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MONSEÑOR GOIC Y LA DIGNIFICACION DEL MUNDO LABORAL EN CHILE

MONSEÑOR GOIC Y LA DIGNIFICACION DEL MUNDO LABORAL EN CHILE

MONSEÑOR GOIC Y LA DIGNIFICACIÓN DEL MUNDO LABORAL EN CHILE

 

Nuevamente la palabra serena pero comprometida con los conceptos de la justicia social y el bien común de Monseñor Alejandro Goic, interpelan a la sociedad chilena para que se abran espacios de mayor equidad con el mundo laboral.

De nuevo sorprenden las certeras palabras del Presidente de la Conferencia Episcopal y Obispo de Rancagua, Monseñor Alejandro Goic Karmelic. Hace ya 3 años el prelado remecía las conciencias de la sociedad chilena al hablar de la necesidad de tener un sueldo ético? En esa oportunidad Monseñor Goic afirmó: “Yo me dirigí a la conciencia cristiana de Chile, especialmente a los que comparten mi fe, pero también a todos los chilenos y chilenas que no profesan mi fe y que anhelan un país más justo”

Ahora, y en el marco del recuerdo del décimo aniversario de la muerte del sindicalista Manuel Bustos, vuelve Monseñor Goic  a hacer un llamado que tiene que ver con las reformas que profundicen la justicia social en las relaciones laborales y pidió no postergar este debate con la excusa de no distraerse de la reactivación económica.

Valorando los acuerdos ya alcanzados que dicen relación con el empleo, Goic coincide plenamente con los dirigentes sindicales que se preguntan: “¿por qué éste no es el tiempo de estudiar reformas laborales? El presidente de la Conferencia Episcopal va más lejos y también  pregunta: “¿Cuándo es entonces el tiempo?”.

En medio de una enconada campaña presidencial y parlamentaria estas reflexiones del Pastor son de la mayor importancia. Tanto por la oportunidad en que las expresa, normalmente ante un variado público en que destacan dirigentes sociales y políticos, como por captar la sensibilidad de una mayoría ciudadana que día a día lucha por tener una vida justa y buena  para sus familias, reconociendo a estas como el pilar fundamental de toda sociedad civilizada y democrática.

También se observa en este compromiso de Monseñor con la dignidad de las trabajadoras y trabajadores chilenos, una particular sensibilidad que es propia de la conciencia cristiana recta: hacer un esfuerzo y ponernos en el lugar del pobre y los que sufren. Hemos de comprender que esta actitud básica es un elemento elemental para que se construya la vida como Dios quiere, es decir, sin abusos ni atropellos contra el otro.

Los candidatos a la presidencia deben asumir seriamente que el sindicato es un inequívoco medio para la praxis de la solidaridad y la justicia. En total contraposición a la avaricia humana que es un sinónimo de la idolatría que conduce, tarde o temprano a dolorosas confrontaciones sociales entre trabajadores y empresarios. Por esto y más es ineludible que toda sociedad democrática no pierda nunca el sentido de la justicia social.

Es de esperar que la sociedad toda asuma lo que nuestros obispos han dicho con claridad y objetividad en medio de esta crisis financiera mundial y que castiga con mayor rigor a los pobres y desempleados: “El cierre de fuentes de trabajo, la cesantía que ello significa, el derrumbe emocional de quienes están en esa situación, los tan dolorosos efectos en la vida familiar, la congelación de estudios superiores, la incertidumbre, son sólo algunos dramáticos efectos”.

Chile ad portas del Bicentenario no se puede desligar de la enorme importancia que tienen las organizaciones de trabajadores. Son las trabajadoras y trabajadores los que ayudan en gran medida a generar riqueza, por lo tanto esta debe estar mejor distribuida y no quedar solo en manos de banqueros y especuladores sin dios ni ley.

Por eso son tan importantes las organizaciones de trabajadores y la Iglesia “reconoce la función fundamental desarrollada por los sindicatos, cuya razón de ser consiste en el derecho de los trabajadores a formar asociaciones para defender los intereses vitales de los hombres (y mujeres) empleados en las diversas profesiones”. (Com. DSI, 305). Ojalá, todos escuchemos en conciencia estas sabias reflexiones!

Jaime Escobar / Sub director “Crónica Digital”

La decisión que le pesó para siempre al Cardenal Silva Henríquez

La decisión que le pesó para siempre al Cardenal Silva Henríquez

01 de Diciembre de 2008

Adelanto de "Legionarios de Cristo en Chile: Dios, dinero y poder"

 Más de dos años invirtieron los periodistas Javier Ortega y Andrea Insunza de la Universidad Diego Portales para materializar este libro que, a partir de documentos inéditos y un centenar de testimonios, reconstruye el vertiginoso posicionamiento de esta orden religiosa en el sector más influyente de Chile. Aquí, algunos extractos sobre la oposición de los vicarios para que ingresaran al país, su predilección por el lujo y cómo el Cardenal creyó que podrían contrapesar al Opus Dei. 

Por Felipe Saleh

"El nuevo ejército del Papa", ese fue el estatus que durante el mandato de Juan Pablo II se ganaron los Legionarios de Cristo, la congregación fundada en 1941, en México, cuando la Iglesia aún era objeto de persecución en ese  país y del que era originario su fundador, el sacerdote Marcial Maciel Degollado.

Inmediatamente el grupo se perfiló como un bastión conservador, preocupado de asociarse especialmente con las clases altas y el poder empresarial. En los 40' la congregación recibió en España apoyo del franquismo al que debe gran parte de su vertiginoso crecimiento posterior.

Este es uno de los primeros datos consignados en Legionarios de Cristo en Chile. Dios, dinero y poder, de Andrea Insunza y Javier Ortega, periodistas e investigadores de la Universidad Diego Portales. El libro, que supera las 400 páginas, parte contando la historia que rodeó el aterrizaje de los Legionarios en Chile.

En 1980, durante la habitual reunión del entonces cardenal Raúl Silva Henríquez con unas 20 personas que conformaban el Consejo de Vicarios, fue discutido el ingreso de la orden. Los asistentes creyeron que "el cura rojo", como lo bautizó el régimen de Pinochet, iba a rechazar la entrada de la congregación teniendo en cuenta que en los círculos eclesiásticos se conocía de primera fuente el estilo de la Legión. Pero no fue así. Preocupado por la falta progresiva de sacerdotes y el declive en la cobertura educacional de la Iglesia, Silva Henríquez decidió darles luz verde. Algo que, para los que conocían el carácter del carismático prelado, sería imposible de revertir. Aún así la oposición del resto de los obispos fue potente, según lo narra el libro:

-He recibido a dos sacerdotes legionarios de Cristo. Ellos han solicitado, a nombre de la congregación, mi permiso para instalarse en el país. Y he resuelto autorizar su ingreso.

La idea es recibida con sorpresa y oposición. Uno a uno los miembros del Consejo de Vicarios intentan convencer a Silva Henríquez de dar pie atrás.

-Cardenal, perdóneme, pero usted sabe que a ellos les dicen los "Millonarios de Cristo". ¡Sólo se dedicarán a atender a los ricos!-, reclama uno.

El encargado de la Pastoral Obrera, Alfonso Baeza; el Vicario de la Zona Oriente, Cristián Precht, y otros influyentes sacerdotes, como el Obispo Auxiliar de Santiago, Jorge Hourton, comparten esa postura. Quien manifiesta una opinión discrepante es el Vicario para la Educación, Víctor Gambino.

En una cruzada solitaria, Gambino -miembro de la orden de los Salesianos, la misma del cardenal- argumenta que los Legionarios de Cristo podrían ayudar a resolver la crisis que enfrentan varios de los establecimientos educacionales dependientes del Arzobispado, que no cuentan con suficientes sacerdotes y religiosos para asegurar su continuidad.

Los vicarios han escuchado varias veces las quejas del cardenal por la falta de sacerdotes. Y aunque saben de esto, insisten.

-Ellos no solucionarán el problema, cardenal. Usted verá cómo pronto los tendremos en el barrio alto-, alega uno de los presentes.

-Sé muy bien la fama que tiene la Legión... -retruca el cardenal, pero, como en otras ocasiones, es notorio que no dará pie atrás.

-Al menos oblíguelos a hacerse cargo del Zambrano-, propone otro de los presentes. La moción despierta apoyo. El sacerdote alude al Instituto Zambrano, un colegio administrado por el Arzobispado de Santiago, emplazado en Estación Central, que originalmente estuvo a cargo de la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, y que en los ‘80 educa a niños y jóvenes de clase media baja.

Al cardenal le parece una sugerencia atendible. En los días posteriores vuelve a tratar el tema con otro sacerdote, Jorge Medina, en su casa de Simón Bolívar. Medina, al igual que Gambino, emite una opinión favorable. "En ese tiempo, no sé por qué motivo, yo estaba bastante cerca del cardenal Silva Henríquez. Recuerdo que yo estaba en el despacho del cardenal y él me preguntó. Yo le di una opinión favorable, y recuerdo que le fascinó la idea del Zambrano", recuerda Medina.

De este modo, Silva Henríquez abre formalmente las puertas para el ingreso de los Legionarios de Cristo a Chile. Desde entonces, y en tan sólo tres décadas, el grupo experimenta un explosivo crecimiento, penetrando la elite chilena gracias al selectivo proselitismo que desplegarán tanto sus sacerdotes como los miembros del Regnum Christi, el paraguas que agrupa también a los integrantes laicos del movimiento, mucho más numeroso que el brazo eclesial de la Legión y que resultará esencial para su expansión.

Aunque silencioso, el crecimiento de los Legionarios de Cristo en Chile estará marcado de hitos relevantes en los que, aparte de las críticas y los enemigos, habrán ganado influencia y aliados muy poderosos.

 Los sacerdotes de Pierre Cardin

El rechazo que generaban los Legionarios de Cristo entre los obispos chilenos venía de la experiencia que un grupo de profesores chilenos tuvieron en México, a mediados de los 70', donde fueron reclutados por la orden para trabajar en los colegios y la universidad que tenían en su país de origen.

 Poco a poco los chilenos van reparando en detalles propios del estilo de vida de los estudiantes que acuden a los establecimientos de la Legión.

-¿Quién tiene un jet privado aquí?-, pregunta en una ocasión un profesor. La mitad de los alumnos levanta la mano.

A varios de los invitados les llama la atención la elegancia de los sacerdotes, que visten ternos o trajes oscuros de marca Pierre Cardin, un lujo por ese entonces, y que a diferencia de los religiosos chilenos, se relacionan muy naturalmente con aspectos más mundanos de la vida social mexicana.

El choque cultural es fuerte. En el Instituto Cumbres, a mediados de la década del '70, todavía se utilizan métodos como el "azote" para reprender a los alumnos, incluso con el consentimiento de los padres. Además, los sacerdotes fomentan el secretismo, para que los estudiantes concurran a actividades del Regnum Christi, sin revelárselas a sus padres, de modo de generar mayor mística y compromiso con el brazo laico del movimiento. Esta práctica está ligada a la experiencia de la Iglesia Católica mexicana en la primera mitad del siglo XX, cuando fue perseguida. Algo que influirá especialmente en el carisma que Maciel infunde a la Legión.

Cuando lleva sólo tres meses en ese país, uno de los chilenos decide renunciar. Es el primero. No comparte el método de enseñanza, ni el modus operandi de los legionarios: cada vez que presenta un proyecto en su rol de asesor del Cumbres, un superior -que permanece en el anonimato- adopta una decisión que le es comunicada por otro sacerdote, de modo que no puede debatir ni defender sus planteamientos.

-Tenga paciencia, profesor. Esto va a cambiar, para eso los trajimos-, le prometen.

Un año más tarde, las condiciones son las mismas. Esta vez, su renuncia es indeclinable.

Desde entonces, el profesor sostiene tres encuentros en los que relata su experiencia a sacerdotes o autoridades eclesiásticas. El primero es con un miembro de la Compañía de Jesús, en México. "No haga nada en contra de ellos... Usted no tiene una congregación detrás que lo apoye", le recomienda el sacerdote.

El segundo ocurre un par de años después, en Chile. El profesor visita al sacerdote Jorge Hourton, en la oficina de este último en Recoleta, donde se desempeña como Vicario de la Zona Norte de Santiago. Es 1978 y Hourton es el primer integrante de la Conferencia Episcopal chilena en tener noticias de primera mano sobre la congregación fundada por Maciel. Dos años después, en 1980, Hourton integrará, en su calidad de obispo auxiliar de Santiago, el Consejo de Vicarios que se opondrá infructuosamente a la llegada de la Legión a Chile.

Precisamente en 1980 se concreta el tercer revelador encuentro, esta vez con Raúl Silva Henríquez, quien vuelve a representar sus preocupaciones. Tras enterarse de la petición de los Legionarios de Cristo para instalarse en el país, un sacerdote jesuita cercano al prelado, se contacta con el profesor, quien ha retomado su labor docente en Santiago, para invitarlo a una reunión con el cardenal.

La conversación se realiza a puertas cerradas en Simón Bolívar. Allí el docente relata otra vez su experiencia en México. Entonces interviene el jesuita:

-Don Raúl, no haga tal de traerlos a Chile. No son un grupo que esté en la línea de la Iglesia chilena, no defienden el Concilio Vaticano II. ¡Son el momiaje mismo, cardenal!

-No, no, no creo. A mí me han dicho que hacen buenas obras.

-Oiga, padre -insiste el docente-, no deje entrar a estos tipos.

-Lo que ocurre es que estamos necesitados de sacerdotes. ¡Estamos atravesando una crisis de vocaciones!-, argumenta el cardenal. Y ante la insistencia, endurece sus palabras, aludiendo a cómo la Compañía de Jesús descuidó en los años anteriores sus vínculos con la elite chilena.

-¿Qué quieren? Ustedes son los que han dejado de lado a la clase alta. Yo soy pastor de todo Chile, y si ellos vienen a trabajar con las clases altas, bienvenido sea.

La elite santiaguina se identifica, entonces, con dos grupos religiosos. Uno es el Movimiento Apostólico de Schoenstatt, fundado en Alemania en 1941 por el padre José Kentenich, quien crea personalmente el movimiento en Chile en 1949. Exactamente diez años después se instala en el país el segundo grupo, el Opus Dei, formado en España, en 1928, por Josemaría Escrivá de Balaguer.

Algunos sacerdotes que conversan en privado con Silva Henríquez sobre la llegada de los Legionarios a Chile, afirman que el cardenal autoriza el ingreso de la congregación justamente para contrapesar a este último grupo.

 "No me hable de eso por favor"

En casi 30 años funcionando, los Legionarios han conseguido plenamente el objetivo que los trajo a Chile. Distante por cierto de las esperanzas que tenía Silva Henríquez. Sus colegios educan a cerca de 10 mil alumnos provenientes del sector social más influyente. El año pasado además tomaron el control de la Universidad Finis Terrae.

En enero de 2008 murió el fundador Marcial Maciel, retirado a su pueblo natal luego que un año antes el Vaticano lo sancionara al descubrirse su oscuro y largo historial de abusos sexuales. Mucho antes, en 1986, el cardenal Raúl Silva Henríquez ya estaba arrepentido de haberlos dejado entrar:

En junio 1983, el cardenal Raúl Silva Henríquez presenta su renuncia al cargo de Arzobispo de Santiago ante el Papa Juan Pablo II, meses antes de cumplir 75 años de edad. En su reemplazo es designado el obispo de La Serena, Juan Francisco Fresno -con un perfil más moderado que su antecesor-, quien en 1985 es designado cardenal.

Tres años después de la dimisión de Silva Henríquez, en 1986, los Legionarios de Cristo fundan en Santiago su primer colegio: el Cumbres. Se trata todavía de un establecimiento pequeño, ubicado en Manquehue 146, en Las Condes, pleno barrio alto. El objetivo declarado de la Legión es conquistar a la elite de Santiago, por lo que concentran en este establecimiento los recursos captados entre sus "bienhechores". El Instituto Zambrano, en cambio, permanece en las mismas instalaciones de Estación Central, pertenecientes al Arzobispado, sin que la congregación destine más fondos que los estrictamente necesarios. Lo que sí hará la orden, desde 1989, será inaugurar los colegios Mano Amiga, destinados a niños pobres, y que tres décadas después representarán el 25% de su red educacional escolar.

El Instituto Zambrano, en todo caso, se mantendrá siempre en un segundo plano. En los '80, varios sacerdotes legionarios apenas visitarán el establecimiento y, en cambio, ofrecerán sus servicios como guías espirituales en colegios de mujeres y hombres del sector oriente de la capital, como el Villa María Academy, De La Salle, The Grange, y Apoquindo.

Enterado de esto, un sacerdote jesuita visita al cardenal Silva Henríquez, en su residencia particular. Toca el tema, y alude a los nuevos pasos de la Legión para ganarse a la elite chilena.

-¿Oiga, cardenal, y en qué minuto se le ocurrió a usted dejar entrar a los legionarios?-, le pregunta.

Silva Henríquez levanta su mano derecha, la mueve de un lado a otro, cierra un poco los ojos y hace un gesto de reprobación, como barriendo el aire.

-No me hable de eso, por favor, no me hable de eso-, responde.

Obispos Norteamericanos Piden Dar Prioridad A La Defensa De La Vida A La Hora De Votar

Obispos Norteamericanos Piden Dar Prioridad A La Defensa De La Vida A La Hora De Votar

Mientras Teddy Kennedy se alista para reunirse con su Hacedor nos preguntamos, ¿qué es lo que los Obispos Norteamericanos tendrían que decir acerca de la trayectoria de vida de Kennedy, fuertemente dedicada a abogar por el aborto? ¿Qué tendrían que decir a los votantes católicos que lo mantuvieron a él y a otros defensores del aborto en sus cargos, por tantas décadas? Quizás lo mismo que los Obispos decían en otra ocasión: "La destrucción directa e intencional de vidas humanas inocentes desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, siempre es malo y no se trata de un asunto más entre muchos otros.  Esto debe ser siempre motivo de oposición".

Steven W. Mosher

Presidente

Obispos Norteamericanos Piden Dar Prioridad A La Defensa De La Vida A La Hora De Votar

Por Colin Mason

Foto: Los electores no pueden votar por un candidato que demuestra una moral funesta simplemente para alcanzar sus estrechos intereses o preferencias partidarias

A fines del  año pasado, la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos remarcó  enérgicamente la necesidad de que los ciudadanos Norteamericanos eviten elegir a candidatos que no defienden la santidad de la vida humana. En un documento titulado "Forming Consciences for Faithful Citizenship" (Formando Conciencias para una Ciudadanía Creyente), una especie de "carta abierta" para los Católicos Americanos, advirtieron la importancia de ciertos temas políticos.  Subrayaron específicamente que los fieles norteamericanos deben realizar un compromiso de conciencia en política, concepto ciertamente nuevo para algunas personas, animándolos a no someterse a la moral pluralista que ha contaminado a tanta gente sensible. 

Las directrices dadas por los Obispos Norteamericanos son inequívocamente claras, tanto así que el más sofisticado político a favor del aborto tendría muchísimos problemas para evadirlas. "La Conciencia es la voz de Dios resonando en el corazón," declara inequívocamente el documento". Y agrega "revelándonos la verdad, (Dios) nos llama a hacer lo que es bueno, evitando lo que es malo... un sistema legal que viola el derecho básico a la vida basándose en la libertad de elección, es defectuoso desde la raíz."

Algunos asuntos son más importantes que otros, dicen los Sacerdotes, pero el tema de la vida, es el más importante de todos.  Los Obispos dicen textualmente:

"[34...] Un católico no puede votar por un candidato que toma posición a favor de un mal intrínseco, como es el aborto o el racismo, si la intención del votante es mantener esta posición.  En estos casos, un católico sería culpable de cooperar en un mal grave.  Al mismo tiempo, un votante  no debería usar la oposición de un candidato a un mal intrínseco para justificar indiferencia o desatención a otros asuntos importantes de moral, que involucran cuestiones pro-vida o de dignidad humana.

"35. Habrán ocasiones en que un católico que rechace una posición inaceptable del candidato, pueda decidirse a votar por aquel candidato, por otras razones moralmente graves.  Votar de esta manera, podría ser aceptable solamente por causas verdaderamente graves, y no para alcanzar sus estrechos intereses o preferencias partidarias, o para ignorar una moral fundamentalmente mala.

"36.  Cuando todos los candidatos mantienen una posición a favor de un mal intrínseco, el elector conciente enfrenta un dilema.   Podría decidir excepcionalmente no votar por ningún candidato o, después de una cuidadosa decisión, optar por votar por un candidato que pareciera tener una posición menos defectuosa o estar más cerca de otros bienes auténticamente humanos.

"37. Para tomar estas decisiones, es muy importante que los católicos estén guiados por una conciencia bien formada. Ésta reconoce que todas las acciones no tienen el mismo peso moral y que la obligación moral de oponerse a actos intrínsicamente malos, tienen una demanda especial en nuestras conciencias y en nuestros actos.  Estas decisiones deberían tener en cuenta los compromisos del candidato, así como su carácter, integridad y habilidad para influenciar en una cuestión dada.  Al final, es una decisión hecha por cada católico, guiado por una conciencia formada en una enseñanza moral católica.

"38.  Es importante aclarar que las decisiones políticas que toman los ciudadanos, no solamente tienen un impacto en la paz general y la prosperidad sino también pueden afectar la salvación del individuo.  Igualmente, el tipo de leyes y políticas promovidas por funcionarios públicos afectan su estado espiritual.

"41. Los votantes católicos deberían usar el marco de las enseñanzas católicas para examinar las posiciones de los candidatos en los asuntos que influyen en la vida humana y en su dignidad, tanto como los asuntos de justicia y paz, y deberían considerar la integridad, filosofía y trayectoria de los candidatos.  Es importante que todo ciudadano "vea más allá de los partidos políticos y analice críticamente la retórica de las campañas  y elija a sus líderes políticos de acuerdo a sus principios y no al partido afiliado....."

"42.  Como católicos, nosotros no somos votantes monotemáticos.  La posición de un candidato en un tema no es suficiente para garantizar el apoyo del votante.  Sin embargo, la posición del candidato sobre un asunto individual que implica un mal intrínseco, como el apoyo para el aborto legal o promover el racismo, puede legítimamente conducir a  un votante a descalificar al candidato para recibir su apoyo"

A pesar que el documento menciona el genocidio y la tortura como abusos a los Derechos Humanos, a los cuales los católicos deben oponerse, el asunto del aborto es de suma importancia en su esquema. El aborto es el tema central de los derechos humanos en los Estados Unidos hoy en día.  Aunque Estados Unidos no siente ningún remordimiento de genocidio o tortura institucionalizados, más de 4,000 abortos se llevan a cabo en sus márgenes cada día.

Recuerde, estimado lector, que el tema pro-vida es de suma importancia cuando el tiempo de elecciones llegue. Votar consistentemente por la vida, no nos hace fundamentalistas a católicos o a otros cristianos. Por el contrario, esto nos hace personas sensibles.  Sin el derecho a la vida, todos los otros Derechos Humanos no tienen ningún sentido.

Colin Mason es Director de Comunicaciones de Population Research Institute 

 Steve Mosher es el Presidente del Instituto de Investigación en Población (Population Research Institute), una organización sin fines de lucro dedicada a desmontar la falacia de la sobrepoblación en el mundo.

(c) 2008 Population Research Institute.

Permiso para reproducir concedido. Redistribución de forma extendida. Los créditos son necesarios

 

Declaración del Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile

Declaración del Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile

1. Los violentos episodios en la zona de la Araucanía han marcado los primeros días de este nuevo año. La muerte de un joven, las acciones violentas contra terceros inocentes, las medidas de fuerza, constituyen un síntoma alarmante de un conflicto que lamentablemente no hemos abordado en profundidad apuntando a las causas de fondo. Sentimos que la situación es altamente compleja por cuanto transcurre en un contexto de desconocimiento, prejuicios y discriminación hacia los indígenas, de políticas que se han demostrado inadecuadas, y de una instrumentalización por parte de personas ajenas a esta realidad que obstruyen los acuerdos con agitación y violencia.

2. La Iglesia, en fidelidad al mandato evangélico, ha continuado su histórico acompañamiento a los pueblos originarios, procurando la satisfacción de sus legítimas demandas, en el marco de la legislación vigente y promoviendo amplias instancias de diálogo. La participación del Obispo de Temuco, Monseñor Manuel Camilo Vial, de otros obispos y profesionales de la Iglesia en un servicio de garantía y facilitación se inscribe en este espíritu.

3. Lamentablemente la preocupación por el pueblo mapuche que amplios sectores ciudadanos dicen manifestar, no se condice con un esfuerzo real por escuchar la voz de sus dirigentes representativos y por comprenderlos en su propia cultura. Valoramos la voluntad expresada por el Gobierno al crear el Comité Interministerial, y confiamos en que su tarea pueda derivar en soluciones reales a las demandas de las comunidades mapuches, lo mismo que de las personas y empresas que han sido víctimas de una violencia irracional que a nada conduce.

4. Hoy nos preocupa, de un modo particular, la situación de la Sra. Patricia Troncoso Robles, quien se ha mantenido junto a otros dirigentes en huelga de hambre. Hemos conocido recientemente el informe médico de tres profesionales que la examinaron. Dicho informe señala que, aunque no se encuentra en situación de riesgo vital inminente, el significativo deterioro de su condición física es evidente en sus aspectos cognitivos, neurológicos y en la esfera cardiovascular. Según los especialistas, de mantenerse esa condición puede poner a la paciente en evidente riesgo vital. Confiamos en que las sugerencias que los médicos hacen respecto de su traslado a un recinto hospitalario de Santiago sean acogidas por las instancias pertinentes. Monseñor Vial les ha expresado la convicción de que poner deliberadamente en grave riesgo la propia vida para llamar la atención de las autoridades y de la sociedad no es proporcionado al maravilloso don que el Señor nos ha regalado, apelando a su conciencia de cristiana, hija de Dios y a la petición de su familia para que suspenda esta medida.

5. Reitero una vez más que la paz del corazón es el corazón de la paz.

† Alejandro Goic Karmelic

Obispo de Rancagua

Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile

 

MARX EN LA MENTE DE RATZINGER

MARX EN LA MENTE DE RATZINGER

El error de Marx ---dice este alemán que es papa--- fue olvidar que el hombre es libre y que no se le cura sólo con economía.

            "Spe Salvi" son las dos palabras que inician la segunda encíclica sobre "la verdadera fisonomía de la esperanza cristiana" de Benito XVI, publicada el 30 de noviembre del 2007, prácticamente dos años después de la publicación de su primera encíclica "Deus caritas est", aparecida en enero del 2006.

            Resulta difícil clasificar el último texto de Benito XVI. Por un lado, es una indagación teológica sobre la virtud de la esperanza, pero, por otro lado, es un excelente monográfico sobre filosofía de la historia donde el autor dialoga con los grandes pensadores modernos y contemporáneos.

            Un ejercicio intelectualmente riguroso, propio de un Herr Professor, acostumbrado a la lectura de los clásicos del pensamiento y al arte de argumentar. Ratzinger edifica un ensayo sobre la esperanza considerando las grandes objeciones del pensamiento contemporáneo y respondiendo a cada una de ellas.

            Especialmente interesante es la receptio de Marx en la última encíclica. Ya en la primera se refirió a él, como también a Friedrich Nietzsche, el maestro de la sospecha por antonomasia. En ésta ahonda en el espíritu y en la letra de la filosofía marxista.

             La lectura de Marx se articula en un doble nivel. Valora por un lado, su decidida apuesta por la justicia y por la igualdad, así como también reconoce los agudos análisis de Engels sobre la situación de la clase proletaria, pero critica algunos aspectos fundamentales de su obra y el materialismo histórico y dialéctico que la fundamentan.

            Dice Benedicto XVI: "Con precisión puntual, aunque de modo unilateral y parcial, Marx ha descrito la situación de su tiempo y ha ilustrado con gran capacidad analítica los cambios hacia la revolución, y no sólo teóricamente: con el partido comunista, nacido del manifiesto de 1848, dio inicio también concretamente a la revolución. Su promesa, gracias a la agudeza de sus análisis y a la clara indicación de los instrumentos para el cambio radical, fascinó y fascina todavía de nuevo. Después, la revolución se implantó también de manera más radical en Rusia" (& 20). Probablemente es la primera vez en la historia que la máxima autoridad de la iglesia católica se refiere al autor del Manifiesto del Partido comunista (1848) en estos términos.

             Y añade: "Con su victoria se puso de manifiesto también el error fundamental de Marx. Él indicó con exactitud cómo lograr el cambio total de la situación. Pero no nos dijo cómo se debería proceder después. Suponía simplemente que, con la expropiación de la clase dominante, con la caída del poder político y con la socialización de los medios de producción, se establecería la Nueva Jerusalén. En efecto, entonces se anularían todas las contradicciones, por fin el hombre y el mundo habrían visto claramente en sí mismos. Entonces todo podría proceder por sí mismo por el recto camino, porque todo pertenecería a todos y todos querrían lo mejor unos para otros" (& 21).

            Sin citar la caída del muro del Berlín (9 de noviembre de 1989), ni la consiguiente descomposición de la Unión Soviética (1991), inspirada en el marxismo-leninismo, Ratzinger elabora una crítica apriorística de la filosofía de Marx. Muestra como en la entraña de su obra subsiste un desconocimiento del misterio más hondo del ser humano, el enigma de la libertad que habita en él y defiende la imposibilidad de reducirlo a un puro conglomerado de determinaciones sociales y económicas.

            "El error de Marx ---sostiene Ratzinger--- no consiste sólo en no haber ideado los ordenamientos necesarios para el nuevo mundo; en éste, en efecto, ya no habría necesidad de ellos. Que no diga nada de eso es una consecuencia lógica de su planteamiento. Su error está más al fondo. Ha olvidado que el hombre es siempre hombre. Ha olvidado al hombre y olvidado su libertad. Creyó que, una vez solucionada la economía, todo quedaría solucionado. Su verdadero error es el materialismo: en efecto, el hombre no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo desde fuera, creando condiciones económicas favorables" (& 21).

            Los mismos discípulos heterodoxos de Marx, entre ellos, los miembros de la Escuela de Frankfurt, que Ratzinger cita prolijamente en esta última encíclica, se habían ya referido a estas incongruencias de Marx.

             Como en el caso de Sigmund Freud, los discípulos vieron las miopías e hipérboles de su maestro. Incluso en supuestas condiciones de igualdad social y económica, el deseo de felicidad del ser humano no queda colmado, como tampoco realizada la libertad que anida en su ser, ni la aspiración a la plenitud. Las estructuras sociales y económicas son claves para alcanzar una mínima dignidad humana, pero en el mejor de los mundos materiales, el ser humano no alcanza la felicidad, porque es un ser constitutivamente abierto a la trascendencia, un ens capax Dei.

            Con suma finura intelectual, no cae en la trampa de criticar a Marx por sus consecuencias históricas, pues siempre se podría argüir que los sistemas totalitarios que derivaron de él fueron, de hecho, una adulteración o peor todavía una instrumentalización de la filosofía de Marx. Y en parte, se debe reconocer, que así fue.

             La crítica va a la entraña de su pensamiento, al nivel más antropológico. El ser humano no se puede reducir a un simple conglomerado de determinaciones sociales y económicas y, menos aún, a pura materia en movimiento. En él subsiste una semilla de eternidad que nada puede colmar en este mundo.

 http://www.temas.cl/enero/iglesiacatolica/68.html