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Centros Chilenos en el Exterior

Wallmapuwen, nace un partido político mapuche

Wallmapuwen, nace un partido político mapuche

La nueva forma de organización aspira a construir un ejecutivo y un parlamento regional

No son separatistas ni secesionistas. Son autonomistas. Abogan por la descentralización, por el autogobierno en la Novena Región. Pretenden legalizarse este año y presentar candidatos a las municipales de 2008. Un partido demócrata, progresista y laico tras la conquista de espacios políticos. Sus contactos -y, en cierto modo, referencias-, están en España: Catalunya, Galicia y el País Vasco. Aucán Huilcamán no comparte la idea. Esta historia continuará...

Por Antonio Valencia

 Wallmapuwen. En mapuzungun, el nombre del naciente partido político mapuche significa “compatriotas del país mapuche”. El primer paso para dar forma al proyecto lo dieron en febrero un grupo de 25 profesionales e intelectuales mapuches, ocasión en que públicamente exteriorizaron su objetivo de “ganar elecciones y gobernar en el Wallmapu”, territorio que comprende toda la Novena Región, más algunas comunas de la Octava y la Décima.

Desde su presentación pública, el presidente del partido en formación, Gustavo Quilaqueo, el secretario político Claudio Curihuentru, el encargado de relaciones internacionales Víctor Neguil y la comisión política integrada por Pedro Cayuqueo, Pedro Marimán, Rodrigo Marilaf, Álvaro Millalén y Ramón Maureira, comenzaron a difundir su idea en organizaciones sociales, políticas y estudiantiles. Desde entonces están sumando afiliados, formando cuadros y brindando instrucción política pura.

Son numerosas las organizaciones, colectivos o coordinadoras mapuches que reinvindican la recuperación de derechos territoriales, políticos y culturales, pero ninguna, hasta ahora, se había planteado el desafío de convertirse en el duodécimo partido del sistema político chileno.

Para constituirse como tal, deben cumplir con los requisitos establecidos por ley que, entre otras cosas, exige un número mínimo de militantes en todas las regiones del país. A menos, claro, que se reforme la norma y ésta permita la formación de partidos regionales. Pero el llamado -dicen- es amplio. En otras palabras, sus militantes pueden ser mapuches y chilenos. O sea, mapuches y huincas unidos...

Otra diferencia con el movimiento mapuche conocido hasta ahora es que rompe con la lógica de entender la lucha reinvindicativa. El partido Wallmapuwen apunta en buena parte al mapuche urbano. Es en las ciudades -explican- donde está el mayor número de población mapuche. “Concebimos la situación como la de una minoría nacional oprimida y colonizada, y no como una cuestión indígena-campesina”, esgrime Gustavo Quilaqueo, presidente del partido en formación.

Wallmapuwen -enfatiza Pedro Cayuqueo, de la comisión política-, “no pretende reemplazar el trabajo de las organizaciones sociales y políticas mapuches, sino establecer relaciones de cooperación con todas ellas, escenario auspicioso cuando gran parte de las organizaciones representativas -Consejo de Todas las Tierras, Identidades Territoriales, Asamblea Mapuche de Izquierda-, se plantean el camino de la participación política como una vía legítima y necesaria para conquistar poder”, dice.

Cayuqueo profundiza: “Nuestra propuesta no es quitar representatividad a nadie. Malamente podríamos hacerlo cuando nuestro ámbito de acción privilegia sectores urbanos, profesionales, estudiantiles y no necesariamente campesinos, que es el espacio de acción de las organizaciones sociopolíticas existentes. Buscamos representar al gran porcentaje de mapuches urbanos que no participa en política, cuyas demandas no son abordadas por los discursos centrados en la demanda territorial campesina y que, cuando participan en política, se ven obligados a hacerlo en el PS, el PC o la DC, por ejemplo”.

El factor Aucán Huilcamán, del Consejo de Todas las Tierras, una de las caras más visibles del movimiento mapuche y que no comparte la idea de Wallmapuwen, es un tema zanjado. “Sentimos respeto por él, pero que, como otros, no participa de la idea de crear un partido político, pensamos que esa diversidad debe ser aceptada”, declara Quilaqueo. “Buscamos legitimarnos -añade-, en base a un proyecto político y no por la trayectoria o el impacto mediático personal de sus adherentes”.

 De las municipalesal autogobierno

La propuesta de Wallmapuwen es, a largo plazo, “reconstituir el país mapuche”, esto es, generar una entidad político administrativa, con estatuto de autonomía territorial, con el mapuzugun como lengua oficial y que “se gobierne por un ejecutivo y un parlamento autonómico” elegidos por la población regional bajo un sistema electoral proporcional de circunscripción única. “No es la secesión, y como modelo existe en numerosos estados plurinacionales con profunda tradición democrática o en estados federales”, expresan sus dirigentes.

Como la idea es gobernar el Wallmapu, indica Quilaqueo, “necesitamos un partido para participar en contiendas electorales”, pero además para impulsar las reformas en el largo camino hacia la autonomía territorial y la resolución de los problemas regionales. Por ello en la agenda asoman temas como descentralización, democratización de gobiernos regionales, atribuciones de los municipios, inversión regional, política tributaria, reformas electorales e institucionales “que doten al Wallmapu de la posibilidad creciente de autogobernarse”, detalla Quilaqueo.

“El primer paso es legalizarnos el segundo semestre de este año ante el Servicio Electoral para llegar con candidatos propios a las elecciones municipales de 2008”, precisa Cayuqueo, quien sostiene que el número de candidatos a concejales mapuches que se presentaron en el último proceso se triplicó. “Fueron más de 200 -dice-, y esas cifras abren la perspectiva para pasar de lo reivindicativo al margen del poder, a plantarse conquistar espacios de poder”.

El nuevo partido se reconoce como uno de corte “territorialista”, pues proyecta su actividad política en el país mapuche (Wallmapu). Desde la “perspectiva estatal”, un “partido regionalista que promoverá la autonomía regional contra el centralismo de Santiago”, agrega Quilaqueo. Y será, completa el dirigente, un partido demócrata, progresista, laico y pluralista, que enfrentará la contienda política por medios pacíficos”.

 Aló, Barcelona

Si bien los voceros de Wallmapuwen explican no tener referentes internacionales, “hemos abierto relaciones con la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)”, de España. Ya estuvo en Chile uno de sus integrantes, Daniel Condeminas, ex jefe de prensa del partido nacionalista de izquierda catalán, actualmente al mando de la Generalitat de Barcelona. Condeminas se reunió con los alcaldes de Tirúa y Temuco, y también con la comunidad ‘Antonio Ñirripil’ de Temulemu, donde fue invitado por la familia del lonko Pascual Pichún, condenado a cinco años y un día por “amenaza terrorista”.

“También tenemos contactos con el País Vasco y Galicia”, complementa Cayuqueo. El punto es que la fórmula “española” con el Esatuto Catalán, por ejemplo, es la muestra, despejan en Wallmapuwen, de que el modelo propuesto no divide al Estado. “En las democracias modernas la descentralización es vital para empoderar a sectores regionales. No se impulsa la separación del Estado ni conduce a su desintegración. España es un ejemplo claro, no es Estado fragmentado”, arguye Cayuqueo.

Wallmapuwen, se apura en aclarar Quilaqueo, “no cuenta con apoyos financieros del exterior y hasta el momento se financia exclusivamente con las cotizaciones de sus militantes”. ¿Cuántos militantes? “El verdadero arraigo social sólo podrá comprobarse en las contiendas electorales”, concluye el dirigente.

En eso están. LN


Otras rutas político-jurídicas del movimiento

“Faltan dos votos para ratificar el Convenio 169 de la OIT”

Los caminos políticos y jurídicos -distintos a la formación de un partido propio- que el movimiento mapuche ha reclamado en las últimas décadas son bien claros. Uno: Ratificación del convenio 169 de la OIT. Dos: Reconocimiento constitucional. Y tres: Políticas sectoriales.

Víctor Toledo Llancaqueo es historiador, miembro del Grupo de Trabajo sobre Movimientos Indígenas y Democracia en América Latina del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Clacso, además de director del Centro de Políticas Públicas y Derechos Indígenas de la Universidad Arcis. Con los pies en la tierra, desgrana estos tres temas.

-Convenio 169 de la OIT:

“La ratificación del Convenio 169 reconocerá un piso mínimo de derechos de los pueblos indígenas. No es la panacea, pero es un paso, y hoy es posible la ratificación: sólo faltan dos votos en el nuevo Senado, sumados a los de la Concertación. Ya fue aprobado en la Cámara de Diputados en abril de 2000, y también por el Tribunal Constitucional. Falta que el Ejecutivo le asigne urgencia y voluntad política. El Convenio 169 de la OIT forma un sistema con las convenciones sobre eliminación de la discriminación racial y contra la mujer, de derechos humanos y derechos del niño a los que se suman la jurisprudencia, doctrina y derecho consuetudinario”.

-Reconocimiento constitucional:

“El reconocimiento constitucional hoy no es posible en Chile. No es que no sea válido exigirla, simplemente no están disponibles los votos para aprobar una reforma que requiere un quórum de dos tercios. Aunque todos los parlamentarios de la Concertación votaran favorablemente -lo que es incierto-, faltarían los votos de quince diputados y cinco senadores de derecha. Y, en el mejor de los casos, esos votos favorables pondrían condiciones que desnaturalizarían tal proyecto. En el mundo del siglo XXI, salvo ocho casos, todos los países son pluriétnicos, de múltiples pueblos, distintos e iguales en dignidad y derechos, bajo un mismo orden constitucional compartido”.

-Políticas sectoriales:

“El desafío es, como base de las políticas públicas, pasar a un enfoque con estándares internacionales de derechos humanos de los pueblos indígenas. No se trata de derechos a exigir en Ginebra o Washington: los órganos internacionales son subsidiarios. Si existiese voluntad gubernamental, sería posible desde ya hacerlo, como recomienda la ONU. Es posible modificar, a favor de los derechos indígenas, la legislación de aguas, minería, pesca, suelos, medio ambiente, geotermia, concesiones, gobiernos regionales y municipios, educación, salud, propiedad industrial, acceso a recursos genéticos, etc. Chile es un caso notable de desfase de las políticas indigenistas oficiales. Se presenta como “modelo” en términos de economía globalizada, pero sus etnopolíticas son anacrónicas. En 1993, fue el último país en adoptar institucionalidad indigenista en Latinoamérica. Sería saludable que la misma invitación formulada por Michelle Bachelet en Isla de Pascua -un nuevo estatuto de autonomía para los de Rapa Nui y su territorio-, se formulara en la Araucanía o en San Pedro de Atacama”.

Huilcamán: “Un partido es reproducir el colonialismo interno”

Aucán Huilcamán es el líder del Consejo de Todas las Tierras y precandidato presidencial en 2005 no comulga con la idea de formar un partido político. “Es reproducir una manera de colonialismo interno. Nosotros, como pueblo, buscamos formas de participación más amplia. Un partido nunca va a ser una cos de pueblo. Yo propicié una candidatura presidencial de manera amplia, no instalando estructura de política partidaria”, retruca Huilcamán.

El dirigente, de paso, lee entre líneas al repasar los nombres que constituyen el núcleo de Wallmapuwen, algunos de los cuales formaron parte, hace más de una década, del Centro de Estudios y Documentación Mapuche Liwen. “Pocos supieron que detrás de ese proyecto estuvo Alain Labrouse, reportero de origen francés que desempeñó oscuras funciones en el proceso autonómico de Córcega y que, por hechos similares en Perú, fue denunciado por organizaciones indígenas”, anota. Con el tiempo -relata Huilcamán-, Liwen reorientó su accionar al ámbito universitario (UFRO y U. Católica de Temuco), después desapareció y algunos de sus integrantes “deambularon solicitando becas universitarias en el extranjero”, ausentándose de las “batallas” reivindicativas del pueblo mapuche.

 

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