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Centros Chilenos en el Exterior

Una historia escrita con sangre

Una historia escrita con sangre

DETRACTORES DEL ENVÍO DE TROPAS CHILENAS A LA ESCUELA DE LAS AMÉRICAS

Sacerdote norteamericano denuncia que el organismo donde se formaron los torturadores latinoamericanos –supuestamente disuelto el año 2000 por el Congreso norteamericano– sigue cumpliendo la misma función con otro nombre. Este año ya han pasado 170 soldados chilenos por sus aulas.


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En 1990, aún estremecido por la violación y asesinato -cinco años antes- de cuatro religiosas por soldados salvadoreños formados en la Escuela de las Américas, el sacerdote norteamericano Roy Burgeois emprendió una cruzada contra ese organismo creado en Panamá en 1946 –a comienzos de la guerra fría– en los cuarteles del Comando Sur del Ejército estadounidense, con el objetivo de adoctrinar oficiales latinoamericanos en la lucha anticomunista.

Para librar su batalla, el padre Burgeois fundó el Observatorio de la Escuela de las Américas (SOA Watch), al cual adhirieron víctimas y detractores de las acciones y conflictos bélicos en que Estados Unidos se ha involucrado.

Tras múltiples de denuncias y de organizar protestas pacíficas –que le costaron cuatro años de cárcel– ante la sede del organismo en Fort Benning, estado de Georgia –donde fue trasladada durante el Gobierno de Jimmy Carter–, el sacerdote logró filtrar a la prensa (en 1996) los manuales de torturas que eran parte de la malla curricular.

El escándalo acaparó las portadas de los principales diarios del país y parlamentarios y personalidades de diversos ámbitos se sumaron a su causa, logrando que el año 2000 el Congreso norteamericano decretara el cierre de la institución. Ahí ocuparon pupitres 61 mil personajes de la talla del dictador de Panamá Manuel Antonio Noriega, el argentino Leopoldo Galtieri, el Presidente de Bolivia Hugo Banzer y el líder de los Escuadrones de la Muerte de El Salvador, Roberto D’Aubuisson.

Entre los tres mil chilenos que aprendieron que “no son humanos” quienes forman parte del “enemigo interno” y que “la tortura” es “un método” de obtener información se cuenta el ex director de la DINA, Manuel Contreras, y otros miembros del aparato represor de la dictadura de Pinochet, como Miguel Krassnoff, Álvaro Corbalán, Carlos Herrera Jiménez, Armando Fernández Larios, Fernando Lauriani, Odlanier Mena, Manuel Provis y muchos otros.

Pero poco duró la alegría por lo que parecía el fin de una amarga historia. En 2001, en las mismas dependencias de Fort Benning, fue creado el Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica (Whinsec es su sigla en inglés), con el fin de formar soldados latinoamericanos.

Para el padre Burgeois sólo se trató de un “cosmético cambio de nombre”, pues su objetivo sigue siendo “imponer a los países del cono sur su forma de pensar para cuidar sus intereses”.

Con el fin de denunciar la situación, junto a la activista Lisa Sullivan, al salvadoreño Carlos Mauricio y a la fotógrafa Linda Panetta, el sacerdote Burgeois visitó esta semana nuestro país como parte de una gira por Latinoamérica. El lunes pasado, la delegación se reunió con la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, quien les habría señalado que “sugeriría” que Chile se abstenga de enviar tropas, pero que la decisión final era del Ejército y no de su cartera.

Sullivan señala que en otros países han obtenido respuestas más satisfactorias: “Bolivia se comprometió a disminuir radicalmente su participación. Uruguay y Argentina decidieron suspender el envío de soldados y Brasil ya no lo hace”.

El presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados, Patricio Hales, calificó como “muy grave” la denuncia. “Sin perjuicio del valor que tiene para Chile el intercambio con el Ejército norteamericano, las investigaciones provenientes de ese país indican que en la actualidad en ese lugar se enseña a torturar, y eso no responde al honor de las Fuerzas Armadas. Lo hablé con el alto mando y me dijeron que hay cierta mitología. La respuesta no me dejó en absoluto conforme”, señala el parlamentario.

VERSIÓN DEL EJÉRCITO

A través de su departamento comunicacional, el Ejército respondió que “desde nuestra perspectiva el citado instituto [Whinsec] mantiene una oferta académica y de convenios que satisface los requerimientos del Ejército y no se orienta a lo que usted señala [violaciones a los derechos humanos]. Es más, este instituto es supervisado por una junta, la cual controla las actividades dos veces al año y hace una especie de revisión del período...”.

El documento del Ejército agrega que Whinsec “constituye un importante elemento motivador en el personal del cuadro permanente, sirviendo como una herramienta para incrementar sus conocimientos profesionales, a partir de la misión definida por este organismo de apoyar los principios de la OEA…”.

El propio Ejército informó que durante 2006 han enviado un total de 170 alumnos a prepararse en diferentes disciplinas. La que concentra mayor cantidad de estudiantes es el curso de liderazgo, con 135 cupos destinado a los alumnos de cuarto año de la Escuela Militar.

MUCHO RUIDO…

Durante la última década, Chile ha sido en cinco oportunidades el país de la región que más soldados ha enviado a Whinsec, siendo superado sólo por Colombia en los dos últimos años. “Nos extraña que Chile, que hace tiempo recuperó su tradición democrática, presente índices tan altos de asistencia a la Escuela de las Américas”, dice Lisa Sullivan, quien no tiene duda que sigue siendo la misma institución con un nuevo nombre.

Por lo demás, en la página web oficial de Whinsec –donde se autodefine como un instituto encargado de difundir valores democráticos– llama la atención que no se desmarque de su predecesora, pese a la condena mundial de los métodos utilizados. Al contrario, en una reseña histórica de la función desempeñada por los oficiales graduados en la Escuela de las Américas, se señala que “han ayudado a fomentar un espíritu de cooperación y de interoperabilidad entre las instituciones militares en todo el hemisferio”, y agrega que “la gran mayoría contribuyó positivamente a la transición de la región a la democracia (...) y a evitar conflictos internacionales”.

También se hace hincapié en la importancia de los cursos de derechos humanos, aunque sean materias electivas. En un curso obligatorio definido como pilar de la formación resalta la concepción que se le da al tema: “Se imparte (…) para inculcar en los estudiantes la idea de que los valores democráticos, el derecho internacional de derechos humanos y el derecho internacional humanitario son esenciales para las destrezas de liderazgo en las Fuerzas Armadas”.

Para el padre Burgeois el problema no es cómo se enuncie el curso, sino sus consecuencias: “A estas asignaturas de hermosos nombres asistieron violadores de derechos humanos. Y, según lo declarado por los mismos egresados, se crea un lazo de por vida, lo que significa pertenecer a un club donde obtienen licencia para hacer lo que quieran”.

Sus sospechas adquieren convicción con casos como, por ejemplo, el del coronel salvadoreño Francisco del Cid, sindicado como uno de los responsables de la matanza (2003) de 16 pobladores de Las Hojas, en El Salvador, quien asistió en 1988 a la Escuela de las Américas y más tarde a la Whinsec. Este organismo abrió sus puertas, en 2002, al capitán boliviano Filman Urzagaste Rodríguez, ex alumno de la Escuela de las Américas y responsable en 1997 del secuestro y tortura del director de la Asamblea Popular de Derechos Humanos de Bolivia, Waldo Albarracín.

ESCUELA DE TORTURA

El profesor salvadoreño Carlos Mauricio –secuestrado y torturado en 1983 por los Escuadrones de la Muerte–, quien en 2002 demandó a dos ex comandantes del Ejército del Salvador formados en la Escuela de las Américas, señala que lo ocurrido en la cárcel de Abu Ghraib, en Irak, es una prueba concreta de que las doctrinas aplicadas en la actualidad son las mismas del pasado. “Son exactamente las mismas torturas que me aplicaron a mí. Y si te fijas, la doctrina se repite. Primero, el Ejército no sabe nada y, luego, dicen que olvidemos el pasado, que no abran viejas heridas; pero no son sus heridas, sino las nuestras”, enfatiza.

El viernes pasado los cuatro integrantes de SOA Watch llegaron hasta La Moneda junto a miembros de agrupaciones de derechos humanos, como el secretario ejecutivo de la Comisión Ética Contra la Tortura, Ricardo Frodden, y el sacerdote José Aldunate. Aunque no fueron recibidos por ninguna autoridad, Burgeois dijo en la Plaza de la Constitución, a quien lo quisiera oír, que el no ser escuchado sólo les da más fuerza, que son demasiadas las víctimas, que el dolor en Latinoamérica ruge y que tenemos una historia común escrita con sangre. LND

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