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Centros Chilenos en el Exterior

La actual guerra en el Líbano: el último capítulo del conflicto original de 1948

Raja Halwani
The Electronic Intifada
Traducido del In´glés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
La mañana del miércoles 12 de julio de 2006 miembros de Hezbola penetraron en la frontera entre Israel y Líbano, llevaron a cabo una operación militar cuyo resultado fue varios soldados israelíes heridos y el secuestro de dos de ellos. Hezbola pidió la liberación de los presos palestinos y libaneses encarcelados en prisiones israelíes a cambio de la liberación de los dos soldados secuestrados. Desde entonces Israel ha llevado a cabo una despiadada campaña militar contra Líbano, primero con la excusa de rescatar a los dos soldados, pero ahora también con la de destruir Hezbola y a asegurarse de que ésta no opere contra Israel, la misma excusa que dio refiriéndose a la OLP cuando invadió Líbano en verano de 1982. La campaña militar de Israel ha consistido en fuertes bombardeos aéreos, navales y terrestres de las infraestructuras de Líbano: de sus principales y secundarios aeropuertos, puertos, carreteras, puentes, sistemas de comunicación y plantas eléctricas y de agua. También está bloqueando completamente sus puertos y vías de entrada. Es difícil saber el número de víctimas, aunque los medios afirman que más de 140 libaneses han sido asesinados y cientos más están heridos. Hezbola respondió disparando misiles Katyusha, la mayoría de ellos contra sus asentamientos del norte de Israel; unos pocos misiles cayeron en Tiberias, Haifa, Acre, y Nazareth, y causaron la muerte de unos pocos civiles israelíes, aunque muchos menos que los de Líbano.

¿Estaba justificado el secuestro por parte de Hezbola de los dos soldados israelíes? En un sentido fue un ataque no provocado (como una y otra vez ha estado repitiendo con fruición el portavoz israelí, ya que es tan raro que los ataques árabes a Israel sean ataques no provocados): la frontera con Líbano ha estado relativamente tranquila y en mayo de 2000 Israel sacó todas sus tropas de Líbano (a excepción de la zona de las Granjas de Chaaba, que Líbano reclama como parte de su territorio). El hecho de que el ataque de Hezbola fuera no provocado en este sentido es un golpe a su justificabilidad. Además, y como han afirmado algunos políticos libaneses, Hezbola tomo unilateralmente la decisión, sin consultar al gobierno libanés y sin siquiera tener su aprobación y respaldo. Esto supone un problema porque Hezbola podría haber imaginado fácilmente la dureza de la respuesta de Israel. Así pues, estaba deseando arrastrar a todo el país de Líbano a una situación difícil (y es quedarse corto) cuando no estaba en posición de hacerlo: aunque tiene diputados en el parlamento libanés y dos ministros en su gobierno, Hezbola no es un partido en el gobierno del país y, por lo tanto, no debería haber tomado por su cuenta una decisión de estas dimensiones.

El segundo punto es irrefutable. Indudablemente, Hezbola se ha extralimitado al emprender esta acción. Es más, no sólo no tiene autoridad para tomar semejante decisión sino que además los resultado de su acción no son ni mucho menos claros. De saberse, si no con certeza cuando menos con un alto grado de probabilidad, que su acción va a llevar a la liberación de algunos prisioneros palestinos y libaneses, entonces podría estar justificada. Pero no lo sabemos, y esto trae serias dudas sobre su eficacia. Además, tenemos que sopesar los costos y los beneficios: asumiendo que su acción suponga con seguridad la liberación de algunos presos palestinos y libaneses, ¿valdría la pena el coste? Esto no lo sabremos hasta que calculemos el daño causado por la respuesta israelí, un daño que puede extenderse no sólo a Líbano sino también a otros países. Esto no es hacer a Hezbola responsable de las acciones de Israel - lo que sería absurdo - sino recordar que parte de lo que es justificar acciones es sopesar sus consecuencias.

Sin embargo, el primer punto admite un toma y daca. De nuevo, el ataque de Hezbola era, en un sentido, no provocado. Pero debemos tener en cuenta dos puntos. Primero, que Líbano está en estado de guerra con Israel; no existe un acuerdo de paz entre ambos e Israel no tiene ningún reparo en violar la soberanía de Líbano cuando le conviene; la más memorable de las veces en que lo hizo fue su ataque de 1996 al sur del Líbano (la llamada "Operación Uvas de la Ira"), por no mencionar las muchas veces en que rompe la barrera del sonido con sus violaciones del espacio aéreo de Líbano. (Por cierto, esta cuestión pone de relieve una de la muchas hipocresías de Israel: por una parte considera la soberanía de Líbano y por esa razón hace a Hezbola completamente responsable del ataque; por otra parte, afirma con condescendencia que su objetivo al atacar a Líbano es ayudar a este país a recuperar su soberanía sobre todo su territorio ayudándole a librarse Hezbola). Cuando dos países están en estado de guerra las acusaciones de ataques no provocados se vuelven menos netamente definidas. Desde luego, aún cuando estuviera claro que un ataque es no provocado, esto no significa mucho cuando los dos países están en estado de guerra . (En una entrevista hecha por Wolf Blitzer en la CNN el 13 de julio, Gideon Meir, portavoz del ministro de Asuntos Exteriores de Israel, afirmó que el ataque de Hezbola seguía las tácticas de la Mafia. Siendo como es Blitzer un avezado periodista, no le preguntó a Meir, y para qué hablar de señalárselo como un hecho, si Israel no utiliza dichas tácticas cuando, asesina palestinos o los detiene sin cargos. Después de todo, ¿acaso toda la cuestión subyacente aquí no es la de los presos palestinos?)

Pero el segundo punto aquí, y con mucho el más importante, es que hasta el momento en que Hezbola secuestró a los dos soldados israelíes, Israel ha estado machacando Gaza con inmundos bombardeos y un bloqueo porque dos semanas antas Hamas había secuestrado a un soldado israelí - en una operación que en ningún modo puede ser descrita como no provocada - para pedir la liberación de los prisioneros palestinos a cambio de la liberación del soldado. Por supuesto, antes de este acontecimiento Gaza había estado sometida a un cierre por parte Israel, y tanto ésta como Cisjordania siguen bajo ocupación israelí. El primer ministro de Israel, Ehud Olmert, seguía adelante con un plan de librarse unilateralmente de los palestinos dándoles un reducido y marchito Estado en Gaza y en partes de Cisjordania, sin soberanía real y sin posibilidad de prosperar. Todo esto ocurría bajo la no tan vigilante mirada de un mundo que no tenía la menor intención ayudar. La cuestión es que la acción de Hezbola es una acción de ayuda a los palestinos. Porque los palestinos han estado sufriendo injustamente durante décadas, y su situación ha ido de mal en peor, es un deber ineludible del mundo ayudarles por cualquier medio necesario y moral. El mundo, incluyendo el mundo árabe, ha fallado de manera estrepitosa en ello y en general se ha limitado a declaraciones verbales pero vacías de apoyo y a ayuda humanitaria que aunque sirve de ayuda, ha eludido las cuestiones políticas centrales de la difícil situación palestina. Si el motivo de Hezbola para secuestrar a los dos soldados era ayudar a los palestinos, aún cuando fuera intentar mínimamente asegurara la liberación de algunos presos, entonces la acción es a este respecto una acción moralmente buena. La acción de Hezbola no admite, pues, ni una justificación sencilla ni una sencilla no permisibilidad: al ser unilateral y tener un imprevisible y posible coste extremadamente alto, es una mala acción; al ser motivada por ayudar a los palestinos y tener posibles beneficios positivos, es buena.

¿Y respecto a la respuesta de Israel? Como han señalado varios dirigentes mundiales, es desproporcionada. Es evidente que es desproporcionada en relación al secuestro de dos soldados israelíes. Pero, ¿es también desproporcionado comparada con la amenazada de Hezbola para Israel? Una vez asentada la polvareda de la guerra, casi puedo oír a los oficiales israelíes diciendo que la adquisición por parte de Hezbola de misiles de largo alcance capaces de llegar a Haifa es una prueba de que tiene que ser desarmada y sus infraestructuras desmanteladas. De hecho, Israel lo ha estado exigiendo durante cierto tiempo. Así pues, ¿no haría esto el ataque israelí al Líbano perfectamente proporcionado? No mucho. Está perfectamente claro que el daño que Israel está ocasionando tiene mucho que ver con Hezbola o sus infraestructuras. De hecho, la destrucción del Aeropuerto Internacional de Beirut y los aeropuertos, puertos y autopistas no tiene nada que ver con ello. La afirmación de Israel de que Hezbola utiliza el aeropuerto para conseguir las armas (igual que afirma que los presos palestinos tienen "sangre en las manos", como dijo recientemente el embajador israelí en Estados Unidos en una conferencia de prensa) carece de la menor prueba e incluso es evidentemente falsa para cualquiera que conozca remotamente algo de los puertos y aeropuertos libaneses. El dañar las carreteras puede dañar su movilidad actual, pero no tiene nada que ver con la infraestructura de Hezbola. Israel también opera en un mundo de fingida, ignorancia culpable: ¿sabe Israel que atacar brutalmente a Líbano sólo ayudará a que los libaneses se unan a Hezbola, como parece estar ocurriendo de hecho? Hace dos días un "experto" afirmó en un programa de información de CNN sobre el origen de Hezbola que esta organización fue creada por Irán 1982, aunque sin decir nada de las fértiles condiciones -creadas por la invasión israelí de Líbano y la muerte y destrucción resultantes - que permitieron funcionar y florecer a un partido como Hezbola. Según Aljazeera.net (versión árabe, domingo 16 de julio de 2006), durante las últimas 24 horas Israel ha estado bombardeando muy indiscriminadamente el barrio sur de Beirut - donde hay muchas sedes de Hezbola pero también es una zona densamente poblada. Si la historia nos sirve de guía, esto servirá de poco para desmantelar la infraestructura de Hezbola y mucho para ayudar a conseguirle futuros seguidores.

Pero la cuestión, aún siendo importante, no es si la respuesta de Israel es desproporcionada. La cuestión es realmente si la respuesta de Israel se puede considerar como un último recurso, otra condición para una guerra justa. En una entrevista del canal local de televisión de Chicago Channel 9 (WGN ) el cónsul israelí preguntó retóricamente en relación al secuestro por parte de Hezbola de los dos soldados (y no cito directamente ya que no recuerdo las palabras exactas):"¿Qué debería hacer Israel? ¿Poner la otra mejilla?". Dejando de lado el implícito aunque probablemente no intencionado insulto a los millones de cristianos del mundo que en parte basan su religión en esta fórmula, al parecer el cónsul no se paró a pensar si habría otra opción. Dios prohíbe que Israel se comprometa en una mediación para liberar a su soldado -¡horror de los horrores!- a cambio de la liberación de algunos presos palestinos y libaneses. Israel tiene una imagen fastuosa de sí mismo y especialmente de su ejército. Muchos militares pertenecientes al alto escalafón parecen suscribir el punto de vista de que los árabes y musulmanes sólo entienden y respetan el poder y, por lo tanto, en una situación similar está fuera de cuestión demostrar debilidad al negociar. El ejército israelí también desea mantener a cualquier precio un dominio militar en toda la región. Por lo tanto, también estaría fuera de cuestión el negociar -hasta que enseñen a los libaneses un lección que nunca olvidarán. Parece que o bien a Israel nunca se le ha ocurrido que los árabes también entienden el lenguaje de la justicia y, por tanto, debería tener en cuenta sus justas peticiones , o bien Israel lo entiende muy bien pero elige ignorarlo en su búsqueda de su visión de lo que debería ser la zona. En cualquiera de los dos casos, Israel es culpable.

Por desgracia la guerra en Líbano no acabará pronto (y tiene todas las características de una grave escalada en la región, aunque habrá que ver si esto ocurre). Aljazeera.net (versión árabe) también informó hoy de que Estados Unidos ha sido el único país que ha bloqueado un intento por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para sacar una resumisión que inste a alto el fuego un inmediato afirmando que no es el momento de ello. Las razones aquí parecen claras: Estados Unidos quiere dar tiempo a Israel para que se libre de Hezbola, un deseo que encaja perfectamente con la guerra de Estados Unidos contra el terrorismo -dado que este país considera a Hezbola una organización terrorista - y su visión de Oriente Medio. Así pues, la situación no va a acabar pronto. Esperemos que al menos podamos sacar de este horror un acuerdo más o menos duradero y justo. Fouad Siniora, el sensato primer ministro libanés, ha dicho lo más cierto que se ha pronunciado hasta ahora. En una entrevista hecha hace dos días por CNN insistió en que todos los conflictos en la zona se deben al hecho de que el conflicto original con Israel que empezó en 1948 no ha sido resuelto todavía. "Necesitamos resolver este problema", dijo, "y entonces, y sólo entonces, lograremos una paz duradera". Cuánta razón tiene. Pero quienes tienen la posibilidad de hacer algo al respecto no le están escuchando.

Raja Halwani es profesor asociado de filosofía en la Escuela del Instituto de Arte de Chicago; actualmente está escribiendo como co-autor un libro sobre el conflicto palestino-israelí .

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