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Derechos Humanos

La bomba que terminó con el Ejército constitucionalista

La bomba que terminó con el Ejército constitucionalista

30 de Septiembre de 2014

A 40 años del asesinato de Carlos Prats

La bomba que terminó con el Ejército constitucionalista

En el aniversario del doble homicidio cometido por agentes de la DINA el 30 de septiembre de 1974 en Buenos Aires en contra del ex Comandante en Jefe del Ejército y ex ministro del Presidente Salvador Allende, general Carlos Prats González y su esposa Sofía Cuthbert Chiarleoni, El Mostrador publica hoy el capítulo correspondiente a este episodio del libro Los crímenes que estremecieron a Chile de los periodistas Jorge Escalante, Nancy Guzmán, Javier Rebolledo y Pedro Vega.

por EL MOSTRADOR

l ex comandante en jefe del Ejército y ex ministro del Presidente Salvador Allende fue asesinado el 30 de septiembre de 1974 en Buenos Aires junto a su esposa Sofía Cuthbert, por medio de la instalación de un artefacto explosivo (C4) colocado previamente bajo su auto por el agente de la DINA, Michael Townley. En la activación de la bomba participó su esposa, la también agente DINA, Mariana Callejas.

En Buenos Aires la jueza María Servini abrió una investigación del doble homicidio. La magistrada solicitó en su momento a Chile la extradición a Argentina del ex jefe de la DINA, general Manuel Contreras. La Corte Suprema, si bien resolvió que correspondía extraditar a Contreras, no lo hizo y en cambio ordenó que el doble crimen se investigara en la justicia chilena.

De la investigación se hizo cargo el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Alejandro Solís.

El 30 de junio de 2008, en un fallo de primera instancia, el juez Solís dictó las siguientes condenas en contra de los participantes en el doble homicidio, todos en situación de retiro del Ejército:

Manuel Contreras fue condenado a 20 años de presidio como autor del delito de asociación ilícita criminal, y a dos presidios perpetuos por cada uno de los homicidios.

El brigadier Pedro Espinoza Bravo, segundo hombre en la DINA, fue sentenciado a 20 años como autor del delito de asociación ilícita criminal y a 20 años por cada uno de los dos homicidios.

El general Raúl Iturriaga Neumann fue condenado a 541 días como autor del delito de asociación ilícita y a 15 años por cada uno de los dos homicidios.

El coronel Christoph Willikie Flöl recibió la pena de 541 días como autor de asociación ilícita y 10 años por cada uno de los dos homicidios.

El brigadier José Zara Holger, 541 días por asociación ilícita y 10 años por cada homicidio.

El coronel Juan Morales Salgado, 541 días por asociación ilícita y 10 años por cada homicidio.

Los agentes civiles de la DINA, Mariana Callejas Honores y Jorge Iturriaga Neumann, fueron condenados a 10 años por cada homicidio la primera, y 5 años por cada crimen el segundo.

Sin embargo, el 8 de julio de 2010, la Sala Penal de la Corte Suprema redujo estas condenas dejando a Contreras con 3 años y un día por asociación ilícita y sólo 17 años por los dos homicidios.

A Espinoza le rebajó la pena, dejándolo también con 3 años y un día por asociación ilícita y 17 años por ambos crímenes.

En cuanto a Raúl Iturriaga, Willikie, Zara y Morales, sus condenas se redujeron a 100 días por asociación ilícita criminal y 15 años por ambos homicidios.

Respecto de Mariana Callejas y Jorge Iturriaga, la Sala Penal de la Corte Suprema los dejó con 5 años por ambos homicidios, concediéndoles el beneficio de cumplir la pena bajo libertad vigilada.

Hoy martes 30 de septiembre de 2014 se descubrirá una placa recordatoria en la calle República Árabe-Siria en el barrio de Palermo de Buenos Aires, ex calle Malabia, lugar donde el matrimonio fue asesinado.

El acto está organizado por la Federación de Chilenos en Argentina, FEDACh, y la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con el apoyo de la Embajada de Chile en Argentina.

El acto contará con la presencia de Claudio Avruj, Subsecretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Ciudad de Buenos de Aires; Marcelo Díaz, Embajador de Chile en Argentina; un representante de la Federación de Chilenos en Argentina, FEDACH, y Cecilia Prats Cuthbert, hija del matrimonio asesinado.

También están convocadas autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, legisladores, comuneros, diputados y senadores, integrantes de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, organismos de derechos humanos, autoridades de la Embajada de Chile, Agregados Civiles, Militares, Raúl Sanhueza, Cónsul General de Chile en Buenos Aires, y la colectividad de chilenos residentes.

Lea capítulo de Los crímenes que estremecieron a Chile aquí.

 

 

 

 

 

 

 

Hermana de autor de homenaje a Pinochet fue torturada en dictadura

Hermana de autor de homenaje a Pinochet fue torturada en dictadura

Hermana de autor de homenaje a Pinochet fue torturada en dictadura: “oírlo me hiere”

Francisca González es autora del libro “Mi memoria es mi verdad”, donde detalla las vejaciones que sufrió durante el régimen militar. En una entrevista a CNN contó que su hermano Juan González, presidente de la Corporación 11 de Septiembre y ex teniente, no hizo nada por ayudarla cuando fue prisionera.

Miércoles 6 de junio de 2012 | por Nación.cl

 Francisca González, más conocida como Kika de Zanzi, vio la entrevista que su hermano Juan González, ex teniente y presidente de la Corporación 11 de Septiembre, dio el martes a CNN, en la que dijo que en Chile “no se violaron los derechos humanos”. Esperó que la conversación terminara y se puso el contacto con el canal para contar su versión de la historia.

Ex  prisionera política del régimen militar, pasó 8 meses sufriendo torturas y vejaciones, que también vivieron su hijo y su marido.  Todo esto lo contó en el libro “Mi historia mi verdad” y también en el set de televisión donde su hermano, organizador del  homenaje a Pinochet en el Teatro Caupolicán,  ocupó el día anterior.

Enfrentada a las imágenes de su hermano negando las violaciones a los derechos humanos, Kika dijo que su impresión fue de un "gran shock... ver a mi hermano decir las cosas que dijo me sacudió, llegué al llanto”, contaba, tras lo cual indicó que esto era más grave, sobre todo al venir de una familia de inmigrantes gallegos que escaparon de la Guerra Civil española. “Oírle decir todas esas cosas me hirió profundamente”, insistió.

Además contó que cuando estaba ella prisionera, Juan González no hizo nada por ayudarla, siendo que él estaba al tanto de la situación “porque mi padre se lo dijo”.

"El sabe que su cuñado, mi marido, estuvo en Isla Dawson, que mi hijo Carlos estuvo desaparecido varios meses y fue él quien lo encontró en el Estadio Chile, en donde ya lo habían buscando mi hermana y la señora de mi hija, es lo único que le tengo que agradecer, no las palabras que está diciendo ahora". En cuanto a su proceder, afirmó que a Juan González los militares "le lavaron la cabeza".

 

 

 

 

Día Internacional de la Mujer en Villa Grimaldi

Día Internacional de la Mujer en Villa Grimaldi

Industrias extractivas y energéticas en la mira

Industrias extractivas y energéticas en la mira

Industrias extractivas y energéticas en la mira de las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos

•Muestra de los mejores documentales del Cono Sur contribuirá a detectar áreas donde es necesario establecer esfuerzos para la defensa de un nuevo tipo de derechos de las personas, de los animales y de la Tierra, derechos que siempre han estado pero que ahora se visibilizan con mayor intensidad y que están vinculados con la defensa del medio ambiente, los recursos naturales, el patrimonio sanitario y con ello la cultura y soberanía alimentaria de las comunidades.

•Vea la programación completa del ciclo.

Santiago de Chile, 12 de octubre de 2011. (Radio del Mar)-- En Chile y el Cono Sur, las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos, han realizado un indispensable trabajo en momentos críticos de la historia reciente en diversos pueblos y naciones. En tiempos de las dictaduras militares en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Perú y Paraguay, entre otros países del continente, estas organizaciones investigaron, denunciaron, protegieron y defendieron a las personas de los crímenes de lesa humanidad cometidos por agentes del estado con la complicidad de reducidos pero poderosos sectores empresariales o de la oligarquía terrateniente. Así, la historia de la defensa de los derechos humanos en nuestra América, ha estado históricamente vinculada a la defensa de las personas de la violencia política ejercida de manera física con torturas, asesinatos, secuestros y la detención y posterior desaparición de miles de seres humanos.

Luego de terminadas las dictaduras, la violencia política de funcionarios estatales, se ha reducido drásticamente quedando principalmente focalizada a abusos policiales de diverso tipo. Sin embargo, a pesar que siempre ha estado presente, en este tiempo comenzó a vislumbrarse más sistemáticamente un nuevo tipo de violaciones a los derechos humanos, esta vez generada por la imposición de megaproyectos de extracción de recursos naturales o de generación de energía en diversas comunidades locales. Esta situación que ocurre masivamente a partir de los años ’90 en Chile y el Conosur, se ha incrementado progresivamente debido a las garantías y subsidios que los Estados han dado a empresas multinacionales que además han ido poco a poco influyendo y manejando las decisiones de la vida política de los países. De esta forma han logrado rebaja o eliminación de impuestos, tanto en sus operaciones de inversión como de exportación de recursos naturales, mano de obra barata, subsidios estatales y favorables adecuaciones de las leyes nacionales a sus intereses corporativos, todo lo cual les ha permitido establecerse con protección hasta con policías y militares en algunos casos.

En Chile se ha visto claramente cómo la acción directa o indirecta de las compañías, con el silencio o complicidad de funcionarios estatales, han generado situaciones de vulneración de los derechos humanos individuales o colectivos. Pero también la violación de derechos, de un nuevo tipo, la violación de los derechos a los animales, de los derechos de la Tierra, al patrimonio sanitario, al derecho consuetudinario de los pueblos indígenas, y con esto la violación a la soberanía alimentaria de las comunidades.

Esto lo podemos ver con la violencia generada al interior de la comunidad de Mehuín, sector donde la compañía CELCO, intenta imponer su ducto de desechos industriales. O también como es el caso de la multinacional Barrick Gold que con su proyecto Pascua Lama ha debilitado la soberanía de las naciones de Argentina y Chile al imponer, junto a Instituciones Financieras Internacionales, el peculiar acuerdo binacional minero en la cordillera de los andes.

No es posible olvidar también a las industrias extractivas como las forestales, pesqueras y de acuicultura, ambas basadas en la depredación y causantes de negativas alteraciones a los ecosistemas y fuentes de vida y subsistencia de las comunidades locales, siendo, mayoritariamente, la vida rural la más afectada, la más violentada.

Registrando las Violaciones

Es precisamente en este contexto en que se realiza el ciclo de documentales “Industrias extractivas y energéticas” que durante octubre organiza Amnistía Internacional y Mapuexpress. Esta muestra, que recopila las mejores películas informativas sobre medio ambiente y derechos humanos realizadas en los últimos tres años, es un primer gran llamado de atención a las corporaciones y Estados de parte de los artistas audiovisuales y de las organizaciones de medio ambiente acerca de la observación de la comunidad internacional a los gobiernos del Cono Sur, sus instituciones y a las multinacionales que operan en estos territorios. Pero también es un llamado de atención a los gobiernos y sociedades de los países de origen de estas multinacionales.

A través de este Ciclo, los audiovisualistas y las organizaciones ciudadanas demandan al Estado Chileno y sus poderes públicos, el respeto pleno de los derechos indígenas y el cumplimiento de los estándares internacionales de Derechos Humanos, siendo indispensable el respeto a la vida de los pueblos, sus culturas, sus conocimientos y prácticas ancestrales.

Este ciclo de documentales además realiza una revisión de la historia reciente en nuestros territorios y es un reflejo preocupante de la intervención directa de las multinacionales, muchas veces a través de empresas comunicacionales, en la vida social, política, económica y cultural de las comunidades locales. Pero también es un registro histórico del despojo de los recursos naturales de estos territorios. Como verán, las venas de América Latina siguen abiertas.

Todas estas películas que fortalecen la participación ciudadana potencian la democracia, con información veraz, oportuna y de calidad, muestran como, frente a esta situación, los gobiernos y empresas han criminalizado a dirigentes, organizaciones y movimientos. Pero además, de criminalizar la protesta social que denuncia la imposición de estos megaproyectos industriales, también ha criminalizado a los comunicadores y cineastas. Casos concretos tenemos en Chile y uno de ellos es el de Elena Varela, que fue acusada de terrorista, por registrar el abuso del Poder Judicial, de los fiscales y de la policía, con las comunidades Mapuche. Y aquí la responsabilidad es estatal, pues todos los gobiernos han criminalizado esta protesta social.

En definitiva, este ciclo de documentales ayudará a la ciudadanía a una discusión mejor informada, a establecer mejores vínculos entre pueblos y busca promover formas de convivencias pacíficas, respetuosas y responsables, en pro de fortalecer la defensa de la vida y de los Derechos Humanos.

Pero también contribuirá a detectar áreas donde es necesario establecer esfuerzos para la defensa de un nuevo tipo de derechos de las personas, de los animales y de la Tierra, derechos que siempre han estado pero que ahora se visibilizan con mayor intensidad y que están vinculados con la defensa del medio ambiente, los recursos naturales, el patrimonio sanitario y con ello la cultura y soberanía alimentaria de las comunidades.

 

 

 

Mandatario recibió en La Moneda el segundo informe de la Comisión Valech

Mandatario recibió en La Moneda el segundo informe de la Comisión Valech

La Tercera.cl

18 de agosto del 2011

En el documento, que le fue entregado en una audiencia privada, se certificaron cerca de 10 mil nuevos casos de violaciones a los derechos humanos cometidas durante el régimen militar. La instancia, no obstante, recibió 32 mil solicitudes.

Esta tarde, el Presidente Sebastián Piñera recibió -en el Salón de Audiencias del Palacio de La Monedala segunda versión del informe de la Comisión Valech sobre Prisión Política y Tortura.

En una audiencia privada, Piñera recibió el documento de manos de la vicepresidenta ejecutiva de la reabierta Comisión Valech, María Luisa Sepúlveda, luego de 18 meses de trabajo. En la ocasión, también estuvo presente el ministro de Jusitica, Teodoro Ribera.

Se recibieron 32.000 solicitudes, de las que fueron certificadas 9.800 que corresponden a casos de tortura y 30 respecto a desapariciones o ejecuciones.

En relación con los casos rechazados, Sepúlveda dijo que se trata de personas "que estaban fuera de mandato por no ser víctimas directas", y que en otros casos "no se pudo probar la motivación política o hubo falta de pruebas para acreditar la información presentada".

La cifra de certificaciones, sin embargo, fue calificada de "aberrante" por Mireya García, dirigente de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), por cuanto supone apenas un tercio de los casos presentados, según dijo en declaraciones a la agencia EFE. "Son cifras aberrantes. Puede haber casos que no cumplen los requisitos, pero que sean casi el 70% del total es absurdo, ilógico", cuestionó.

Por su parte, el titular de Justicia dijo que "esperamos que este informe de la comisión contribuya a la paz y la reconciliación", junto con manifestar que el Mandatario "agradece y valora el trabajo que ha realizado la comisión".

La instancia, en su reapertura -a fines del gobierno de Michelle Bachelet-, recogió los testimonios de víctimas que no fueron ingresados en el informe anterior, entregado en junio de 2005 al entonces Mandatario Ricardo Lagos.

En esa oportunidad, el documento incluyó a unas 29 mil personas, entre las que se contabilizaron a 87 menores de edad.

El secretario general de la Comisión Valech, Claudio Herrera, comentó hace algunos días que la idea de la segunda versión es entregar reparación a aquellas personas que no alcanzaron a ser ingresadas durante el período anterior, y reconsiderar aquellos casos que no fueron acogidos.

Los 32 mil nuevos casos excedieron todas las expectativas, razón por la que la instancia solicitó una prórroga de seis meses en febrero pasado, mes en el que vencía el plazo para la entrega del informe.

El documento es considerado el cierre del proceso que se inició en 1990 con el Informe Rettig de la Comisión de Verdad y Reconciliación, que estableció un total de 2.279 detenidos desaparecidos y ejecutados políticos.

 

 

Glorias navales de asesinos y torturadores: La noche de la Armada

La noche de la Armada

 
Tito Tricot

Fue tan  abrumador el silencio nocturno, que le entró por la garganta, haciéndole estallar el corazón en un galope insoportable. Así un día cualquiera desapareció Miguel, sumergiéndose, acaso para siempre, en la bruma  costeña. Allí se encontró con otros como él cuyo único sueño era  tener  una cascada de gorriones y ruiseñores para bañarse cualquier día sin pedirle permiso a nadie. No sé, ser un poco  menos pobres y un poco más felices. Entonces, no les hablen ahora del Mes del Mar ni de las Glorias Navales, pues éstos se tiñeron para siempre de la vergüenza de una Armada que torturó y asesinó en los tiempos de su única gloria: la del poder absoluto. Sin embargo, por las fisuras del miedo asomaba eterna la esperanza de que algún día todo cambiaría. Y así fue, por ello hoy se encuentran procesados seis altos oficiales de la Armada y, a pesar de los abyectos esfuerzos del senador Jorge Arancibia y de otros nostálgicos de la muerte por demostrar su inexistente inocencia, la ministra Eliana Quezada ha establecido fehacientemente que la Academia de Guerra Naval, el Cuartel Silva Palma, el Buque Escuela Esmeralda y el buque Lebu fueron utilizados como centros de detención y tortura donde, “a fin de obtener información, los capturados eras sometidos a múltiples sesiones de interrogatorio con aplicación de tormento físico y psíquico de variada índole”. Asimismo, se sostiene que, como acaecía en esa época, se verificaba el seguimiento de las victimas que terminaba en secuestro. Por lo mismo, declaró reos a los Vicealmirantes (R) Adolfo Walbaum Wieber;  Guillermo Aldoney Hansen y Juan Mackay Barriga; a los capitanes de navío (R) Sergio Barra Von Kretschmann y  Ricardo Riesco Cornejo, así como al Dr. Carlos Costa Canessa por el delito de secuestro calificado en el caso del sacerdote Miguel Woodward. La información recabada por la jueza, incluidas las declaraciones de los propios procesados, constituyen testimonio irredarguible de la responsabilidad de los mencionados oficiales en el crimen que se investiga. No obstante lo anterior, se ha iniciado una ofensiva comunicacional por parte del ex almirante Jorge Arancibia la cual busca revertir la supuesta injusticia que “se está cometiendo con nuestros distinguidos camaradas que, en forma estoica, están enfrentado esta situación, pero con un profundo sentimiento de impotencia”. Es lo que señala en un documento donde, además, critica a la “Familia Naval” por su falta de reacción ante lo sucedido. Su accionar ha tenido poca repercusión aparente, excepto la reaparición en Valparaíso  de un reducido número de miembros del Movimiento Unitario Nacional-MUNA, en la ceremonia de despedida de un nuevo crucero de instrucción de la Esmeralda. Cabe señalar que el MUNA es un partido en formación que considera al golpe militar como una “gesta patriótica, libertadora y restauradora de nuestra patria”, por lo que no puede sorprender que hoy sostengan que sus familiares se encuentran presos por “servir a Chile”; menos aún si uno de sus fundadores y primer presidente fue el almirante Jorge Martinez Busch, iracundo e irredento golpista. Asimismo, lectores del diario El Mercurio han manifestado su apoyo a los uniformados presos y proferido veladas amenazas al señalar, por ejemplo, que al parecer “la solución de estas injusticias no va por el lado de los reclamos ni por el de las presiones, ni tampoco por el de la justicia”… “el consuelo es que, el mundo gira y siempre las tortillas se dan vuelta” para, finalmente, expresar que “voluntaria o involuntariamente el sacerdote Woodward debió encontrarse en el lugar inoportuno, en el momento inoportuno…” Y claro que estuvo en varios lugares equivocados, pero no voluntariamente, sino que a la fuerza, toda vez que fue detenido por una patrulla de Infantes de Marina  en el cerro Placeres, conducido a la Universidad Santa María, a la Academia de Guerra, al Cuartel Silva Palma, a la Esmeralda y, finalmente, al Hospital Naval donde se pierde definitivamente su rastro. Aunque, en todo caso, se sabe que un funcionario del servicio funerario de la Armada acude al Registro Civil del puerto para inscribir su defunción, existiendo también una inscripción en el Registro de Sepultación del Cementerio Nº 3 de Playa Ancha. En dicha necrópolis se realizaron excavaciones para intentar encontrar los restos de Woodward, sin embargo, éstas fueron infructuosas, pues,  al parecer, dichas osamentas habrían sido removidas clandestinamente hace años, tal vez en la misma época en que el general Pinochet dio la orden para llevar a cabo la operación “Remoción de televisores” para exhumar cadáveres de prisioneros asesinados y desaparecidos por la dictadura para volverlos a hacer desaparecer. ¿Hay algo más siniestro que esto? ¿Hay algo más cruel que matar dos veces? El ex almirante Miguel Ángel Vergara, en una misa en apoyo a los oficiales presos realizada en Viña del Mar, expresó que: “me violenta que distinguidos oficiales se encuentren detenidos”. Pero, ni una sola palabra acerca de los torturados, las mujeres violadas, los gritos eternos en medio de la noche: la noche de la Armada.

Torturas y asesinatos

Y la noche de la Armada se entronizó en la Academia de Guerra Naval por donde, a pesar de las reiteradas negativas y declaraciones de inocencia de los altos mandos a través de los años, pasaron millares de  prisioneros políticos, todos torturados física y psicológicamente.  Entre ellos estuvo Miguel Woodward quien, de acuerdo a testimonios de carabineros asignados a la Academia, fue torturado inmisericordemente. El teniente (R) de carabineros, Nelson López Cofré, señala que se enteró de la detención y presencia de Woodward en la Academia y asistió al interrogatorio llevada  cabo por personal de la Armada. Se encontraba en el cuarto piso del edificio, “encapuchado, sentado en una silla, atado de manos y frente a él, el principal interrogador Jaime Román Figueroa, junto a gente de la Armada”. Además de Román, se hallaban presentes Juan Mackay Barriga, Sergio Bidart Ramirez y Ricardo Riesco Cornejo, todos oficiales de la Armada; asimismo, el subteniente de carabineros Angel Lorca Fuenzalida, los  tenientes Luis Araya Maureira y Enrique Corrales y, posiblemente, el capitán Héctor Tapia Olivares y los suboficiales Eduardo Vergara Branner y Jorge Leiva Cordero. “Varios de los nombrados le daban golpes de puño” en una sesión de tortura que se prolongó por más de una hora. Como consecuencia de lo anterior, concluye la jueza Quezada, “luego de un fuerte interrogatorio y aplicación de tormentos, Woodward es llevado en grave estado de salud hasta el buque escuela Esmeralda, nave que la marina había destinado como centro de detención e interrogatorio”. Desde allí es trasladado el Hospital Naval donde “se pierde su rastro físicamente”.

Lo anterior desmiente categóricamente las aseveraciones del senador Arancibia quien, basado en lo que le contaron sus ex camaradas de armas, dice que son inocentes, señalando que eran sólo analistas y que jamás cumplieron funciones operativas. Los casos de Mackay y Riesco son particularmente sintomáticos, puesto que diversas declaraciones de terceros – y en el caso de Riesco, también la propia – los ubican como miembros importantes del aparato represivo de la Armada. El cabo de carabineros Jorge Leiva, partícipe del interrogatorio de Woodward, fue destinado a la Academia donde Carabineros tenía una oficina a cargo del oficial de enlace con la Armada, comandante Héctor Trobok. Allí recibían órdenes directas del capitán de corbeta Juan Mackay, con el objetivo de detener opositores a la dictadura quienes eran trasladados al buque mercante Lebu. “Luego de haber sido detenida una gran cantidad de personas – declara Leiva – el capitán de corbeta Mackay ordenó trasladar a algunos detenidos hasta el buque Escuela Esmeralda”. En ese lugar, personal de la Armada, del ejército, carabineros e investigaciones, todos vestidos de civil, procedían a la interrogación de los detenidos, con torturas, entre éstas, la aplicación de electricidad. Acorde a Leiva, carabineros sólo utilizaba presión psicológica, además de dar “un golpe menor en el estómago para ablandarlos”. De acuerdo a Riesco, el tampoco torturaba, pues sólo tenía a cargo la custodia de los prisioneros, quienes “eran interrogados al interior del Buque Escuela, específicamente en la cámara o comedores de los guardiamarinas, por un grupo de personas externas a la nave que llegaban vestidos de civil y que estaban a cargo del capitán de fragata Jaime Román”. También se hallaban en la Esmeralda el subteniente Rafael Mackay, sobrino del almirante actualmente detenido, y, entre otros, los oficiales Adolfo Carrasco, Jorge Sabugo, comandante de la Esmeralda;  Eduardo Barison, segundo comandante; Hernan Middleton; Gabriel Campos y Sergio Espinoza Simonetti. Middleton por mucho tiempo negó haber estado en la Esmeralda, sin embargo es sindicado por un oficial que compartió con él en esa época como uno de los torturadores. En la actualidad es gerente general de  Antarctic Shipping S.A. una  compañía naviera que invirtió 6 millones de dólares en la reconversión de la motonave Piloto Pardo para realizar turismo en la Antártica. Mario Kreutzberger, el conocido “Don Francisco”, es uno de los socios de la empresa. Por otra parte, la misma fuente que menciona a Middleton como torturador, sostiene que Espinoza fue el artífice de la tortura en la Esmeralda, además de afirmar que es un hecho indesmentible que el actual vicealmirante Cristián Gantes, tercera antigüedad de la Armada, se encontraba en el buque con posterioridad al golpe militar. Es decir, cuando los prisioneros eran torturados. Lo que queda meridianamente claro es que, a pesar de las sistemáticas negativas de la Armada, en la Esmeralda se torturó a decenas de hombres y mujeres inermes, como también que se configuró una estructura represiva jerárquica donde Juan Mackay y Ricardo Riesco eran operativos y no simples analistas o empleados administrativos que, por lo demás, es lo que arguyen todos los integrantes de los organismos represivos cuando son detenidos. De hecho, Riesco, teniente de infantería de marina y quien se retiraría con el grado de capitán de  navío, realizaba detenciones en la zona e incluso en Santiago, con la chapa de “Alfonso”. Los detenidos, según propia confesión, eran llevados a la Academia de Guerra Naval y al Cuartel Silva Palma donde se efectuaban los interrogatorios, “específicamente en unas casetas que fueron habilitadas para tales efectos por un grupo de infantes de marina que estaban a mi cargo”. Entre ellos se puede mencionar a los  comandos Manuel Leiva, Juan Reyes. Francisco Lagos, Jaime Lazo, Bertalino Castillo, Juan Jonquera y Alejo Esparz, Francisco Prado,  Miguel Concha. Según afirma el suboficial mayor ( R ) de la Armada, Valentín RiquelmeVillalobos , se encontraban todos al mando del capitán de fragata IM Hernán Soto Aguilar. Asimismo, los interrogatorios eran habitualmente “presenciados y supervigilados por oficiales de la Armada…entre los que puedo mencionar al capitán de fragata Juan Mackay, al teniente infante de marina Ricardo Riesco y al teniente Rafael Mackay…”

Además de los oficiales mencionados,  el vicealmirante Guillermo Aldoney también tuvo activa participación en la represión post-golpe en la región, toda vez que era éste quien entregaba las ordenes para los distintos grupos operativos existentes. En el caso concreto de Miguel Woodward, Aldoney admitió que supo de la presencia del sacerdote en la Esmeralda y sostiene que  fue él quien ordenó su traslado al Hospital Naval. Dijo que su muerte fue un accidente y que al interrogador se "le habría pasado la mano". A pesar de lo anterior, nunca se realizó una investigación interna al respecto. Por su parte, todo indica que el capitán de navío (R) Sergio Barra, es pieza clave en todo el aparato represivo de la Armada, puesto que era director de la Academia de Guerra y, al mismo tiempo, jefe del Servicio de Inteligencia de la Comandancia del Área Jurisdiccional de Seguridad Interior (SICAJSI) que dependía directamente del comandante en jefe de la primera zona naval, es decir de Adolfo Walbaum. Todas las órdenes de detención eran firmadas por Barra y fue éste último el que ordenó a Riesco desarrollar labores operativas, tales como allanamientos y detenciones, entre otras. El caso de Barra es peculiarmente siniestro, pues no sólo “prestó servicios” en la Academia, principal centro de detención, tortura y exterminio de la Armada, sino que también en el Comando Conjunto y en la DINA, donde llegó a ser el segundo hombre en importancia. En otras palabras, no es cierto lo que ha sostenido sistemáticamente la Armada: que sus hombres no participaron en la represión o que, si hubo algo, fue solamente en los días posteriores al 11 de septiembre de 1973 producto de la situación excepcional que se vivía. Nada de eso es cierto, porque la Armada reprimió a los chilenos antes, durante y después del golpe militar.

Juicio a la Armada

Con anterioridad al golpe, la marina detuvo y torturó a más de un centenar de marineros constitucionalistas que tuvieron el coraje de denunciar la conspiración de la oficialidad de la Armada contra el gobierno de la Unidad Popular. Ricardo  Alberto Tobar Toledo, cabo 2do, destinado en la Escuela de Armamentos de Las Salinas, en Viña del Mar, fue torturado “con el denominado  teléfono, a patadas, culatazos, ensartado con yatagán bajo los omóplatos, y con golpes diversos, con diferentes objetos. Después de varios días de tortura, incluyendo simulacro de fusilamiento, fui trasladado al cuartel Silva Palma”. Los torturadores fueron todos oficiales de la Armada: Jorge Davanzo, capitán de fragata; Rafael González y  Carlos Cárdenas, capitanes de corbeta  y los tenientes Braulio Villarroel y Oscar Rodríguez.  En otras palabras, la Armada infligió y practicó en su propio personal las torturas que posteriormente masificaría en la región. No sólo eso, sino que la Armada proporcionó explosivos e instruyó a miembros de Patria y Libertad para llevar a cabo sus acciones terroristas. Asimismo, de acuerdo a diversas fuentes – incluido el recientemente publicado libro “Los que dijeron No”, de Jorge Magasich – con antelación al golpe, el entonces Capitán Guillermo Aldoney, Jefe del Estado Mayor de la I Zona Naval,  tuvo la responsabilidad de elaborar un plan de contra-insurgencia que dividía a Valparaíso en siete sectores y que, sin duda, fue utilizado para implementar los operativos en septiembre del 73, todo lo cual posibilitó el temprano copamiento de la ciudad por parte de la Armada. Además, facilitó la estructuración de un sistema represivo que torturó, violó, asesinó e hizo desaparecer personas impunemente. Al menos hasta hoy en que en un “acto de valentía” – como dice Tobar – la jueza Quezada ha comenzado a hacer justicia y, al parecer, “se quiere llegar al fondo de las violaciones a los derechos humanos cometidas por la Armada”. Claro, porque la aclaración del secuestro, tortura y desaparición de Miguel Woodward, es sólo la punta del iceberg de una trama de horror urdida desde los Altos Mandos de la Armada y en la que participaron civiles y uniformados. Incluidos doctores, como Carlos Costa Canessa quien, según propio testimonio, nunca conoció  al sacerdote “ni vi su cadáver, pues…sólo certifiqué el cadáver de una persona que presentaba un traumatismo craneano, pero en ningún caso ese cuerpo correspondía al ex sacerdote, pues no estaba identificado.” Esto desmiente, sin duda,  lo afirmado por el ex almirante Arancibia que dice qué Costa si vio el cuerpo de Woodward y, simultáneamente, refrenda la tesis de la ministra Quezada de que el médico que se desempeñaba en el Hospital Naval extendió un certificado de defunción sin ver cadáver alguno. Menos aún pudo ver su corazón de  hombre bueno que ha resurgido desde las profundidades oceánicas en un fárrago de luciérnagas para alumbrar este paisito del fin del mundo desprovisto de memoria. Por Miguel y por tantos otros caídos,  no nos hablen del Mes del Mar ni de las Glorias Navales.

Tito Tricot
Sociólogo
Director
Centro de Estudios Interculturales ILWEN
CHILE
Originalmente publicado en la Revista Punto Final, Chile

Mariana Callejas, cómplice del crimen de Carlos Prats y su esposa (I)

Mariana Callejas, cómplice del crimen de Carlos Prats y su esposa (I)

Mariana Callejas, cómplice del crimen de Carlos Prats y su esposa (I): Vida literaria en el corazón de la DINA

Por Cristóbal Peña, CIPER

 Mariana Callejas no irá a prisión. Después de ocho largos meses de espera, la Corte Suprema anuló la condena a 20 años dictada en primera y segunda instancia, beneficiando a la ex esposa de Michael Townley con una sentencia de sólo 5 años y sin cárcel como cómplice del crimen del general Carlos Prats y su esposa, ejecutado en 1974, en Buenos Aires. Aún así, ella dice que pagó un duro castigo al convertirse en paria de las letras chilenas. Comenzó a escribir seriamente casi a la par que se afilió a la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA. Dos ocupaciones muy distintas y en apariencia opuestas pero que inevitablemente terminaron mezclándose: uno de sus primeros cuentos trata sobre un sujeto a quien le encargan instalar una bomba bajo un auto. Su casa fue cuartel y a la vez sede de un taller literario por el que pasarían figuras relevantes de la Nueva Narrativa Chilena. En esas sesiones de lectura era quien llevaba la voz cantante. El mando. Escribía más que ninguno del grupo y era considerada una promesa de las letras nacionales. Todo eso mientras tomaba parte activa del organismo represivo de Pinochet.

El libro que Mariana Callejas tenía sobre la mesa de comedor trata de sicología. El drama del niño dotado, de Alice Miller, llegó ahí por intermedio de un amigo budista que cree en los libros de conocimiento personal y autoayuda: “No sé por qué se le ocurre que me voy a encontrar a mí misma; yo ya me encontré hace rato”, dijo ella y sonrió desde su departamento de dos ambientes en Providencia, donde a esas horas del atardecer sonaba el grupo gótico Dead Can Dance. Una música extraña y oscura, inquietantemente hipnótica, suave y a la vez intensa, como la misma Callejas. Una música que serviría para ambientar el tránsito de la vida a la muerte de un ser humano.

La serie de encuentros y entrevistas con Mariana Inés Callejas Honores sucedieron unas semanas antes de la resolución de la Corte Suprema que anuló la sentencia a veinte años de cárcel en su contra por el asesinato del ex comandante en jefe del Ejército, Carlos Prats y su esposa, ocurrido en 1974 en Buenos Aires. En esos días, previos a la sentencia definitiva, ella decía estar tranquila y confiada de su absolución. Decía eso y además se veía sinceramente tranquila y confiada, no obstante que las pruebas en su contra parecían sólidas. El propio Michael Townley confesó que su ex esposa chilena participó directamente, al igual que él, del atentado a Prats.

La escritora y ex agente de la DINA, de 78 años, decía que en caso de confirmarse la sentencia de primera instancia del juez Alejandro Solís no se afligiría. Ya estuvo siete meses en prisión en 1993 y esa experiencia “no significó mucho, si se sabe vivir ahí”, afirmó. Recordó que escribía poesías de amor para que sus compañeras de prisión se comunicaran con sus parejas y que solía contar a viva voz cuentos propios y ajenos, algunos de terror que incluyó en dos de sus libros. Salvo por algunas comodidades que dijo la tenían sin cuidado, la vida en prisión no haría gran diferencia con la que había estado llevando en los últimos años.

Una vida austera, solitaria y quieta. Una vida de condena social y de un ir y venir entre tribunales. Destacó además que en prisión puede hacer dos de las cosas que más le gustan: leer y escribir. De hecho, en prisión leyó Nocturno de Chile, el libro de Roberto Bolaño que recrea en clave de ficción los talleres literarios que ella solía organizar en la casa de Lo Curro, que al tiempo que sede social y literaria fue cuartel de la DINA y escenario de crímenes y horrores.

Mariana Callejas no reconocía autoría en el asesinato de Prats. Ni siquiera haber protagonizado o visto algún ilícito en sus años de agente. De lo que sí se mostró arrepentida es de haber participado en la DINA. Pero no por un juicio político o moral a la policía secreta de Pinochet, sino por las vergüenzas y dolores que han tenido que padecer sus cinco hijos, ocho nietos y un bisnieto.

Por eso, y principalmente porque su pasado político truncó una carrera literaria que se preveía promisoria.

Editores de renombre que leyeron sus cuentos, pero que no la publicaron por motivos políticos o morales, la reconocen como una escritora de méritos. Mejor que la media en Chile, al menos. Por algo fue reconocida con premios literarios ganados en buena ley. Pero Mariana Callejas es Mariana Callejas, protagonista de los más renombrados crímenes de la dictadura. De ahí que haya debido autoeditarse, habituarse al rechazo y desaire de sus pares. Eso sí que la entristece.

A decir verdad, en uno de los encuentros dijo precisamente lo contrario: que no la entristecía en absoluto, sino únicamente que lo encontraba injusto, pero lo dijo con voz triste. Eso ha sido un verdadero castigo, admitió después, en una de las pocas ocasiones que mostró alguna fisura (ver entrevista).

NOVELAS DE ESPÍAS

El punto de partida se sitúa en el invierno de 1974, cuando ingresó al taller literario que el escritor Enrique Lafourcade ofrecía en el Instituto Cultural de Las Condes. Eran cerca de cincuenta alumnos y ella destacaba entre la media. Ella y un par de nombres: Carlos Franz y Erik Polhammer. Había comenzado a escribir a fines de los sesenta, mientras vivía en Miami junto a su tercer marido y padre de dos de sus cinco hijos, Michael Townley. Allá tomó un curso de escritura y ensayó sus primeros cuentos, varios de ellos inspirados en personajes que había conocido una década atrás en Nueva York.

Fue precisamente uno de esos cuentos, llamado ¿Conoce usted a Bobby Ackermann?, el que impresionó favorablemente al maestro del taller en Santiago. Ambientado en Brooklyn, este monólogo de un veterano sastre judío obtuvo en 1975 el primer lugar del concurso de cuentos Rafael Maluenda del diario El Mercurio. El relato fue incluido cinco años después en el primer libro de la autora y posteriormente, a instancias de Lafourcade, en una selección de cuentos chilenos de editorial Andrés Bello que contó con un tiraje de 45 mil ejemplares.

Lafourcade será el gran puntal literario de la Callejas. Estimuló su escritura y no pocas veces influyó para que la publicaran y ganara premios. Fue también gracias a él que la autora participó en el almuerzo que escritores chilenos compartieron con Jorge Luis Borges en 1976.

Dos años antes, al comienzo del taller, su esposo estadounidense solía recogerla en auto y muchas veces llevaban a Lafourcade a su casa. Así conocieron su intimidad y ganaron su confianza. Callejas era su alumna preferida y ejercía una atracción especial en él y otros alumnos del taller, que admiraban sus observaciones agudas y punzantes, a veces crueles, pronunciadas con voz sedosa y pausada. Le gustaban las novelas de espías, especialmente las de John Le Carré, y comentaba con propiedad obras de Hemingway y Camus. Pese a su baja estatura, era una mujer atractiva, además de cosmopolita y enigmática.

Había vivido en un kibutz en Israel y su tercer marido era un norteamericano diez años menor que ella. Uno de sus amores, el también agente DINA Antal Lipthay, la definirá en una declaración judicial del caso Letelier como una mujer “extraordinariamente inteligente y hábil (…) Gustaba relatar detalles íntimos de sus vivencias en el kibutz, las costumbres, las obligaciones, la igualdad entre los sexos, la liberalidad en las manifestaciones eróticas. Y en este último detalle, recuerdo que a Mariana le satisfacía abundar en imágenes e incluso evocar algunas de sus propias experiencias”.

En el mismo testimonio, Lipthay la definirá en un ámbito más oculto: “La permanente acción política le da la satisfacción espiritual que necesita”.

COMANDANTE PEPE

La acción política experimentó un cambio de eje radical. Si en su juventud simpatizó con la izquierda, desde fines de los sesenta transitó hacia la vereda opuesta. No es fácil explicar esto. Tampoco ella se lo explica.

En una de sus tantas declaraciones a la justicia dirá que así como en Estados Unidos marchó en contra de la guerra de Vietnam también lo hizo antes en favor del senador Joseph McCarthy. Y hoy asegura que así como sigue siendo anticomunista, también se declara anticlerical. El hecho es que su verdadera “satisfacción espiritual” comenzó durante la Unidad Popular, cuando adscribió junto a su marido al movimiento nacionalista de extrema derecha Patria y Libertad y participó de la emisora clandestina Radio Libertad. Más protagonismo tuvo Michael Townley, que se vio involucrado en la muerte de un obrero en Concepción y debió arrancar del país para eludir la cárcel junto a su familia.

Tenía historial político, pero de eso no se hablaba en el taller literario de 1974. Se discutía de literatura y punto. Nadie sospechaba de ella. Por eso, ese mismo año, cuando Lafourcade anunció el abrupto fin del taller ante la deserción de varios alumnos, los que persistían aceptaron la invitación de ella de seguir las sesiones en la mansarda de la casa que tenía con Townley en calle Pío X, en Providencia. Uno de esos alumnos fue el empresario catalán Cristián Aguadé.

Ex esposo de la pintora Roser Bru y refugiado de la Guerra Civil española, recientemente Aguadé publicó un libro de memorias en que dice que la dueña de casa “escribía bastante bien unos cuentos de fuerte carga psicológica”. En particular destaca uno que le llamó la atención, aunque no necesariamente por su prosa: inspirado en José Liendo, el comandante Pepe, el cuento describía pormenores de la captura y muerte del mítico dirigente sindical del MIR, asesinado un mes después del golpe de Estado.

“La descripción era tan realista y con lujo de detalles, que si bien no es extraño en un gran escritor, parecía cosa vivida. Pero además, era la única que se atrevía a tocar temas de actualidad, pues todos los demás los eludíamos para no caer en sospechas”, cuenta Aguadé, quien en su momento nunca percibió nada extraño. Tiempo después vino a entender el propósito del taller de electrónica que el marido de Callejas tenía en las afueras de esa casa y por el que se pasaba para ingresar a la mansarda. Un taller como cualquiera. Una casa de familia como cualquiera. De ella admiraba su agudeza y talento literario. A Townley lo recuerda como “un joven de aire pacífico y hacendoso que de vez en cuando nos visitaba donde nos reuníamos, pues también era aficionado a la literatura”.

POSTALES DE FAMILIA

En el departamento de Mariana Callejas hay una foto familiar a la vista. Es una imagen en blanco y negro y la muestra a ella junto a Michael Townley y sus cinco hijos. La escena, que transmite satisfacción, serenidad incluso, fue captada hacia mediados de los sesenta cuando la pareja vivía en Los Dominicos y disfrutaba de un periodo de estabilidad que se extenderá por el resto de la década. Se habían casado en 1961 en Santiago y Townley pasó a ser el padre adoptivo de los tres hijos del anterior matrimonio de ella.

En 1966, una vez que nació el segundo hijo en común de la pareja, se trasladaron a vivir a Miami.

Allá ella comenzó a escribir en un taller de la Universidad de Miami. También se sumó a marchas convocadas por el New Party of Florida, una agrupación de izquierda que entre otras cosas proponía la legalización del aborto y la marihuana. A su esposo, en cambio, no le interesaban mayormente la literatura ni menos política. Lo suyo eran las carreras de autos. Trabajaba en un taller mecánico y antes había vendido enciclopedias. Aparte de los hijos, la pareja tenía poco en común.

Así y todo ella sostiene que había armonía entre ellos y que esa armonía era sinónimo de felicidad:

-Nuestra casa en Miami no era un lujo, era relativamente modesta, pero teníamos un yatecito y un perro muy lindo. Llegaban muchos chilenos a visitarnos, bandadas de chilenos que no sé cómo se pasaban el dato y se acomodaban en colchones en el garaje. Salíamos a pasear en yate y lo pasábamos estupendo, pero todo eso se esfumó cuando pasaron las cosas feas.

Las “cosas feas” comenzaron en tiempos de la Unidad Popular, más particularmente cuando Townley salió arrancando de Chile al tomar parte del comando de Patria y Libertad que dio muerte al obrero que custodiaba una antena que impedía las transmisiones de Canal 5 de Concepción, dependiente de la Pontificia Universidad Católica, cuya postura era de decidida oposición al gobierno de Allende. La foto del estadounidense estuvo en las portadas de los diarios y lo obligó a arrancar. Después le siguió ella con los hijos. Había un prófugo y un muerto a cuestas. Pero para ella las cosas feas no comenzaron realmente ahí sino con la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA.

TIEMPO COMPARTIDO

Mariana Callejas ha dicho que su ex esposo ingresó a la policía secreta de Pinochet a instancias del entones coronel Pedro Espinoza, subdirector de la DINA, que conocía el trabajo de la pareja en Patria y Libertad. Que lo hizo por motivos económicos pues hace no mucho habían llegado de Estados Unidos y no tenían trabajo. Y que ella también aceptó participar sólo para aumentar el ingreso familiar, no obstante que le pagaban considerablemente menos que a él.

Ha dicho también que no tenía una función específica en la DINA, a diferencia de su esposo, que era experto en electrónica. Que no midió las consecuencias y las cosas se le escaparon de las manos, pues no tuvo voluntad de poner freno a lo que consideró fue un aprovechamiento de los mandos superiores. Ha dicho todo eso y vuelve a decirlo en su departamento, introduciendo algunos matices:

-Es para arrepentirse el resto de la vida. Para darse de patadas en el traste el resto de la vida. ¿Cómo pude aguantar esto yo? ¿Por qué dejé que Mike hiciera esto? Pero no se puede repetir la historia. Fue un mal momento, fue un mal momento cuando no encontró trabajo y estaba desesperado, estábamos desesperados. Había que pagar arriendo, había que pagar colegios, tú sabes cómo es. Sin trabajo, sin apoyo, y de repente aparece Espinoza (…) Yo me vi envuelta en este asunto, no es que yo haya dicha Ah, voy a pelear por esto, me voy a meter a la DINA y voy a hacer cosas, no. Yo por mí no hubiera hecho nada. Si Michael no hubiera insistido en que lo acompañara, yo no habría tenido por qué figurar en ninguna cosa. Pero, como era muy celoso, insistía en que lo acompaña en sus viajes…

El primer viaje en que acompañó a su marido -de acuerdo con el fallo en primera instancia del juez Solís, que fue ratificado por la Corte de Apelaciones- coincidió con el asesinato de Carlos Prats y su esposa. Entre los elementos de prueba esgrimidos por Solís para incriminarla se cuenta el testimonio de un ex militar que asegura que en los días previos al atentado la pareja estuvo probando explosivos en el Cajón del Maipo, lo que fue corroborado posteriormente por el propio Townley ante la justicia. De cualquier modo, había una distinción: mientras Townley dedicaba tiempo completo a su trabajo en la DINA, Callejas alternaba sus funciones de agente con las de escritora aficionada.

Sus cuentos trataban principalmente de veteranos, perdedores y gente sola y desencantada. También de terror y misterio. Varios de los relatos de esa época fueron compilados en Larga noche (1981), una autoedición de escasísima difusión que comienza con un relato homónimo que describe las torturas de un detenido. También incluye el cuento titulado Parque pequeño y alegre, que trata de un sujeto a quien le encargan poner una bomba bajo el auto de una víctima.

El libro llegó a manos del crítico literario Hernán Poblete Varas, quien publicó un comentario de ese libro en el que dijo que “se trata de cuentos breves, concretos, sin una palabra de más (…) en la mayoría prevalece cierto escepticismo en el cual no hay, sin embargo, derrota ni amargura, aunque haya desencanto y muerte”.

CRITICA IMPLACABLE

Mariana Callejas se tomó en serio su afición literaria. Tenía una producción importante y era quien movilizaba al grupo proveniente del taller de Enrique Lafourcade que siguió trabajando en la casa de Pío X, en Providencia. “Instalé asientos, alfombras, pisos, lámparas y avisé que el taller sería autónomo y que estaría abierto a quien quisiera asistir”, escribió en la introducción de su libro Nuevos cuentos (2007). También escribió que entre el “bello grupo de personas asistentes” a esas primeras sesiones, se encontraban Cristián Aguadé, Lucho Hermosilla, Verónica Pizarro, Cassandra Gianini, Verónica Pizarro, Iris Cornejo y Carlos Franz, a quien definió como “el niño bonito que hablaba como un caballero sesentón”.

Empujada por su maestro literario, que más de una vez llegó de visita a esa casa, Callejas ejercía un cierto liderazgo sobre el grupo. Conducía las sesiones y determinaba sus dinámicas. Según el relato testimonial que el escritor Carlos Iturra publicó con el título de Caída en desgracia, ella “no ponía restricciones a su hospitalidad y prodigaba a todos por igual su acogedora bienvenida, pero como tallerista era implacable, tal vez la que descargaba opiniones más despiadadas sobre los textos defectuosos”.

El escritor Gonzalo Contreras, quien a partir de 1976 –con 17 años- frecuentó los talleres de la ex agente, dice que “ella era una mujer muy fuerte, con temperamento”, y solía llevar la voz cantante en el taller y, probablemente, “por lo que pude observar, también en su casa”.

Atendiendo a la relación de los hechos, es muy probable que en los días en que tenían lugar los talleres literarios en la mansarda de la casa de Providencia, se organizaba el asesinato de Carlos Prats.

Aunque ella nunca ha reconocido participación alguna en este crimen, admitiendo únicamente que en esa época viajaba a Buenos Aires por motivos de turismo y comercio, fue su propio ex marido quien la delató en una declaración judicial de 1999 ante la jueza María Servini de Cubría:

“Yo estaba sentado al volante y mi esposa al otro lado y tenía la radio sobre las rodillas. La levantó y preguntó: ¿qué hago? Dámela, le dije… No, no sé si lo dije… simplemente la tomé. Ella estaba toqueteando, empujando. Ni siquiera estaba prendida. Estábamos sentados desde hace horas… Cuando ella levantó la radio, el botón estaba al lado derecho, lo tenía en la mano. Yo vi que cuando la levantó pensaba que se iba a producir la explosión, pero no sucedió…” (ver testimonio completo de Townley).

La Corte Suprema desestimó este testimonio, al igual que otras pruebas. Para la máxima instancia judicial del país, sólo a Townley le cabe responsabilidad como autor material del crimen. Como sea: se trató del primer crimen internacional de la DINA. Y a éste le seguirán los atentados a Bernardo Leighton (Roma, 1975) y Orlando Letelier (Washington, 1976), en los que estarán involucrados Townley y su esposa.

Fue el comienzo de una política de exterminio internacional y para ello la DINA dispuso la compra de la casa de Lo Curro, donde se mudó la pareja y quedó establecido el cuartel Quetropillán. Ahí también se siguieron celebrando veladas literarias y sociales con nuevos invitados.

Vea además:

Mariana Callejas: “Es tan triste escribir y que no te publique nadie”

La confesión clave de Michael Townley

 

 

CASO BALTASAR GARZÓN: AFDD ENTREGA CARTA AL GOBIERNO Y AUDIENCIA NACIONAL DE ESPAÑA

CASO BALTASAR GARZÓN: AFDD ENTREGA CARTA AL GOBIERNO Y AUDIENCIA NACIONAL DE ESPAÑA

La Agrupacion de familiares de Detenidos Desaparecidos AFDD entregó una misiva al gobierno y Audiencia Nacional de España, respaldando al juez Baltazar Garzón.

Sr. Embajador de España
D. Juan Manuel Cabrera Hernández

PRESENTE

De nuestra consideración:

Junto con saludarlo, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Chile, desea por su intermedio dar a conocer a usted, al gobierno que representa, a la Audiencia Nacional y a quienes corresponda nuestro sentir frente a la investigación a la que será sometido  el Juez Baltasar Garzón.

Nos parece ajena a toda lógica democrática que esa investigación esté relacionada con el hecho de si violó o no la ley española al asumir, el Juez Garzón, la investigación por crímenes de lesa humanidad efectuados por el franquismo entre los años 1936 y 1951, sobre los cuales se aplicó la ley de amnistía dictada en 1977. Sabido es que a crímenes de esa naturaleza, tales como la desaparición forzada de personas, la tortura y las ejecuciones políticas, no les es aplicable amnistía alguna, dado que , según el Derecho Humanitario Internacional nos señala, esos crímenes no pueden se amnistiados y no prescriben en el tiempo, siendo además, posibles de ser juzgados en cualquier época y lugar, razón por la cual son considerados contra la humanidad.

La similitud con nuestra propia ley de amnistía de 1978 y las resoluciones que se han hecho por parte de Comisión Interamericana de DDHH y las propias Naciones Unidas, en el caso chileno, nos dan los argumentos para sostener que lo obrado por el Juez Garzón, es correcto, es más a Chile se le ha solicitado en forma categórica que esa ley de amnistía debe ser eliminada de nuestra legislación, pues su origen es espúreo y viola las leyes internacionales. Misma situación que se refleja hoy con España a quienes distintas instancias de la ONU han solicitado revocar dicha ley.

Bajo el mismo concepto de crímenes de lesa humanidad, es que el Juez Baltasar Garzón pudo juzgar al dictador chileno Augusto Pinochet, responsable de la desaparición de nuestros familiares. Sancionar a un Juez que opta por una correcta interpretación de la calidad de los crímenes de la era de Francisco Franco es permitir que la impunidad se cierna sobre los responsables políticos de más de 100.000 desapariciones en su Patria, sentando un precedente ético y legal incalificable.

Creemos firmemente que la labor de todo estado democrático es perseguir y sancionar a quienes violaron los derechos humanos, aquí o en cualquier parte de mundo. Hacer justicia, buscar la verdad de lo acontecido corresponde como la única forma de reparar dignamente a las víctimas y a sus familiares.
A través suyo, Sr. Embajador expresamos la mayor solidaridad para con el Juez Garzón y su incansable labor en pro de la justicia.

Atentamente

AGRUPACIÓN DE FAMILIARES DE DETENIDOS DESAPARECIDOS

Santiago de Chile, 26 de abril 2010
atencionexterior@gmail.com