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Centros Chilenos en el Exterior

Sewell: la ciudad fantasma de los Andes

Sewell: la ciudad fantasma de los Andes
Por Daniela Escárate/ La Nación

Viernes 25 de diciembre de 2009

El cobre se volvió chileno y 15 mil personas tuvieron que comenzar a desalojar Sewell, campamento minero instalado en plena Cordillera de los Andes, a 2.200 metros de altura. Fue la chilenización del cobre, durante el mandato de Eduardo Frei Montalva, que obligó el paulatino abandono de esta ciudad.

En 1967 el Estado chileno compró el 51% de las acciones de la estadounidense Braden Copper Company, la cual tenía el control de la mina El Teniente, yacimiento que había dado origen a Sewell.

Esto inició el desalojo y ya en 1979 la población del campamento era de 1.500 personas, 10 veces menos que en su época dorada, cuando albergaba el único bowling de Latinoamérica y otros tantos servicios modernos para el continente.

Fue en 1981 cuando desmantelaron la mayoría de los edificios. A partir de ese año, sólo se preservó lo que fue el centro de Sewell.

“No quedó prácticamente nada, destruyeron la mayoría del campamento”, recuerda Hugo Escárate, trabajador de El Teniente durante más de 40 años y primo hermano del párroco Hernán Sánchez, quien ofició misas en ese lugar entre los años 50 y 60.

Hasta 1969 se podía llegar sólo en tren hasta la ciudadela. El tramo de 64 kilómetros que lo separaba de Rancagua “se demoraba entre cuatro horas y cuatro horas y media en llegar a Sewell. En Coya, el tren se tenía que dividir, porque era demasiado pesado como para subir hasta el final”, rememora Escárate.

La construcción del campamento comenzó en 1904, un año antes que el Ministerio de Hacienda aprobara la explotación de El Teniente.

Con el paso de los años, el campamento fue adquiriendo características de ciudad, contando con amplios servicios y una intensa vida social, caracterizada por el encuentro de dos culturas: la chilena y la gringa.

“El chileno fue entendiendo al extranjero, pero se mantuvieron las distancias. El límite empezaba y terminaba en el trabajo. El patrón no se mezclaba más de lo necesario, insistía en la separación de mundos”, relata María Cecilia Baros en el libro “Los hombres del mineral”.

Luego del paulatino traslado de los habitantes entre 1979 y 1997, Sewell estuvo habitado sólo por trabajadores contratistas que apoyaban en la producción de la mina.

ImagenCasi cien años después de su creación, Sewell fue declarado Monumento Nacional en 1998. Gracias a obras de restauración, el ex campamento se abrió al público el 2002. Cuatro años más tarde, la Unesco lo nombró Patrimonio de la Humanidad.

Hoy, sus escaleras reciben a turistas sólo los sábados, domingos y festivos. Las visitas pueden llegar mediante un tour contratado y se estima que llegan 400 personas a la semana.

El 28 de noviembre pasado los visitantes pudieron acceder de otra manera: mediante un recital de Los Jaivas, banda que alguna vez le cantó a las Alturas de Machu Pichu.

A más de 3.000 kilómetros de este otro Patrimonio de la Humanidad, los músicos volvieron a dedicarle los versos de Neruda a la Cordillera de los Andes.

 

 

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