… todo estaba bién, normal, tranquilo. Al llegar a La Moneda, el termómetro marcaba 31º, por lo que cuando llegaron los Carros Lanza Aguas, en vez de arrancar gritábamos “Uf, uf que calor tiren agua por favor”, y tiraron agua, esa agua que sabemos que es pestilente, pero ahí nos quedamos, una vez más porfiados, resistiendo, el calor y la alegria eran superior, pero para “Esa policia verde, esa que no deja ver, esa que nos torturaba, cuando estaba Pinochet”, nuestro acto de rebeldía era intolerable, no estaban ellos para protegernos como lo estaban en el Hospital Militar, ellos estaban ahí donde estábamos nosotros para lo que están acostumbrado: REPRIMIR, y entonces vinieron las lacrimógenas, y correr fue la orden, y gritamos y corrimos para todos lados, cuidando a los más débiles de no atropellarlos, las mujeres, ancianos y niños, esos niños que no entendían como una fiesta puede transformarse en tragedia. Nuestra celebración se trasladó a las calles aledañas a la Alameda, donde los automovilistas hacían lo suyo, tocar la bocina y enarbolar banderas. A las 20:00 horas ya la celebración dio paso a la manifestación más radicalizada de los grupos anarcos en el centro y a las manifestaciones en los barrios populares, como sabe hacelo el pueblo en su poblaciones: con barricadas.
Mañana será otro día, ya sin el dictador, recibirá los honores que le corresponden como Comandante en Jefe del Ejército, la cordura primó y no recibirá los honores de Jefe de Estado, no pondremos la bandera a media asta. Más la muerte de Pinochet no cierra el capítulo más oscuro de la historia de Chile, una etapa que estuvo marcada por gravísimas violaciones de derechos humanos y por la impunidad. Cabe recordar que según el Informe elaborado en 1991 por la Comisión Rettig (Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación de Chile) , 3.196 personas murieron como consecuencia de la violencia política durante el régimen de Pinochet. De éstas, 1.185 continúan desaparecidas. Desde 1998, Pinochet fue acusado de decenas de violaciones de derechos humanos pero hasta la fecha no se enfrentó a juicio debido a barreras legales - en particular , la inmunidad de que disfrutó como ex presidente y ex senador - y a problemas de salud. Al momento de su fallecimiento Pinochet estaba procesado ante los tribunales chilenos en relación con una investigación financiera – el caso Riggs – y cinco causas de derechos humanos: Villa Grimaldi, Operación Colombo, Operación Cóndor, la Caravana de la Muerte y el Caso Prats. Ahora está en manos del Poder Judicial Chileno evitar que reine la impunidad en el país llevando ante los tribunales a todos los responsables de graves violaciones de derechos humanos durante el gobierno militar.
En tanto desde mi corazón chileno, después de la celebración y la represión, aún nos quedan resonando las palabras proféticas de nuestro compañero Presidente Allende en su discurso final. “mucho más temprano que tarde de nuevo, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”
Testimonio de una compañera, con la que hemos compartido décadas de lucha
Un abrazo para todos
José Salvador
0 comentarios