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“Pinochet cambió cuando llegaron los civiles en 1978”

“Pinochet cambió cuando llegaron los civiles en 1978”

Mónica Wehrhahn

Fue la primera mujer-cámara de Chile y camarógrafa personal del finado Augusto Pinochet Ugarte. Desde el sangriento 11 de septiembre de 1973 no se le separó ni un centímetro al dictador, hasta que en 1980 se cruzó con los oficiales que formaban el círculo de hierro y fue alejada de sus funciones, e incluso llegó a ser amenazada por parte de agentes de la CNI. El viernes estaba en el Penal Cordillera produciendo entrevistas con Manuel Contreras (“El Mamo”) para un documental canadiense, otro brasileño y para TVN.


Nación Domingo

Por Luis Narváez

–¿Eres relacionadora pública de los militares presos?

–No, bajo ningún punto de vista. Tengo facilidades porque conozco el mecanismo para pedir los permisos y llegar tranquilamente.

–¿Qué diferencia fundamental hay entre el Pinochet del ’73 y el que acaba de morir?

–Me quedo con el que conocí hasta 1980. Se perdió con el tiempo por culpa de los que estaban a su lado y lo separaron de quienes le eran leales y del pueblo que lo quería. Son los que nunca faltan en los círculos de poder, que creen que cerrándole el paso a los demás pueden hacer mucho. Desgraciadamente sólo hacen daño.

–¿Los viste en el funeral?

–Algunos sí, el resto ya no están cerca.

–Para ti, ¿Pinochet era bueno o malo?

–El que yo conocí fue bueno. Si hubiese sabido todo lo que ocurrió no sabría cómo calificarlo. Pero era cercano a la gente, no tenía dobleces, el típico huaso socarrón, transparente. Cambió cuando llegaron los civiles en 1978.

–¿Sospechaste que ordenó secuestrar, torturar y desaparecer gente?

–Honestamente, supe la verdad el 2001. Antes lo escuché, pero nunca lo creí.

–¿Le preguntaste directamente?

–Nunca tuve la oportunidad, pero sí a Corbalán.

–¿A Álvaro Corbalán, de la CNI?

–En su lugar de detención, en Pedro Montt, le pregunté si era efectivo que en el Gobierno militar hubo unidades –como la que él mandaba– que desaparecieron gente. Me lo negó rotundamente.

–¿Qué hubiese pasado si investigas más a fondo?

–Habría sido atroz. Es una desilusión tan grande. Si se han robado plata me importa un comino. Pero las vidas de personas no tienen punto de comparación.

–¿Las violaciones de los derechos humanos es la gran decepción?

–La plata me da lo mismo. Los derechos humanos sí me afectan, porque cómo voy a pedirle a una persona que perdió a su padre, a su hijo o a su esposo, que haya una reconciliación. ¡No se puede!

–¿Qué opinas de la expulsión de Augusto III?

–Es Augusto IV, el bisabuelo también se llamaba Augusto. Trató de dar su enfoque de lo que él vivió. No sé si fue el momento adecuado, pero habló con el corazón. Desagraciadamente, son otros los tiempos y puede haber sido un gran error. LND

 

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