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Centros Chilenos en el Exterior

Inédito acto de reconciliación

<h2><em><strong>Inédito acto de reconciliación</strong></em></h2>

Raúl Zurita leyó en la Escuela Militar poema de amor a desaparecida

 

Por  Ximena Jara

 

Ante cientos de uniformados y cadetes, el escritor, notoriamente conmovido, recitó fragmentos de su libro ''Canto a su amor desaparecido'', en un hecho sin precedentes en el recinto castrense, cargado de simbolismos y con ecos de heridas. Tras el encuentro los cuatro poetas -Zurita, Memet, Silva Acevedo y Lienlaf- recibieron un reconocimiento especial del Ejército.

 

En el escenario alfombrado, una veintena de lámparas entrecruza sus haces para dar ambiente a la velada. Son las 19:00 en punto y el salón está repleto, aunque –sorprendentemente- todos los que asisten están sentados. Se respira rigor marcial. Nada de “voy a buscar los cigarros”, ni “guárdame el asiento” de última hora. Es una ocasión inédita: por primera vez, cuatro poetas –José María Memet, Raúl Zurita, Manuel Silva Acevedo y Leonel Lienlaf- leerán poesía en un salón de la Escuela Militar, como parte del festival “Compartir el mundo”, organizado por ChilePoesía.
En las filas centrales y en las laterales más cercanas al escenario, el albo uniforme de quienes estudian para ser oficiales diseña una “T” gigante. En las butacas traseras y en las columnas laterales, el color es el gris de los futuros suboficiales. Antes de iniciar el encuentro, suena por los parlantes el himno nacional, que es coreado de pie -con las manos a los costados- y a viva voz por los asistentes.
Aproximadamente a las 19:15 se inicia el recital. El poeta José María Memet se acerca al micrófono y saluda. Inmediatamente, los cientos de estudiantes, responden al unísono: “buenas noches”, como los alumnos disciplinados que son. El escritor recita “La danza de los arácnidos”, seguido por otros dos poemas más o menos voluptuosos, y finaliza su intervención con “Un hombre”. Le sigue Leonel Lienlaf, quien inicia su intervención con versos en mapudungún, alternados con estrofas en español, y con cánticos en su lengua étnica. Miguel Silva Acevedo, el tercer poeta invitado, elige un homenaje a Enrique Lihn –“Lobos y Ovejas”- para empezar. Sin embargo, el plato fuerte lo sirvió Raúl Zurita. “Un poema con todo mi afecto para ustedes”, dice, y comienza a leer un fragmento de “Canto a su amor desaparecido”, en el que el hablante evoca a su amante, desaparecida, muerta.
Zurita lee con su tono característico, con cadencia rítmica, con su voz lastimada, casi gastando el micrófono. Gime. Canta. Es imposible saber qué sucede con los estudiantes, puesto que ni un cruce de piernas, ni una sonrisa, ni un gesto los delata. Puede ser que estén profundamente conmovidos. Puede ser que piensen en otra cosa.
Cada uno de los poetas lee un texto más, y antes de retirarse, el Ejército les entrega un recuerdo, un reconocimiento por haber abierto la extraña puerta del lenguaje.

 

“Es un gesto simbólico”

 

“Al principio todos estábamos tensos”, dice José María Memet a los pocos minutos de bajar del escenario. “Es primera vez que esto se hace, es un inicio. Pero creo que es inolvidable”. Agrega que “este recital era una contradicción desde su inicio, pero no es tan solo una voluntad, sino una necesidad de país”.
Raúl Zurita sale al pasillo, todavía emocionado, con los ojos vidriosos. Ha sido potente como metáfora lo que ha ocurrido. Dice que siempre tuvo una cosa clara: el texto que iba a leer. “Encuentro bastante conmovedor haber leído el “Canto a su amor desaparecido” en la Escuela Militar -confiesa. Para mí fue, ha sido una gran experiencia, y eso significa que, si es posible, tal vez el arte pueda efectivamente cambiar el mundo”.
Para el poeta, la carga significativa del encuentro es lo que importa. “Es un gesto simbólico y leímos acá lo que leemos en cualquier parte de Chile: nuestro dolor, y también las señas de nuestra esperanza. Eso significa mucho”.

 

La polémica previa

 

El evento no estuvo desprovisto de detractores, puesto que el simbolismo de que cuatro poetas de izquierda –Leonel Lienlaf, José María Memet, Manuel Silva Acevedo y Raúl Zurita- decidan entregar su poesía a soldados, en un recinto castrense, tiene mucho de metáfora, tanto poética como política.
A algunos, la metáfora les resultó traumática. Entre ellos está el actor nacional Nelson Villagra, quien personificara al mítico “Chacal de Nahueltoro”, y que ahora reside en Canadá. Para él, la imagen aparece como un desacierto. “Es un error garrafal en mi consideración, porque se pretende un diálogo poético con quienes han sido y siguen siendo formados bajo la falacia mítica de que ellos son los guardianes de la Patria”, asegura.
En opinión de Villagra, la situación del país –en términos de falta de justicia- es demasiado potente como para olvidarlo. “¿El señor (José María) Memet desea iniciar un proceso de desmitificación con los militares chilenos? Ha equivocado el método –asegura. No es un diálogo poético lo que se necesita con las FF.AA. Son reformas profundas del Estado lo que se requiere”.
El aludido explicó que le parecen respetables todas las opiniones que se puedan generar respecto del encuentro, pero no se siente interpelado por el actor. “No veo por dónde Nelson Villagra me va a dar lecciones sobre qué hacer o no hacer en período de democracia. Puede ser legítima su apreciación en términos de que a él no le agrada, pero no hago las cosas porque me agradan o no, sino porque tengo un sueño de país. Me interesa construir el futuro. Seguir pegado en el odio me tiene harto”, replicó.
El poeta, que trabajó durante años vinculado al tema de los derechos humanos, asegura que comprende la angustia y la rabia que pueden tener las personas que sufrieron durante la represión. “Entiendo el dolor. Pero con Raúl (Zurita) no somos ni traidores, ni compañeros de armas de los militares. Sé que se requiere justicia, pero eso no implica que dejemos de existir como personas o como país. Un país se construye levantándolo, no destruyéndolo”, afirma, y agrega que fue él personalmente quien propuso la idea de este recital poético, como un gesto, y sin pretensiones grandilocuentes. “No se trata de cerrar heridas –dice-, porque la memoria es potente, y no queremos borrarla. Pero uno no puede vivir en un país pensando que el otro es tu enemigo siempre. Creo que una de las cosas estructurales que permite ver el futuro con cierto optimismo es hacer cosas en el presente.”

 

Texto publicado el 21 de Octubre del 2005

 

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