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Centros Chilenos en el Exterior

Pablo Neruda

Pablo Neruda sobre la Junta Militar:

Pablo Neruda sobre la Junta Militar:

 “Son peores que los nazis, asesinan a sus propios compatriotas”

Exclusiva: Documentos inéditos del embajador Harald Edelstam. Conversación del Poeta con dos diplomáticos suecos la víspera de su muerte.

Martes 19 de marzo de 2013 - foto: Archivo Nación.cl

Por Mario Amorós (autor de Sombras sobre Isla Negra. La misteriosa muerte de Pablo Neruda, Ediciones B) y Fernando Camacho Padilla (autor de Suecia por Chile. Una historia visual del exilio y la solidaridad, 1970-1990, LOM Ediciones).

En el transcurso del sábado 22 de septiembre de 1973, Pablo Neruda recibió varias visitas en la pieza 406 de la Clínica Santa María de Santiago, donde estaba ingresado desde hacía tres días. Por la mañana el embajador mexicano, Gonzalo Martínez Corbalá, llegó con la intención de recoger a Neruda y a su esposa, Matilde Urrutia, para viajar hacia su país, tal y como habían acordado. El avión DC-8, desviado de una ruta comercial de Aeroméxico, con la valiosa colección de pinturas Carrillo Gil cargada, aguardaba en la pista de Pudahuel. Pero, por razones jamás explicitadas, Neruda no emprendió aquel día por segunda vez en su vida el camino del exilio, ya que solicitó al diplomático permanecer en su país hasta el lunes siguiente.

También llegaron a visitarle sus amigas Aída Figueroa, Delia Vergara, Maruja Vargas, el pintor Nemesio Antúnez o los dirigentes del Partido Demócrata Cristiano Radomiro Tomic y Máximo Pacheco. Después del almuerzo, aparecieron las últimas visitas del día: el embajador de Suecia, Harald Edelstam, y un diplomático de este país, Ulf Hjertonsson (amigo del poeta desde 1969), quien el día anterior había concertado la cita con Matilde Urrutia por teléfono.

Conocemos el contenido de aquella conversación por el testimonio de Ulf Hjertonsson (incluido en Sombras sobre Isla Negra) y sobre todo por dos documentos hasta ahora inéditos que se conservan en el Archivo Nacional de Suecia, en Estocolmo: el telegrama que el embajador Edelstam envió a su Cancillería aquella noche y el oficio de tres páginas fechado el 8 de octubre de 1973 que remitió igualmente a su Ministerio de Relaciones Exteriores.

En su cable del 22 de septiembre de 1973, Edelstam (declarado persona non grata por la junta militar en diciembre de aquel año y forzado a abandonar el país por su valentía y solidaridad con centenares de refugiados) explicó escuetamente que Hjertonsson y él habían visitado a Neruda a primera hora de la tarde y que el poeta se encontraba "muy enfermo" en la clínica, pero que, pese a ello, deseaba viajar a México el lunes 24.

En el oficio que envió a su Cancillería el 8 de octubre de 1973 encontramos más información sobre el estado del Premio Nobel de Literatura y el detalle de la conversación que mantuvieron: "A pesar de su grave enfermedad, Neruda habló sobre los acontecimientos en Chile y sobre el destino de muchos de sus amigos. Aunque el golpe militar no parecía haberle sorprendido, estaba indignado por la brutalidad de los militares. ’¿Era realmente necesaria?’, se interrogó". Y la respuesta a su propia pregunta fue, según indicó Edelstam: "Son peores que los nazis, asesinan a sus propios compatriotas".

Este oficio es muy relevante porque es también un testimonio coetáneo sobre la situación de salud del Poeta en los últimos días de su vida. Edelstam (fallecido en 1989) dejó constancia escrita de cómo le había encontrado la víspera de su muerte: "En su último periodo, él no estaba al tanto o no se daba cuenta de que sufría una enfermedad terminal. Neruda nos dijo que era el reumatismo lo que le imposibilitaba mover sus extremidades. Cuando lo visitamos, se estaba preparando de la mejor manera posible ya que en dos días iba a viajar (...) rumbo a México. Allí pensaba hacer una declaración expresando públicamente su condena al régimen militar".

Y en la parte final de su informe, señaló: "Nuestra conversación tuvo lugar, sin embargo, tan solo un par de horas antes de que se quedase dormido en el coma del que nunca despertó. Murió a la noche siguiente, el 23 de septiembre".

El lunes 24 de septiembre Harald Edelstam se dirigió a La Chascona, en las faldas del cerro San Cristóbal, para expresar sus condolencias a Matilde Urrutia. Allí declaró a un reportero de la televisión pública francesa: "Es una tragedia que haya muerto ahora. Él quería partir a México para hacer una declaración sobre los hechos trágicos que han sucedido aquí en Chile. Puede ver usted mismo cómo esta casa ha sido destruida por los militares. Es una cosa terrible".

En su oficio del 8 de octubre de 1973 el embajador sueco se refirió también a la destrucción de La Chascona y al impresionante y conmovedor funeral de Neruda, en el que participó y del que resaltó que los asistentes tuvieron el coraje de cantar La Internacional.

El 26 de septiembre, el primer ministro Olof Palme, en su discurso en el Congreso de los trabajadores de la madera de Suecia, hizo suyo el dolor de la humanidad por la muerte del Poeta de Isla Negra y expresó su enérgico rechazo a la actuación de la junta militar: "Estamos consternados e indignados ante los sucesos de Chile".

 

 

 

 

 

 

Marcela Serrano. Escritora Chilena

Marcela Serrano. Escritora Chilena

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Marcela Serrano Pérez (Santiago, 1951) es una escritora chilena.

[editar] BiografíaHija del ensayista Horacio Serrano y de la novelista Elisa Pérez Walker (seudónimo literario: Elisa Serrana), Marcela es la cuarta de cinco hermanas (Nena, Paula, Margarita y Sol). Estuvo un año en París con dos de sus hermanas estudiando.

Volvió a salir de Chile exiliada a Roma después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 con su primer marido, Eugenio Alberto Llona, con el que se había casado en noviembre de ese año y con el que separaría más tarde.

Marcela Serrano regresó en 1977. Sobre los años pasados en el exilio, Serrano escribe: "El exilio. Primero, antes del exilio había vivido en París un año como estudiante, debe haber sido cuatro años después del 68, cuando estaban todos los gérmenes de la Revolución de Mayo en el aire, y yo me fui con dos de mis hermanas, según nosotras a aprender francés. Congelamos nuestros estudios en Santiago y nos fuimos a vivir allá. Fue una experiencia fascinante, realmente apasionante. Aprendimos francés, pero también aprendimos muchas otras cosas. Después volví a Chile y vino el golpe. Ahí me tocó el exilio italiano; nos tocaba, uno no decidía cuando era militante de un partido, y tuve un exilio en Roma. Roma en sí fue un privilegio. El calor de los italianos, la recepción que nos hicieron, la solidaridad de ellos fue una cosa maravillosa, pero tuvimos que vivir en condiciones que yo ni siquiera intuía. Yo había tenido una vida bastante’ ’regalada antes de eso, en casa de mis padres, entonces fue muy duro. Al final me volví".

Estudió Bellas Artes en la Universidad Católica , donde obtuvo la licenciatura en Grabado en 1983. Su primera exposición la organizó en los años ochenta; trabajó en diferentes campos de las artes visuales —en particular, instalaciones y body art—, y llegó a ganar un premio del Museo de Bellas Artes por un trabajo sobre las mujeres del sur de Chile. Sin embargo, al poco tiempo abandonó por completo sus actividades artísticas.

Se considera una "escritora tardía" —"comencé a escribir a los 38 y recién a los 40 publiqué mi primera novela"— aunque de chica escribió "decenas de novelas", que botó todas. Esa primera novela apareció 1991: Nosotras que nos queremos tanto, que fue un éxito inmediato aquel año y que después recibiría dos premios. A partir de entonces ha publicado una serie de obras, entre ellas una del género negro y otra infantil, esta última conjuntamente con Margarita Maira, una de sus hijas.

El crítico chileno Cammilo Marks señala que "una de las claves para explicar el éxito de Marcela Serrano como novelitsta es que sabe sobre lo que está escribiendo y no sólo lo hace bien, sino que convoca, con claridad y falta de afectación, algunos temas que hoy rodean al acosado mundo de la mujer contemporánea".

En 2001, el director argentino Héctor Olivera llevó al cine Antigua vida mía y le ofreció a Serrano que escribiera el guion, pero ésta prefirió no hacerlo. "Nunca escribí un guion y me pareció que aceptarlo sería una forma de improvisación. Además, en ese momento estaba concentradísima escribiendo alguna novela y no tenía tiempo interno para otra aventura creativa. Al no escribir yo misma el guion, debí abrirme a que lo hiciera otra persona, con los riesgos del caso para los efectos de fidelidad. Pero es entonces cuando una hace un acto de fe en el director a quien le has entregado la novela y la dejas ir". El guion fue escrito por Ángeles González Sinde y Alberto Macías y la película, protagonizada por Ana Belén, Cecilia Roth, Daniel Valenzuela y Jorge Marrale.

Durante una gira de promoción de Hasta siempre, mujercitas, estando en un hotel de Lima en 2004, "de pronto, sintió una ráfaga intensa de palpitaciones; luego, el sudor frío y paralizante: pensó que se moría de un ataque al corazón". El doctor que la examinó le recomendó abandonar la gira y regresar a su casa, cosa que hizo; el diagnóstico definitivo fue "estrés severo", y a raíz de él Marcela Serrano abandonó la vida pública durante años; reapareció en 2011 para promocionar Diez mujeres.

El argumento de esta novela Pedro Gandolfo la resume así: "Una destacada siquiatra sicoanalista, Natasha, invita a nueve pacientes mujeres a reunirse en una parcela cercana a Santiago con el propósito de que cada una de ellas -que antes no se conocían- cuente en público sus vidas en una suerte de acto final de apaciguamiento y, de ese modo, dar por concluida la terapia con una "sanación" -en la medida en que las complejidades de la psiquis lo permitan- que tiene un cierta convergencia en la propia Natasha. Hay también una "undécima mujer", una argentina que Natacha conoció de joven cuando estudiaban en la Universidad en Buenos Aires, que es, desde hace largos años, su asistente y entrañable amiga". Y al final de su crítica, Gandolfo da el siguiente veredicto: "Hay que señalar que Serrano tiene buena prosa, simple y clara, que se lee con facilidad. La novela, con todo, parece fracasar en su intento de retratar diez vidas distintas en 300 páginas. Son diez biografías diferentes en una sola novela, biografías que únicamente tienen en común lo señalado: ser mujeres, pacientes de Natasha y ser ’algo neuróticas’. El arte de la biografía breve (y estas son breves) es un arte mayor, en extremo complejo, que implica una gran habilidad en la selección de los hechos narrados. El relato literario de una vida no se parece al relato histórico-biográfico y, a veces, Diez mujeres cede hacia una retahíla de hechos, que como las fechas de los reinos, van jalonando estas vidas. Así, las sensibilidades, imágenes y detalles concretos se pierden en el recuento desnudo, superficial y acelerado de los hechos. Contar el otro lado de éstos, en un relato breve, exige menos informar que apelar a la filigrana que los desfamiliariza".

Serrano ha sido siempre de izquierda y "ha estado comprometida con la realidad política de su país"; defensora de las reivindicaciones de su sexo, sostiene que "definirse feminista es definirse ser humano". Tambien Marcela Serrano es hermana de Daniel Serrano y Marcia Serrano, que son sus mejores hermanos. Ademas Marcela siempre ha querido a sus hermanos y los va a querer por siempre y todos los dias les va a estar dando regalos. Tambien Marcela dice que lo justo es lo correcto

Sus novelas han sido traducidas a diversos idiomas.

Su tercer marido es el político socialista y diplomático Luis Maira —embajador de Chile en México y Belice (1997-2003) y Argentina (2004-2010), con quien vive desde mediados de los años ochenta (con el segundo, el escritor Antonio Gil, tuvo a su hija Elisa). Su otra hija, Margarita, fruto de su unión con Maira, nació en la primera casa que compartieron, en Ñuñoa. Después tuvieron una casa en Pocuro, Santiago, y, finalmente, viven en sendos apartamentos en Providencia. Además, se compró una casa en Quillota donde pasa largas temporadas escribiendo.

Premios literarios

  • Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1994 por Nosotras que nos queremos tanto
  • Premio de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 1994 a la mejor novela hispanoamericana escrita por una mujer por Nosotras que nos queremos tanto
  • Premio Municipal de Literatura de Santiago de Chile 1994 por Para que no me olvides
  • Finalista del Premio Planeta 2001 con Lo que está en mi corazón
  • 

Obras

  • Nosotras que nos queremos tanto, 1991
  • Para que no me olvides, 1993
  • Antigua vida mía, novela policiaca, 1995
  • El albergue de las mujeres tristes, 1998
  • Nuestra señora de la soledad, 1999
  • Un mundo raro, 2000. Contiene dos relatos: El amor en el tiempo de los dinosaurios y Sin dios ni ley
  • Lo que está en mi corazón, 2001
  • El cristal del miedo, 2002, con Margarita Maira
  • Hasta siempre, mujercitas, 2004
  • La llorona, 2008
  • Diez mujeres, Alfaguara, 2011
  • 

Referencias

1. Ximena Urrejola B El regreso de Marcela Serrano, revista Ya de El Mercurio, 13.09.2011; acceso 18.09.2011

2. Citada por la profesora colombiana Berta Lucía Estrada en Biografía y análisis de las obras de Marcela Serrano; acceso 02.06.2011

3. a b Marcela Serrano en Escritoras.com; acceso 02.06.2011

4. Citado por Gloria Gálvez-Carlisle en el cápitulo dedicado a Marcela Serrano en el tomo 3 de Escritores chilenas, Editorial Cuarto Propio, 1994, pág. 570

5. Todas las mujeres de Marcela Serrano, La Nación, 02.05.2001; acceso 02.06.2011

6. Pedro Gandolfo. El fin de la terapia, Revista de Libros de El Mercurio, 02.10.2011; acceso el mismo día

Enlaces externos

Marcela Serrano en Escritoras.com

Marcela Serrano en Alfaguara

 

 

 

Nuevos sitios por Neruda

Nuevos sitios por Neruda


Estimados compatriotas de http://centroschilenos.blogia.com,

Hemos conocido de vuestro loable esfuerzo comunicativo. Les damos las gracias, consideramos un importante aporte.

Les comunicamos las direcciones de nuestro trabajo y los invitamos a visitarnos:
www.nerudavive.cl
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El dia 12 de Julio aparecera www.nerudacantogeneral.cl


Pancho Calama
Productor-Editor

DECLARACIONES DEL EMBAJADOR MEXICANO EN CHILE EN 1973

DECLARACIONES DEL EMBAJADOR MEXICANO EN CHILE EN 1973

D O N    P A B L O   E L   P O E T A

DECLARACIONES DEL EMBAJADOR MEXICANO EN CHILE EN 1973

LA VÍSPERA DE SU MUERTE NERUDA NO ESTABA CATATÓNICO

Ericka Montaño Garfias

La Jornada

28 de Mayo 2011

La denuncia del presunto asesinato del poeta Pablo Neruda debe ser investigada, dice el embajador Gonzalo Martínez Corbalá, una de las últimas personas que vio con vida al Nóbel de Literatura en el cuarto de la clínica Santa María, donde murió el 23 de septiembre de 1973.

Si yo fuera chileno la investigaría, subraya quien en ese entonces se desempeñaba como embajador de México en Chile ante la polémica por las acusaciones de asesinato, presentadas por Manuel Araya, quien fue asistente del poeta, y recogidas por la prensa internacional.

Por lo pronto, el próximo martes el Partido Comunista de Chile, por medio del diputado Guillermo Teiller, presentará una querella contra quien resulte responsable, adelanta don Gonzalo Martínez Corbalá, articulista y fundador de este diario, quien narra en entrevista con La Jornada lo ocurrido en los últimos días del autor de 20 poemas de amor y una canción desesperada y militante del Partido Comunista.

En esta charla corrige algunos datos expuestos por Araya y destaca, además, un dato relevante: el acta de defunción de Pablo Neruda señala que el sábado 22 el poeta se encontraba en estado catatónico. Lo que dice el documento no es cierto, porque yo estuve con él. Era el día pactado para su salida de Chile con rumbo a México.

REGRESAR A CHILE

La historia acerca de Neruda comienza el 16 de septiembre de 1973, cuando el avión que transportaba a la viuda de Salvador Allende, Hortensia Bussi, a decenas de exiliados chilenos y al embajador Martínez Corbalá, aterriza en el aeropuerto de la ciudad de México.

Ese mismo día por la noche, después de contar al presidente Luis Echeverría Álvarez lo ocurrido en Chile, don Gonzalo recibió una única orden del mandatario: buscar a Neruda y traerlo a México. Habían pasado cinco días del golpe de Estado contra el presidente Allende.

En el regreso a México “tuvimos que demorar el avión para llegar después del desfile (de Independencia) porque el presidente iba a ir con todo el gabinete a esperar a Tencha (Hortensia Bussi) y a la familia de Allende. Me asomé por la ventanilla del avión hacia el salón oficial del aeropuerto y vi a lo lejos al presidente de la República y a todo el gabinete formado, vestido de negro, de luto riguroso. Yo venía barbudo, hecho un desastre con dos o tres noches sin dormir, en fin, alguien me dijo: ‘embajador, aféitese’; creo que fue uno de los pilotos y me dio una maquinilla para darme una rasurada y acomodarme la corbata para no llegar haciendo la escena de llegar en esas fachas”.

El presidente, acompañado por la viuda de Allende, ofreció una conferencia de prensa a la cual el embajador llegó un poco tarde al ser retenido por familiares y amigos. Al terminar la reunión con los medios, el presidente le dio cita a Martínez Corbalá para las 5 de la tarde de ese 16 de septiembre. Desde esa hora y hasta las 11 de la noche don Gonzalo respondió al mandatario todas sus preguntas acerca del golpe que llevó al poder a Pinochet.

“A las 11 de la noche interrumpió la conversación, y me preguntó: ‘en su opinión cuál es el siguiente paso que tenemos que dar’. Respondí que el siguiente paso era que yo tenía que regresar a Chile, porque teníamos aquello prendido con alfileres: 300 asilados en la embajada, 200 en la residencia, y ahí puede pasar cualquier cosa, nos cortan el agua, la luz, se nos enferma alguien y se hace una epidemia. ‘Yo tengo que regresar’.”

Echeverría “tomó la red y marcó el número de (Jesús) Castañeda Gutiérrez (jefe del Estado Mayor) y le dijo: ‘necesitamos un avión para que salga nuestro embajador de regreso a Chile. Que sea de buen tamaño para que pueda regresar con algunos asilados. Me avisa usted cuando esté listo’. A los 10 minutos sonó la red y era Castañeda Gutiérrez. El presidente me dice que el avión salía a la una de la mañana del hangar presidencial”.

Colgó y entonces dijo la única orden: “Busque usted a Neruda en Santiago, sabemos que está enfermo, que está mal, ofrézcale, dígale que le ofrecemos que venga a México como huésped distinguido invitado del presidente y del pueblo de México o si lo prefiere que venga como asilado acogido, a los términos del tratado de asilo con la protección que le corresponde. Que él lo decida“.

En el avión que lo llevó a Chile de nuevo sólo él iba de pasajero y la tripulación completa de otro avión, que llevaba refacciones para un aparato mexicano que no tuvo permiso de aterrizar en Chile y tuvo que hacerlo en Jujuy, Argentina. Llegamos a Santiago el lunes 17, después del toque de queda, es decir, después de las 7 de la noche. Era una locura viajar después de esa hora del aeropuerto a la ciudad. Esa noche dormimos en el avión.

Al día siguiente envió al agregado cultural Pascual Martínez Duarte a buscar a Pablo Neruda a su casa en Isla Negra. “Regresó y me dijo que no estaba en Isla Negra. ‘Neruda está en Santiago, en la clínica Santa María’. Me fui a verlo inmediatamente.”

ASIDUO EN ISLA NEGRA

Según la versión de Araya, el embajador había hecho los arreglos para trasladar a Neruda a la clínica, que en ese entonces era lo mejor que había. “Dice Araya que yo fui el que preparó el cuarto en la clínica Santa María. No lo conseguí yo. Ahí lo encontré, ahí le expliqué a qué iba. Había llevado una relación muy fluida con él y con Matilde que muchas veces nos habían invitado a mí y a mi mujer a almorzar en Isla Negra. Almorzábamos en la recámara de Pablo porque ya no se podía parar, no podía caminar, y nos habíamos visto varias veces, me contó la idea que tenía de hacer una ciudad en los terrenos de Isla Negra, donde había invertido todo lo que él había ganado, que no debe haber sido poco.

Tenía la idea de hacer ahí una ciudad. La comparo con La ciudad del sol de Campanella, de intelectuales, artistas, escritores, pensadores. A esa ciudad la iba a llamar Cantalao, que no quiere decir nada, era un nombre eufónico que había inventado Pablo. Cantalao, igual la misma idea que tuvo en México el doctor Atl, que quería hacer una ciudad pero en el valle de Jiquilpan, entre la laguna de Chapala y el estado de Michoacán. Un lugar así paradisíaco, pero él le iba a llamar Ollincatl, que el Ollin es el primer signo que expresó una idea y que aparece en el códice Borbónico, en tres versiones gráficas muy bellas. Aquí en la familia lo usamos como escudo de armas.

La amistad con Neruda comenzó en 1972, año en que don Gonzalo llegó como embajador a Chile. “Habíamos hecho amistad y nos veíamos con frecuencia. Cuando me mandó el presidente tratamos de ejecutar la orden. Pablo aceptó al punto de que me dieron sus maletas y las de Matilde (Urrutia, esposa de Neruda) y un paquete con el manuscrito de Confieso que he vivido, escrito con la tinta verde que usaba Pablo.”

Neruda, recuerda Martínez Corbalá, había aceptado la opción de venir como invitado de honor del presidente y del pueblo de México. “Lo planteé a la Junta, a la cancillería chilena de facto, lo aceptaron sin poner objeciones, le dieron su pasaporte y en la embajada le dimos la visa. Ya estábamos listos.”

SALIDA POSTERGADA

–¿Cuándo nos vamos don Pablo?, le pregunté

–Pues nos vamos el sábado 22, respondió. Matilde ya estaba de acuerdo con él.

Así que en los días siguientes se dedicó a cargar los cuadros de la colección Carrillo Gil, rescatados del Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago. Castañeda me había sermoneado para que no me fuera a entretener más de lo necesario, porque ese avión, más grande, lo habían sacado de una aerolínea internacional y eso costaba mucho dinero, pero ni modo.

El sábado 22, alegre y chiflando, fue a recoger al autor de Residencia en la Tierra a la clínica Santa María.

“Creo que eran las 11 de la mañana. Veo a don Pablo, que era un hombre como todos los hombres en ese nivel que han vivido toda su vida entre la creación artística y era una vida muy diferente a la nuestra. Le dije: ‘Ya don Pablo, vámonos. Ya estoy listo. Todo está preparado’. Teníamos una ambulancia para llevarlo de la clínica al aeropuer-to y me dijo simplemente: ‘embajador, no me quiero ir ahora’.

“‘Chin’ dije. Sentí que se me abrió el piso. Ya los cuadros adentro del avión, y Castañeda encima de mí, pero no me iba a poner a discutir con Pablo Neruda y menos en el hospital. Le dije ‘bueno don Pablo ¿cuándo quiere que nos vayamos? Me dijo: ‘Nos vamos el lunes embajador, categóricamente, nos vamos el lunes’.

El funcionario mexicano habló con Matilde, se quedó con las maletas del Nóbel y de su esposa así como con el manuscri-to (que pudo regresar a las manos de la mujer del poeta cinco años después).

El sábado y el domingo se dedicó a despedirse de algunos amigos, entre ellos la esposa de Clodomiro Almeyda, Irma, y de Hugo Miranda, ambos colaboradores del presidente Allende, presos en la isla Dawson.

El domingo por la noche recibió una llamada de México, era el subsecretario de Relaciones Exteriores, José Gallástegui, quien a gritos, porque la comunicación era muy mala, le dijo: “¡Oye Gonzalo, aquí en México está el rumor de que Pablo Neruda murió. Me quedé verdaderamente impactado.

–Aquí estoy, no me he movido y no sé nada. Ahorita voy a la clínica Santa María y después te hablo.

Con todo y que ya era de noche, con el toque de queda encima, salió con rumbo al nosocomio amparado con un salvoconducto obtenido días antes que le permitía transitar después del toque. “Cuando llegué ya había muerto. Entonces ya con Matilde nos pusimos de acuerdo en qué podía ayudarla. Al día siguiente, lunes, llegué a la Chascona temprano. La Chascona era la casa de Neruda en Santiago. Chascona, en Chile es una mujer que se corta el cabello cortito.

Llegué exactamente con los tres representantes de la Fuerzas Armadas que iban a dar el pésame Matilde, quien por supuesto no los recibió. Yo pasé inmediatamente y los oficiales se quedaron fuera con su palmo de narices.

La Chascona era un desastre, recuerda Martínez Corbalá. Los militares habían asaltado el lugar y la escena era de caos: Estaban todos los cuadros en las paredes rasgados con las bayonetas. Neruda coleccionaba de todo, muy ordenado y clasificado. En La Chascona tenía relojes de péndulo, a culatazos despedazados y en el suelo tirados los engranes y las piezas. Las ventanas también habían sido rotas de modo que el piso estaba cubierto de vidrios. Había una acequia: la desbordaron, la desviaron y la hicieron pasar por en medio de la sala. Ese era el ambiente que había en La Chascona. Lo único que no rasgaron fue un retrato de Matilde que le había hecho Siqueiros, que estaba en la cabecera de su recámara, donde estaba el ataúd de Neruda.

De ahí salieron con rumbo al panteón, en dos o tres automóviles. “Yo iba en el de Matilde. A los lados de la avenida que iba al panteón había dos filas de soldados a cada lado, con unos grandes escudos para defenderse seguramente de Matilde y de nosotros los embajadores. Cuando se inició el cortejo, éramos los únicos acompañantes pero conforme iba pasando la gente salía de sus casas y se incorporaban, se hacía más grande. Gritaban: ¡Pablo Neruda!, contestaban todos ¡Presente! ¡Salvador Allende! ¡presente!

“Matilde se bajó del coche y nosotros junto con ella, ya fuimos hasta el panteón. En el reportaje que hace Proceso de este señor Araya hay una foto donde se ve el féretro y la gente al lado. Atrás estamos Matilde y yo.”

–¿Existe sustento para pensar que Neruda fue asesinado?

–Me llamaron de Chile el lunes o martes. Me habló Eduardo Contreras Mello (quien presentó la primera querella contra Pinochet y abogado de derechos humanos) y me dijo: Oiga embajador hay este asunto y nosotros necesitamos saber de usted qué fue lo que pasó, porque las únicas dos personas vivas en este mundo son usted y Araya. Ya investigamos a Araya, si no es un loco o un borracho, y no es ni loco ni borracho.

A Manuel Araya, “yo no lo conocí, nunca lo vi; probablemente lo vi haciendo alguna tarea o un servicio en la casa o de Isla Negra o de Chascona pero que me acuerde de alguien que fuera esta persona, no.

“Está el acta de la muerte de Neruda. Me dijo Contreras que según el documento, Neruda, el sábado 22 ya estaba en estado catatónico. Lo único que podría decir es que eso no es cierto porque yo estuve con él y me dijo que no se quería ir. Hablaba con toda normalidad y estuve un rato con él. Era una persona muy sensible, muy especial su manera de ser. Le gustaba jugar con juguetes de peluche que tenía en su cama, muy conversador, muy especial pero muy lejos de que ese sábado 22 estuviera como dice el acta de defunción catatónico.

Aparentemente ese grupo que encabeza Eduardo Contreras ya está sobre el asunto, ya están investigando y no lo van a dejar, sobre todo, si la primera investigación que hicieron acerca de Araya les dice que no es un hombre disipado, ni borracho ni loco.

–¿Qué tan grave estaba Neruda ese sábado?

–Lo vi tan mal, como el primer día que lo había visto. Como los otros días. No lo vi más mal en la clínica Santa María que lo que estaba en su casa en Isla Negra, cuando fuimos la primera vez a verlo, cuando nos contó lo de Cantalao.

–¿Se debe investigar entonces?

–Mira, creo que sí. Yo no debo dar una opinión de ‘sí o no, investiguen’. Pero si yo fuera chileno lo investigaría.

El profesor universitario Darío Salinas ofrece más detalles acerca de la querella que se presentará el martes. El querellante es Eduardo Contreras y formalmente la presentará el diputado comunista Guillermo Teiller, dijo el politólogo chileno a La Jornada.

La querella surge a partir de la declaración que ha hecho el asistente de Pablo Neruda, Manuel Araya, quien es un hombre comprometido, no sólo en el sentido de la lealtad hacia Pablo, sino también políticamente. Pablo Neruda no habría tenido de asistente a una persona con un horizonte diferente al de Araya.

Con la querella “se trata justamente de mostrar lo que siempre ha dicho don Gonzalo Martínez Corbalá: que tuvo contacto con Pablo Neruda un día antes de su muerte y que Neruda no estaba moribundo. Que mantuvo con él una conversación absolutamente fluida, más todavía cuando se trataba de los términos de la conversación que era la posibilidad de viajar a México. Esto está documentado en varios testimonios, nunca llegó a un plano jurídico como será ahora.

 

Pablo Neruda, como Allende, se merece una verdad histórica completa. Una verdad verdadera, valga la redundancia. El martes se presenta la querella y con eso se abre formalmente el proceso encaminado a establecer la causa de la muerte de Neruda".

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/05/28/index.php?section=cultura&article=a04e1cul&partner=rss

XENTILEZA DO:   COSAL   A CORUÑA

 

 

 

Neruda fue Asesinado

Neruda fue Asesinado

 Miércoles, 11 de mayo de 2011

Francisco Marín*

Todo estaba dispuesto para que el poeta y premio Nóbel de Literatura Pablo Neruda se exiliara en México. Había viajado de su casa en Isla Negra a Santiago de Chile y un avión enviado por el gobierno mexicano estaba listo para recogerlo. Sin embargo, tuvo que ser internado en la clínica Santa María. Avisó por teléfono a su mujer, Matilde Urrutia, y a su asistente Manuel Araya que un médico le había puesto una inyección en el estómago. Unas horas después murió. Araya –quien estuvo al lado del poeta en sus últimos días– cuenta a Proceso un secreto que lo ahoga: el poeta “fue asesinado”.

 Valparaíso.- El poeta chileno Pablo Neruda “supo a las cuatro de la madrugada (del 11 de septiembre de 1973) que había un golpe de Estado. Se enteró a través de una radio argentina que captaba por onda corta. Ésta informaba que la marina se había sublevado en Valparaíso.

 “Trató de comunicarse a Santiago, pero fue imposible. El teléfono estaba fuera de servicio. Recién como a las nueve de la mañana confirmamos que el golpe se había concretado. (…) Ese 11 de septiembre fue un día caótico y amargo porque no sabíamos qué iba a pasar con Chile y con nosotros.”

 Manuel Araya Osorio habla de Neruda con la familiaridad de quien ha compartido momentos cruciales con un personaje histórico. Y sí. Fue asistente del poeta desde noviembre de 1972 –cuando regresó de Francia– hasta su muerte el 23 de septiembre de 1973.

 El corresponsal se reunió con este personaje el pasado 24 de abril en el puerto de San Antonio. La entrevista se llevó a cabo en la casa del dirigente de los pescadores artesanales chilenos Cosme Caracciolo, a quien Araya le pidió ayuda para develar un secreto que lo ahogaba: “Lo único que quiero antes de morir es que el mundo sepa la verdad, que Pablo Neruda fue asesinado”, asegura a Proceso.

Sólo el diario El Líder, de San Antonio, dio cuenta parcial de su versión el 26 de junio de 2004. Pero no trascendió por la poca influencia de este medio.

 Araya afirma que siempre ha querido que se haga justicia. Cuenta que el 1 de mayo de 1974 le propuso a Matilde Urrutia, viuda de Neruda, aclarar esa muerte. Ambos fueron testigos de sus últimas horas: durmieron, comieron y convivieron en la misma habitación a partir del golpe del 11 de septiembre de 1973 y hasta la muerte del poeta, 12 días después, en la clínica Santa María de Santiago.

 Pero Araya afirma que Matilde –quien murió en enero de 1985– no quiso tomar acción alguna para fincar eventuales responsabilidades. Según él, Urrutia le dijo: “Si inicio un juicio me van a quitar todos los bienes”. Araya cuenta que en otra ocasión tuvieron una discusión que marcó un quiebre final en su relación con la viuda. “Me dijo que lo que había pasado era cosa de ella y no mía, porque yo ya había terminado de laborar con Pablo, ya no era trabajador y no teníamos nada que ver”.

 “Neruda quería que cuando muriera, la casa de Isla Negra quedara para los mineros del carbón (…) Pero la fundación (Pablo Neruda) se apropió de su obra y no ha concretado ninguno de sus sueños. A ellos (los directivos de la fundación) sólo les interesa el dinero”, espeta.

 Afirma que hace dos años le entregó a Jaime Pinos, entonces director de la Casa Museo de Isla Negra, de la fundación, un relato sobre los últimos días del poeta. “Pero no han hecho nada con esa información, ni siquiera la han dado a conocer. No quieren que la verdad se sepa (…) Nunca me han dado la palabra en los actos que organizan ni siquiera en las conmemoraciones de su muerte”.

Araya proviene de una familia de campesinos de la hacienda La Marquesa, cerca de San Antonio. Cuando tenía 14 años fue acogido en Santiago por la dirigente comunista Julieta Campusano, quien le dio trato de ahijado.

 Este vínculo le ayudó, pues Campusano llegó a ser senadora y la mujer más influyente del Partido Comunista, y gestionó que Araya recibiera una preparación especial en seguridad e inteligencia, entre otras materias. Araya escaló rápido. Fue mensajero personal de Allende antes de fungir como principal asistente de Neruda.

Araya, quien hacía de chofer, mensajero y encargado de seguridad de Neruda, acepta que el autor de Canto general tenía cáncer de próstata, pero no cree que esa enfermedad lo matara. Asegura que dicho padecimiento “estaba controlado” y que Neruda “gozaba de buena salud, con los achaques propios de una persona de 69 años”.

“ABANDONADOS”

 Araya dice que después del golpe del 11 de septiembre, Neruda, su mujer y el resto de los habitantes de la casa de Isla Negra quedaron “solos y abandonados”. El contacto con el mundo exterior se reducía a las noticias que les llegaban a través de una pequeña radio que Neruda sintonizaba, a las esporádicas conversaciones telefónicas de un aparato que sólo recibía llamadas y a lo que les contaban en la hostería Santa Elena, cuya dueña “era de derecha y sabía todo lo que pasaba”.

Cuenta que el 12 de septiembre llegó un jeep con cuatro militares. “Todos llevaban los rostros pintados de negro. Yo salí a recibirlos. (...) El oficial me preguntó quiénes estaban en la casa. Le tuve que decir que en ese momento estaban Cristina, la cocinera; la hermana de ésta, Ruth; Patricio, que era jardinero y mozo; Laurita (Reyes, hermana de Neruda); la señora Matilde, Pablito (Neruda) y yo.

“El oficial nos señaló que en el domicilio no podía quedar nadie más que Neruda, Matilde y yo. Entonces tuvimos que arreglárnoslas entre los tres: dormíamos en la recámara matrimonial que estaba en el segundo piso. Yo dormía sentado en una silla, arropado con un chal. Lo hacía para estar más cerca de Neruda, porque no sabíamos lo que nos iba a pasar.”

 El 13 de septiembre, cerca de las 10 de la mañana, los militares allanaron la casa. Araya dice que eran como 40 soldados que venían en tres camiones. Iban armados con metralletas, con las caras pintadas de negro y uniforme de camuflaje. Vestidos y pertrechados “como si fueran a la guerra”.

Recuerda: “Entraban por todos lados: por la playa, por los costados (…) Salí al patio para preguntar qué querían. Hablé con el oficial que daba las órdenes. Me dijo que abriera todas las puertas. Mientras revisaban, destruían y robaban, los militares preguntaban si había armamento, si teníamos gente escondida adentro, si ocultábamos a líderes del Partido Comunista (…) Pero no encontraron nada. Se fueron callados. No pidieron ni perdón. Se sentían dueños y señores del sistema. Tenían el poder en las manos”.

 Añade que como a las tres de la tarde, poco después de que se habían ido los soldados, llegaron marinos. “Estuvieron más de dos horas. También allanaron la casa y robaron cosas. Registraban con detectores de metales. (...) La señora Matilde me contó que el mandamás de los marinos entró al dormitorio de Neruda y le dijo: ‘Perdón, señor Neruda’. Y se fue”.

Araya recuerda que durante varios días la marina puso un buque de guerra frente a la casa del poeta. “Neruda decía: ‘Nos van a matar, nos van a volar’. Y yo le decía: ‘Si nos tenemos que morir, yo voy a morir en la ventana primero que usted’. Lo hacía para darle valor, para que se sintiera acompañado. Entonces le dijo a la señora Matilde: ‘Patoja –que así la nombraba–: mire el compañero, no nos va a abandonar, se va a quedar aquí’”.

Araya cuenta que conversaciones de ese tipo tenían lugar en la pieza del matrimonio: ellos acostados y él sentado a los pies de la cama. “Nos preguntábamos que haríamos nosotros solos. Pensábamos que a Neruda lo iban a asesinar. Entonces, resolvimos que la única opción era salir del país”.

EL VIAJE

Araya narra que Neruda le dijo que su plan era instalarse en México y una vez en ese país pedir “a los intelectuales y a los gobiernos del mundo entero ayuda para derrocar a la tiranía y reconstruir la democracia en Chile”.

Rememora: “Desde la hostería Santa Elena –a menos de 100 metros de la casa de Isla Negra– nos comunicamos con las embajadas de Francia y México. La de México se portó un siete (nota máxima en el sistema educativo chileno). El embajador (Gonzalo Martínez Corbalá) se movilizó para ayudarnos. Creo que el 17 de septiembre nos llamó para decirnos que se había conseguido una habitación en la clínica Santa María. Allí deberíamos esperar la llegada de un avión ofrecido por el presidente Luis Echeverría”.

El problema era trasladar al poeta a la clínica. “Con Neruda y Matilde pensamos que la mejor y más segura manera de llegar hasta allá era en una ambulancia. Mi misión era conseguirla. Viajé a Santiago en nuestro Fiat 125 blanco y pude arrendar una ambulancia. (...) Recuerdo que ofrecí como seis veces más de lo que me cobraban para asegurar que efectivamente fueran a buscarnos. Acordamos que fueran el 19, porque ese día la clínica tendría todo dispuesto para recibir a Pablito.

 “Llega el 19 y solicitamos a Tejas Verdes (el regimiento militar de la provincia de San Antonio) permiso para trasladar a Neruda. Me dijeron: ‘No estamos dando salvoconductos, menos a Neruda’. A pesar de la negativa decidimos partir. La ambulancia entró hasta la puerta que daba a la escalera de su dormitorio. (...) Al salir se despidió de su perrita Panda, se subió a la ambulancia y se acostó en la camilla. Neruda y Matilde se fueron en la ambulancia. Yo los seguí muy de cerca en el Fiat.”

 “El viaje fue triste, caótico y terrible. Nos controlaban cada cuatro o cinco kilómetros, parecía imposible llegar a nuestro destino. Imagínese que salimos a las 12:30 y llegamos a las 18:30 a la clínica (distante poco más de 100 kilómetros de Isla Negra).

 “En Melipilla fue el control más maldito. Allí Neruda vivió el momento más terrible. (...) Los militares lo bajaron de la ambulancia y le registraron el cuerpo y la ropa. Decían que buscaban armas. Él pedía clemencia, decía que era un poeta, un premio Nóbel, que había dado todo por su país y que merecía respeto. Para ablandar sus corazones les decía que iba muy enfermo, pero las humillaciones continuaban. En un momento lloramos los tres tomados de la mano porque creíamos que así iba a ser nuestro fin.”

 Finalmente la ambulancia llegó a la clínica tres horas más tarde de lo acordado. “Como llegamos muy cerca de la hora del toque de queda, no pudimos hacer nada más que quedarnos todos en la clínica a dormir (…)

 “El embajador Martínez Corbalá fue a vernos al día siguiente. Y también el francés, que nunca supe cómo se llamaba. También recibimos la visita de Radomiro Tomic y Máximo Pacheco (dirigentes democratacristianos), de un diplomático sueco, y de nadie más.”

LA INYECCIÓN MISTERIOSA

Araya dice que los primeros días en la clínica transcurrieron sin sobresaltos. El 22 de septiembre, la embajada de México avisó que el avión dispuesto por su gobierno tenía programado salir de Santiago rumbo a México el 24 de septiembre. Le comunicó además que el régimen militar había autorizado su salida.

 “Entonces Neruda nos pidió a mí y a Matilde que viajáramos a Isla Negra a buscar sus cosas más importantes, entre éstas sus memorias inconclusas. Creo que eran Confieso que he Vivido. Al día siguiente –23 de septiembre – partimos temprano hacia la casa de Isla Negra. (...) Dejamos a Neruda muy bien en la clínica, acompañado por su hermana Laurita, que llegó ese día a acompañarlo.”

 Asegura que Neruda estaba “en excelente estado, tomando todos sus medicamentos. Todos eran pastillas, no había inyecciones. Nosotros nos preocupamos de recoger todo lo que nos indicó. Estábamos en eso cuando Neruda nos llamó como a las cuatro de la tarde a la hostería Santa Elena, donde le dieron el recado a Matilde, quien devolvió la llamada. Neruda le dijo: ‘Vénganse rápido, porque estando durmiendo entró un doctor y me colocó una inyección’.

 “Cuando llegamos a la clínica, Neruda estaba muy afiebrado y rojizo. Dijo que lo habían pinchado en la guata (el estómago) y que ignoraba lo que le habían inyectado. Entonces le vemos la guata y tenía un manchón rojo.”

 Araya recuerda que momentos después, cuando se estaba lavando la cara en el baño, entro un médico que le dijo: “Tiene que ir a comprarle urgente a don Pablo un remedio que no está en la clínica”.

 Fue a comprar el medicamento y Neruda se quedó con Matilde y Laurita. “En el trayecto me siguieron sin que yo me diera cuenta. El médico antes me había dicho que el medicamento no se encontraba en el centro de Santiago, sino en una farmacia de la calle Vivaceta o Independencia. Cuando salí por Balmaceda para entrar a Vivaceta aparecieron dos autos, uno por detrás y otro por delante. Se bajaron unos hombres y me pegaron puñetazos y patadas. No supe quiénes eran. Me cachetearon harto y luego me pegaron un balazo en una pierna.

“Después de todo lo que me pegaron terminé muy mal herido en la comisaría Carrión, que está por Vivaceta con Santa María. Luego me trasladaron al estadio Nacional donde sufrí severas torturas que me dejaron a un paso de la muerte. El cardenal Raúl Silva Henríquez logró sacarme de ese infierno. Por eso estoy vivo.”

Neruda murió a las 22:00 horas en su habitación –la número 406– de la clínica Santa María.

Consultado por Proceso, el director de archivos de la Fundación Neruda, Darío Oses, dio a conocer la posición de esta institución respecto de la muerte del poeta:

 “No hay una versión oficial que maneje la fundación. Ésta se atiene a los testimonios de personas cercanas a Neruda en el momento de su muerte y de biógrafos que manejaron fuentes confiables. Hay bastantes coincidencias entre las versiones de Matilde Urrutia en su libro Mi vida junto a Pablo, la de Jorge Edwards en Adiós poeta y la de Volodia Teitelboim en su biografía Neruda. La causa de muerte fue el cáncer.

Uno de los médicos que lo trataba, al parecer el doctor Vargas Salazar, le había advertido a Matilde que la agitación que le producía al poeta el enterarse de lo que estaba ocurriendo en Chile en ese momento podía agravar su estado. A esta situación también contribuyeron el allanamiento de su casa (...) y el traslado en ambulancia (...) con controles y revisiones militares en el camino.”

 Pero Manuel Araya dice no tener duda alguna: “Neruda fue asesinado”. Y sostiene que la orden vino de Augusto Pinochet: “¿De qué otra parte iba a salir?”.

CONSEJOS PARA ALLENDE

VALPARAÍSO, CHILE.- El presidente chileno Salvador Allende era el visitante más asiduo de Pablo Neruda en su casa de Isla Negra. “Cuando iba, Allende siempre le pedía consejos al poeta porque éste era muy sabio en política”, sostiene Manuel Araya Osorio, ex asistente personal de Neruda.

Recuerda, por ejemplo, los consejos que Neruda le dio a Allende sobre las fuerzas armadas en las semanas previas al cuartelazo, cuando el 23 de agosto de 1973 la derecha y los militares golpistas forzaron la renuncia del general Carlos Prats González, comandante en jefe del ejército.

“Tenemos que descabezar a las fuerzas armadas... Los de nosotros hacia acá y los otros hacia un lado”, le decía Neruda al presidente.

Araya lamenta que El Chicho (Allende) no le hiciera caso al poeta en este tema. “Si lo hubiera hecho, la historia habría sido bien diferente. Otro gallo hubiera cantado, todavía estaríamos en el poder”, dice convencido.

Y cuenta que el 10 de septiembre de 1973 –un día antes del golpe militar– Neruda le pidió que viajara a Santiago para entregarle un mensaje al presidente Allende. Se trataba de una invitación a la inauguración de Cantalao, el refugio para la inspiración y el descanso de los poetas, que sería precisamente el 11 de septiembre.

 En entrevista con Proceso, Mario Casasús, estudioso de la vida de Neruda y corresponsal en México de El Clarín de Chile, dice que Neruda había escrito los estatutos de la fundación Cantalao. A ésta traspasaría los terrenos de la casa de los poetas del mismo nombre, que están muy cerca de su casa de Isla Negra.

Araya afirma que Allende lo recibió en su despacho. “Estaba caminando, parecía nervioso. Leyó la nota de Neruda e inmediatamente redactó una respuesta. Sin leerla me la guardé en un bolsillo. (...) No tengo idea lo que decía ese mensaje, pero el presidente me dijo: ‘Dígale al compañero (Neruda) que mañana yo voy a ir a la Universidad Técnica (donde anunciaría la realización de un plebiscito) y que posiblemente haya ruidos de sables este 11 de septiembre’”.

Dice que Neruda, al conocer el mensaje, se quedó muy preocupado porque entendía el curso que estaban tomando los acontecimientos. “Esa noche casi no durmió”.

Ese 11 de septiembre “nosotros quedamos completamente abandonados y solos” afirma Araya. “La muerte del presidente Salvador Allende afecto mucho a don Pablo. Sin embargo se sentía con la fuerza y entereza necesaria para seguir luchando por lo que crea justo”.

“Las noticias emitidas por los medios de comunicación nacionales eran manipuladas por el régimen militar. Sabíamos que eran falsas, que todo era mentira.”

Araya narra que Neruda se deprimió mucho. Él le pidió que no se pusiera triste. “Le dije que los militares en un mes le iban a entregar el poder a la Democracia Cristiana”.

 Neruda le replicó: “No compañero, esto va a durar muchos años, como ocurrió en España. Yo conozco la historia, usted no sabe de golpes de Estado”.

XENTILEZA DO:   COSAL   A CORUÑA

 *Corresponsal en Chile del semanario mexicano Proceso, Reportaje publicado en la edición número 1081 del 8 de mayo de 2011.

Se reproduce en Clarín.cl con autorización del autor.

 

 

 

Neruda recitó en Washington

Gracias a grabación de hace cuatro décadas

El poeta chileno Pablo Neruda, a quien hace 40 años se le impidió dar un recital en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Estados Unidos, logró finalmente su objetivo gracias a la emisión de una grabación que se encontraba perdida desde esa época.

DISCO perdido

La voz nasal y monótona del fallecido Neruda, envolvió este martes el auditorio Enrique Iglesias, del centro cultural de la institución, cuyos 500 asientos no fueron suficientes para albergar a las personas que acudieron a escuchar las palabras del connotado poeta.

Ese recital de Neruda, que estaba olvidado en el BID, picó la curiosidad de Félix Ángel, director del centro cultural del BID, Ángel, que se lanzó tras la pista de la grabación de aquella sesión. La descubrió hace dos años por casualidad, según confesó, al preguntar a un veterano del banco si se acordaba de aquel acto.

"Creo que yo tengo la cinta", le respondió el funcionario, al que no identificó, quien la había recibido de otro empleado del BID.

Además, una copia acabó en la fundación Pablo Neruda de Chile, según explicó Ángel.

DESAGRAVIO

Y así, 40 años más tarde, la voz del autor de "Canto General" y "Odas Elementales" sonó en el lugar donde debía haberlo hecho originalmente. "Es un desagravio a Neruda", dijo Félix Ángel.

Tras una breve introducción, el poeta recitó 15 poemas entre los que destacaron fragmentos de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada".

"Agradezco el silencio de ustedes, que me escuchan", afirmó Pablo Neruda en la grabación, mientras un montaje de imágenes proyectadas en el auditorio recorría los espacios que habitó el poeta en sus casas de Chile.

www.diariollanquihue.cl

Asociación Biblioteca Popular Pablo Neruda

A C T A  C O N S T I T U T I V A

En la ciudad de Río Gallegos, Capital de la Provincia de Santa Cruz, a los 31 días del mes de Enero de 2006, se reúnen un grupo de personas autoconvocadas, cuyos datos se consignan al final de la presente, con el objeto de aunar ideas para fundar una Entidad destinada  a realizar una obra de interés general y que tendrá los siguientes fines: fomentar la integración de ciudadanos de distintas nacionalidades que les unan los mismos propósitos; promover, entre comunidad, los hábitos de lectura, estudio y previsión, mediante la organización de actos tendientes a tales fines; proteger y fomentar la cultura de los pueblos originarios del continente americano, etc.
Antes de comenzar las deliberaciones, se resuelve designar al Señor Arístides Chamorro Rivas y la Señora Janeth del Carmen Chacón Vito para que actúen en carácter de Presidente y Secretaria de la presente Asamblea constitutiva.
Acto seguido, tras un breve intercambio de opiniones los asistentes deciden formalizar la creación de una Asociación para desarrollar las finalidades ya indicadas, a la que se da el nombre de “Asociación Biblioteca Popular Pablo Neruda” la que fija su domicilio en la Calle Juan B. Justo 481 1º Piso de la Ciudad de Río Gallegos. Seguidamente, se da lectura a los estatutos propuestos, el cual es aprobado en todas sus partes.
Finalmente, se eligen los miembros titulares y suplentes de la Comisión Directiva y del Órgano Revisor de Cuentas, por el término de tres (3) años, recayendo las designaciones en las siguientes personas: Comisión Directiva, Presidente, Arístides Chamorro Rivas, DNI. 18.751.448; Secretaria, Janeth del Carmen Chacón Vito, 18.809.468; Tesorera, Clementina del Carmen Mancilla Gallardo, RUN. 8.066.148-7; Vocal Primero, Rasa Elvira Díaz Mancilla, DNI. 93.335.795; Vocal Segundo, Candelaria del Transito Barriendo Velásquez, 92.462.252; Vocal Tercero, José Eleodoro Mancilla Sanchez, DNI.93.769.680; Vocales Suplentes Angelica del Carmen Uribe Hernández, DNI. 18.743.477; Jorge Luis Muñoz Chiguay, DNI.24.998.642; Juan Carlos Villarroel Vidal, DNI. 18.816.821. Comisión Revisora de Cuentas, Gestrudes Isabel Morrison, DNI. 18.670.535; Juana Paz Paillante Maricoy. Procediéndose, también fijar la cuota social, que será de $ 10,00 la inscripción y de $ 3,00 la mensual.
Finalmente, se autoriza al Señor Presidente y a la Señora Secretaria para que en conjunto a alternativamente, se presenten ante la Inspección General de Personerías Jurídicas a los efectos de solicitar la correspondiente Personería Jurídica y la aprobación del texto de los Estatutos Sociales, facultándolos expresamente para que acepten las modificaciones, suspensiones o adiciones que formule la citada repartición. No habiendo otros temas a tratar, se da por finalizada la reunión, siendo las  21,30 horas.

2) Janeth del Carmen Chacón Vito                1) Arístides Chamorro Rivas
        Secretaria                                                 Presidente

4) Clementina del Carmen Mancilla Gallardo   3) Rasa Elvira Díaz Mancilla
                Tesorera                                           Vocal Primero
         
6) Candelaria del Transito Barriendo     5)José Eleodoro Mancilla Sanchez
                Vocal Segundo                         Vocal Tercero