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Salvador Allende

Evidencia forense: Allende fue acribillado y rematado

Evidencia forense: Allende fue acribillado y rematado

A 40 años de su muerte y en momentos en que la Corte Suprema está por decidir el cierre definitivo del proceso que indaga en las causas de su deceso, una investigación histórica y forense contenida en el libro "Allende. Yo no me rendiré” (Ceibo, septiembre 2013) demuestra que el Presidente no se suicidó.

El presidente Salvador Allende fue rematado con un disparo en la frente. Es lo que concluye el Informe Pericial Químico N° 261 (de 27 de mayo de 2011), elaborado por el perito químico Leonel Liberona Tobar.Un testimonio obtenido a contramano da cuenta que el general Javier Palacios le habría propinado el disparo en la frente al Mandatario, evidenciado en peritaje químico de 2011 que había sido mantenido oculto… hasta ahora.

En el ítem Conclusiones afirma textualmente: “En la muestra N° 3 (situada en la frente), se constató la presencia de plomo, bario y antimonio, cuyas concentraciones son compatibles con un orificio de entrada de proyectil balístico generado de corta distancia”.

Este disparo de entrada de proyectil en la frente se alinea perfectamente con el “orificio redondeado de salida de proyectil tallado a bisel externo” con el que quedó el cráneo de Allende tras el asalto a La Moneda, según consta en el informe de la autopsia Nº 2449/73. Esta fue realizada la noche del 11 de septiembre de 1973 en el Hospital Militar por el médico legista Tomás Tobar y el ginecólogo José Luis Vásquez.

Esta diligencia –como pudimos constatar en nuestra investigación- fue vigilada por militares armados encabezados por el teniente Manuel Vásquez Nanjarí, quien así lo reconoció en el “Caso Allende” (a fojas 1.101 y siguientes).

El informe de la autopsia de 1973 sólo pudo conocerse el año 2000. Venía anexado al libro “La Conjura. Los mil y un días del Golpe”, de la periodista Mónica González. Sobre la base de dicho informe el médico legista Luis Ravanal preparó un metanálisis forense que fue publicado el 8 de septiembre de 2008 en El Periodista.

El doctor Ravanal planteó que el disparo con fusil necesariamente tuvo que haberse realizado después del disparo con arma corta “puesto que, de lo contrario, este no habría dejado orificio de salida”.

En enero de 2011 se abrió el proceso Rol 77-2011, “Caso Allende”. Esto ocurría tras una querella presentada por la fiscal de la Corte de Apelaciones Beatriz Pedrals.

Para discernir si en este caso correspondía que se hiciera una nueva autopsia, el ministro instructor de la causa Mario Carroza pidió una opinión al Servicio Médico Legal (SML). Estos designaron al tanatólogo Germán Tapia Coppa para que analizase tan importante materia.

Menos transparente aún fue lo realizado por el SML luego que el perito Tobar diera cuenta de la existencia de residuos de pólvora que se explicarían por un disparo hecho a corta distancia con arma de bajo calibre.

 

 

 

Tras este informe del SML, Carroza ordenó realizar una nueva exhumación la que se verificó el 23 de mayo de 2011. En esta necropsia no se encontró el segmento de la parte posterior del cráneo en el que estaba contenido el citado orificio de bala. De hecho casi la mitad de los huesos del cráneo no estaban (Ver recuadro).El 4 de abril de 2011, este legista emanó un informe forense en el que recomendó la exhumación de los restos de Allende. Dio argumentos similares a los planteados por el perito Ravanal en 2008: “si en un cadáver se reconoce estallido de cráneo al mismo tiempo que en uno de los fragmentos de la bóveda se evidencia un orificio de salida de proyectil (…) se debe mencionar que dicho orificio de salida se produce en un momento anterior al estallido de la cavidad. Esto es debido a que se requiere la integridad de la cavidad craneana para que un proyectil pueda generar una lesión característica de orificio de salida”.

Como consecuencia de esto, los peritos convocados por el juez Carroza y el SML no pudieron saber la trayectoria de las balas y ni siquiera establecer la cantidad de éstas que impactaron el cráneo de Allende.

El perito balístico David Pryor lo reconoce de esta manera en su informe oficial: “Si hubo o no un segundo proyectil, ocurrió durante el mismo disparo, siguió con una diferencia de milisegundos una trayectoria similar pero no es posible confirmar o descartar esta posibilidad mediante el examen morfológico del material óseo conservado u otras técnicas de exploración actualmente disponibles”. Pryor tampoco pudo establecer el punto de entrada ni de salida de la bala, ni la trayectoria de la misma.

El forense Ravanal afirma a este respecto: “Si uno aplica el sentido común, y considera que los peritos del SML no encontraron orificio de salida; no contaron con gran parte de los huesos del cráneo, especialmente la base del cráneo por donde penetró la bala, uno no puede dejarse de preguntar: ¿Cómo pueden haber determinado si hubo más de un proyectil y cómo pudieron haber excluido la existencia de lesiones asociadas a proyectiles de bajo calibre como ese fragmento redondeado que no hallaron?”.

A pesar de la carencia de pruebas, el 13 de septiembre de 2013 el ministro Carroza determinó el cierre de la causa: “los hechos que significaron la muerte del presidente Salvador Allende Gossens provienen de un acto deliberado en el que, voluntariamente éste se quita la vida y no hay intervención de terceros, ya sea para su cometido como para su auxilio”.

El presidente Salvador Allende fue rematado con un disparo en la frente. Es lo que concluye el Informe Pericial Químico N° 261 (de 27 de mayo de 2011), elaborado por el perito químico Leonel Liberona Tobar.

 

 

 

De esta manera se ratificaba la veracidad de la historia oficial construida por los militares golpistas desde el mismo once de septiembre en La Moneda.

El 24 de junio de 2013 la segunda sala de la Corte de Apelaciones de Santiago ratificó lo obrado por Carroza. Ahora resta como último recurso para evitar el cierre definitivo de esta causa, que la Corte Suprema se pronuncie respecto de un recurso de casación presentado en julio por los abogados de la parte querellante, Matías Coll y Roberto Celedón, que representan a la Asociación Nacional de Ex Prisioneros Políticos.

OCULTAMIENTO DE PRUEBA

En la autopsia de 2011, los miembros de una comisión internacional de expertos convocados por el SML para determinar las causas de la muerte de Allende, no se pronunciaron respecto de la evidencia que daba cuenta de la existencia un disparo hecho con arma corta.

El doctor Ravanal señala a este respecto en el libro “Yo no me rendiré”, que la comisión especial de expertos designada para este caso “se limitó exclusivamente a realizar análisis segmentarios de los aspectos que en sus respectivas áreas les competía: Acta de Exhumación, Informe Odontológico, Informe Antropológico, Informe de Evidencia Asociada (prendas de vestir), Informe Balístico, Informe Entomológico e Informe Genético”, pero que “absolutamente en ninguno de ellos se menciona o aborda el análisis causal relativo al ‘segmento de orificio redondeado tallado a bisel externo de aproximadamente 2 a 3 cm’ (descrito en la autopsia de 1973)”. La muestra N° 3 solo se menciona como una nota a pie de página como si se tratase de un aspecto sin importancia en la investigación.

Menos transparente aún fue lo realizado por el SML luego que el perito Liberona Tobar diera cuenta de la existencia de residuos de pólvora que se explicarían por un disparo hecho a corta distancia con arma de bajo calibre.

Después de conocer dicho informe químico, el SML –que es dirigido por el médico sin especialidad forense Patricio Bustos- citó a una reunión al perito Liberona Tobar que se concretó el 15 de julio de 2011 y que contó con la participación del juez Carroza.

Este encuentro fue reseñado por Liberona en el Informe Pericial Químico N° 380/2011, de 26 de julio. En el Punto 1 se sostiene: “Considerando los antecedentes obtenidos en la reunión el día 15.jul.011 en dependencias del SML, de Santiago, donde se aclaró que la muestra N° 3, fue levantada de la cara interna, zona inferior del sector izquierdo del hueso frontal orbital del occiso. Los resultados de las concentraciones de antimonio, bario y plomo señalados en el Informe Pericial Químico N° 261 de fecha 27.may.O11, son atribuibles a trayectoria o impacto de proyectil balístico”.

En relación con esto, el forense Luis Ravanal expresó que “se puede apreciar claramente que tras la reunión de aclaración llevada a cabo en el SML, el perito químico modificó su conclusión original, sustituyéndola por otra del todo inespecífica y ambigua. Claramente en este segundo informe, ya no se trataba de un ‘orificio de entrada de proyectil balístico generado de corta distancia’, modificación que evidentemente satisfizo a más de alguien”.

El doctor Ravanal cuestiona que se le haya tenido que aclarar a Liberona el lugar específico de donde provenía la muestra N° 3 en circunstancias que fue él mismo quien la recolectó como detalló en su primer informe (N° 261-2011).

De todos modos, esta modificación no logra ocultar que en la frente de Allende se encontraron residuos en cantidades que sugieren –o establecen- la existencia de un disparo hecho a corta distancia.

 

“PALACIOS LO REMATÓ”

La descripción del disparo de bala presente en la frente es concordante con el testimonio brindado a este corresponsal -el 16 de agosto de 2013 vía videoconferencia- por el chileno residente en Milán, Julio Araya Toro y que aparece contenido en la investigación histórica y forense que forman parte del libro “Allende: Yo no me rendiré”.

Supimos de él revisando el expediente de la causa. A fojas 644, aparece una misiva enviada por él -en febrero de 2011- al ministro Carroza. Allí propuso transmitirle una confesión que el general Palacios le habría hecho a su padre y que dice relación con la forma en que realmente murió Allende. Carroza no le contestó. Nosotros sí nos contactamos.

Araya Toro (46 años) cuenta que su progenitor fue amigo desde la niñez con el general Javier Palacios. Ambos vivían en el mismo sector residencial del antiguo centro de Santiago donde residían las familias aristocráticas de principios del siglo XX. Ambos estudiaron en los Padres Franceses, asistían a la misma iglesia y jugaban en el mismo lugar: el Parque Cousiño. “Ya mayores tomaron diferentes caminos. Mi padre siguió la vida civil y el general Palacios ingresó a la Escuela Militar en 1941, pero continuaron frecuentándose a través de toda la vida”.

Luego de esta contextualización, Araya Toro entró en el quid del asunto: “Esta historia me la contó mi padre muchos años después del golpe, cuando nos encontramos con el general Palacios -en febrero de 1992- en el centro de Viña del Mar. En ese momento mi padre, al verlo caminando hacia él, le grita ‘¡Javier!’. A su vez, Palacios le contragrita ‘¡Jorge!’. Pero, antes de abrazarse, mi padre se dirige a mí y me dice: ‘te presento al general que asesinó al presidente Salvador Allende’. Palacios se desfiguró y le respondió: ‘no digas esas cosas porque la gente puede creer cualquier cosa’. Se saludaron, se abrazaron, conversaron diez minutos y después se despidieron. Entonces, mi padre me dijo: ‘te voy a contar la historia de lo que pasó el 11 de septiembre y cómo Palacios asesinó al presidente Allende y se tomó La Moneda’”.

"Al general Palacios (…) le llamó la atención este civil. Se fijó que portaba un reloj fino. Al sacarle la máscara antigases y el casco reconoce al Presidente Allende. En ese momento saca su pistola de ordenanza y dispara a quemarropa en su cabeza."

 

 

 

 

Palacios se lo confesó durante una visita que hizo a la casa de Araya Gómez en la santiaguina comuna de Maipú, en marzo de 1974. “Llegó acompañado de una patrulla militar y vestido en tenida de guerra. Yo tenía siete años pero lo recuerdo perfectamente. Hablaron de sus familias y cosas triviales. Posteriormente, mi padre le hace notar su consternación por lo ocurrido durante los meses anteriores, a lo que Palacios respondió: ‘te tienes que sentir orgulloso de que un amigo tuyo pasara a la historia’.

“Mi padre le pregunta el por qué de esta aseveración. El General comenzó a hablar: su misión era rodear con tanques y tomarse La Moneda por tierra, ya que comandaba el regimiento Blindado Nº2 (el mismo del tanquetazo de junio de 1973). Ingresó por la puerta deMorandé 80 con soldados de infantería en el mismo instante en que bajaban las escalas las personas que estaban con Allende y a las cuales éste les había pedido que salieran. Los militares comenzaron a tirar a la gente hacia abajo por las escalas mientras ellos subían. El ambiente era un infierno ya que La Moneda ardía por el bombardeo y no se podía respirar por los gases lacrimógenos. En el segundo piso, Palacios fue recibido con ráfagas de metralletas de Allende y algunos de sus hombres que estaban en el salón Rojo. En ese momento, Palacios grita a los miembros del GAP (escolta de Allende) que se rindieran y fue Allende que respondió gritando: ‘¡soy el presidente de Chile y si te crees muy valiente ven a buscarme conchetumaire!’. Inmediatamente, los GAP y Allende comienzan a disparar y una bala de Allende hiere en la mano derecha a Palacios.

“Los hombres de Palacios, al ver a su general herido, avanzan disparando contra los miembros del GAP y éstos van cayendo por las balas de los militares, mientras Palacios es asistido por Armando Fernández Larios, que le pasó su pañuelo para detener la sangre de la mano herida. Entretanto, seguía la balacera más adentro, ya que los GAP iban replegándose. Dos militares que iban disparando hirieron en el estómago o el pecho a un civil que portaba una metralleta, un casco y una máscara antigases; el civil se plegó y cayó al suelo. A Palacios (…) le llamó la atención este civil. Se fijó que portaba un reloj fino. Al sacarle la máscara antigases y el casco reconoce al presidente Allende. En ese momento saca su pistola de ordenanza y dispara a quemarropa en su cabeza.

“Eran las 14:00 horas Palacios con sus hombres trasladan el cuerpo del presidente Allende al salónIndependencia. Comienzan entonces a preparar el montaje para decir que el presidente Allende se había suicidado”.

TESTIMONIO CONCORDANTE

Aunque no es posible garantizar la veracidad de este testimonio, es preciso subrayar que es coherente con la evidencia histórica y forense existente. Según el perito Ravanal “en este relato podemos encontrar numerosos elementos que son concordantes con los resultados autópsicos: mayores concentraciones de residuos de pólvora en la zona frontal y órbita izquierda; un orificio redondeado de salida de proyectil tallado a bisel externo en la parte posterior de la bóveda craneana, que se alinea perfectamente con una lesión en la zona frontal”.

Este relato de Jorge Araya guarda una notable similitud con lo expresado por el periodista y escritor Gabriel García Márquez, en su nota “La verdadera muerte de un Presidente” (1974) en la que relata el asalto a La Moneda y el enfrentamiento entre Allende y Palacios.

Aún no aparece el set de 29 fotos (ordenadas desde la A hasta la Z) que los peritos de la Policía Técnica de Investigaciones tomaron en el sitio del suceso. El General Palacios se quedó con el fusil AK-47 con el que –supuestamente- Allende se suicidó.

 

 

 

 

Pero es el propio General Palacios quien da sentido al testimonio de Araya. Una semana después del golpe de 1973 declaró: “Allende estuvo disparando todo el tiempo porque tenía las manos llenas de pólvora. El cargador de la metralleta estaba vacío. Había numerosas vainillas en la ventana. A su lado también estaba un revolver. Y cuando pasé a identificarlo, tenía un casco y una máscara de gases”. Esta trascendental declaración es reproducida en la nota “Recuerdos del General Palacios”, Ercilla N° 1991, del 26 de septiembre de 1973.

Este testimonio es similar al brindado en el documental “Más fuerte que el fuego. Las últimas horas en La Moneda” (1978), en que sostiene que “hasta el último momento él (Allende) disparaba contra nosotros”.

La evidencia de que Allende combatió hasta el final –y no se rindió- fue refrendada por el corresponsal de Prensa Latina Jorge Timossi en su nota “Las últimas horas de La Moneda” (13 de septiembre de 1973). Allí señala: “A las 13:52 minutos recibí una llamada desde Palacio. Era Jaime Barrios, asesor económico del Presidente, quien (…) me informó: ‘Vamos hasta el final. Allende está disparando con una ametralladora. Esto es infernal y nos ahoga el humo’”.

Cabe señalar que de acuerdo a la versión emanada por la Junta, Allende se habría suicidado entre las 13:30 y las 14 horas, como sostuvo la noche del “once” el prefecto de Investigaciones de Santiago, René Carrasco, a corresponsales extranjeros.

El fiscal norteamericano Eugene Propper, que investigó el doble asesinato del excanciller Orlando Letelier y de su secretaria Ronnie Moffit, acaecido en Washington en 21 de septiembre de 1976, describió en su libro Laberinto (1982), coescrito con el periodista Taylor Branch, cómo habría muerto Allende:

“Poco después de las 2 p.m., unidades de infantería logran invadir La Moneda. Pequeños grupos corren escaleras arriba en medio del humo, cubriéndose con fuego de metralletas. Un teniente chileno de pelo rubio, René Riveros, de pronto se encuentra frente a un civil armado vestido con un suéter con cuello tortuga. Riveros vacía la mitad de sus municiones en el Presidente de Chile, matándolo instantáneamente con una hilera de heridas que van desde la ingle a la garganta”.

Este relato se basó en el testimonio brindado por el oficial de la Escuela de Infantería condenado en el Caso Letelier, Armando Fernández Larios; y en información proporcionada por el jefe del FBI en Argentina, Robert Scherrer. El excorresponsal de Washington Post, en Santiago, John Dinges, nos expresó en 2011 que Scherrer, a quien consideraba “una fuente de oro”, le informó en 1979 lo mismo que a Propper: Riveros mató a Allende.

Cabe señalar que, después de “constatar” la muerte de Allende, Palacios lo comunica -a las 14:35- al general Sergio Nuño –ubicado en el Ministerio de Defensa-: “Misión cumplida: Moneda tomada, Presidente muerto”. En ningún momento dio a entender que hubo suicidio.

Palacios, que era director de Inteligencia del Ejército, reconoció –según consta en el documental “Más fuerte que el fuego”- que oficiales del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) entraron al salón donde murió Allende: “Le tomaron una fotos”, dijo. Sin embargo, es más verosímil que su participación haya tenido por objeto construir el suicidio. La Brigada de Homicidios sólo pudo entrar a las 16:20 horas, cuando el SIM ya había podido alterar todo el sitio del suceso.

Pocos después que Palacios informara de la muerte de Allende, un grupo de civiles golpistas difundió la noticia por onda corta desde el mismísimo Ministerio de Defensa: “Atención Chile. Atención a todo el mundo. Aquí Santiago Treinta y Tres. Este es Chile Libre. Allende ya es un cadáver. El capitán Roberto Garrido nos ha liberado de las garras del marxismo (…) Allende ha sido ajusticiado por nuestros soldados gloriosos”.

La Junta Militar intentó por todos los medios ocultar o destruir las evidencias que dieran cuenta de lo realmente sucedido con Allende en sus últimos instantes. La Primera Fiscalía Militar nunca entregó el expediente asociado al proceso abierto por la muerte de Allende donde estaba el Informe de Autopsia 2447 de 1973.

Aún no aparece el set de 29 fotos (ordenadas desde la A hasta la Z) que los peritos de la Policía Técnica de Investigaciones tomaron en el sitio del suceso. El General Palacios se quedó con el fusil AK-47 con el que –supuestamente- Allende se suicidó. Este no pudo ser periciado por los expertos policiales los que, sin embargo, aseguraron, tras una veloz inspección, que Allende se suicidó.

Tras nuestra mencionada investigación histórico forense sobre la muerte del Presidente Allende, que nos permitió constatar cientos de irregularidades, errores y omisiones, pudimos concluir que la teoría del suicidio, es una fabricación comunicacional, política, policial, forense e histórica realizada por los conspiradores constituidos en Junta Militar de Gobierno, y consolidada hasta nuestros días por poderes fácticos que gobiernan nuestra sociedad.

Recuadro 1

FOTOGRAFÍA CLAVE


A pesar de todo el esfuerzo hecho por la Junta Militar con el fin de ocultar las evidencias que mostraban lo realmente sucedido aquel once de septiembre en La Moneda, la verdad ha podido filtrarse hasta nuestros días.

En diciembre de 1973 alguien sustrajo la foto Nº 1416/73-A desde los archivos de Investigaciones, la que demuestra la falsedad de la versión oficial. El doctor Ravanal lo explica así en el mencionado libro coescrito con este corresponsal:

“Allí se puede ver un cadáver perfectamente alineado y en posición recta, como un tronco caído, lo que no es concordante con un individuo que en vida se pega un tiro de fusil bajo la mandíbula estando sentado, menos aun cuando ha ocurrido una destrucción masiva del encéfalo, lo que conlleva a una desconexión neurológica absoluta e instantánea, por lo que no cabría esperar que ocurriesen movimientos agónicos y/o reflejos en estas condiciones, que llevasen a las cuatro extremidades a alinearse con el eje principal del cuerpo, y extender totalmente las rodillas en la forma y magnitud que se aprecia en las imágenes y esquemas. Esta evidencia que el cadáver fue manipulado, dejándolo en una posición de arrastre sobre el sofá, por cuanto cuando un cadáver se arrastra por el tronco en posición ventral, las piernas se arrastran detrás de este extendiéndose las rodillas y apoyándose el peso en los talones”.

Ravanal destaca en relación con esta imagen otro aspecto que desmiente la construcción oficial sobre la muerte de Allende: “Nótese el aspecto limpio de las prendas de vestir en la zona anterior del cuello y tórax, donde se aprecia el diseño geométrico del chaleco de cuello alto, limpio, sin impregnación de sangre, solo se advierte un patrón de escurrimiento, que correspondería a líquidos sanguinolentos que fluyen pasivamente por efecto gravitacional postmortem, desde la zona frontal y anterior de la cara y cabeza, hacia abajo y derecha, en relación al ángulo de inclinación de la cabeza.

“La ausencia total de sangre en la zona anterior del tórax y cuello, es un claro indicador respecto a que al momento de producirse el disparo submentoniano, Allende no estaba vivo o se encontraba en otra posición, por cuanto de haberse encontrado con vida en posición sentada al momento de producirse el impacto submentoniano, la sangre habría escurrido en grandes volúmenes, masivamente hacia abajo, tal como lo demuestran dos videos de suicidios registrados en vivo y que le fueron acompañados al ministro Carroza durante la investigación, evidenciando la falta de sustento de los informes oficiales, que en el caso desafían a la fuerza de gravedad”.

Recuadro 2

LA MASCARADA

 

Para entender bien cómo se consolidó la versión oficial construida por la Junta Militar, hay que remontarse a 1990. La medianoche del 17 de agosto de aquel año se realizó en el Cementerio Santa Inés de Viña del Mar la primera exhumación (en la foto) del cuerpo de Salvador Allende. Se hizo con el fin de verificar si efectivamente sus restos estaban ahí y con el objetivo de reemplazar la vieja urna de latón por una nueva. Todo esto con miras al funeral oficial que se realizaría el 4 de septiembre de ese año.

La operación fue hecha en total secreto, a hurtadillas. Fue dirigida por el ministro vocero de Gobierno, Enrique Correa. La familia Allende envió en su representación al doctor Arturo Jirón.

La operación fue realizada sin especialistas, con total desprolijidad. Pablo Salas, que filmó esta exhumación, contó detalles de lo sucedido a este corresponsal en 2011: “Cuando llegamos al Cementerio Santa Inés estaba todo oscuro (…) Y nadie sabía si Allende estaba o no en su tumba”. Comenta que cerca de las 10 de la noche comenzaron a abrir la cripta de la familia Grove-Allende: una bóveda bajo el suelo a la que se desciende por una escalera. Recuerda que había ocho nichos, ubicados cuatro a cada lado y uno sobre otro. “Al fondo, del lado izquierdo, se encontraba el nicho donde se supone estaba Allende”, relató.

El camarógrafo afirma que sólo cuando llegó el ministro Correa, los panteoneros empezaron a romper la cubierta de cemento que resguardaba al nicho, “la cual tendría unos tres o cuatro centímetros de grosor”.

Sostiene que después de ello, “se pudo ver un ataúd de metal que tenía una chapa muy delgada y completamente oxidada”. Los empleados intentaron sacar el ataúd y éste se comenzó a desarmar. “Cuando lo jalaron un poco más fuerte, el ataúd se rompió. De esa forma lo lograron abrir”.

Cuenta que en ese momento él bajó al fondo de la cripta junto con Jesús Inostroza, fotógrafo de la Presidencia de la República de Chile, y el doctor Jirón, quien fue enviado por la familia Allende Bussi con la finalidad de reconocer los restos del ex Mandatario. Jirón fue uno de los médicos que estuvo con Allende en el Palacio de La Moneda el día de su muerte.

Salas dice que para ver los restos de Allende, el doctor Jirón se tuvo que agachar y meter parte de su cabeza al nicho. “Miró y empezó a murmurar: ‘el zapato, los pantalones, el chaleco’. Como yo estaba filmando, mi necesidad era que el tipo dijera lo que veía. Entonces, de repente le pregunté: ¿Es la ropa que llevaba? Y él me dijo: Si, así es”.

Salas relata que “los sepultureros comenzaron a romper el ataúd con el propósito de tomar los restos de Allende e irlos poniendo en una caja de metal chica, de menos de un metro de alto por 40 ó 50 centímetros de ancho y largo. Entonces empezaron a tomar todos los restos de Allende y los empezaron a poner en esta cajita metálica”.

–”¿En qué estado se encontraba el cráneo?”, le preguntamos a Salas.

Él recuerda que el cráneo estaba “muy incompleto”. Sostiene que sólo había una parte de él. “Si un cráneo normal tiene el tamaño de un melón, lo que había ahí tenía el tamaño de una manzana”, comenta.

El camarógrafo cuenta que los empleados del cementerio tendieron un paño blanco y colocaron sobre él ropa, restos óseos, pedazos de piel y pelo que no habían metido a la caja metálica. Después sacaron de la cripta tanto la caja como el paño. A este último lo volvieron a revisar, tomaron de él algunos “huesitos” y los arrojaron a la caja metálica. “Todo lo demás quedó fuera. Esto es, los zapatos, los pantalones, el chaleco, lo que era reconocible”.

Salas cree que la ropa y algunos restos óseos que los empleados no metieron a la caja metálica, “se fueron a la basura porque cuando nos fuimos se quedó ahí, nadie se los llevó”. Esta afirmación sería corroborada por tres panteoneros que declararon -en 2011- en el marco de la investigación encabezada por el ministro Carroza.

El testigo señala que los zapatos de Allende estaban casi intactos; el pantalón era oscuro, casi negro; y el chaleco era de lana blanca con puntos negros.

 

Dice que cuando terminaron “de poner los restos de Allende en la cajita de metal, ésta se colocó dentro de un ataúd nuevo, de madera, bien bonito. Este ataúd fue sellado con soplete y luego fue puesto en el mismo nicho donde estaba el ataúd antiguo”.

No hubo nueva autopsia ni ningún procedimiento forense. Sin embargo, esa mirada de un minuto bastó para que la familia del Presidente Allende, el gobierno de Patricio Aylwin y la prensa confirmaran que los restos correspondían a Allende y que éste se había suicidado… aunque usted no lo crea.

La revista Análisis (N° 348, septiembre de 1990) publicó -destacado en portada- el reportaje “El suicidio de Allende” que fue clave en la masificación en el seno de la izquierda de la versión oficial:

“Hasta el 17 de agosto de este año (…) existían serias dudas de que Allende se hubiera suicidado (…) Sin embargo, el resultado de la exhumación y reducción de los restos del presidente Allende (…) demostró que el cadáver (…) tenía un orificio en el cráneo que puede corresponder a un disparo de tipo suicida. Los que vieron los restos de Allende y sumaron a ello los antecedentes que tenían, están en condiciones de afirmar que Allende se quitó la vida”.

El 4 de septiembre fue el funeral oficial. En dicha ocasión -según testimonió a este corresponsal del cineasta Miguel Littín- la comitiva oficial que trasladaba los restos de Allende se detuvo en una parte del trayecto entre el Cementerio Santa Inés de Viña del Mar y el Cementerio General de Santiago. Por un lapso de una media hora desapareció el vehículo que llevaba los restos de Allende sin que nadie diera explicaciones de lo sucedido. En la comitiva participaba el ministro de Interior Enrique Krauss.

Littín levantó un acta notarial de este suceso por si moría antes de poder contarlo. Este cineasta chileno, actualmente está en la última etapa del rodaje de su film, en que muestra cómo fueron las últimas horas de Salvador Allende. Se espera que ahí cuente la verdad sobre su muerte.

Por Francisco Marín

El Ciudadano Nº147, octubre 2013

 

 

 

 

 

Chile, el golpe y los gringos

Chile, el golpe y los gringos

 

Escrito por Gabriel García Márquez .

A fines de 1969, tres generales del Pentágono cenaron con cuatro militares chilenos en una casa de los suburbios de Washington. El anfitrión era el entonces coronel Gerardo López<Angulo, agregado aéreo de la misión militar de Chile en los Estados Unidos, y los invitados chilenos eran sus colegas de las otras armas. La cena era en honor del Director de la escuela de Aviación de Chile, general Toro Mazote, quien había llegado el día anterior para una visita de estudio. Los siete militares comieron ensalada de frutas y asado de ternera con guisantes, bebieron los vinos de corazón tibio de la remota patria del sur donde había pájaros luminosos en las playas mientras Washington naufragaba en la nieve, y hablaron en inglés de l0 único que parecía interesar a los chilenos en aquellos tiempo: las elecciones presidenciales del próximo septiembre. A los postres, uno de los generales del Pentágono preguntó qué haría el ejército de Chile si el candidato de la izquierda Salvador Allende ganaba las elecciones. El general Toro Mazote contestó: “Nos tomaremos el palacio de la Moneda en media hora, aunque tengamos que incendiarlo”

 Uno de los invitados era el general Ernesto Baeza, actual director de la Seguridad Nacional de Chile, que fue quien dirigió el asalto al palacio presidencial en el golpe reciente, y quien dio la orden de incendiarlo. Dos de sus subalternos de aquellos días se hicieron célebres en la misma jornada: el general Augusto Pinochet, presidente de la Junta Militar, y el general Javier Palacios, que participó en la refriega final contra Salvador Allende. También se encontraba en la mesa el general de brigada aérea Sergio Figueroa Gutiérrez, actual ministro de obras públicas, y amigo íntimo de otro miembro de la Junta Militar el general del aire Gustavo Leigh, que dio la orden de bombardear con cohetes el palacio presidencial. El último invitado era el actual almirante Arturo Troncoso, ahora gobernador naval de Valparaíso, que hizo la purga sangrienta de la oficialidad progresista de la marina de guerra, e inició el alzamiento militar en la madrugada del once de septiembre.

Aquella cena histórica fue el primer contacto del Pentágono con oficiales de las cuatro armas chilenas. En otras reuniones sucesivas, tanto en Washington como en Santiago, se llegó al acuerdo final de que los militares chilenos más adictos al alma y a los intereses de los Estados Unidos se tomarían el poder en caso de que la Unidad Popular ganara las elecciones. Lo planearon en frío, como una simple operación de guerra, y sin tomar en cuenta las condiciones reales de Chile.

El plan estaba elaborado desde antes, y no sólo como consecuencia de las presiones de la International Telegraph & Telephone (I.T.T), sino por razones mucho más profundas de política mundial. Su nombre era “Contingency Plan”. El organismo que la puso en marcha fue la Defense Intelligence Agency del Pentágono, pero la encargada de su ejecución fue la Naval Intelligency Agency, que centralizó y procesó los datos de las otras agencias, inclusive la CIA, bajo la dirección política superior del Consejo Nacional de Seguridad. Era normal que el proyecto se encomendara a la marina, y no al ejército, porque el golpe de Chile debía coincidir con la Operación Unitas, que son las maniobras conjuntas de unidades norteamericanas y chilenas en el Pacífico. Estas maniobras se llevaban a cabo en septiembre, el mismo mes de las elecciones y resultaba natural que hubiera en la tierra y en el cielo chilenos toda clase de aparatos de guerra y de hombres adiestrados en las artes y las ciencias de la muerte.

Por esa época, Henry Kissinger dijo en privado a un grupo de chilenos: “No me interesa ni sé nada del Sur del Mundo, desde los Pirineos hacia abajo. El Contingency Plan estaba entonces terminado hasta su último detalle, y es imposible pensar que Kissinger no estuviera al corriente de eso, y que no lo estuviera el propio presidente Nixon.

Chile es un país angosto, con 4.270 kilómetros de largo y 190 de ancho, y con 10 millones de habitantes efusivos, dos de los cuales viven en Santiago, la capital. La grandeza del país no se funda en la cantidad de sus virtudes, sino el tamaño de sus excepciones. Lo único que produce con absoluta seriedad es mineral de cobre, pero es el mejor del mundo, y su volumen de producción es apenas inferior al de Estados Unidos y la Unión Soviética. También produce vinos tan buenos como los europeos, pero exportan poco porque casi todos se los beben los chilenos. Su ingreso per cápita, 600 dólares, es de los más elevados de América Latina, pero casi la mitad del producto nacional bruto se lo reparten solamente 300.000 personas. En 1932, Chile fue la primera república socialista del continente, y se intentó la nacionalización del cobre y el carbón con el apoyo entusiasta de los trabajadores, pero la experiencia sólo duró 13 días. Tiene un promedio de un temblor de tierra cada dos días y un terremoto devastador cada tres años. Los geólogos menos apocalípticos consideran que Chile no es un país de tierra firme sino una cornisa de los Andes en una océano de brumas, y que todo el territorio nacional, con sus praderas de salitre y sus mujeres tiernas, está condenado a desaparecer en un cataclismo.

Los chilenos, en cierto modo, se parecen mucho al país. Son la gente más simpática del continente, les gusta estar vivos y saben estarlo lo mejor posible, y hasta un poco más, pero tienen una peligrosa tendencia al escepticismo y a la especulación intelectual. “Ningún chileno cree que mañana es martes”, me dijo alguna vez otro chileno, y tampoco él lo creía. Sin embargo, aún con esa incredulidad de fondo, o tal vez gracias a ella, los chilenos han conseguido un grado de civilización natural, una madurez política y un nivel de cultura que son sus mejores excepciones. De tres premios Nobel de literatura que ha obtenido América Latina, dos fueron chilenos. Uno de ellos, Pablo Neruda, era el poeta más grande de este siglo.

Todo esto debía saberlo Kissinger cuando contestó que no sabía nada del sur del mundo, porque el gobierno de los Estados Unidos conocía entonces hasta los pensamientos más recónditos de los chilenos. Los había averiguado en 1965, sin permiso de Chile, en una inconcebible operación de espionaje social y político: el Plan Camelot. Fue una investigación subrepticia mediante cuestionarios muy precisos, sometidos a todos los niveles sociales, a todas las profesiones y oficios, hasta en los últimos rincones del país, para establecer de un modo científico el grado de desarrollo político y las tendencias sociales de los chilenos. En el cuestionario que se destinó a los cuarteles, figuraba la pregunta que cinco años después volvieron a oír los militares chilenos en la cena de Washington: “¿Cuál será la actitud en caso de que el comunismo llegue al poder? – La pregunta era capciosa. Después de la operación Camelot, los Estados Unidos sabían a cierta que Salvador Allende sería elegido presidente de la república.

Chile no fue escogido por casualidad para este escrutinio. La antigüedad y la fuerza de su movimiento popular, la tenacidad y la inteligencia de sus dirigentes, y las propias condiciones económicas y sociales del país permitían vislumbrar su destino. El análisis de la operación Camelot lo confirmó: Chile iba a ser la segunda república socialista del continente después de Cuba. De modo que el propósito de los Estados Unidos no era simplemente impedir el gobierno de Salvador Allende para preservar las inversiones norteamericanas. El propósito grande era repetir la experiencia más atroz y fructífera que ha hecho jamás el imperialismo en América Latina: Brasil.

El 4 de septiembre de 1970, como estaba previsto, el médico socialista y masón Salvador Allende fue elegido presidente de la república. Sin embargo, el Contingency Plan no se puso en práctica. La explicación más corrientes es también la más divertida: alguien se equivocó en el Pentágono, y solicitó 200 visas para un supuesto orfeón naval que en realidad estaba compuesto por especialistas en derrocar gobiernos, y entre ellos varios almirantes que ni siquiera sabían cantar. El gobierno chileno descubrió la maniobra y negó las visas. Este percance, se supone, determinó el aplazamiento de la aventura. Pero la verdad es que el proyecto había sido evaluado a fondo: otras agencias norteamericanas, en especial la CIA y el propio embajador de los Estados Unidos en Chile, Edward Korry, consideraron que el Contingency Plan era sólo una operación militar que no tomaba en cuenta las condiciones actuales de Chile.

En efecto, el triunfo de la Unidad Popular no ocasionó el pánico social que esperaba el Pentágono. Al contrario, la independencia del nuevo gobierno en política internacional, y su decisión en materia económica, crearon de inmediato un ambiente de fiesta social. En el curso del primer año se habían nacionalizado 47 empresas industriales, y más de la mitad del sistema de créditos. La reforma agraria expropió e incorporó a la propiedad social 2.400.000 hectáreas de tierras activas. El proceso inflacionario se moderó: se consiguió el pleno empleo y los salarios tuvieron un aumento efectivo de un 40 por ciento.

El gobierno anterior, presidido por el demócrata cristiano Eduardo Frei, había iniciado un proceso de chilenización del cobre. Lo único que hizo fue comprar el 51 por ciento de las minas, y sólo por la mina de El Teniente pagó una suma superior al precio total de la empresa. La Unidad Popular recuperó para la nación con un solo acto legal todos los yacimientos de cobre explotados por las filiales de compañías norteamericanas, la Anaconda y la Kennecott. Sin indemnización: el gobierno calculaba que las dos compañías habían hecho en 15 años una ganancia excesiva de 80.000 millones de dólares.

La pequeña burguesía y los estratos sociales intermedios, dos grandes fuerzas que hubieran podido respaldar un golpe militar en aquél momento, empezaban a disfrutar de ventajas imprevistas, y no a expensas del proletariado, como había ocurrido siempre, sino a expensas de la oligarquía financiera y el capital extranjero. Las fuerzas armadas, como grupo social, tienen la misma edad, el mismo origen y las mismas ambiciones de la clase media y no tenían motivo, ni siquiera una coartada, para respaldar a un grupo exiguo de oficiales golpistas. Consciente de esa realidad, la Democracia Cristiana no solo no patrocinó entonces la conspiración de cuartel, sino que se opuso resueltamente porque la sabía impopular dentro de su propia clientela.

Su objetivo era otro: perjudicar por cualquier medio la buena salud del gobierno para ganarse las dos terceras partes del Congreso en las elecciones de marzo de 1973. Con esa proporción podía decidir la destitución constitucional del presidente de la república.

La Democracia Cristiana era una grande formación inter-clasista, con una base popular auténtica en el proletariado de la industria moderna, en la pequeña y media industria moderna, en la pequeña y media propiedad campesina, y en la burguesía y la clase media de las ciudades. La Unidad Popular expresaba al proletariado obrero menos favorecido, al proletariado agrícola, a la baja clase media de las ciudades.

La Democracia Cristiana, aliada con el Partido Nacional de extrema derecha, controlaba el Congreso. La Unidad Popular controlaba el poder ejecutivo. La polarización de esas dos fuerzas iba a ser, de hecho, la polarización del país. Curiosamente, el católico Eduardo Frei, que no cree en el marxismo, fue quien aprovechó mejor la lucha de clases, quien la estimuló y exacerbó; con el propósito de sacar de quicio al gobierno y precipitar al país por la pendiente de la desmoralización y el desastre económico.

El bloqueo económico de los Estados Unidos por la expropiaciones sin indemnización y el sabotaje interno de la burguesía hicieron el resto. En Chile se produce todo, desde automóviles hasta pasta dentífrica, pero la industria tiene una identidad falsa: en las 160 empresas más importantes, el 60 por ciento era capital extranjero, y el 80 por ciento de sus elementos básicos importados. Además, el país necesitaba 300 millones de dólares anuales para importar artículos de consumo, y otros 450 millones para pagar los servicios de la deuda externa. Los créditos de los países socialistas no remediaban la carencia fundamental de repuestos, pues toda industria chilena, la agricultura y el transporte, estaban sustentados por equipo norteamericano. La Unión Soviética tuvo que comprar trigo de Australia para mandarlo a Chile, porque ella misma no tenía y a través del Banco de la Europa del Norte, de París, le hizo varios empréstitos sustanciosos en dólares efectivos. Cuba, en un gesto que fue más ejemplar que decisivo, mandó un barco cargado de azúcar regalada. Pero las urgencias de Chile eran descomunales. Las alegres señoras de la burguesía, con el pretexto del racionamiento y de las pretensiones excesivas de los pobres, salieron a la plaza pública haciendo sonar sus cacerolas vacías. No era casual, sino al contrario, muy significativo, que aquel espectáculo callejero de zorros plateados y sombreros de flores ocurriera la misma tarde que Fidel Castro terminaba una visita de treinta días que había sido un terremoto de agitación social.

LA ÚLTIMA CUECA FELIZ DE SALVADOR ALLENDE

El Presidente Salvador Allende comprendió entonces, y lo dijo, que el pueblo tenía el gobierno pero no tenía el poder. La frase más alarmante, porque Allende llevaba dentro una almendra legalista que era el germen de su propia destrucción: un hombre que peleó hasta la muerte en defensa de la legalidad, hubiera sido capaz de salir por la puerta mayor de la Moneda, con la frente en alto, si lo hubiera destituido el congreso dentro del marco de la constitución.

La periodista y política Rossana Rossanda, que visitó a Allende por aquella época, lo encontró envejecido, tenso y lleno de premoniciones lúgubres, en el diván de cretona amarilla donde había de reposar el cadáver acribillado y con la cara destrozada por un culatazo de fusil. Hasta los sectores más comprensivos de la Democracia Cristiana estaban entonces contra él. “¿Inclusive Tomic?” – le preguntó Rossana. -”Todos”, contestó, Allende.

En vísperas de las elecciones de marzo de 1973, en las cuales se jugaba su destino, se hubiera conformado con que la Unidad Popular obtuviera el 36 por ciento. Sin embargo, a pesar de la inflación desbocada, del racionamiento feroz, del concierto de olla de las cacerolinas alborotadas, obtuvo el 44 por ciento. Era una victoria tan espectacular y decisiva, que cuando Allende se quedó en el despacho, sin más testigos que su amigo y confidente, Augusto Olivares, hizo cerrar la puerta y bailó solo una cueca.

Para la Democracia Cristiana, aquella era la prueba de que el proceso democrático promovido por la Unidad Popular no podía ser contrariado con recursos legales, pero careció de visión para medir las consecuencias de su aventura: es un caso imperdonable de irresponsabilidad histórica. Para los Estados Unidos era una advertencia mucho más importante que los intereses de las empresas expropiadas; era un precedente inadmisible en el progreso pacífico de los pueblos del mundo, pero en especial para los de Francia e Italia, cuyas condiciones actuales hacen posible la tentativa de experiencias semejantes a las de Chile: Todas las fuerzas de la reacción interna y externa se concentraron en un bloque compacto.

En cambio los Partidos de la Unidad Popular cuyas grietas internas era mucho más profundas de lo que se admite, no lograron ponerse de acuerdo con el análisis de la votación de marzo. El gobierno se encontró sin recursos, reclamado desde un extremo por los partidarios de aprovechar la evidente radicalización de las masas para dar un salto decisivo en el cambio social, y los más moderados que temían al espectro de la guerra civil y confiaban en llegar a un acuerdo regresivo con la Democracia Cristiana. Ahora se ve con mucha claridad que esos contactos, por parte de la oposición no eran más que un recurso de distracción para ganar tiempo.

LA CIA Y EL PARO PATRONAL

La huelga de camioneros fue el detonante final. Por su geografía fragorosa, la economía chilena está a merced de su transporte rodado. Paralizarlo es paralizar el país. Para la oposición era muy fácil hacerlo, porque el gremio del transporte era de los más afectados por la escasez de repuestos, y se encontraba además amenazado por la disposición del gobierno de nacionalizar el transporte con equipos soviéticos. El paro se sostuvo hasta el final, sin un solo instante de desaliento, porque estaba financiado desde el exterior con dinero efectivo. La CIA inundó de dólares el país para apoyar el Paro Patronal, y esa divisa bajó en la bolsa negra, escribió Pablo Neruda a un amigo en Europa. Una semana antes del golpe se había acabado el aceite, la leche y el pan.

En los últimos días de la Unidad Popular, con la economía desquiciada y el país al borde de la guerra civil, las maniobras del gobierno y de la oposición se centraron en la esperanza de modificar, cada quien a su favor, el equilibrio de fuerzas dentro del ejército. La jugada final fue perfecta: cuarenta y ocho horas antes del golpe, la oposición había logrado descalificar a los mandos superiores que respaldaban a Salvador Allende, y habían ascendido en su lugar, uno por uno, en una serie de enroques y gambitos magistrales a todos los oficiales que habían asistido a la cena de Washington.

Sin embargo, en aquel momento el ajedrez político había escapado a la voluntad de sus protagonistas. Arrastrados por una dialéctica irreversible, ellos mismos terminaron convertidos en ficha de un ajedrez mayor, mucho más complejo y políticamente mucho más importante que una confabulación consciente entre el imperialismo y la reacción contra el gobierno del pueblo. Era una terrible confrontación de clases que la habían provocado, una encarnizada rebatiña de intereses contrapuestos cuya culminación final tenía que ser un cataclismo social sin precedentes en la historia de América.

EL EJÉRCITO MÁS SANGUINARIO DEL MUNDO

Un golpe militar, dentro de las condiciones chilenas, no podía ser incruento. Allende lo sabía. No se juega con fuego, le había dicho a la periodista italiana Rossana Rossanda. Si alguien cree que en Chile un golpe militar será como en otros países de América, como un simple cambio de guardia en la Moneda, se equivoca de plano. Aquí, si el ejército se sale de la legalidad. habrá un baño de sangre. Será Indonesia. Esa certidumbre tenía un fundamento histórico.

Las fuerzas armadas de Chile, el contrario de lo que se nos ha hecho creer, han intervenido en la política cada vez que se han visto amenazados sus intereses de clase y lo han hecho con un tremenda ferocidad represiva. Las dos constituciones que ha tenido el país en un siglo fueron impuestas por las armas y el reciente golpe militar era la sexta tentativa de los últimos cincuenta años.

El ímpetu sangriento del ejército chileno le viene de su nacimiento, en la terrible escuela de la guerra cuerpo a cuerpo contra los araucanos, que duró 300 años. Uno de los precursores se vanagloriaba, en 1620, de haber matado con su propia mano, en una sola acción, a más de 2.000 personas. Joaquín Edwards Bello cuenta en sus crónicas que durante una epidemia de tifo exantemático, el ejército sacaba a los enfermos de sus casas y los mataba con un baño de veneno para acabar con la peste. Durante una guerra civil de siete meses en 1891, hubo 10.000 muertos en una sola batalla. Los peruanos aseguran que durante la ocupación de Lima, en la guerra del Pacífico, los militares chilenos saquearon la biblioteca de don Ricardo Palma, pero que no usaban los libros para leerlos, sino para limpiarse el trasero.

Con mayor brutalidad han sido reprimidos los movimientos populares. Después del terremoto de Valparaíso, en 1906, las fuerzas navales liquidaron la organización de los trabajadores portuarios con una masacre de 8.000 obreros. En Iquique, a principios del siglo, una manifestación de huelguistas se refugió en la teatro municipal, huyendo de la tropa y fue ametrallada: hubo 2.000 muertos. El 2 de abril de 1957 el ejército reprimió una asonada civil en el centro de Santiago causando un número de víctimas que nunca se pudo establecer, porque el gobierno escamoteó los cuerpos en entierros clandestinos. Durante una huelga en la mina de El Salvador, bajo el gobierno de Eduardo Frei, una patrulla militar dispersó a bala una manifestación y mató a seis personas, entre ellas varios niños y una mujer encinta. El comandante de la plaza era un oscuro general de 52 años, padre de cinco niños, profesor de geografía y autor de varios libros sobre asuntos militares: Augusto Pinochet.

El mito del legalismo y la mansedumbre de aquel ejército carnicero había sido inventado en interés propio de la burguesía chilena. La Unidad Popular lo mantuvo con la esperanza de cambiar a su favor la composición de clase de los cuadros superiores. Pero Salvador Allende se sentía más seguro entre los carabineros, un cuerpo armado de origen popular y campesino que estaba bajo el mando directo del presidente de la república. En efecto, sólo los oficiales más antiguos de los Carabineros secundaron el golpe. Los oficiales jóvenes se atrincheraron en la escuela de Sub-oficiales de Santiago y resistieron durante cuatro día, hasta que fueron aniquilados desde el aire con bombas de guerra.

Esa fue la batalla más conocida de la contienda secreta que se libró en el interior de los cuarteles la víspera del golpe. Los golpistas asesinaron a los oficiales que se negaron a secundarlos y a los que no cumplieron las órdenes de represión. Hubo sublevaciones de regimientos enteros, tanto en Santiago como en la provincia que fueron reprimidas sin clemencia y sus promotores fueron fusilados para escarmiento de la tropa. El comandante de los coraceros de Viña del Mar, coronel Cantuarias, fue ametrallado por sus subalternos. El gobierno actual ha hecho creer que muchos de esos soldados leales fueron víctimas de la resistencia popular. Pasará tiempo antes de que se conozcan las proporciones reales de esa carnicería interna, porque los cadáveres eran sacados de los cuarteles en camiones de basura y sepultados en secreto. En definitiva, sólo medio centenar de oficiales de confianza, al frente de tropas depuradas de antemano, se hicieron cargo de la represión.

Numerosos agentes extranjeros tomaron parte en el drama. El bombardeo del palacio de la Moneda, cuya precisión técnica asombró a los expertos, fue hecho por un grupo de acróbatas aéreos norteamericanos que habían entrado con la pantalla de la operación Unitas, para ofrecer un espectáculos de circo volador el próximo 18 de septiembre, día de la independencia nacional. Numerosos policías secretos de los gobiernos vecinos, infiltrados por la frontera de Bolivia, permanecieron escondidos hasta el día del golpe y desataron una persecución encarnizada contra unos 7.000 refugiados políticos de otros países de América Latina.

Brasil, patria de los gorilas mayores, se había encargado de ese servicio. Había promovido , dos años antes, el golpe reaccionario en Bolivia que quitó a Chile un respaldo sustancial y facilitó la infiltración de toda clase de recursos para la subversión. Algunos de los empréstitos que han hecho los Estados Unidos al Brasil han sido transferidos en secreto a Bolivia para financiar la subversión en Chile. En 1972, el general William Westmoreland hizo un viaje secreto a La Paz, cuya finalidad no se ha revelado. No parece casual, sin embargo, que poco después de aquella visita sigilosa, se iniciaran movimientos de tropa y material de guerra en la frontera con Chile y esto dio a los militares chilenos una oportunidad más de afianzar su posición interna y de hacer desplazamientos de personal y promociones jerárquicas favorables al golpe inminente.

Por fin, el 11 de septiembre, mientras se adelantaba la operación Unitas, se llevó a cabo el plan original de la cena de Washington, con tres años de retraso, pero tal como se había concebido: no como un golpe de cuartel convencional, sino como una devastadora operación de guerra.

Tenía que ser así, porque no se trataba de tumbar a un gobierno, sino de implantar la tenebrosa simiente del Brasil, con sus terribles máquinas de terror, de tortura y de muerte, hasta que no quedara en Chile ningún rastro de las condiciones políticas y sociales que hicieron posible la Unidad Popular. Cuatro meses después del golpe, el balance era atroz: casi 20.000 personas asesinadas; 30.000 prisioneros políticos sometidos a torturas salvajes, 25.000 estudiantes expulsados y más 200.000 obreros licenciados. La etapa más dura, sin embargo; aún no había terminado.

LA VERDADERA MUERTE DE UN PRESIDENTE

A la hora de la batalla fina, con el país a merced de las fuerzas desencadenadas de la subversión, Salvador Allende continuó aferrado a la legalidad. La contradicción más dramática de su vida fue ser al mismo tiempo, enemigo congénito de la violencia y revolucionario apasionado y él creía haberla resuelto con la hipótesis de que las condiciones de Chile permitían una evolución pacífica hacia el socialismo dentro de la legalidad burguesa. La experiencia le enseñó demasiado tarde que no se puede cambiar un sistema desde el gobierno sino desde el poder.

Esa comprobación tardía debió ser la fuerza que lo impulsó a resistir hasta la muerte en los escombros en llamas de una casa que ni siquiera era la suya, una mansión sombría que un arquitecto italiano construyó para fábrica de dinero y terminó convertida en le refugio de un presidente sin poder. Resistió durante seis horas, con una metralleta que le había regalado Fidel Castro y que fue la primera arma de fuego que Salvador Allende disparó jamás. El periodista Augusto Olivares, que resistió a su lado hasta el final, fue herido varias veces y murió desangrándose en la Asistencia Pública.

Hacia las cuatro de la tarde, el general de división Javier Palacios logró llegar al segundo piso, con su ayudante, el capitán Gallardo y un grupo de oficiales. Allí, entre las falsas poltronas Luis XV y los floreros de dragones chinos y los cuadros de Rugendas del salón rojo, Salvador Allende los estaba esperando, estaba en mangas de camisa, sin corbata, y con la ropa sucia de sangre. Tenía la metralleta en la mano.

Allende conocía bien al general Palacios. Pocos días antes, le había dicho a Augusto Olivares que aquel era un hombre peligroso que mantenía contactos estrechos con la Embajada de los Estados Unidos. Tan pronto como lo vio aparecer en la escalera, Allende le gritó: “Traidor” y lo hirió en una mano.

Allende murió en un intercambio de disparos con esta patrulla. Luego, todos los oficiales, en un rito de casta, dispararon sobre el cuerpo. Por último, un suboficial le destrozó la cara con la culata del fusil. La foto existe: la hizo el fotógrafo Juan Enrique Lira, del periódico El Mercurio, el único a quien se permitió retratar el cadáver. Estaba tan desfigurado, que a la señora Hortensia Allende, su esposa, le mostraron el cuerpo en el ataúd, pero no permitieron que le descubriera la cara.

Había cumplido 64 años en el julio anterior y era un Leo perfecto: tenaz, decidido e imprevisible. Lo que piensa Allende sólo lo sabe Allende, me había dicho uno de sus ministros. Amaba la vida, amaba las flores y los perros y era de una galantería un poco a la antigua, con esquelas perfumadas y encuentros furtivos. Su virtud mayor fue la consecuencia, pero el destino le deparó la rara y trágica grandeza de morir defendiendo a bala el mamarracho anacrónico del derecho burgués, defendiendo una Corte Suprema de Justicia que lo había repudiado y había de legitimar a sus asesinos, defendiendo un Congreso miserable que los había declarado ilegítimo pero que había de sucumbir complacido ante la voluntad de los usurpadores, defendiendo la libertad de los partidos de oposición que habían vendido su alma al fascismo, defendiendo toda la parafernalia apolillada de un sistema de mierda que él se había propuesto aniquilar sin disparar un tiro. El drama ocurrió en Chile, para mal de los chilenos, pero ha de pasar a la historia como algo que nos sucedió sin remedio a todos los hombres de este tiempo y que se quedó en nuestras vidas para siempre.

Gabriel García Márquez, 2003

140418 - elclarin.cl

 

 

 

 

 

 

Allende y la vía chilena al socialismo

Allende y la vía chilena al socialismo

Miércoles, 12 de septiembre de 2012

Por Homar Garcés

Treinta y nueve años luego de acaecido el sangriento golpe de Estado perpetrado en Chile por las fuerzas armadas capitaneadas por el General Augusto Pinochet, aún se discute si el gobierno del Presidente Salvador Allende habría derivado o no hacia un gobierno eminentemente popular y radical que facilitara la construcción del socialismo revolucionario en dicho país.

En tal sentido, mucho se ha afirmado -a veces sin una base argumental sólida- que todo ello fue causado por las pugnas y los fraccionalismos de los diversos factores políticos de izquierda que conformaran la Unidad Popular mediante la cual ganara Allende la presidencia de la república, aparte de las intrigas y el intervencionismo del imperialismo yanqui, como se comprobara después. Sin embrago, frente a esta opinión generalizada, se levanta otra que establece que una gran cuota de responsabilidad recae en el martirizado Allende y su gobierno al intentar una vía al socialismo utilizando las herramientas de la democracia representativa, buscando apoyarse en una alianza con sectores de la burguesía chilena, obviando lo que la historia siempre ha puesto al descubierto: la imposibilidad de contar con la burguesía para hacer una revolución socialista que termine afectando sus privilegios e intereses capitalistas, en una hibridación ilusoria que nada más ha favorecido a los sectores burgueses desde que éstos empezaran a dominar la escena política al producirse la Revolución Francesa en 1789 y, mucho antes, cuando Oliver Cromwell hiciera lo propio en Inglaterra.

Desde entonces -y a la luz de lo que tiene lugar actualmente en naciones como Ecuador, Bolivia o Venezuela- se ha planteado y creído que la vía chilena al socialismo sería algo posible y permanente si se conquistan los mismos mecanismos legalizados utilizados por los sectores dominantes, esperando que algún día se concreten las condiciones subjetivas y objetivas que hagan del proletariado -en términos clásicos- el sujeto histórico de la revolución socialista. Esto ha supuesto diferentes modos de entender la realidad nacional en cada país, con el error común de quererlos aplicar como ley universal, sin atender a las peculiaridades de cada uno. Así, se recurre a formulaciones automáticas de aportes teóricos que pudieron servir coyunturalmente de guía de acción revolucionaria en algún tiempo y latitud, pero que hoy requieren redefinirse sin que se interprete como una negación -también automática- de su posible vigencia.

Por ello, la experiencia impulsada por Salvador Allende no puede simplificarse así nomás y terminar en el terreno común de señalar que la misma sólo hubiera sido consolidada mediante las armas, negando con esto las perspectivas que crearía un mejor nivel de organización, de movilización y de formación revolucionaria de los sectores populares, liderados por una vanguardia revolucionaria debidamente formada y consciente de la necesidad histórica de demoler radicalmente las estructuras políticas, sociales, culturales y económicas que han legitimado la explotación, las injusticias y la hegemonía capitalistas. Basta ver cómo la correlación de fuerzas favorece en la actualidad a los sectores populares de nuestra América, conformando un abanico de opciones que, aun siendo diferentes en su concepción e intereses, coinciden en la necesidad urgente de trascender al capitalismo y de remover desde sus cimientos las relaciones perniciosas que éste ha generado para reproducirse en contra de los valores esenciales de la humanidad; todo lo cual podría concretarse de tomarse en cuenta los pormenores de la experiencia transformadora de Allende en Chile, de manera que esto sirva para cuidarse de los errores entonces cometidos.

ARGENPRESS.info

 

 

Lecciones del 4 de septiembre de 1970

Lecciones del 4 de septiembre de 1970

Enviado por el Editor del Boletín Rojo

Se cumplen 42 años del día en que el pueblo chileno alcanzó un histórico  triunfo en las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970...

El Círculo Virtual de Estudios Histórico-Politicos recuerda esa gloriosa fecha y entrega un trabajo sobre ese inolvidable episodio.

Carlota Espina

Editora

LECCIONES QUE DEJÓ EL 4  DE SEPTIEMBRE  DE  1970                                                                        

Iván Ljubetic Vargas

Los comunistas  evocamos  el 4 de septiembre de 1970, no  sólo  para  honrar a quienes hicieron posible esa gloriosa jornada. También,  para reivindicar  la verdadera historia de cómo se alcanzó tal hazaña.

VOCACIÓN UNITARIA

Ello tiene muchísimo que ver con la vocación unitaria de los comunistas; con la tradición que viene desde comienzos del siglo XX, con la actividad de ese chileno fuera de serie llamado Luis Emilio Recabarren Serrano.

Por sobre los intereses partidarios, los comunistas han privilegiados los intereses de las fuerzas populares y de Chile.. De las 16 elecciones presidenciales en que ha participado, el PC ha trabajado y votados 11 veces por candidatos que no son de sus filas. Y, en las otras cinco, se vio obligado a llevar candidato propio ante la imposibilidad de  constituir una coalición de las  fuerzas de la izquierda.

Recordemos los hechos  más  cercanos. En 1936, el PC  fue el principal actor de la constitución del Frente Popular y del triunfo del candidato de éste en las elecciones del 25 de octubre de 1938.

FORJANDO  EL TRIUNFO DE 1970

El camino hacia la victoria del 4 de septiembre de 1970, se inició en 1951, cuando el PC- que se encontraba perseguido, fuera de la ley, por el traidor-  y el pequeño Partido Socialista de Chile, encabezado por Salvador Allende, dieron vida al Frente del Pueblo, de poco peso entonces, pero que se convirtió posteriormente en el núcleo que aglutinó a todas las fuerzas de izquierda.

El Frente del Pueblo presentó la primera candidatura presidencial de Allende, que fue derrotada el 4 de septiembre de 1952, obteniendo el 5,43% de los votos válidamente emitidos.

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SE ACABARÁN LAS PIEDRAS

Cuando yo era niño, en mi casa vivía El Billiken, El siglo, China Popular, Para Ti, Miguel Aceves Mejia, El Peneca, Condorito, Emilio Salgari, Alejandro Dumas, Manuel Rojas y en la pieza de mi hermano mayor El Pingüino.

Mi formación intelectual hace entrelazar mis vivencias sin ningún sorteo para el “reciclaje”. Sin aviso previo, se vienen a la cabeza cosas antiguas, que aparentemente no tienen ningún significado, pero lo tienen. Me andan rondando interrogantes, júbilos, alegrías inmensas, fantasmas… y mi alejandrito chico que tengo en el alma, me traen vivencias antiguas, que encajan con mis preguntas de lluvia.

Pepo, a través de Condorito, decia: “Se acabaran la piedras, pero el que te dije, never”

Los trabajadores sindicalizados de Chile, tienen por primera vez en su historia, a una mujer en su presidencia, Barbara Figueroa, Comunista, sindicalizada en el Magisterio.

Este acontecimiento no es poco, es un “Tsunami colorado” que azota las costas del “riquerio”.

No le pongo si digo que el pueblo trabajador, la juventud, los estudiantes…ese Chile obrero, minero, pescador, profesor, ingeniero y albañil, ese Chile cantor y poeta… se anda riendo, con la esperanza incrustada en sus ojos de Cobre.

De cobre, porque cada día que pasa, a pesar de la corrupción en Codelco, del arrogante Imperio, del desfachatado gobierno de derecha, los mineros que cosechan los metales, se organizan, recapacitan, refleccionan, se activan…única manera, junto con otras uniones, de devolverle la dignidad avasallada a su país, el sustento de Chile.

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Domingo, 2 de septiembre de 2012

 

LA SUBLEVACIÓN DE LA MARINERÍA

Hace 81 años, el 1º de Septiembre de 1931 se produjo uno de los acontecimientos más sobresalientes de la Historia de Chile: la Sublevación de la Marinería.

El  Círculo Virtual de Estudios Histórico-Políticos entrega una reseña de los hechos.

Carlota Espina

Editora

LA SUBLEVACIÓN DE LA MARINERÍA

Iván Ljubetic Vargas

Coquimbo,  fines de agosto de 1931. Los oficiales de las naves de la Armada, surtas en ese puerto, elevaron una petición solicitando anular la orden impartida por el ministro de Hacienda Blanquier, de rebajar los sueldos en un 30%. El comodoro de la Escuadra y comandante del "Almirante Latorre", Alberto Hozven, retuvo la solicitud. Los oficiales, no se atrevieron a insistir. En vez de eso, instigaron a las tripulaciones para que presenten un pliego de peticiones.

Había inquietud entre los marinos por este problema económico. Al enterarse de ello, el comodoro Hozven reunió en el Latorre a 20 representantes de cada unidad anclada en la bahía de Coquimbo. Les dijo, entre otras cosas:

"Es una cobardía pedir que no se efectué la rebaja de sueldos de un 30% sabiendo que el país está en bancarrota. Castigaré con la expulsión cualquiera que sea el número de cobardes, a quién intente presentarme esas peticiones..."

COMIENZA LA INSURRECIÓN

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La oferta de “presidenciables” y la necesidad de un programa

Editorial de El Siglo, edición 1626 del 31 de agosto de 2012

 

La oferta de “presidenciables” y la necesidad de un programa

Las leyes del mercado y el marketing han hecho presa de la política de la derecha que oferta, como cualquier otro producto, candidatos presidenciales con “atributos” como su apariencia física, simpatía, exposición  mediática y otros, como si el electorado y la ciudadanía enfrentaran en el próximo período una liquidación comercial de retazos, más que la elección de un primer mandatario de la Nación.

El pesado lastre que dejará la administración de Sebastián Piñera en materia de políticas sociales, los graves problemas en educación que han sido asumidos y denunciados por amplias mayorías nacionales, así como los de la salud, la vivienda, la reconstrucción, la delincuencia, los derechos laborales, la indispensable reforma política, una nueva Constitución y otros temas de fondo no están en la agenda de los candidatos de la derecha.

Se desconocen propuestas para solucionarlos y nadie puede esperar que en el año y medio que resta, el oficialismo emprenda alguna iniciativa respecto de estos temas, sobre todo considerando su visión sobre política tributaria que, así como están las cosas, significará –mediante el ajuste que se discute en el Parlamente- más bien la profundización de las tremendas desigualdades sociales que afectan a millones de chilenos.

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Vocación de lucha y unidad

Articulo del cro. Jorge Insunza B. escrito para la publicación teórica Marxistische Blätter -Cuadernos Marxistas- ligada al DKP (PC de Alemania), titulado VOCACION DE LUCHA Y UNIDAD

Vocación de lucha y unidad

Nuestro partido emergió con el nombre de Partido Obrero Socialista (POS), bajo la dirección de Luis Emilio Recabarren en 1912, esto es 5 años antes de la Revolución de Octubre. Fue desde el inicio clara y definidamente un partido de los trabajadores.

Recabarren inició su vida política como miembro del Partido Democrático (PD), el partido más de izquierda de esos años en Chile. El PD, vinculado a los sectores populares, no asumía, sin embargo, la lucha por superar el capitalismo y avanzar a una sociedad socialista. Omitiendo el carácter de clase de la sociedad no se apropiaba del rol decisivo de los trabajadores en la transformación de la sociedad. La estrecha relación de Recabarren con centros decisivos del proletariado en formación, especialmente salitrero, (el gran recurso natural de la época explotado por capitales ingleses) lo llevó a la convicción de la necesidad de un partido de la clase obrera como condición insoslayable de éxito en la batalla por alcanzar trasformaciones sociales de fondo. Así emerge el POS con un definido sentido de clase.

La convicción que el internacionalismo es un componente fundamental de la política de un partido de la clase obrera estuvo presente desde el comienzo. Recabarren y los suyos constataban que un elemento decisivo del dominio capitalista en la sociedad chilena era y es la presencia del imperialismo como un factor no externo sino activamente interno, que interviene decisivamente en nuestra vida social y política en connivencia con la oligarquía agraria y otros sectores del capitalismo interno. La convivencia en las salitreras con obreros peruanos y bolivianos y de otras nacionalidades, explotados a la par con los chilenos, fortalecía esa convicción.

La victoria de la Revolución de Octubre en el imperio ruso y su irradiación mundial hizo profundo eco en el POS. Recabarren viajó a conocer esa nueva realidad. Sus vivencias, transmitidas a sus compañeros a lo largo del país, condujeron de modo natural a la adhesión del POS a la Internacional Comunista y al cambio de la denominación del Partido: el POS se convirtió sin deserciones en Partido Comunista de Chile en 1922. 

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UN SABIO LLAMADO ALEJANDRO LIPSCHUTZ

El Circulo Virtual de Estudios Histórico-Políticos rinde homenaje al sabio y militante comunista Alejandro Lipschutz con moltivo de conmemorarse el martes 28 de agosto, el 129º aniversario de su nacimiento.

Carlota Espina

 

UN SABIO LLAMADO  ALEJANDRO LIPSCHUTZ                                                                         

Iván Ljubetic Vargas

 “Cuando me vio llegar a esa inolvidable casa de Teatinos y Compañía, con mi pequeño hijo Vladimir, me saludó con fineza y sencillez. Extendiendo su mano, saludó con ternura a mi pequeño. Cada vez que nos volvíamos a encontrar me preguntaba: ¿Y cómo está Vladimir?  Es que don Alejandro Lipschutz era de una altísima calidad humana”    

(Ramón Meneses: “El Doctor Alejandro Lipschutz”. El Siglo, 29 agosto - 4 septiembre de1992)        

Alejandro Lipschutz Friedman, nació en Riga, capital de Letonia, el 28 de agosto de 1883. Científico, médico, académico y filósofo chileno de origen letón. Militante desde 1904 del Partido Obrero Social demócrata Ruso, el Partido de Lenin, participó activamente en la Revolución de 1905. La ofensiva reaccionaria que se desató a continuación lo obligó a abandonar Rusia y a vivir como exiliado en Alemania, Austria y otros países europeos.  En 1907 se tituló en Doctor en Medicina en la Universidad de Göttingen, Alemania.  En 1908 fue contratado por  la  Universidades de Berlín, donde inició investigaciones sobre el sistema nervioso . Más tarde ejerció la docencia en la Universidad de Berna, Suiza, Sus trabajos en el campo de la fisiología le dieron pronto un prestigio internacional. Sobre esta especialidad  escribió más de veinte libros. Su obra “¿Por qué morimos?” alcanzó más de dieciséis ediciones en alemán y otros idiomas, antes que abandonara Europa.

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Chile: Homenaje...

Chile: Homenaje...

Viernes, 8 de junio de 2012

Fernando Morales Escobar

Creo que cada cual interpreta como quiere los hechos, antes y después del Golpe, pero lo no que no se puede negar es la verdad, el rol que jugó los Estados Unidos y la de algunos chilenos traidores a nuestra Patria en la preparación del Golpe. Huelgas, atentados terroristas a Oleoductos, Torres de Alta tensión, Acaparamiento, lo que provocó el desabastecimiento, etc..

Chile cayó en una horrenda y sangrienta Tiranía, 17 años de horror y de desprecio al pueblo, por las Fuerzas Armadas chilenas convertidas en un ejército de ocupación, para negar la historia y nuestra cultura y así organizar nuestro destino en la explotación y la humillación.

Miles de chilenos hombres y mujeres que fueron asesinados, violados, torturados, desaparecidos, amarrados con rieles y llevados en helicópteros, aviones, lanchas, barcos y tirados en alta mar o en volcanes, algunos cuerpos fueron cremados en los regimientos mismos o al exterior. Chilenos hombres, mujeres y niños torturados, compatriotas maltratados en condiciones insoportables, chilenos explosionados, compatriotas heridos, quebrados que fueron desposeídos de su dignidad humana y obligados a vivir hasta el final de sus vidas en la mayor degradación humana posible durante el periodo de la dictadura cívico militar (1973-1990).

¿Esto es lo que hay que Homenajear?, ¿Este Honor Militar, la Cobardía, la Ignominia?. Son solo seres viles, innobles, abyectos y que además se dicen cristianos, ¿Cómo pueden estar de acuerdo y apoyar esa realidad, que insulta la memoria de los Asesinados, de los Desaparecidos, y del pueblo chileno, de la Vida misma?.

Pero este no es, ni será el último homenaje a tan abyecto sujeto, que esto no nos desvíe de la verdad. No olvidemos el Homenaje subliminal que le hizo la Concertación: primero lo salvo de la Justicia en Londres, más tarde el 13 de agosto de 2005, indultó a uno de sus esbirros, al suboficial ® Manuel Contreras Donaire, asesino de Tucapel Jimenez.

Y para que el Homenaje y la Traición sean completos, le otorgaron título de nobleza a la Constitución fascista de Pinochet, a través de ese acto, reconocieron y apoyaron implícitamente a la dictadura. Lo subliminarón reconociendo el Golpe de Estado y avalando por la misma las torturas y los crímenes, firmando la Constitución de Pinochet el 17 de Septiembre de 2005.

La Concertación ha sido la más ferviente defensora del sistema político y económico legado por Pinochet, el Neoliberalismo, el cual nos demuestra cada día su sinsentido y lógica incongruente, sin ninguna coherencia de desarrollo real y durable. Es un contra sentido en todos los ámbitos. Este sistema es el grado máximo de corrupción y de enajenación de un pueblo, binominal, salud, educación, sistema laboral, etc.,. Y esto se mantiene porque permite usufructuar del sistema para enriquecimiento personal y familiar, como sistema de movilidad y promoción social. Y fueron aún más lejos, entregaron las riquezas naturales del pueblo chileno a empresas transnacionales, y para que la ignominia sea completa regalaron la vida, me refiero al Agua.

Y no olvidemos a la gente que participo durante los años de la dictadura cívico militar: Cardemil , Coloma, Chadwick, Fernando Torres Silva, Larroulet, Labbé, Longueira, Matthei, Moreira, Lavín, Piñera, etc…

Un pueblo ignorante, es el instrumento de su propia destrucción... Simón Bolívar.

“La lección es que cada pueblo tiene su propia realidad y frente a esa realidad hay que actuar. No hay recetas. El caso nuestro, por ejemplo, abre perspectivas, abre caminos. Hemos llegado por los cauces electorales. Aparentemente se nos puede decir que somos reformistas, pero hemos tomado medidas que implican que queremos hacer la revolución, vale decir, transformar nuestra sociedad, vale decir construir socialismo”…Salvador Allende.

ARGENPRESS

 

 

 

 

 

Aylwin, juzga a Allende livianamente y a Pinochet con benevolencia que irrita

Aylwin, juzga a Allende livianamente y a Pinochet con benevolencia que irrita

Senador Quintana dice que Aylwin "juzga a Allende livianamente y a Pinochet con benevolencia que irrita"

El parlamentario espera que la historia se escriba con un punto diferente al que el ex mandatario expresa en una entrevista al diario español El País.

27/05/2012 - 22:08

FotoEl senador PPD, Jaime Quintana.

El senador y presidente electo del Partido Por la Democracia (PPD), Jaime Quintana, afirmó que el ex presidente Patricio Aylwin, que "juzga a Allende livianamente y a Pinochet con benevolencia que irrita", refiriéndose a una entrevista publicada en el diario El País de España.

"Hay una benevolencia con la que se juzga a Pinochet que es evidente. Lo que uno recoge de la entrevista es que el ex presidente Aylwin ve a Pinochet como un inimputable y eso la verdad hiere. Me parece preocupante y delicado", afirmó el parlamentario.

Sobre el ex mandatario Salvador Allende, Quintana considera que se "juzga livianamente. Eso de que Estado Unidos no tuvo responsabilidad, eso de que la responsabilidad era fundamentalmente del gobierno de Allende, de su liderazgo, yo espero que la historia juzgue esos años desde otra óptica".

"Cuando se juzga a Allende de esa manera, bueno, uno se pregunta por qué en tantas partes del mundo hay reconocimientos a la figura de Allende, hay grandes avenidas. Cuesta mucho comprender esas palabras del ex presidente Aylwin", recalcó.

El parlamentario espera que la historia se escriba en una línea distinta a la entrevista proporciona por el ex presidente Aylwin.

Con respecto a las declaraciones de Aylwin de que "las críticas a la transición son bonitas frases, pero prueban la ignorancia de lo que realmente ocurrió y del proceso que vivió Chile", Quintana asegura que se pudo hacer mucho más en el tema.

"Esta entrevista es coherente con una forma de gobierno. Muchos de nuestro sector creyeron en esa forma de gobierno 'en la medida de lo posible'. Eso finalmente se confunde con esfuerzos insuficientes. O sea, podríamos haber hecho mucho más en muchos aspectos, también en materia de transición", puntualizó.

 

 

 

 

 

 

 

Allende. ¿Mal gobierno?

Allende. ¿Mal gobierno?

Miércoles, 30 de mayo de 2012

ARGENPRESS

Por Miguel Lawner

La Tercera (periódico chileno) reprodujo ayer domingo 27 de mayo, una entrevista concedida por Patricio Aylwin al diario El País de España, en donde sostiene lo siguiente: “Allende hizo un mal gobierno que cayó por las debilidades de él y su gente”.

Efectivamente el Presidente Allende hizo un mal gobierno para los intereses con los cuales se identifica Aylwin.

Fue un mal gobierno para la Kennecot Company y para la Anaconda Cooper Mining, empresas yanquis dueñas de la gran minería del cobre, que fueron nacionalizadas en una histórica decisión que ha representado el mayor ingreso para el estado chileno en los últimos 40 años.

Fue un mal gobierno para las compañías extranjeras propietarias de los pródigos yacimientos del salitre y el hierro escasamente explotados y que pasaron a manos de todos los chilenos.

Fue un mal gobierno para los latifundistas criollos, a quienes la Reforma Agraria los privó de una estructura agraria colonial, que mantenía baldías millones de hectáreas cultivables. El presente auge de la agricultura chilena habría sido una quimera a no mediar el fin de una oligarquía, heredera del reparto de la tierra entre un puñado de encomenderos coloniales.

Fue un mal gobierno para la banca internacional y criolla de espaldas al desarrollo de nuestra economía, operando a tasas de intereses usurarias.

Fue un mal gobierno para los bienes monopólicos de la ITT, dueña de la Compañía de Teléfonos de Chile.

Fue un mal gobierno para “las 144 empresas que controlaban más del 50% de los activos en todos y cada uno de los sectores de la industria manufacturera chilena” ( ).

Pero, cresta!

El gobierno de Allende fue un buen gobierno para los millones de trabajadores que por primera vez pudieron disfrutar de sueldos y salarios dignos, por vía de una verdadera redistribución del ingreso, también mediante el irrestricto respeto a la organización sindical y a los derechos conquistados tras largos años de lucha.

Fue un buen gobierno para los miles y miles de familias sin casa que nunca antes habían podido optar a una vivienda digna.

Fue un muy buen gobierno para todos los niños chilenos que recibieron gratis, por primera vez en Chile, medio litro de leche. Fue un excelente gobierno para los estudiantes de enseñanza básica que recibieron libros, cuadernos y útiles escolares gratis; para los estudiantes secundarios y universitarios cuya educación era totalmente gratuita; para trabajadores que pudieron acceder a estudios gratuitos en la enseñanza profesional y universitaria, gracias al convenio suscrito entre la CUT y la Universidad Técnica del Estado.

Fue un muy buen gobierno para el pueblo mapuche que comenzó a ver restituidas las tierras reclamadas históricamente. Lo fue para sus hijos, que comenzaron a estudiar y recibir textos escritos en lengua mapudungun. Es la razón por la cual, durante todo el mandato de Allende no hubo un solo día de conflicto con los mapuches, como no lo hubo con ninguna otra etnia.

Fue un magnífico gobierno para los artistas nacionales, cuya creatividad en todos los campos del arte y la cultura alcanzó cumbres reconocidas internacionalmente.

Figuras como Pablo Neruda, Violeta Parra, y Víctor Jara se extendieron a todo el planeta.

Aylwin afirma que “Allende cayó debido a los errores cometidos por él y su gente.

Que el golpe se habría producido sin la ayuda de los Estados Unidos. Estados Unidos lo empujó, pero la mayoría del país rechazaba la política de la Unidad Popular. Eso era evidente.” ( )

Efectivamente Allende cometió errores durante su gobierno. Ningún gobierno está exento de ellos. Pero negar la desembozada intervención del Departamento de Estado y de la CIA para derribar a Allende es a estas alturas inconcebible.

Recordemos que la expresión desestabilización en sentido político surgió justamente a raíz de las acciones del gobierno norteamericano.

Las audiencias de la Comisión Church en el Senado norteamericano y la desclasificación de los documento secretos de la CIA, han puesto suficiente evidencia en este sentido. Señalan con toda precisión las fechas de cada una de las acciones sediciosas fraguadas y las cuantiosas ayudas financieras prestadas a los golpistas criollos, al paro de los camioneros, a las emisoras de radio opositoras, al partido demócrata cristiano y a otros partidos adversos, al diario El Mercurio. Detallan el dinero y las armas proporcionados a los autores del crimen del general René Schneider, cometido con la finalidad de evitar el ascenso de Allende al poder.

(Adjunto un Anexo con el resumen de las principales acciones desestabilizadoras propiciadas por el gobierno de los Estados Unidos).

Sostiene Aylwin que la mayoría del país rechazaba la política de la UP. Es una declaración sin fundamento. Le recuerdo que Allende triunfó en las elecciones de Septiembre de 1970 con el 35% de apoyo popular y que en Marzo de 1973, este respaldo había subido al 44%, como lo demuestra la votación acumulada por los partidos de la Unidad Popular, en las últimas elecciones parlamentarias ocurridas 5 meses antes del golpe militar.

La edición de hoy del diario La Tercera, publica las reacciones de varios dirigentes de los ex partidos políticos de la UP, ante las declaraciones de Patricio Aylwin. Me parecen extremadamente débiles. No van al fondo del asunto, es decir, juzgar la naturaleza del gobierno de Allende, preocupados, supongo, de no importunar su alianza con la DC.

Es una nueva expresión del desprestigio que afecta hoy a los partidos políticos en Chile. No importa. Las multitudinarias manifestaciones juveniles del año pasado, siempre acompañadas con la presencia de Allende en lienzos y pancartas, dejan en claro que la obra de su gobierno dejó huellas imperecederas aquí y en el resto del mundo, donde siguen proliferando calles, plazas, escuelas, bibliotecas y hasta embarcaciones que lucen con orgullo el nombre de Salvador Allende.

Anexo:

En el informe del Comité Church, hay constancia de las siguientes acciones promovidas para influir en la política chilena y “desestabilizar” al gobierno de la Unidad Popular. ( )

1970

14 de Octubre: El Comité de los 40 aprueba 60.000 dólares para financiar una pericón del embajador Korry y comprar una estación de radio.

19 de Noviembre: El Comité de los 40 aprueba 750.000 dólares para un programa de acción clandestina en Chile.

1971

28 de Enero: El Comité de los 40 aprueba 1.240.000 dólares para la compra de estaciones de radio y periódicos, así como para apoyar candidatos municipales y para otras actividades políticas de los partidos antiallendistas.

10 de Mayo: El Comité de los 40 aprueba 77.000 dólares para la compra de un periódico del Partido Demócrata Cristiano. La imprenta no se compra y los fondos son utilizados para subvencionar un periódico.

5 de Julio: El Comité de los 40 aprueba 150.000 dólares para el apoyo de candidatos de oposición en una elección complementaria.

9 de Septiembre: El Comité de los 40 aprueba 700.000 dólares para el apoyo del periódico mas importante de Santiago: El Mercurio.

5 de Noviembre: El Comité de los 40 aprueba 815.000 dólares de apoyo a los partidos de oposición y para inducir una división en la Unidad Popular.

15 de Diciembre: El Comité de los 40 aprueba 160.000 dólares para apoyar dos candidatos de oposición en unas elecciones complementarias en Enero de 1972.

1972:

11 de Abril: El Comité de los 40 aprueba 965.000 dólares de apoyo adicional para El Mercurio.

24 de Abril: El Comité de los 40 aprueba 50.000 dólares en un esfuerzo por dividir la Unidad Popular.

16 de Junio: El Comité de los 40 aprueba 46.500 dólares para apoyar a un candidato en una elección complementaria en Coquimbo.

21 de Septiembre: El Comité de los 40 aprueba 24.000 dólares para apoyar a la Sociedad de Fomento Fabril.

26 de Octubre: El Comité de los 40 aprueba 427.666 dólares para apoyra partidos políticos de oposición y organizaciones del sector privado en anticipación de las elecciones parlamentarias de Marzo de 1973.

1973

12 de Febrero: El Comité de los 40 aprueba 200.000 dólares para apoyar partidos de oposición en las elecciones parlamentarias.

20 de Agosto: El Comité de los 40 aprueba 1.000.000 de dólares para apoyar partidos políticos de oposición y organizaciones del sector privado. Este dinero no se gasta.

15 de Octubre: (Después del golpe militar): El Comité de los 40 aprueba 34.000 dólares para una estación de radio antiallendista y para gastos de viaje de personeros pro Junta Militar.

 

 

 

 

CARTA A SALVADOR ALLENDE

11 Septiembre 1973                                                             11 Septiembre 2011

CÓDIGO POSTAL: LA MEMORIA

PRESENTE

Por Ignacio Vidaurrázaga Manríquez

Santiago 2 de Junio 2011

Rebelión

Estimado compañero presidente: reciba un fraternal saludo, esperando este muy al tanto que su recuerdo de hombre justo esta incólume. Es Centro Cívico en Canelones, Uruguay; avenida en San Joaquín y Puerto Montt; nombra plazas en múltiples lugares y los Salvadores han vuelto en nombres compuestos o solos.

Por estos días alguien dijo: Allende ha vuelto desde sus huesos…

Algunos daban por hecho que usted estaba detenido para siempre en la Wikipedia. O en un plano más farandulero, lo del chileno más famoso en la tele, era ya una cima y que poco de novedad cabía esperar. Lo cierto, es que una fiscal del mismo poder judicial que ayer tuvo actuaciones vergonzosas, salvo excepciones, el año pasado decidió dar un paso en la recuperación de la dignidad de la magistratura. Y a partir de ello se explica este tiempo en que Allende vuelve luego de 38 años de su muerte.

Le podrá resultar extraño este momento. Todo está centrado en si por decisión propia usted se quitó la vida o en realidad ese disparo de AKA fue la forma de encubrir otros. Y las tesis en uno u otro sentido dividen a muchos que, en medio de esa polémica a veces no se dan cuenta que extravían su memoria. Si morir en esa manzana sitiada era lo más probable que podía suceder tras la decisión suya de trasladarse con un puñado de “sus incondicionales amigos de la vida y de la muerte”, la forma como sucediese pasó a ser absolutamente secundaria, una vez que quedara sellado eso que el presidente de Chile no se rendiría, porque así, les quitaría toda legitimidad a los golpistas desde ese primer día. El ideal de su derrota, de reducirlo a prisionero con los brazos en alto nunca sucedería.

Sus restos tienen un lugar más que digno para reposar. Pero, no corrieron igual suerte muchos de sus hombres-escoltas y todavía está pendiente saber cómo fueron sus muertes y que sucedió con sus restos. Porque ahora, el Regimiento Tacna donde los llevaron no existe. Allí está pronta a inaugurarse la nueva Comandancia en Jefe del Ejército, sutil manera de borrar los galpones que los pocos sobrevivientes relatan y donde se pierde el rastro de los rehenes de La Moneda.

Dicen que sus huesitos estarán tres meses en estudio por el equipo de peritos, pero ya tenemos un gran avance: son suyos, de eso no hay duda, y eso es importante en este Chile mentiroso de verdades a medias e historias a la medida.

Pero paradoja de la historia. Todo lo anterior ocurre paralelo a vigorosas manifestaciones por las Alamedas, pocas veces antes vistas en esta ya larga transición, sobre todo de la manera como se gestan y construyen. Varios miles de manifestantes, mientras el Presidente parece que descansa en Italia, (ninguna comparación con sus salidas a la casa de Algarrobo). Tenga la certeza que en esas marchas, entre medio de esa juventud y de esas familias, en las que ocurren en las provincias, su nombre está presente y eso del pueblo unido jamás será vencido también.

Aún lo recuerdo el año 68 o 69 llegando al local de San Martín, en un Mercedes de color plomo que era del Senado, siempre muy terneado y nosotros los de la juventud mirándolo de reojo quizás como estudiándolo. Creo, nos costaba trabajo entender su afán por las elecciones en esos tiempos, a la par que protegía a los compañeros del Che a salir con vida rumbo a Cuba. También lo recuerdo en la sala Arauco, esa de asientos rojos, mientras pedía un vaso de agua a “Chicharrita”. Pero es la imagen del 4 de septiembre última frente a La Moneda, la imborrable. Usted saludaba como padre comprensivo desde lo alto de la tarima, mientras desde los coligues y las rojinegras le gritábamos crear, crear, poder popular. Con el transcurrir del tiempo nos acercaríamos a terminar de entenderlo, particularmente desde esa decisión última. Luego, vendría un largo y martirologio esfuerzo que antecedería el fin de la dictadura. Desde los tristes días del Baucha y Miguel y todas esas resistencias aisladas y huérfanas, hasta que prendiera la protesta y su nombre y memoria se instalara entre todas las banderas.

Estamos muy lejos de un proceso con el programa que usted encabezó. Muy lejos. El medio litro de leche, fue anticipo temprano de la protección social, pero aún no asegura que todos los niños y niñas de Chile dejen de vivir injusticias desde la cuna. El cobre, poco a poco es menos nuestro e Hidroaysen esta lejos de ser la Endesa. Las decisiones que nos afectan como país se toman muy lejos y la gran mayoría responde al invisible capital desprovisto de bandera y moral.

Es cierto son otros tiempos, la pobreza es distinta, pero las desigualdades están acentuadas. Esta democracia tiene de tutelaje porque los chilenos de fuera no pueden votar y las regiones no eligen intendentes, aunque nuestra hermana Bolivia nos de ejemplo y ya los elija por votación directa de sus ciudadanos. Hay descontento y hasta rabia. Pareciera que los millones de no inscritos, quisieran ser ciudadanos. Pareciera que el voto como rito único y delegación está desbordado ante políticos que se mandan solos y entonces aparece la contra democracia, el control y el veto de la calle. El medio ambiente, la matriz energética, los comuneros mapuches, las antenas celulares, el costo del pasaje, la educación pública son alguno de los temas. Este traje cruje por sus costuras, pero también pueden ser sólo estertores, estados de ánimos que luego la política más tradicional y cancina atrape. Todo está por verse.

Usted que conoció teléfonos he hizo giras por toda la geografía nacional a caballo, tren, camioneta o lanchón se sorprendería con el twitter o el Facebook, y es muy posible que los emplearía, al igual que los celulares. El pueblo ese, el sempiterno utiliza nuevos medios y se convoca y arma redes descolocando y sorprendiendo.

Y Arauco tiene una pena, aunque a “Informe Especial” le resulte más cómoda la casa asaltada de Osama, antes que conocer la vida y la lucha de Llaitul y sus compañeros en huelga de hambre cercana a los 80 días.

Bueno Presidente. Que siga descansando en la Memoria de los sencillos. Cualquiera sea el resultado de los peritajes y suceda lo que suceda con todas las versiones y con todas las nuevas y viejas pruebas. Lo efectivamente importante, no son las balas recibidas sino que Allende retorne en proyecto para el Siglo XXI. Volver en una nueva Unidad Popular, mas ancha y mayoritaria para hacer todo lo por hacer. Un Allendismo 2.0, más allá de sus errores y más allá de los nuestros. Que piense el proyecto país desde los intereses y necesidades de sus habitantes sin lobby y coimas de nadie. Para eso falta, pero cuando ocurra, acuérdese Presidente: usted estará presente.

Chile de ayer, hoy en:

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XENTILEZA DO:   COSAL   A CORUÑA