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LA UNIFICACIÓN DE AMÉRICA LATINA NO VA A VENIR SOLA, HAY QUE EMPUJARLA

INTEGRACION:
“LA UNIFICACIÓN DE AMÉRICA LATINA NO VA A VENIR SOLA, HAY QUE EMPUJARLA”.
Exposición del Ing. Gustavo Márquez Marín , Ministro de Estado para la Integración y el Comercio Exterior y Presidente de Bancoex, en el marco del Consejo Directivo Ampliado de Gobernadores, Intendentes, Prefectos y Presidentes Regionales de los Gobiernos Intermedios de América Latina-OLAGI.

Presidente de OLAGI y demás miembros del Consejo Directivo; ciudadano Jhonny Yánez Rangel, Gobernador del Estado Cojedes y Vicepresidente de OLAGI; ciudadano Juan Barreto, Alcalde del Distrito Metropolitano de Caracas; ciudadano honorable señor Ricardo Contreras, Vicepresidente de la Organización Latinoamérica de Gobiernos Intermedios, OLAGI; honorables señores Gobernadores, Intendentes, Prefectos, Presidentes Regionales de los países de América Latina; señores representantes, invitados de los organismos internacionales del Cuerpo Diplomático Acreditado en Caracas.

En primer lugar quiero felicitar al Directorio de OLAGI, especialmente al Gobernador Jhonny Yánez Rangel, por su empeño en llevar adelante este importante evento que sin duda va a contribuir a consolidar la conformación de esta Organización Latinoamericana de Gobiernos Intermedios, como un instrumento efectivo y fundamental para la construcción de la integración latinoamericana. El Presidente de OLAGI, quien me antecedió fue muy claro en su discurso respecto del papel que indudablemente tienen que jugar los gobiernos intermedios para hacer posible la verdadera integración, pero antes que nada, tenemos que presentar la disyuntiva, qué tipo de integración andamos buscando, es la integración concebida en forma tradicional que ha dado lugar en América Latina a la conformación de mecanismos de i ntegración comercial a partir de la construcción de áreas de libre comercio, asumiendo que es a partir de la liberalización del comercio y el incremento de los flujos del intercambio solamente como se va a construir la integración, me refiero por supuesto a la integración latinoamericana o es a partir de una visión mucho más global del proceso integrador, mucho más vinculada a las raíces de América Latina, al surgimiento de nuestras repúblicas independientes y del proyecto liberador que dio lugar a nuestra independencia del Imperio Español y que en efecto permitió la integración de los pueblos latinoamericanos para lograr romper esas cadenas y esa dependencia que nos sometían.

Pienso entonces, que este es un aspecto fundamental del debate y del desarrollo de la discusión que tenemos que dar a todos los niveles, también a nivel de las organizaciones intermedias, porque son los actores políticos los que constituyen los espacios en los cuales se gana o se pierde, se hace factible o no el proceso de integración y en ese sentido hay dos enfoques de la integración, son los mismos dos enfoques que se plantearon hace 200 años, cuando después de la Batalla de Ayacucho, que selló la independencia del Continente Sudamericano, propuso el Libertador Simón Bolívar, como expresión de la voluntad de los líderes militares y políticos que con él también hicieron posible este gran proyecto. Ese enfoque implicaba la conformación de una sola nación y habla r de nacionalidad no se refiere al pequeño terruño, al espacio de cada país, sino de entender la nación latinoamericana que está conformada por un mismo pueblo, una cultura común, un lenguaje común y un espacio territorial que conforma un bloque geopolítico con vocación de tener una presencia en el contexto internacional de las naciones, para garantizar en primer lugar soberanía, independencia, su derecho a hacerse a sí misma, a construir su futuro y a no estar sometidas a dictámenes de grandes potencias que ven con codicia la riqueza que encierra este basto continente, no hoy sino ayer también.

Bolívar, consciente que si no se producía ese salto podría revertirse la independencia, convocó al Congreso Anfictiónico de Panamá, así llamado, que por cierto el próximo mes se cumplen 180 años de su instalación, lo convoca precisamente para encontrar ese modelo integrador pleno en lo social, en lo político, en lo económico y también en lo militar, para sumar las fuerzas que permitieran garantizar, como digo, la paz, no para invadir territorios, no para violentar espacios sino para tener precisamente nuestros propios espacios, nuestro propio territorio, nuestra propia soberanía.

Ese planteamiento fue contradicho por Monroe, ustedes recuerdan la Doctrina Monroe, América para los americanos, eso implicaba esa doctrina o negaba de plano la integración latinoamericana, porque asumía que la integración tenía que darse entre los países latinoamericanos y la gran potencia del norte para conformar una unión americana, pero ya lo decía Bolívar en su carta de Jamaica, en el propio discurso de Angostura, América Latina constituye una nación propia, con sus propios intereses, con su propio perfil, con su propio sentido histórico, muy distinta a la potencia del norte.

No se trata de negar esa potencia, no se trata de no establecer relaciones con ella, porque a fin de cuentas tenemos que convivir en un mundo y en un espacio común, de lo que se trata es que por encima o antes de plantearse la relación con ella, es necesario construir nuestra propia unidad, porque existe una base histórica, cultural, material que precisamente lo determina. Esa visión de Monroe se impuso y se ha impuesto a lo largo de los años, con ella el imperio con las dos manos, con la mano de la diplomacia del dólar, con la mano del gran garrote, cuando ha sido necesario, ha promovido la división entre nosotros, ha impedido que se conforme América Latina como un todo y como lo decía nuestro Presidente de OLAGI, ha impedido incluso que nos conozcamos entre nosotros mismos, porque no es casual ese desconocimiento y por supuesto no se pueden asociar quienes no se conocen, quienes no se sienten parte de una misma nación y la historia de nuestra América en los últimos dos siglos ha sido precisamente ésa, la de los conflictos fronterizos, incluso en algunos casos bélicos con consecuencias terribles. La de que cada uno de nosotros nos ubicamos en la perspectiva de ser competidores con los mercados, competimos y bajo la visión de la competencia es como establecemos la relación, incluso en los acuerdos comerciales, básicamente comerciales, que se han construido en los procesos de integración, esos acuerdos están determinados fundamentalmente por la perspectiva de la competencia, de la protección, de la desconfianza, de que no existe realmente una transparencia a la hora de sentarnos a la mesa a discutir los intereses particulares y los intereses comunes y las oportunidades que se abren si esa perspectiva cambia.

Pues bien, bajo el modelo del ALCA, que es el Área de Libre Comercio de las Américas que se traduce en los Tratados de Libre Comercio y que en definitiva no es otra cosa que la expresión de la Doctrina Monroe en estos días, en estos tiempos, que privilegia fundamentalmente lo mercantil, lo económico y la relación entre las grandes corporaciones transnacionales que son los actores que en realidad juegan en el escenario internacional, el ALCA, que en definitiva no es más que un modelo en el cual se pretende consolidar un esquema de dominación colonial para que sigamos siendo países proveedores de materias prima, de mano de obra barata y en fin, para que no podamos dar el salto necesario para construir nuestro propio desarrollo y no sólo el crecimiento económico, que en definitiva no nos dice nada, porque l as economías pueden crecer. Crecen y la distribución de la riqueza, la acumulación del capital conduce a veces ese crecimiento a mayor pobreza.

Paradójicamente eso es lo que ocurrió en América Latina en la década de los 90, economías “prósperas”, tasas de crecimiento, crecimiento sostenido para las inversiones externas, para el desarrollo de proyectos de las grandes empresas transnacionales y la pobreza creció también. Es una paradoja, crece, hay un crecimiento económico, pero también crece la pobreza, crece la exclusión social, se abre mucho más la brecha entre ricos y pobres, entre zonas más desarrolladas y las menos desarrolladas y eso es el resultado de un modelo capitalista, estructuralmente injusto que está establecido en cada uno de nuestros países, no es el modelo capitalista local, es el modelo capitalista global que precisamente tiene su expresión local y es por eso que es necesario, entonces, confron tar los dos modelos, hacia cuál modelo, cuál es el modelo de integración que nos va a permitir realmente integrarnos, es decir, que va a permitir realmente constituir una América Latina integrada, definitivamente no es el ALCA, no es los Tratados de Libre Comercio per se , tampoco es mantener mecanismos de integración que en definitiva son la expresión muchas veces de los intereses de las grandes corporaciones transnacionales, que tienen su burocrática en esos mecanismos de integración, sino que es realmente dar el salto para crear o construir una nueva visión de la integración.

El ALCA es un proyecto que consolida la dominación colonial, que establece la supranacionalidad para conculcar el derecho de los pueblos a la autodeterminación para lograr su desarrollo social y económico a través de la implementación de políticas públicas, proyectos nacionales, proyectos regionales naufragan bajo un esquema neoliberal implícito en el proyecto del ALCA, en el proyecto de los Tratados de Libre Comercio, ya que en definitiva esa supranacionalidad a lo que conduce es a diluir, a debilitar, a disminuir el papel que juegan los Estados nacionales y también los Estados regionales. Si ustedes quieren desarrollar un plan de industrialización, de desarrollo de la economía productiva en cada una de sus regiones a través de políticas activas de desarrollo que estimulen la pequeñ a y mediana industria, el desarrollo de la cooperativa, de la microempresa para generar empleo estable, para construir una base económica diversificada para darle valor a las materias primas, no lo van a poder hacer en definitiva a través de un modelo como éste que pasó en los años 90 por América Latina como un huracán y barrió la industria, la pequeña y mediana industria en muchos países

Decía el presidente Kirchner en estos días en un discurso, que la gran asimetría que existía en la Argentina y el Brasil no era el tamaño del país, estoy hablando, por supuesto, de asimetría económica, sino más bien las políticas que se aplicaron en la década de los 90, mientras la Argentina aplicó al pie de la letra la receta neoliberal del Consenso de Washington e implicó la destrucción de buena parte de su desarrollo industrial, habiendo sido la quinta economía del mundo y el país más desarrollado de América Latina, mucho más que Brasil, con todo y su tamaño inferior y su menor población, cayó abruptamente frente a Brasil, porque Brasil sí aplicó políticas de desarrollo, su gobierno hizo una políti ca de Estado para construir un desarrollo productivo basado precisamente en la planificación estratégica, en la visión de largo plazo, en la construcción de una economía productiva autónoma, no se creyó el cuento de la mano invisible del mercado, del modelo neoliberal que arrasó precisamente con esa economía productiva argentina.

Ahí están las muestras históricas, sobran los discursos porque esas son las realidades, por lo tanto, tenemos que tener claro que precisamente este modelo conduce necesariamente, inexorablemente a un proceso en el cual se pierde la autonomía y la capacidad y aquí no hablo de un Estado regional, de un Estado nacional, sino de la propia América Latina como región integrada, de tener un proyecto de desarrollo, porque en definitiva este otro esquema sólo conduce al antidesarrollo, sólo conducen a la exclusión social, al incremento de la pobreza y sobre todo a la dominación económica. Por lo tanto, en mi opinión, la integración latinoamericana es incompatible con el ALCA, es como el vinagre y el aceite, sencillamente, porque no es viable una integración latinoamericana si se privil egia en primer lugar la relación con Estados Unidos y eso es muy práctico. Por ejemplo, no puede construirse una unión aduanera, que es un paso importante para crear, incrementar el comercio intra latinoamericano o intra suramericano o intra Comunidad Andina o Mercosur, sino a partir del establecimiento de un esquema de protección común para estimular el comercio interno, eso no es posible a través de los Tratados de Libre Comercio, que al establecer una relación privilegiada con Estados Unidos, eliminan esa posibilidad. Me estoy refiriendo a algo muy concreto, pero que en definitiva es un signo de lo que significa la aplicación de este modelo.

Lo social queda relegado a un segundo plano o un tercer plano, lo importante es el crecimiento económico a partir de la concentración del capital en las grandes corporaciones, las cuales se mueven con plena libertad según el esquema neoliberal y sin las restricciones y obstáculos que imponen los Estados nacionales para hacer sus políticas de desarrollo, un crecimiento que promueve el incremento de la brecha entre ricos y pobres, que ensancha la desigualdad social, que destruye la autonomía y soberanía de los pueblos, que expande la pobreza y los males sociales estructurales que ella engendra, que destruye las redes productivas basadas en las pequeñas y medianas industrias, microempresas y cooperativas, bloqueando el camino para la construcción de sociedades democráticas equilibradas y justas.

Frente a eso, entonces, hay que retomar el gran proyecto de la verdadera y auténtica integración y es lo que hemos denominado la Alternativa Bolivariana para las Américas, que tiene como objetivo principal construir la integración de América Latina y el Caribe, haciéndola viable a través de un nuevo modelo de integración, basado en la complementación, en la solidaridad, en la cooperación y el respeto a la autodeterminación, el desarrollo frente al antidesarrollo que promueve el ALCA, la estrategia imperial para destruir la integración latinoamericana y caribeña. Y por esa razón este enfoque del ALBA es un proyecto que en el trasfondo es imperialista, esa es su base fundamental, porque definitivamente lo que busca es garantizar la autonomía, la soberanía, frente al imper io, porque esta relación con el imperio no sólo es una relación, y lo sabemos, de tipo económico, sino que se concreta también en el ámbito de ocupar los espacios y que hoy por cierto no tiene límites a partir de la doctrina de copar los espacios de la guerra preventiva, de la calificación previa y de concebir cualquier aspecto que se les ocurra como parte de la seguridad nacional, porque ellos entienden que son dueños del mundo, ellos y el mundo entero, el resto del mundo, forma parte de su propio espacio, se conciben como imperio.

En estos días hubo un incidente en México, en el que había una delegación cubana en un hotel de la Ciudad de México, que fue allí a hacer un encuentro de negocios, según entiendo, con algunas empresas norteamericanas con que operan y de hecho hay una relación allí. Estos señores, los cubanos, fueron sacados del hotel y el argumento fue, ese era un hotel en México, bajo la soberanía mexicana, del Estado mexicano, pero fue un juez de Estados Unidos quien ordenó la salida de los cubanos de ese hotel. ¿Por qué? Porque es una cadena de hoteles la que opera una cadena norteamericana como es ésta, el hotel en que estamos acá, y consideran que eso forma parte de su territorio, el territorio del imperio no tiene límites, el límite lo impone su fuerza militar , mientras hablan de paz y desarme y le exigen a otros el desarme, ellos construyen hoy arsenales inmensos, arsenales incluso usando armamentos nucleares limitados a través del uranio empobrecido, usado masivamente en la guerra de Irak y en otros experimentos que como siempre han hecho a lo largo de estos 200 años.

De manera que no se trata de un discurso, no hemos venido a dar un discurso planfetario sino de una realidad, tenemos que confrontarla, no nos queda más remedio, esa es la realidad y esa es la necesidad que tenemos hoy de definir cuál es el camino de la integración, cuál es el enfoque que vamos a dar a la integración, porque esa visión será el hilo conductor del trabajo de OLAGI como organización que se crea fundamentalmente para promover la integración.

La dominación imperialista y el modelo capitalista conducen a sociedades donde la pobreza y la exclusión social son endémicas y donde la democracia se hace inviable, el capitalismo es contrario a la democracia. Este modelo capitalista que conduce al ejercicio de una democracia formal, pero que en la práctica no garantiza el ejercicio de los derechos humanos esenciales y que por lo tanto no garantiza su participación, es un modelo que indudablemente es contradictorio, la verdadera democracia sólo puede construirse a través de la participación y ello sólo se alcanza con la democracia económica y social y no sólo con el reconocimiento de derechos políticos cuya vigencia real es contradictoria con el modelo económico, si no se pueden ejercer los derechos políticos si no hay una base econ ómica y social que lo sustente, es simplemente una pincelada, un cuento, que en definitiva se estrella contra la realidad, porque la acumulación de tensiones sociales, producto de esa contradicción, termina generando violencia, confrontaciones y ya sabemos lo que ocurrió en el siglo 20 en América Latina, dictaduras atroces que cobraron la sangre de miles de compatriotas latinoamericanos que se enfrentaron a la represión, que fue precisamente producto del deseo de imponer un modelo opresor, excluyente, negador de los derechos fundamentales del hombre y por supuesto de la democracia.

Derechos sociales versus derechos políticos no se pueden separar, cuando hablamos de derechos tenemos que hablar de ambos, es un solo concepto, de ahí todo este esfuerzo que se viene haciendo para probar la Carta Social de las Américas en un escenario como es la Organización de Estados Americanos, para plantear el debate en su verdadero fondo, que es precisamente ése. La integración tiene que orientarse precisamente a crear las bases para que haya democracia y eso implica, construir sociedades equilibradas. Lo vamos a hacer solos o vamos a unirnos para hacerlo en conjunto, porque juntos tenemos la fortaleza para poder lograrlo por lo que aquí se ha dicho, por la inmensidad de recursos, por la calidad de nuestro pueblo, por la diversidad de nuestra cultura, que precisamente lo hace posible.

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