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Sólo quedan 127 cisnes en el santuario Carlos Anwandter

Sólo quedan 127 cisnes en el santuario Carlos Anwandter

CENSO DE CONAF CONFIRMA NULA RECUPERACIÓN DEL ECOSISTEMA TRAS DESASTRE DE CELCO

La muerte y migración de cisnes de cuello negro desatada por la megaplanta de celulosa de Valdivia, lejos de revertirse, parece consolidarse y empeorar. En el vasto humedal apenas quedan 304 de estas aves. Hace un año había 476 y hace dos más de seis mil.

Por Antonio Valencia

www.lanacion.cl

Foto: El fenómeno estacional explica, en parte, el bajo número de cisnes, pues siempre disminuyen en invierno, pero los expertos coinciden que la principal razón de la ausencia de aves sigue siendo la planta de Celco.

Nada parece ir bien. La recuperación del santuario de la naturaleza Carlos Anwandter, tras el desastre ecológico provocado por la planta de celulosa del grupo Angelini, en Valdivia, está lejos de concretarse. Mes a mes los guardaparques de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) constatan la permanente disminución de los cisnes de cuello negro. La cifra es demoledora: si en abril de 2004 había 7 mil 977, hoy sólo apenas quedan 127. En todo el humedal, la cifra llega a escuálidas 304 aves.

Oscar Puentes, jefe provincial de la Conaf, confirma los datos: “El censo de junio arrojó 304 cisnes de cuello negro dentro del todo el humedal, que involucra cuatro sectores y otros ríos como el Cayumapu, Pichoy y San Antonio. Fuera del humedal quedan 625 cisnes”, detalla. Más preciso aún, el director regional de la Conaf, Leonardo Yáñez, certifica que efectivamente en el santuario Carlos Anwandter -el entorno más cercano a la planta de Celco- sólo quedan 127 cisnes de cuello negro. “Y van a seguir bajando los siguientes meses”, advierte Yáñez.

Eduardo Israel, médico y miembro de la agrupación valdiviana Acción por los Cisnes, reveló los datos e hizo el desglose. “De los 304 cisnes, 127 están en el santuario de la naturaleza y los otros 177 dentro del humedal, pero están repartidos en los otros ríos más alejados, como Cayumapu, donde hay unos 149, Pichoy, que tiene 25, y San Antonio”, dice. El dato es refrendado por Leonardo Yáñez. “Si contamos los cisnes de las nueve estaciones de monitoreo que existen en el santuario, es decir, excluyendo esos ríos, quedan 127 cisnes”, declara.

¿Fenómeno estacional?

Datos en mano, en la Conaf auguran que dentro de las casi seis mil hectáreas sujetas a permanente monitoreo -cinco mil de las cuales corresponden al santuario Carlos Anwandter-, seguirá disminuyendo el número de cisnes de cuello negro en los próximos meses. En junio de 2005, en todo el humedal se contaron 476 cisnes. Un mes después bajó a 290, y en agosto de ese año llegó a 249 aves. En septiembre la cifra subió a 689 y el peak veraniego mostró en febrero 1.026 de estas aves.

“Suele suceder que en invierno bajen en número”, opina el jefe provincial de Conaf, Oscar Puentes, “pues al subir el caudal de las aguas, el luchecillo, principal alimento de los cisnes, queda más profundo e inaccesible para que lo puedan comer”. Entonces migran. Eso, en parte, explica el bajo número”, señala. Pero es sólo una parte, coincide con otras voces, pues la principal razón de la ausencia de cisnes sigue siendo la planta de Celco.

Puentes y Yáñez enseñan más cifras. En junio de 2004 había 6.512 cisnes, pero ya en septiembre -en lugar de “subir”, como hace un año, el número de cisnes bajó considerablemente. Conaf contó 3.674 aves y se dio cuenta que la falta de luchecillo había empujado a los cisnes a pastar’ en tierra firme. Celco llevaba algunos meses operando. En octubre de 2004 los guardaparques contaron 2.180. Algo andaba mal. Entonces se decretó la alerta.

“La pelea se perdió”

En Acción por los Cisnes están de luto. “La disminución es drástica y si consideramos a las taguas, otras aves que se alimentan de luchecillo, es “dramático”. El promedio histórico superaba los 30 mil, pero el mismo censo de junio arrojó apenas 98. El desgano cunde en medio de las ciudadanía. Dicen que la pelea por los cisnes “se perdió” y que sólo queda evitar que el desastre continúe en la misma medida que Celco siga legalmente derramando sus riles en el río Cruces. De no ser así, las aguas contaminadas afectarán los campos y vegetales que riegan.

Todos los datos del censo son material vital para la elaboración del Plan de Gestión Integral del Humedal Río Cruces que posteriormente la Corema y la Conama deben implementar. “Se acaba de terminar el 22 de junio la etapa de consulta ciudadana, donde la comunidad expresó su petición de cierre inmediato de la planta.”, precisa Yáñez. En la redacción del primer borrador, por cierto, entro al debate el último estudio científico elaborado por la Universidad Austral, análisis que por primera vez comprobó la muerte del luchecillo a causa de la contaminación (sulfatos) de Celco.

El Plan de Gestión del Humedal recibirá hasta el 17 de julio alegaciones y observaciones de la comunidad y no está del todo claro cuándo se implementará. Aun así, poco se puede hacer si la resolución de la Nº377 Conama continúe en pie. Dicha documento obliga a Celco a dejar de verter sus riles al río, pero le permite seguir operando a un 80% de su capacidad, mientras construye un ducto al mar o bien las piscinas decantadoras. Pero para ello debe presentar en abril de 2007 un Estudio de Impacto Ambiental que, una vez aprobado –cuestión nada fácil-, recién puede comenzar a construir. Nada de eso ocurrirá antes de 2009. En otras palabras, la celulosa continuará contaminando durante los próximos tres años.

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