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Centros Chilenos en el Exterior

Decidiré en un año y medio

Decidiré en un año y medio

JOSÉ MIGUEL INSULZA Y SU CANDIDATURA PRESIDENCIAL:

Como en todas sus visitas, el secretario general de la OEA se reunió con medio Chile e incrementó posiblemente sus arcas electorales, que lo sitúan como el cuarto hombre mejor evaluado. Está feliz y dice que jamás le contestará a Chávez por su “pendejada”.

Nación Domingo

Boris Bezama

Tres nudos en una gastada y amarilla pulsera que su mujer, Georgina Núñez, le trajo desde Brasil, luce José Miguel Insulza en su muñeca derecha. Como es la tradición, la “fita” no se debe sacar hasta que se rompa porque, de lo contrario, los deseos pedidos corren el riesgo de no cumplirse. Pero al secretario general de la OEA ya se le han hecho realidad dos y está a la espera de que el último –que mantiene en extrema reserva– se concrete.

Sólo se atreve a contar en esta entrevista que concedió a LND en la mañana del sábado, antes de reunirse con jóvenes de la Concertación en el Palacio Ariztía, que su hijo Javier fue aceptado en una universidad norteamericana, lo que lo tiene casi en la plenitud. Ahora sólo le falta el tercer deseo...

–¿Cómo hay que decirle: ministro, secretario general o candidato?

–Dígame secretario general no más.

–¿Cuál es su diagnóstico de la región después del fin de los procesos electorales en la región. Chávez fue reelecto, Rafael Correa ganó en Ecuador, lo que debe haber preocupado a los norteamericanos.

–No sé cómo lo verán ellos. Pero el lunes se cierra un ciclo. Y los gobiernos de centro, derecha o izquierda tienen que enfrentar los mismos problemas, como el crecimiento económico, la delincuencia, la discriminación, la pobreza. Entonces, hay que estar más atento a la gobernabilidad, a los factores de estabilidad, a la mantención adecuada de la democracia.

–¿Qué factor va a cumplir la OEA para enfrentar la inestabilidad que pudiere generar la muerte de Fidel Castro?

–No hay que conjeturar con anticipación. Siempre he opinado que si se quiere que la OEA tenga un diálogo significativo o que cumpla un papel en lo que es el proceso cubano, se puede crear un diálogo. Desde la Asamblea General de Panamá en el ’96 no se hablaba de Cuba. Y ello no es bueno. Ojo, no estoy hablando de incorporar a Cuba a la OEA. Yo sé que es un tema controvertido en donde habrá que discutirlo, además de si Cuba quiere. Entonces no tiene sentido crear divisiones por algo que no va a ocurrir. Pero sí creo que es un poco absurdo tener una organización en que la inmensa mayoría tiene relaciones con Cuba y la OEA no tiene diálogo alguno. Y me refiero a todas las partes. No digo que haya que excluir ni conversar con sectores de oposición o exiliados, porque cualquier cosa que ocurra en Cuba va a tener lugar con todos los cubanos. No va a ser una mera continuidad de lo que hay.

–¿No cree los rumores de que Fidel Castro estaría muerto?

–No, eso yo no lo creo. Alguien lanzó ese rumor para verlo aparecer al otro día en la cama del hospital. Con respecto a la primera pregunta, no creo que EEUU esté en una posición antagónica con los nuevos regímenes que han nacido en América Latina. Lo que veo es que en las últimas elecciones de presidentes, en la toma de posición de Daniel Ortega o de Rafael Correa, han tenido actitud de “wait and see” (esperar y ver). Más que las palabras, lo que nos importan son los hechos. Y espero que efectivamente sea la actitud que predomine y se mantenga. Además, dar espacios para dialogar sobre los temas fundamentales de la región. Hay países que necesitan de la relación económica comercial con EEUU, y eso ha tenido que cancelarse más de alguna vez por problemas de carácter político.

–Usted dijo que el muro que EEUU planea construir en la frontera con México no disuadirá a los inmigrantes ilegales. Y que es censura la decisión de Caracas de terminar la concesión a un canal opositor. ¿Esa es la labor de un secretario general de la OEA? 

–Los jefes de los organismos internacionales ya no se limitan a citar resoluciones y a tomar notas de los acuerdos. El tema de derechos humanos, de libertad de expresión son de nuestra competencia. Ahora, eso no significa que yo tenga algún instrumento para hacer que EEUU u otros gobiernos no hagan tal cosa. Puede que les dé mi opinión, tal como lo hice con el muro dos o tres días antes de que el Presidente Bush firmara el decreto autorizándolo. Y todavía no recibo ninguna nota de ningún Gobierno protestando por esa declaración.

–O sea, ¿el secretario general de la OEA puede ser independiente de EEUU?

–Pienso que sí. Mientras EEUU explicaba los bombardeos de Israel al Líbano, yo los condenaba. Entonces, no es primera declaración que he hecho. Por lo demás, he dicho cosas sobre Venezuela que le han caído muy mal a la oposición venezolana. Y lo más insólito que pasó esta semana fue que hasta ese momento la oposición venezolana me acusaba de chavista. Uno corre riesgos que se enojen con uno y lo traten mal, pero lo contrario sería volver a caer en las acusaciones sin relevancia de la OEA. Las críticas las hacen los mismos, en distintos momentos y en los mismos diarios.

–Pero el término “pendejo”, como lo calificó Chávez, tiene varias acepciones. Un de ellas es entrometido.

–Bueno, a mí me han dado una doble versión del término. Cuando me pelee con el senador Navarro voy a ver si le gusta que le digan así. En Perú es un término positivo.

–¿Va a responder alguna vez a Chávez?

–Jamás. Soy el secretario general de la OEA y él es un Jefe de Estado y miembro de la OEA. No corresponde decir una crítica dura a un Mandatario. Eso sí que no. Y, por lo tanto, la única cosa que podía ocurrir es que otros reaccionaran y solidarizaran, y ha habido muchas de esas reacciones, cosa que me tiene contento.

–¿Y se va a juntar mañana con él, cuando asista al cambio de mando en Ecuador?

–En Nicaragua era imposible aunque hubiésemos querido. No sé cómo va a hacer en Ecuador. Depende mucho de otras cosas. Los presidentes, generalmente, van a todas las tomas de posesión, pero ya no se quedan mucho rato, o si lo hacen es para reunirse con el país anfitrión. Pero si él está, y como lo manifestó, estoy dispuesto a hacerlo.

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–¿Como ha visto el país después de las acusaciones de corrupción?

–El país está bien. He conversado por ahí y hay algunas preocupaciones en cuanto a crecimiento. Pero lo que a la gente le importa son algunas de las cosas que ha planteado la Presidenta, como la reforma previsional. Y esta es una discusión básicamente del mundo político, que tiende una vez más a judicializar las discusiones políticas. En este país vamos a llegar a un punto en que cada partido va a plantear la discusión sobre un tema y después van a ir donde el juez para que defina quién tiene la razón.

–¿Qué le preocupa hoy de Chile?

–La actitud de alguna gente de la oposición de hacer creer que por un lado están todos los santos y por el otro los pecadores. Entonces hace a la gente desconfiar de la política, de los que de pronto pasan a disfrazarse de santos y lo peor de todo que a los pocos días ellos se meten en un lío. La gente ve eso y no le gusta. Y no lo digo por la Alianza, porque sería injusto. No es la mayoría de la Alianza. Sigo creyendo que respecto a este tema hay mucha gente de oposición con una política constructiva. Y otros más también. No voy a dar nombres...

–Usted encabezó el acuerdo de modernización el 2003 con la oposición, ¿cuál es la diferencia que aprecia en la derecha?

–Si uno revisa los archivos, las cosas que decía la oposición sobre el Gobierno y la Concertación eran cosas muy duras y al mismo tiempo tenían propuestas. Tenían respuestas a lo que se les planteaba. Al mismo tiempo un presidente de un partido le dijo al Presidente Lagos “cómo salimos para adelante”. Pero eso no significa que no haya seguido diciendo cosas feas. Ese no es el punto. Nadie pide que la oposición no haga oposición. Todo lo que pido es que ayude a construir un país.

–¿Cómo ve el ánimo en la Concertación?

–Me ha preocupado un cierto estado de ánimo o afectivo en algunas personas de la Concertación, que es muy negativo. Sigo creyendo lo mismo: la Concertación y sus ideas son mayoría en el país. Y si uno mira las encuestas, la gente la prefiere a pesar de todos los problemas. Y el Gobierno sigue ahí, bien. Pero parece que en la Concertación cada vez se quieren menos entre sí. La paradoja es que la derecha no tiene cómo ganar las elecciones, pero sí nosotros tenemos cómo perderlas. Cuando se pierde la lealtad, cuando se atacan unos a otros, cuando pierden de vista el tema principal, nacen los riesgos. Obviamente no creo que toda la Concertación, o mejor dicho, que gran parte de la Concertación quiere ordenarse, pero sin dudas que algunas de las voces han sido bastante duras y han sido perjudiciales para la imagen de la Concertación como fuerza unida de Gobierno.

–A su juicio, ¿el acuerdo de 2003 implica no investigar los procesos que se abrieron en temas de irregularidades cometidas por esos años?

–No, los procesos de uso de recursos de planes sociales son acusaciones graves que hay que dirimir.

–¿No se estableció que todo estaba prescrito?

–Sólo en materia de gasto electoral. No lo dije yo, sino los parlamentarios. Por una razón muy simple: nadie tenía cuenta de sus campañas anteriores. Si ya con cuentas ahora existen problemas, imagínese los enredos que se hubieran empezado a dar si a un diputado le hubieran pedido cuentas. Si no había ninguna obligación de guardarlas. Es lo mismo que si hoy le preguntaran a alguien, que creo que no debería contestar porque está sometido a normas, "deme cuenta de los gastos reservados de tal año". Seguramente había una, porque alguien la guardaba, porque los gastos reservados se rendían de manera global. Pero insisto, en temas de proyectos sociales de planes de empleo, de deportes, no estuvieron jamás en el acuerdo. Si por ejemplo alguien es acusado el ’92 o el 2000, etc., no hay ninguna prescripción, porque no se le está juzgando por su gasto electoral, sino por malversación de fondos públicos, que es otra cosa.

Su futuro político 

–Sus antecesores han estado 10 años en la OEA. ¿Hasta cuándo va a estar usted?

–Dicen que cuando uno tiene la posibilidad de reelección tiene que decir que va, porque si no pierde legitimidad y peso en el período en que está. Sinceramente no lo he decidido. No lo tomo como mi proyecto de vida y todavía me siento en condiciones de seguir participando en la política de mi país y, por lo tanto, tengo que tomar una decisión. Reconozco que mi respuesta es ambigua porque tendré que tomar una decisión en el momento oportuno, y éste no lo es. La tomaré dentro de un año y medio a dos años, y ahí la comunicaré, pero por ahora no tengo una noción al respecto. Me gusta lo que hago, trato de que sea relevante, como siempre lo hago en política, pero no tengo una decisión al respecto.

–Las presidenciales son el 2009, por lo que deberá zanjar el tema antes del fin de su mandato en la OEA.

–El fin de mi primer mandato es en junio de 2010, por lo tanto tendría que tomar una decisión bastante antes.

–Sobre todo si se convierte en el abanderado de la Concertación.

–Ese es un tema bastante hipotético. Yo sostengo que hablar de candidaturas hoy es un despropósito. No quiero nombrar candidatos, pero yo he estado en varios gobiernos y me acuerdo quiénes eran los candidatos al principio. Si recordamos después del No, entre los candidatos el único que no estaba era Patricio Aylwin. El ’94 también hubo otros candidatos y antes se hablaba de otros con mucha fuerza. Incluso hubo querella entre los partidos por levantar candidaturas antes de tiempo.

–Pero proclamaciones ha tenido en todas partes.

–Siempre algún amigo o alguien dirá algo. La cuestión es que toda persona haga un esfuerzo por desalentar ese tipo de cosas. He hecho un gran esfuerzo por desalentar ese tipo de cosas. Algunos creen que porque visito mi país por cuatro días vengo a preocuparme de mi candidatura. Pero si también hago otras cosas. Veo a mi familia, a amigos. Los políticos son seres humanos normales. Te apuesto que si un empresario está viviendo en EEUU y de pronto viene acá, nadie le va a decir que viene porque quiere ser gerente.

 

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