Blogia
Centros Chilenos en el Exterior

La campaña del terror empresarial

La campaña del terror empresarial

Principales gremios del sector privado pronosticaban el caos económico

 Por Carlos Alonso / Christian Palma / La Nación

Fueron meses de bombardeo publicitario en revistas, diarios, radios y televisión, donde el mundo empresarial -agrupado en la Sofofa y la CPC- apostó por una campaña que recorrió desde Arica a Punta Arenas con un mensaje del terror. Un día antes del plebiscito, los privados seguían metiendo miedo en las páginas de El Mercurio. Pero todo ese aparataje se vio inútil el 5 de octubre de 1988, cuando el No ganó por amplia mayoría. Eso no estaba en los cálculos ni del mejor empresario.

A las nueve de la mañana del 6 de junio de 1988, el avión que trasladaba a Augusto Pinochet aterrizó en Arica. Ahí, el dictador se reunió con simpatizantes para difundir su "obra". Se juntó con jóvenes universitarios y empresarios de la zona y se paseó por varios centros de madres. En cada edición de La Tercera se reproducía parte de su discurso: "Un eventual triunfo del No provocará la parálisis inmediata de toda la actividad productiva, financiera y comercial del país" "Un hipotético triunfo del No llevará al país al desastre total" "El triunfo del No instalará una escalada violentista y subversiva". Con esa "Campaña del terror" recorrió, además, Iquique y Antofagasta.

En Santiago la situación no varió. Pinochet le indicó a su gabinete que difundieran el mismo planteamiento. Así fue como el ministro Secretario General de Gobierno, Osvaldo Poblete, comentó en un seminario con profesionales del comando del Sí, que "la victoria de la oposición traería el desorden, pues no eran responsables de sus actos". Añadió que "las actividades productivas son crecientes y muestran un desarrollo promisorio, por eso el Sí representa la opción de todos aquellos que quieran democracia con estabilidad y orden".

El subsecretario de Desarrollo Regional, General Patricio Serre, afirmaba por su parte que "el triunfo del No podría llevar al país al desastre total".

La historiadora de la Universidad Católica, Carolina García, analizó la campaña del Sí en su tesis de grado titulada "El peso de la memoria en los inicios de la transición a la democracia en Chile (1987-1988)". Su trabajo sostiene que "el oficialismo apeló a una memoria histórica marcada por el caos de la Unidad Popular, por la irresponsabilidad y demagogia de los políticos, descalificándolos para anular cualquier proposición viable que éstos hicieran para el futuro".

Estas advertencias tenían una correlación política que buscaba identificar a toda la oposición con la posibilidad de que, si triunfaba el No, el comunismo se tomaría el poder y la lógica terrorista se impondría en Chile.

Desde que la oposición se unió en torno a la Concertación, el Gobierno trató de hacer parecer que estaba dominada por el Partido Comunista (PC), aun cuando éste nunca formó parte de esa coalición. El Gobierno, a través de sus miembros, como el subsecretario del Interior, Alberto Cardemil, argumentaba que la no inclusión del comunismo no era más que una fachada de moderación para engañar a la ciudadanía, pero que una vez que la oposición triunfara, "quienes realmente tomarían el poder serían los comunistas y su opción violentista".

Así también lo expresaba el vocero de Gobierno, Osvaldo Poblete, quien en junio de 1988 dijo a El Mercurio que "la oposición democrática se encuentra en una etapa de estancamiento e improvisación que la llevan a sentirse más fuerte al contar con el apoyo del comunismo, que visible o invisiblemente, se sobrepondrá sobre ella. En cambio, el Sí cobra cada día mayor vigor y certeza con lo cual se abre una nueva era política con una república moderna comprometida con la verdad".

La táctica

La historiadora de la UC argumentó en su texto que en "términos prácticos, la campaña se construyó sobre la base de dos ejes. Uno orientado al ámbito económico (Somos Millones) que destacaba la modernización del país. Y el otro sobre la base de la campaña del terror, que proponía que el triunfo del No, significaba que el país regresaría al pasado caótico y marxista de la UP, del cual las Fuerzas Armadas lo habían rescatado en 1973, implicando, al mismo tiempo, la destrucción de toda la institucionalidad construida por el régimen militar y el fin de la impresionante modernización económica alcanzada".

El mensaje de la campaña, elaborado sobre estas dos columnas, buscaba ganar los votos a través del agradecimiento por la obra realizada y el temor que generaba la posibilidad de volver al pasado. "No había discurso, afiche o spot en el que no apareciera alguno o todos estos elementos", señala García en su análisis.

En este punto, los empresarios ligados a los medios de comunicación tuvieron una participación activa, pues a través de sus diarios y revistas se fue propagando la idea del riesgo de volver al pasado. "Ellos desde agosto de 1988 se alinearon con la dictadura para explotar el discurso de que el triunfo del No significaría el restablecimiento del caos de la Unidad Popular, poniendo especial énfasis en recordar los momentos vividos durante los meses previos al golpe de Estado", sostiene García.

Otro punto de la estrategia de la dictadura, fue publicar un boletín diario de cuatro páginas con noticias de 1973 recopiladas de los distintos medios de comunicación. A eso se debe sumar las diversas inserciones que, a partir de agosto, se publicaban en La Tercera, El Mercurio, La Segunda y Las Últimas Noticias, titulada "Hace 15 años". En éste, se recordaba los titulares de 1973 para ir generando temor en la población.

Ya en julio, Pinochet se reunió con empresarios agrícolas y les recordó las diversas reformas agrarias que impulsaron los presidentes Frei Montalva y Salvador Allende. "Señoras y señores es hora de recordar y comparar, porque son muchas las cifras que demuestran el progreso espectacular de la agricultura", proclamaba el dictador.

Políticos del terror

Uno de los primeros que siguió los pasos de Pinochet fue el economista Joaquín Lavín. En una reunión con agricultores de San Vicente de Tagua Tagua, Lavín despachó declaraciones amenazadoras. "La opción del No es perdedora y nosotros somos la generación protagonista de un país líder y ganador. Por eso tenemos que demostrarlo en todos los terrenos Se equivocan si creen que porque vamos a la democracia toleraremos la violencia y el matonaje en las calles, porque los partidarios del Sí, sabremos responder como corresponde".

Otro de los civiles que apeló al terror fue el fundador de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Jaime Guzmán quien, en compañía de Julio Dittborn y Andrés Chadwick, señalaba que un eventual triunfo del No "conduciría a un serio enfrentamiento entre el violentismo marxista y las Fuerzas Armadas, pues éstas han jurado respetar y hacer respetar la institucionalidad vigente". Agregaban que votar No, más que votar contra Pinochet, significaba apoyar al marxismo, ya que éste "ha desbordado a la dirigencia democratacristiana en la campaña del No".

Asimismo, Sergio Onofre Jarpa, que en ese momento era presidente de Renovación Nacional, confrontó a los observadores extranjeros y a la prensa internacional. "Miren, aprendan cómo se gobierna un país, cómo se reconstruye una nación, cómo hay un Gobierno que tiene las manos limpias y que no se roba las platas del pueblo solos nos liberamos del comunismo, solos reconstruimos a Chile y solos elegiremos al general Pinochet Presidente de la República".

Los protagonistas

Para el humanista Tomás Hirsch, que participó del Comité Político Estratégico del No, la campaña del terror se desarrolló durante todo 1988. "La dictadura mandaba mensajes por televisión, pues ellos manejaban casi todos los medios. Ahí daban publicidades que eran absolutamente caricaturescas de lo que podría ser la democracia y el triunfo del No".

Otro de los partícipes del comando del No fue Ricardo Solari. El dirigente socialista sostiene que el terror fue una constante en el régimen. "El terrorismo internacional fue potente, audaz e irresponsable en la dictadura, ya que nadie pensaba que iban a colocar una bomba en Washington para asesinar a Orlando Letelier y eso al mismo tiempo iba destinado a sembrar el temor a los que estábamos acá en Chile peleando por la democracia", reflexionó.

No obstante, Solari indicó que "la campaña del Sí estaba diseñada de acuerdo a los cánones de la ultra derecha, con mala estética y con mensajes demasiado escolares, promoviendo básicamente el desbande que podía haber si ganaba el No".

Otro de los miembros del comando, Juan Gabriel Valdés definió la campaña del terror como "burda y mala", aunque eso ayudó al éxito de la Campaña del No, ya que la ciudadanía no le creyó a la dictadura. "Los spot (del Sí) que salieron en los medios de comunicación fueron de mal gusto y se abusó de la imaginación de la gente", acotó Valdés.

Para uno de los estrategas del comando del No, Enrique Correa, la dictadura "se equivocó al mostrar una campaña terrorífica y confrontacional de inculcar miedo y el caos si es que había un cambio. Fue la clásica campaña del miedo de la derecha y eso estuvo presente durante todo 1988".

Otro actor privilegiado fue el académico de la UC, Oscar Godoy, quien participó en el Comité para las Elecciones Libres y desde ahí también sufrió la amenaza del pinochetismo.

"A nosotros nos amedrentaron con llamadas telefónicas y también colocando algunas bombas de ruido cerca del lugar donde nos reuníamos". Para el analista político, la campaña del Sí "se basó en atemorizar a la población señalando que un virtual triunfo del No iba a destruir la economía, que iba haber una anarquía y un descontrol total". Para Godoy los principales gestores de esta situación fueron el ministro del Interior, Sergio Fernández y el subsecretario de la cartera, Alberto Cardemil. Además "de otras personas que participaron en el operativo de destrucción de imagen como fue lo que sucedió con la ex esposa de Ricardo Lagos". Ése episodio ocurrió el 1 de octubre de 1988 cuando en un spot de la franja aparece Carmen Weber Aliaga refiriéndose en malos términos hacia Ricardo Lagos. Esa situación golpeó el entorno de la familia de quien era uno de los líderes de la Concertación, pues su ex mujer sufría problemas sicológicos.

Los empresarios y el Sí

En este escenario lo empresarios formaron su comité de independientes por el Sí presidido por Jorge Fontaine, quien hasta 1986 encabezó la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC). Junto a éste, Manuel Feliú, timonel de la CPC en 1988, lideró el apoyo gremialista a la continuidad de la dictadura.

Fontaine y Feliú comenzaron a hacer declaraciones en los medios siguiendo la misma tónica del terror. Así fue como Fontaine en una entrevista a La Tercera, el domingo 12 de agosto de 1988, señaló que Pinochet modernizó el país y lo desarrolló en el ámbito económico. Añadió que si el No ganaba el país caería en un régimen marxista, "porque acá se juega la libertad o el marxismo".

Para financiar su comité, Fontaine argumentó que no se necesitaba mucho dinero, pues no poseían gran infraestructura. "El dinero proviene de donaciones de partidarios y simpatizantes, por eso sostengo que no hay un solo peso que provenga del fisco, ya que cada empresario aporta dinero".

Fernando Agüero, presidente de la Sofofa, afirmó a su vez que "el No terminaría con la economía de mercado". "Algunas de las medidas concretas que los técnicos de la oposición han anunciado se relacionan con medidas que conducirían inevitablemente a un alejamiento de una verdadera economía de mercado. Así por ejemplo, un aumento de los impuestos a las personas y a las empresas tendría un efecto inmediato en el nivel de la inversión privada y se traduciría en un aumento del tamaño del Estado", recalcaba.

Además, señaló que "la fijación de precios a las tarifas públicas y algunos productos de primera necesidad introducirían ineficiencias en el sistema, que tarde o temprano se van traduciendo en una mayor participación del Estado en la vida económica del país".

Jorge Yarur Banna, quien en 1988 era el presidente de la Asociación de Bancos e Instituciones Financieras, se abanderizó por el Sí. También aportó a la campaña del terror con declaraciones en la revista Hoy. "El Sí significa libertad económica, pues si gana, seguirá la actividad y los movimientos financieros en el país. Habrá una continuidad y un ritmo sostenido de la economía. Ahora, si el No gana, no sabría que decir, si alguien lo sabe, por favor que me lo explique", señaló irónicamente.

El académico de la UC Oscar Godoy recordó que los empresarios que apoyaron fuertemente a Pinochet aparecieron un día antes del plebiscito en una página en El Mercurio.

El 5 de octubre, la básica campaña del Si, incluida su "campaña del terror", fue derrotada. La opción No ganó el plebiscito por amplia mayoría, lo que nunca estuvo en los cálculos de los empresarios.

 

0 comentarios