AUTORIDAD SI, VIOLENCIA NO
Por Manuel Guerrero Antequera
El gobernar en condiciones democraticas pone a sus autoridades en el permanente desafio de valerse del ejercicio del poder de modo tal que este no se agote en una accion individual, de expertos aislados por ejemplo, sino en generar condiciones que abran paso a la movilizacion de las capacidades de una pluralidad de personas, por ideas y valores comunes, que es lo que permite, en definitiva, “poder” cambiar la sociedad para mejor. Ser Gobierno democratico implica mucho mas que elegir a un Mandatario en un rito que se repite cada cierta cantidad de anhos. Significa, sobre todo, poner en acto una concepcion del poder como una capacidad que no pertenece a ningun individuo en particular, sino a grupos humanos que salen de su esfera particular para, mancomunadamente, emprender nuevos rumbos, ejercicio que debe venir facilitado por la autoridad legitima -el reconocimiento- que han de ganarse dia a dia quienes gobiernan para conducir, competente y responsablemente, estos procesos de cambio.
En efecto, de modo diferente a lo que a veces se piensa, el poder jamas surge de la violencia, sino que emana del hecho de que personas se junten y procedan concertadamente para lograr un proposito comun. Es la concertacion de hombres y mujeres -”la union hace la fuerza”, dice el refran- lo que le resulta consustancial al poder, no la violencia. Es mas, la violencia no es equiparable al poder, porque el dominio por la violencia entra en juego precisamente cuando se esta perdiendo poder. Y una vez utilizada la violencia en pos del dominio, su uso cobra su precio tanto en los vencidos como en los vencedores, toda vez que ella implica una crisis de poder, es decir, la falta de capacidad para actuar juntos.
El ejemplo mas palpable, triste y siniestro de ello fue el Gobierno militar y de la derecha chilena que ejercio sistematicamente la violencia durante casi dos decadas en nuestro pais. Dicho Gobierno fue dictatorial en tanto elimino el nivel intermedio de la legalidad, volviendo el mandato de Augusto Pinochet en ley, suspendiendo el Estado de derecho e instalando un permanente estado de excepcion. Fue, ademas, autoritario, porque las relaciones de poder que se establecieron prescindieron de los procesos de legitimacion previos, destacando el uso de la fuerza, del terrorismo de Estado como el modus operandi principal. Tal regimen fue, a su vez, totalitario, porque mantuvo el monopolio de todas las formas y espacios de ejercicio del poder, imponiendo una ideologia oficial incuestionable; una policia secreta terrorista, que combatia a grupos declarados “enemigos de la sociedad”; un monopolio de los medios noticiosos y de informacion, asi como universidades, en manos directamente de los militares o de cuadros de ultraderecha designados, nunca elegidos, entre otros aspectos. Sin embargo, aunque resulte extranho decirlo, el regimen pinochetista fue extremadamente debil desde el punto de vista del poder y es por ello que tuvo que recurrir constantemente al uso de la violencia para asegurar su dominio, hasta que fue derrotado precisamente por el poder de las mayorias.
De modo distinto, un Gobierno democratico debe concebir al poder y la violencia como opuestos: donde uno domina falta absolutamente el otro. Como lo senhalo alguna vez Hannah Arendt, la violencia aparece donde el poder esta en peligro, pero confiada en su propio impulso acaba por hacer desaparecer al poder. Mientras la violencia esta vinculada con la amplificacion de la potencia humana mediante instrumentos de coaccion, el poder debe remitir a la autoridad, que jamas la otorga la violencia, sino la rectitud, el trato justo, la escucha tolerante y la capacidad de actuar juntos compartiendo responsabilidades. Donde se perpetua la relacion amigo-enemigo, precisamente impera la violencia, lo que coarta los espacios de reconocimiento del otro y, por lo tanto, hace desaparecer el poder como capacidad de emprender juntos.
En nuestro Chile actual no cabe duda de que estamos cada vez mas lejanos al modo de gobernar del pinochetismo. Prueba de ello nos la dan, por ejemplo, dos eventos recientes que solo son posibles en democracia y bajo una concepcion distinta de poder que el de la dictadura. El primero es el repudio publico de la Presidenta de la Republica a la represion policial contra periodistas y secundarios que se registro durante las pasadas movilizaciones de estudiantes. Lo novedoso del suceso, lamentablemente, no es que se haya reprimido con violencia inusitada a manifestantes y reporteros graficos, sino la condena abierta y decidida por parte de la principal autoridad del pais a tales hechos, que califico en la ocasion de “exceso, un abuso, una violencia repudiable e injustificable”, con el consecuente relevo de su cargo del prefecto de Fuerzas Especiales de Carabineros, el coronel Osvaldo Jara, debido a la violencia aplicada por efectivos de esa division contra los adolescentes y la prensa. La senhal de condena a esta violencia, transmitida por cadena nacional, no es menor y debe ser valorada en toda su magnitud, porque pone una vara distinta para medir publicamente que se considera tolerable y que no en democracia en cuanto al uso de la fuerza para las propias instituciones a cargo de velar por el orden publico. Ello sólo ha sido posible porque se tiene la conviccion de que medidas de este tipo ya cuentan con el respaldo ciudadano que las avalan. Es necesario, por tanto, que se actue en consecuencia trasladando la condena al uso de la violencia policial a toda parte o conflicto donde ella se manifieste, tomando las medidas del caso.
Una muestra de poder democratico es la eleccion de Senado Universitario de la nueva Universidad de Chile. Se trata de una instancia triestamental, con participacion de academicos, estudiantes y funcionarios, hasta ahora unica en el pais, que tiene atribuciones para definir las normas internas de la universidad, sus grandes proyectos y sus propuestas al medio nacional. Y este logro se debe, fundamentalmente, a la capacidad de actuar juntos que tuvieron los estudiantes de la Universidad de Chile que en 1997, luego de refundar su federacion, presionaron para que se formara la primera comision de caracter transversal encargada de repensar y generar un nuevo sistema de Gobierno participativo en la casa de Bello. En 1998 y 1999, se comenzo a escribir y se refrendo la propuesta de nuevos estatutos de la universidad, y en octubre de 2002 se eligio un primer grupo de representantes de la comunidad que hicieron la “marcha blanca” del Senado. Finalmente, hace pocos meses, se defendio la propuesta de la comunidad en su decisivo paso por el Congreso y la Contraloria General de la Republica, hasta que se consiguio su publicacion en el Diario Oficial como Ley de la Republica, despues de mas de nueve anños de intenso trabajo colectivo basado en el intercambio de argumentos y la movilizacion social que, sin necesidad de recurrir a la violencia, evidencian el poder, la capacidad de convocatoria y conduccion que tuvieron los estudiantes junto a academicos, funcionarios y autoridades.
Muestras como estas hay muchas mas como tambien existe una gran cantidad de proyectos colectivos que no han podido resultar exitosos porque, sin duda, a nuestra sociedad aun le falta mucho camino por recorrer para que la accion humana concertada no violenta sea la columna vertebral de nuestro modo de convivencia en democracia. Sin embargo, para avanzar en mejorar las condiciones materiales de existencia de toda nuestra poblacion y asegurar una vida digna para todos, no hay duda de que debemos continuar por el camino que nos muestran las experiencias de avance democratico, aunque tome mayor tiempo y trabajo conquistar mayorias conscientes, organizadas y participativas que producir efectos rapidos y espectaculares a traves del uso de la violencia, que esta condenada a ser efimera, pues solo porta la ilusion de que ejerce el poder, y como ilusion mas temprano que tarde se desvanece irremediablemente en el aire.
http://manuelguerrero.blogspot.com
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