EL PAPEL DE LOS EE.UU. EN BOLIVIA
Por. J.C. Cartagena.
La crisis de las instituciones, provocada por la decisión tomada por el ejército boliviano de desactivar 30 misiles, con la colaboración de los EEUU, antes que Evo Morales asuma la presidencia, se soldó, en un primer tiempo, por la dimisión del ministro de defensa y la destitución del general en jefe de las fuerzas armadas.
Este acto, cometido, aparentemente, a instigación del gobierno norteamericano, demuestra que las fuerzas reaccionarias bolivianas no respetan ya ningún límite en su oposición contra Evo Morales. Son capaces, incluso los militares quienes tienen por misión primera de defender su patria, de llegar a traicionar a su propio país.
La crisis pone en evidencia, además, que la administración Bush no cesara en aplicar la clásica política de intervención y agresión hacia los países latinoamericanos que rechazan inclinarse ante los proyectos imperialistas.
Álvaro Vargas Llosa, quien no puede ser sospechoso de simpatías progresistas, preconiza la adopción, de la parte de la Casa Blanca, de una política un poquitito más moderada que la actual, en lo que concierne el cultivo de la coca. Esto en vistas de evitar empujar las masas hacia posiciones más radicales a causa de medidas contra productivas.
Lo que parece desconocer nuestro consejero es que el imperialismo estadounidense es, por definición y por naturaleza, incapaz de practicar otra politique que aquella destinada a mantener en la sumisión los pueblos latinoamericanos.
Los Estados Unidos no han tolerado nunca la menor veleidad de independencia de la parte de los otros países del continente, que ellos consideran como parte de su « patio trasero ». Concepto ya bien definido por la doctrina Monroe en 1823.
Se pueden citar algunos ejemplos.
El surgimiento de lo que podría llamarse una avalancha de gobiernos progresistas en numerosos países latinoamericanos en la hora actual, no ha estimulado la Casa Blanca a reflexionar acerca de la coyuntura. La administración Bush persiste a seguir la misma política imperialista, incapaz de comprender que la situación ha evolucionado definitivamente.
Por otro lado, mas los EEUU se obstinan en sus agresiones hacia esos gobiernos, y mas jugaran el rol de « látigo contrarrevolucionario » del que hablaba Trotsky, y mas empujaran las masas, principalmente los desheredados, hacia posiciones radicales aun no explícitamente expresadas. La rápida evolución de la conciencia de masas en las revoluciones cubana y venezolana ha, si se puede decir, beneficiado de la agresividad sin reposo de las clases privilegiadas locales piloteadas por los dirigentes norteamericanos.
La contrarrevolución no puede existir aisladamente en un país. Tiene necesidad absoluta de apoyos externos. Es la razón por la cual los adversarios de la revolución son, tanto en Cuba como en Venezuela, creaciones completas de agentes exteriores, alentados incluso económicamente, por organismos extranjeros, principalmente americanos como la NED (National Endowment for Democracy) o la francesa como RSF (Reporters Sans Frontières). Este fue el caso, desgraciadamente exitoso, en el Chile de Allende en los años 70 o aun en la Nicaragua sandinista en los años 80.
El caso de los misiles bolivianos es una ilustración manifiesta de la voluntad americana y de las clases dominantes en Bolivia de emplear, desde ahora, todo su arsenal de medidas contra las nuevas autoridades del país.
El futuro gobierno boliviano que no posee ni los recursos, ni la fidelidad del ejército como en Venezuela, se ve confrontado a formidables peligros. En este contexto, la integración americana adquiere una importancia particular. Los desplazamientos que Evo Morales realizo a los países vecinos (Cuba, Venezuela, Brasil, Argentina), se inscriben en esta perspectiva.
La aceptación del Presidente chileno de asistir a la investidura del nuevo Presidente en La Paz, en circunstancia que los dos países no tiene representación respectiva a nivel de embajadas, es también un signo estimulante. Por lo demás, la Presidente de Chile recientemente elegida, M. Bachelet, tiene la oportunidad histórica de arreglar la reivindicación boliviana de recuperar una salida al mar.
Massy (Francia), 20 de enero del 2006
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