El pugilato por la Contraloría
Cómo el escándalo de Chiledeportes encendió la carrera entre Pablo Ruiz-Tagle y Noemí Rojas por ocupar el sillón que dejó Gustavo Sciolla
El escándalo por los manejos irregulares en Chiledeportes tiene de las mechas al gobierno y a la derecha. En este round, la carrera por la Contraloría puso a los partidos de la Concertación en rincones opuestos.
www.lanacion.cl / Domingo
La derecha ha utilizado el desaguisado en Chiledeportes para oponerse frontalmente a la candidatura de Pablo Ruiz-Tagle, levantada por La Moneda, sugiriendo que este abogado con doctorado en Derecho en Yale no garantiza la independencia necesaria. Mientras, el oficialismo, sumido en una división interna, hace prácticamente inviable la llegada de Ruiz-Tagle a la Contraloría.
El golpe de gracia lo dieron el viernes los senadores DC Adolfo Zaldívar y Mariano Ruiz-Esquide, quienes adelantaron que no votarán por el abogado. En ese escenario, la Concertación ni siquiera podrá aspirar a alcanzar el quórum de 23 votos para conseguir la aprobación del abogado que comparte bufete con el presidente de RN, Carlos Larraín. La derecha, parapetada ante esta designación, insiste en el nombre de Noemí Rojas, funcionaria por casi cuatro décadas de la Contraloría. Y lejos de situar la discusión en la capacidad de modernizar la Contraloría, el debate político se transformó en una comparación odiosa entre los currículos de los dos candidatos.
TIENE SÓLO 17 DE LOS 23 VOTOS NECESARIOS
PABLO RUIZ-TAGLE: KNOCK-OUT TÉCNICO
Boris Bezama
En 1979, un estudiante de tercer año de Derecho de la Universidad de Chile sin militancia, pero contrario al régimen militar, recolectó firmas entre sus compañeros para conseguir la reincorporación de los hoy diputados Gabriel Ascencio, Eduardo Saffirio y del ex subsecretario Guillermo Pickering. El entonces ministro del Interior, Sergio Fernández, había pedido la expulsión de los tres DC luego de que el régimen militar detectara a esos “comunistas” protestando en una movilización por el 1º de mayo.
El estudiante era Pablo Ruiz-Tagle, candidato del Gobierno a contralor general de la República, quien por esos años era un veinteañero a quien le gustaba jugar pichangas y ya se destacaba por su alto rendimiento académico.
Nunca pensó en esos tiempos difíciles que tal comportamiento fuera esgrimido 30 años después para vetarlo. Es más, la derecha más dura se encrespó cuando vio en “La Tercera” un artículo de 2003 en el que el abogado calificaba de “terrorista” el golpe militar y se avergonzaba de los senadores designados.
Sin embargo, el actual secretario académico de la Universidad de los Andes, Joaquín García-Huidobro, considera que “no se puede juzgar a una persona por pequeñeces”, y asegura que su ex compañero de U. tiene los “méritos suficientes” para encabezar una institución como la Contraloría, que requiere una modernización cuanto antes para mejorar la calidad del Estado chileno”.
A juicio del académico de la U. de los Andes no es indispensable que quien conduzca la Contraloría obligatoriamente deba provenir de ese mismo órgano, pues entonces, haciendo un símil con las empresas, éstas no tendrían auditorías externas. Y respecto de la independencia de juicio que se le exige a cualquier contralor, García-Huidobro es categórico: él no aceptaría llamadas de nadie”.
DEL BUFETE DE ABOGADOS DE LARRAÍN
Ruiz-Tagle se tituló como abogado en 1984. Luego, obtuvo un máster en Derecho en la Universidad de Yale en 1988. En 1995 obtuvo el grado de doctor en Derecho en la misma universidad. Es miembro de la Asociación Chilena de Propiedad Industrial, de la Asociación Inter-Americana de Propiedad Industrial, de la Asociación Internacional de Marcas, y del Comité Conjunto Revisor de Peticiones del Acuerdo de Cooperación Ambiental Chile-Canadá de 1997.
Comparte oficina de abogado con el presidente de RN, Carlos Larraín, y dirige allí el área de propiedad intelectual y tecnologías de la información (que incluye marcas, patentes, derechos de autor, nombres de dominio y comercio electrónico) .
El timonel de RN ha preferido ser cauto en esta vuelta, aunque reconoce que su socio “está pasando a ser el pato de la boda”.
A sus cercanos, Larraín les ha confesado que no quiere pelearse con su amigo, ni poner a sus senadores en un apuro. Pero está consciente que no se están discutiendo los méritos de Ruiz-Tagle, sino que es “un tira y afloja”.
Hasta el viernes, la candidatura de Ruiz-Tagle se encontraba prácticamente empantanada, pues luego del misil enviado por Adolfo Zaldívar y Mariano Ruiz-Esquide, la chance de conseguir votos sólo se centra en RN y la UDI.
En la oposición advierten que fue un grave error de La Moneda pensar que Ruiz-Tagle, por provenir de la oficina de Carlos Larraín, obtendría de inmediato el visaje de la derecha.
Joaquín García-Huidobro responsabiliza al Gobierno del entuerto en que se encuentra la postulación del abogado. “Ha sido muy precipitada. Y como no es un hombre de partido suscitó desconfianzas en algunas formaciones políticas”.
Quienes conocen a Ruiz-Tagle aseguran que si existiera ánimo de influir de manera subrepticia en sus decisiones, el Gobierno se estaría disparando en el pie a través de esa designación.
Su perfil liberal –amigo del historiador Alfredo Jocelyn-Holt y de su esposa, Sofía Correa– contrasta con quienes insisten en catalogarlo como cercano a la Concertación y propenso a adscribir posturas gubernamentales en caso de que el 8 de noviembre fuera ratificado por el Senado.
Un amigo suyo DC sostiene que esas aprensiones se deben principalmente a que el profesional proviene de una familia en la que su padre, Carlos Ruiz-Tagle, militaba en la falange. Y plantea que la derecha está actuando de la misma forma como lo hizo cuando vetó al cientista político Óscar Godoy para conformar el directorio de TVN en 2004. “No visualizan que tendrían a la mejor persona en ese puesto”, añade la misma fuente.
CUENTAS ADVERSAS PARA LA MONEDA
A la hora de sacar cuentas, la estadística que se hace el Gobierno es que si el senador PRSD Nelson Ávila decide rechazar a Pablo Ruiz-Tagle como nuevo contralor, la Concertación sólo contará con 17 sufragios. Y de nada servirán las tratativas palaciegas para conseguir los votos del independiente Carlos Bianchi y los RN Andrés Allamand y Albero Espina. Al parecer, la suerte estaría echada e inútil habrá sido el llamado de Sebastián Piñera, quien pidió a su sector no votar en bloque, sino que en conciencia, para decidir al sucesor de Gustavo Sciolla. Los 23 votos necesarios son, a esta altura, una meta casi imposible que obligará a La Moneda a presentar otra alternativa. Pero al mismo tiempo, dependiendo del desenlace, habrá que ver cuáles son los costos políticos que enfrentará la más fiel promotora del nombre de Ruiz-Tagle.
La Moneda, en todo caso, sigue con atención el proceso y considera que el tema se ha politizado extremadamente por las irregularidades de Chiledeportes, de manera que prevé varias votaciones en un escenario difícil y complejo.
Por de pronto, Ruiz-Tagle ya está preparándose para irse de vacaciones junto a su esposa, Isabel Urzúa, y sus cinco hijos a la casa que tienen en Boigue (Chiloé), donde no hay electricidad. Y este año, como el pasado, pretende atravesar el canal de Mechuque (al lado del golfo del Corcovado) en un Zodiac. Empresa que obviamente será difícil, pero no tanto como la que deberá enfrentar en el Congreso de Valparaíso para convertirse en el próximo contralor general de la República.
SUSPICACIA EN LA MONEDA POR POSIBLE FILTRACIONES SOBRE CHILEDEPORTES
NOEMÍ ROJAS: EN LAS CUERDAS
Por Carla Alonso
19 de septiembre. Parque O’Higgins. La Presidenta Michelle Bachelet asistía a su primera Parada Militar. La contralora subrogante, Noemí Rojas (67), observaba el desfile desde la primera fila. Detrás de ella estaba la ministra Paulina Veloso. Durante el acto, Bachelet se acercó y saludó a Rojas. Pero Veloso no estrechó la mano de la abogada de la Universidad de Chile. Por alguna razón que nadie sabe explicar, esa tarde la ministra y la subcontralora no cruzaron palabra ni se miraron de frente. El episodio es recordado por los cercanos a Noemí Rojas, al explicar la postura del Gobierno en la carrera por designar a un contralor.
La menuda y seria mujer es conocida como la candidata natural a la que La Moneda no quiere para los próximos ocho años, y bajo cuya gestión el organismo fiscalizador redactó el lapidario informe sobre Chiledeportes. Han pasado casi cuatro meses desde que el ex contralor Gustavo Sciolla dejó el cargo, a los 75 años. Y la ministra Veloso encabeza un intenso lobby para designar al profesor de la Universidad de Chile Pablo Ruiz-Tagle, quien a juicio del Ejecutivo calza con el perfil modernizador que se le quiere dar al organismo.
DEL CAMPO A LA CIUDAD
La candidata que incomoda a La Moneda tiene un nombre tan largo como su carrera funcionaria: Laura Rosa Noemí Rojas Llanos. Nació el 26 de enero de 1939 en Curicó, donde vivía con sus padres, ambos profesores de matemáticas. Estudió en el Liceo de Niñas y en la Inmaculada Concepción. En la década del ’50 se vino a Santiago e ingresó a Derecho a la Universidad de Chile. Ahí compartió aula con el ex Presidente Ricardo Lagos y el abogado de Augusto Pinochet, Pablo Rodríguez. En quinto año tuvo clases con el ex contralor y ex senador Radical Enrique Silva Cimma. En 1996, cuando él estaba a la cabeza de la Contraloría, Noemí Rojas ingresó a la entidad. Tenía 27 años.
A fines de los ’60, la abogada se casó con el ingeniero y académico de la Universidad de Chile Esteban Domic, con quien tuvo tres hijos: Alejandra (36), diseñadora; Esteban (33), ingeniero civil, y Gonzalo (29), periodista.
Aunque sus simpatías políticas son un enigma, “Noemí es cercana a la Concertación y lo demuestra el historial de su familia. Tiene un hermano exonerado y otro que fue torturado durante la dictadura”, comenta una estrecha colaboradora. Cuando le preguntan por su postura valórica, la abogada siempre responde: “Soy católica, apostólica, romana e ignaciana”.
Dedicada “full time” al trabajo, sus pasatiempos son compartir con sus cuatro nietos, ir a conciertos al Teatro Municipal y viajar junto a su marido. Sus favoritos son los cruceros por el Báltico y el Caribe. Colecciona óleos y le gusta la comida sana. Llega a la oficina pasadas las ocho de la mañana y puede permanecer ahí hasta las nueve de la noche. Al interior de la Contraloría su lema es “racionalidad y justicia”.
LOS PROS Y LOS CONTRAS
Para el Gobierno, los 37 años de servicio de Rojas en la Contraloría implican postergar la renovación de la entidad. “Lo hemos conversado con Paulina Veloso y está equivocada”, admite el senador RN Antonio Horvath. “No conoce a Noemí Rojas. Nunca han hablado. No veo razón para argumentar este tipo de cosas. La apoyan ex contralores como Arturo Aylwin y Enrique Silva Cimma”.
Paradójicamente, la debilidad de Rojas es su mayor fortaleza. A ojos de la derecha, su extensa trayectoria garantiza una gestión eficaz. Y si bien la oposición ha lanzado dardos contra la Contraloría y su lenta modernización, para la abogada sólo tienen palabras de buena crianza. “Ella es visaje de independencia, seriedad y profesionalismo. Si se le da el respaldo del Gobierno y del Congreso, puede emprender la tarea de renovar la Contraloría”, cuenta el presidente de la UDI, Hernán Larraín.
Rojas es la candidata favorita de la derecha y, por lo mismo, el oficialismo la mira con cierto recelo. Su bullada candidatura enciende la alarma en un período marcado por el endurecimiento de la oposición. Chiledeportes promete seguir acalorando el debate, y la Contraloría ha sido un actor clave. Pero los cercanos a Rojas creen que los roces con el Gobierno no son tales. Dicen que hay una comunicación fluida y que “la telefonea el ministro del Interior, Belisario Velasco, por determinados temas”. En la misma Concertación la defienden. “Un Gobierno no puede dar la idea de una intervención como un traje a la medida, respecto a un órgano cuyo atributo fundamental es la independencia”, señala un senador del PRSD.
PROTAGONISMO EN ALZA
A comienzos de septiembre, en una de sus pocas intervenciones públicas, la abogada advirtió que la Contraloría “tiene que ser autónoma e independiente, de lo contrario no tiene razón de ser. Y un abogado externo con perfil político no asegura eso”, dejando en claro su aspiración de ocupar el sillón del ex contralor Sciolla. En ese entonces no vaciló al decir que en la Contraloría “estaban dolidos” por la demora de La Moneda para designar al sucesor.
Rojas comenzó a adquirir figuración mediática en 2002, cuando era candidata a encabezar la institución. Pero el elegido fue Gustavo Sciolla y ella se transformó en la primera subcontralora de la historia. Entró al organismo fiscalizador como ayudante de abogado y fue fiscal durante la gestión de Arturo Aylwin –hermano del ex Presidente Patricio Aylwin–, figura clave en su trayectoria.
Gustavo Sciolla, sucesor de Aylwin, la designó subcontralora, una decisión que no fue bien vista en La Moneda, ya que se la sindicaba como colaboradora de la oposición cuando ésta solicitaba informes sobre fiscalizaciones. Pero Rojas fue adquiriendo cada vez más protagonismo. Durante su gestión, Sciolla tuvo ausencias por motivos de viajes y de salud, y ella debió subrogarlo. Esto no los ayudó a estrechar lazos, sino que los distanció, al punto que en el último tiempo casi ni se hablaban. “Todos saben que el contralor le tenía celos profesionales. En una oportunidad, él se enfermó y Noemí debió leer una cuenta pública. Ahí, Sciolla tocó fondo”, señalan cercanos a Rojas.
Ese punto de inflexión fue la cuenta anual de la Contraloría en 2003, cuando la abogada sorprendió al entonces ministro José Miguel Insulza al detallar irregularidades en contratos entre el MOP y la Universidad de Chile. Fiel a su estilo, también abordó el caso Corfo-Inverlink, detallando el pago de remuneraciones irregulares en la administración pública, por $ 1.226 millones. “A última hora, ella le hizo sus arreglos al discurso”, admite la misma fuente. Frases más, frases menos, las palabras de Rojas fueron tomadas como un desafío al Ejecutivo.
Cuando el ex contralor dejó el cargo, Rojas tomó varias medidas que serían interpretadas como un lobby para patentar su estilo: la salidas del relacionador público y del jefe de la División de Auditoría Administrativa, que fue reemplazado por Patricia Arriagada. También ordenó la creación de un Comité Estratégico de la Función Jurídica y trató de revertir algunos asensos que había cursado Sciolla.
En el intertanto ha intentado darle un sello de modernización al período, impulsando un proceso para adecuar la organización a los tiempos actuales. “Eso requiere ser experto en derecho administrativo y Ruiz-Tagle es constitucionalista”, añaden en el organismo.
Pero no todo es miel sobre hojuelas en el historial de Noemí Rojas. La diputada María Antonieta Saa pone sobre la mesa el caso de Ana Cisternas, presidenta de la Asociación de Funcionarios de Renca: “Tenía siete sumarios y la acusaban de intervención política”. Saa cuenta que las personas que la habían acusado, luego negaron sus declaraciones. Pero la alcaldía la destituyó y la Contraloría también. “Noemí, que se conmueve bastante con la injusticia, firmó sin reconsiderar la situación. Ella es una buena persona, pero la División de Municipalidades hace lo que quiere, es absolutamente parcial. Y ella respalda estos dictámenes”
Lo que más irrita a La Moneda es la idea de que los informes sobre las irregularidades de Chiledeportes, se habrían filtrado desde el gabinete de la Contraloría a la oposición.
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