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Murió el general que comandó el asalto final al Palacio de La Moneda

Murió el general que comandó el asalto final al Palacio de La Moneda

Publicada el Martes, 27 de Junio de 2006  

PALACIOS FALLECIÓ EN VIÑA DEL MAR A LOS 83 AÑOS DE UN INFARTO AL CORAZÓN

Sus funerales se realizarán hoy en el Cementerio Parque del Mar en Concón, luego de una misa en la iglesia Las Carmelitas en Viña del Mar. Según una hija, falleció sorpresivamente en la medianoche del domingo mientras miraba en televisión un recuento de los partidos del Mundial de fútbol.

Foto: A la izquierda, el general Javier Palacios en la puerta de La Moneda, luego de comandar la toma final del palacio de Gobierno el día del golpe de Estado. A la dereha, los GAP y asesores de Allende tomados prisioneros. Casi todos fueron asesinados en Peldehue y sus cuerpos arrojados al mar.  

Por Jorge Escalante

www.lanacion.cl

A los 83 años, murió el hombre que el 11 de septiembre de 1973 comandó el asalto final a La Moneda: el general Javier Palacios Ruhmann. El mismo que ese día recibió el pañuelo blanco del entonces teniente Armando Fernández Larios, para estancar la sangre de su mano derecha herida superficialmente por una bala que rebotó. Por esas cosas del destino, se fue por las mismas horas en que hace 98 años, nacía el derrocado Presidente Salvador Allende.

El general en retiro falleció a la medianoche de ayer de un infarto cardíaco en su casa en Viña del Mar, según dijo su hija Paula a La Nación “cuando todavía estaba despierto mirando en la televisión partidos del Mundial de fútbol. Fue sorpresivo porque él, a los 83 años, llevaba una vida normal”.

Su funeral se realizará hoy en el Cementerio Parque del Mar de Concón, luego de una misa a las 15 horas en la iglesia Las Carmelitas en Avenida Libertad de Viña.

La hija dijo que “el Ejército ya tiene dispuesto los honores que le rendirá en Viña del Mar, porque él, además de haber sido un general de la República, fue dos veces comandante del regimiento Maipo de Playa Ancha en Valparaíso”.

Crítico a Pinochet

Si bien Palacios tiene el “título” de quien comandó la toma final del palacio de Gobierno después del bombardeo de la Fach, con los años adoptó una posición crítica respecto del apetito del ex dictador Augusto Pinochet para entronizarse en el poder.

Sus declaraciones le costaron el repudio de grupos de corte fascista, como el partido Avanzada Nacional, que creó una de las estrellas de la CNI, el mayor (R) Alvaro Corbalán. Pero también de otros altos oficiales retirados que fueron incondicionales a Pinochet hasta la muerte, como el general Carlos Forestier.

Si Palacios asumió esa posición crítica para acomodarse en la renaciente democracia será difícil saberlo. Pero tuvo varias intervenciones en las que incluso alabó a Allende como “un valiente, un gallo de pelea”. Consultado por la actitud del ex Mandatario el día del golpe de Estado, contestó: “Él cumplió con su deber, y puchas que hay que tener agallas para decidir eso, tengo que reconocerlo francamente”, dijo aludiendo a la decisión del Presidente de suicidarse.

En una entrevista a comienzos de los ‘90 a la revista “Análisis”, contó algunos detalles poco conocidos del momento en que murió Allende; por ejemplo, que en la metralleta con la que se disparó “había un tiro atascado en el cargador. Creo que alcanzaron a salir dos tiros”.

Otro antecedente que reveló en 1997 fue que a Miria Contreras Bell, “La Payita”, secretaria privada de Allende, la dejó ir de La Moneda esa mañana “porque me dijeron que era una secretaria, pero si me hubieran dicho su nombre la habría detenido, porque era una pieza valiosa para los interrogatorios. En lugar de eso, la hice subirse a una ambulancia y parece que el conductor me salió chueco porque ella se bajó en la mitad del camino y desapareció”. Palacios contó que tomó esa decisión porque “la vi tan pálida y nerviosa que la envié en la ambulancia a un hospital”.

La bala que lo hirió

Uno de los recuerdos que dijo “nunca olvidé”, fue el episodio que ese día 11 generó que Fernández Larios le pasara su pañuelo para estancar la sangre que salía de su mano herida. “Recién habíamos entrado a La Moneda y ya se habían rendido, pero seguían algunos disparos. Eran unos pocos en un pasillo de arriba. Gritaron ‘el marxismo no se rinde mierda’. Uno de ellos era Juan Huenchullán Pailaqueo –me podré equivocar en una sílaba-, él nos disparó y el tiro pegó en una muralla, rebotó en el casco de un oficial a mi lado y me pegó en la mano y a un cabo se le metió de costado”.

Respecto de Fernández Larios, uno de los asesinos de la Caravana de la Muerte que huyó a Estados Unidos, Palacios dice que no formó parte de su grupo de asalto. “El apareció ese día por su cuenta”, dijo.

Brady responsable

Palacios nunca asumió alguna responsabilidad por el destino que tuvieron los GAP y asesores de Allende que ese día ordenó detener cuando salían de La Moneda, casi todos hoy desaparecidos. “El comandante de la guarnición de Santiago en esa época era en general (Herman) Brady. El tendría que haber dispuesto el destino de cada cual”.

Tampoco estuvo de acuerdo (al menos según sus dichos terminada la dictadura) con haber hecho desaparecer los cuerpos de los detenidos a quienes se asesinó. “¿Cuál era el afán de ocultar (los cuerpos)? Eso quiere decir que ahí ya hay un procedimiento malo. ¿Por qué se ocultaba? Porque no podían justificar el fusilamiento. Había que entregar los cadáveres a las familias”, dijo en la referida entrevista con “Análisis”.

El día del golpe, Palacios recién llevaba un par de meses ascendido a general. Siempre dijo que para entonces venía regresando desde Alemania, donde había sido agregado militar en Bonn. Pero evitaba comentar que, en realidad, inmediatamente después de ese retorno a Chile, en 1972, fue designado director de Inteligencia del Ejército. A partir de 1974 pasó a ocupar la vicepresidencia de Corfo, corporación a la que también representó después en una oficina en Nueva York. Egresó de la Escuela Militar en 1942 y pasó a retiro en 1977. LN

3 comentarios

Antonio Casalduero Recuero -

El general Palacios, por más que haya tratado de arreglar su frase enviada a Carvajal ese día: "Moneda tomada, presidente muerto, misión cumplida", nunca ha podido, porque esas palabras revelan la verdad sobre la muerte de Allende provocada por sus propias manos con el arma con que lo remató en el suelo, lo que explica ese agujero posterior menor en su cráneo.

sergio correa -

los malditos tambien mueren

HERNAN -

AL INFIERNO....TRAIDOR GOLPISTA Y GENOSIDA