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La cesantía es una de las experiencias más fuertes de la vida

La cesantía es una de las experiencias más fuertes de la vida

Domingo 6 de abril de 2008   

 Por C.S. 

Óscar Cárdenas, director de "Rabia"

"Tenemos su número, nosotros la llamaremos", es lo que Camila Sepúlveda, ilustre cesante, viene escuchando hace un año y medio. Una secretaria que se sumerge en uno de los clamores más recurrentes de la juventud y que un joven director convierte en una historia que no parece película ni documental, sino una pesadilla.

Foto: “Cuando yo buscaba trabajo en esa época, no encontraba en nada. En un momento ya no buscaba pega de programador, sino de chofer o júnior”, cuenta el director.  

Antes de ser director de cine, Óscar Cárdenas era un joven optimista. Estudiante de programación, buscaba trabajo como tal en cuanto aviso viese publicado y seguía datos que lo llevaban desde un puesto de cubículo a dependiente de Blockbuster.

Como Camila Sepúlveda, la protagonista de "Rabia", que una cámara sigue durante dos días en busca de trabajo, Cárdenas nos habla de la génesis casi autobiográfica de su proyecto, que no esconde la fascinación por el cine obrero de Ken Loach o Aki Kaurismaki.

"Quise retratar de la manera más real la situación que enfrentan las mujeres de clase media de nuestro país que se encuentran cesantes, sin pitutos, y se enfrentan a diario con entrevistas de trabajo que más que ser alentadoras se transforman en una rutina desesperanzadora y frustran todo anhelo de superación personal", explica.

Después de un año y medio buscando pega, la cesantía empieza a hacer su trabajo en la salud mental de Camila y convierte su autoestima en un mosquito molesto y al carácter en una olla a presión que todos olvidaron sobre las llamas.

El director sabe de lo que habla también. "Cuando yo buscaba trabajo en esa época, no encontraba pega en nada. En un momento ya no buscaba pega de programador, sino de chofer o júnior, para lograr algo de independencia y dejar la casa de mis viejos. Conocí un montón de gente y anécdotas de personas que estaban en la misma que yo", cuenta Cárdenas, que estrenó esta semana su filme de manera comercial, después de pasearlo por importantes festivales como los de Locarno, San Sebastián y El Cairo. Sitios donde los cesantes viven del Estado y los mendigos tienen tarjetas de crédito.

CURRÍCULUM CON FOTO

A lo largo de seis capítulos y breves entrevistas, Camila pasea por ese valle de las sombras que empieza después de comprar el diario del domingo y que continúa luego cuando se vaga por entrevistas y salas de espera interminables el resto de la semana. El domingo siguiente comienza de nuevo hojeando el cuerpo de avisos de empleo, y así al infinito. Una rutina que Cárdenas califica como devastadora.

"Todas esas malas vivencias se van acumulando y por eso, cuando decidí hacer una película, preferí apelar a la vivencia más penca que tuve, y la cesantía es una de las experiencias más fuertes de la vida", recuerda el director. Y agrega que las escenas de espera de Camila por una oportunidad y los primeros planos del terror en su rostro cuando le hablan del Dicom o de secretariado bilingüe tienen en la vida real matices insólitos.

"Recuerdo que una vez en una de esas entrevistas éramos cerca de 50 postulantes en una fila desde las nueve de la mañana. Ya eran como las once cuando de pronto pasó uno de los jefes y un tipo que estaba en mitad de la fila le grita: ‘¡Oye, Luis!’. Se conocían desde antes y estuvieron conversando cerca de 10 minutos, lo hicieron pasar antes que al resto y al final el tipo salió de la entrevista sonriente. Al resto nos dijeron: ‘Déjennos el currículum’. Y bueno, eso sería todo. Eso es muy habitual".

Una historia de cesantes jóvenes no puede tener un happyending, es más una reflexión desesperanzadora porque precisamente se trata de una aproximación a la vida real que a ratos parece documental, a ratos una improvisación "Dogma" con instrucciones del peor Lars von Trier.

"Quizá, Camila Sepúlveda encuentre un trabajo, pero eso no va a resolver las cosas, porque los malos ratos, la frustración acumulada después de un año y medio buscando trabajo, desencadenan un montón de cosas. La rabia acumulada sabes que no la puedes botar, que te la tienes que guardar aunque se trate de una pega mal pagada o donde no te traten bien. Te costó demasiado encontrar ese trabajo para arriesgarlo".

Cosa que es más común de lo que se cree. Óscar lo nota en el cajero del supermercado que atiende mal o la gente que hace carreras en empresas grandes, donde la frustración se nota.

"Los jefes tratan mal a sus subalternos y uno piensa: por qué estás haciendo esto si tú también pasaste por lo mismo. Es un círculo vicioso que no se acabará ni con los años, un problema país que no compete solamente a los cesantes", advierte.

Lanacion Domingo

 

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