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Este 21 de Mayo la coalición debe reafirmar su lealtad con la Presidenta Michelle Bachelet

Por Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Presidente del Senado

Al momento de publicarse este artículo estaremos a las puertas de una de las fechas más importantes del año para Chile. Recordaremos una vez más la gesta heroica de un grupo de marinos chilenos que no dudó en sacrificar sus vidas por el interés superior de la Patria. Pero también asistiremos a una ceremonia que forma parte esencial de la vida democrática de un país: la Cuenta Pública que todos los años da el Presidente de la República ante el Congreso Pleno, en el que da a conocer el estado de la nación y fija sus prioridades para los próximos 365 días.

En mi calidad de Jefe de Estado me correspondió cumplir este deber constitucional en seis veces y puedo decir con toda autoridad que el discurso más importante es el que se realiza el primer año de mandato, como será el caso de la presidenta Michelle Bachelet este domingo. Y es que en esa oportunidad, los presidentes establecen la carta de navegación de su gobierno durante todo su período. En este caso por los siguientes cuatro años.

Para los partidos de la Concertación, particularmente para los diputados y senadores que los representan en el Parlamento, el discurso conlleva una gran responsabilidad. Nos corresponderá en nuestro trabajo legislativo respaldar las iniciativas de ley que presente el Ejecutivo en función del cumplimiento de su programa de gobierno.

No puede ser de otra forma. La elaboración de ese programa recoge los planteamientos realizados en su momento por todos los partidos y posteriormente fue respaldado mayoritariamente por la ciudadanía cuando Michelle Bachelet se impuso en las elecciones presidenciales en enero pasado. Asimismo, este gobierno tiene una duración de sólo cuatro años, por lo que deberemos hacer grandes esfuerzos para cumplir los compromisos asumidos por la presidenta ante la población.

Evidentemente este apoyo no significa que los parlamentarios de la Concertación debemos limitarnos a aprobar los proyectos de ley tal como ingresen a tramitación en el Congreso Nacional. También tenemos el deber de aportar al enriquecimiento de los mismos llenando ciertos vacíos y/o enmendando determinadas disposiciones que puedan resultar inadecuadas. Pero, a la vez, los parlamentarios debemos garantizar un mínimo de cohesión y disciplina en el trabajo legislativo.

Esto último es muy importante. Ciertamente la Concertación es una coalición amplia en la que conviven un amplio espectro de ideas, intereses y deseos que representan el sentir de la mayoría de la sociedad chilena. Esta diversidad, y esto es propio de una democracia, a veces genera tensiones al interior de nuestra coalición. Lo importante es que estos conflictos se deben administrar dentro de ciertos márgenes y, en este caso, el límite es no romper el consenso que todos sus integrantes aceptan como legítimo.

Como ex Presidente de la República sé lo fundamental que es sentirse apoyado por los partidos que forman parte del gobierno. En mi caso, siempre procuré tener la mejor comunicación posible con sus dirigentes y parlamentarios, y ello me permitió, más allá de ciertos problemas muy coyunturales, poder cumplir con mi programa.

La unidad de la Concertación es un gran activo que tenemos en Chile. Siento que estos dieciséis años han sido una buena experiencia para nuestro país. Precisamente una de las fortalezas de este conglomerado es su unidad, su compromiso con la democracia y su fuerte arraigo en la gente. Muy pocas coaliciones en el mundo pueden decir lo mismo y ese es precisamente el secreto de la estabilidad que hoy gozamos. Por eso, a partir de este 21 de mayo nuestro desafío será reafirmar nuestro compromiso y apoyo con el gobierno, respaldarlo con firmeza y lealtad en el Congreso Nacional, y así seguir respondiendo a la confianza que la mayoría de los chilenos nos viene entregando en todos estos años.

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